Demos una mirada fría y seria a lo que estamos
enfrentando.
Jueves, 9 de julio Dennis Loo
Aquellos de nosotros que quieran ver justicia – el procesamiento y convicción
de torturadores, la conclusión de las guerras contra Irak, Afganistán y
Pakistán, echar atrás el estado de vigilancia y arrancar el olor del fascismo
del aire—tenemos que ir contra una bestia.
A pesar que de que la gran mayoría de los estadounidenses expresan sus
sentimientos votando, incluido derrotando a Bush en el 2000 y 2004
junto con la elección de Obama en el 2008 en una plataforma de “cambio”, estas
guerras contra la gente – aquí y en el exterior-- siguen en marcha.
A pesar de ser un afro americano que ha visto el mundo y defiende la “audacia
de la esperanza,” Obama continua amparando a los criminales de guerra de
Bush de ser castigados, está extendiendo las guerras contra Afganistán y
Pakistán, y está institucionalizando medidas, tales como la negación del
derecho a habeas corpus y la detención indefinida de gente por crímenes que
ellos podrían cometer, aún después de haber sido absueltos: señales
inconfundibles de tiranía.
Según lo divulgado por el periódico Wall Street Journal el 8 de julio
de 2009
http://online.wsj.com/article/
SB124699680303307309.html?mod=googlenews_wsj
“La administración de Obama dijo el martes que puede continuar encarcelando
indefinidamente a los que no son ciudadanos no estadounidenses inclusive si
la comisión militar de E.U. los absolvió de acusaciones de terrorismo.
“Jeh Johnson, principal abogado del Departamento de Defensa, dijo al comité
de las fuerzas armadas del Senado que liberar a un detenido que se ha enjuiciado
y encontrado no culpable, es una decisión política que los funcionarios harán de
acuerdo a sus cálculos de si el preso represente una amenaza en el futuro.
“Como la administración de Bush, la administración de Obama sostiene que la
base jurídica para la detención indefinida de extranjeros que se consideran
peligrosos es aparte de los procesos por crímenes de guerra. Los funcionarios
dicen que las leyes de guerra permiten la detención indefinida para prevenir que
los extranjeros cometan actos de guerra en el futuro, mientras que el
procesamiento de la comisión militar busca castigarlos por crímenes de guerra
cometidos en el pasado.
“El Sr. Johnson dijo que tales presos detenidos sin juicio recibirán ‘alguna
forma de revisión periódica’ que podría conducir a su liberación”.
¡¡Ese es un cambio en el que podemos creer!!
El Congreso, bajo el mando de los demócratas desde el 2006, continúa
financiando estas guerras inmorales, continúa aceptando las atroces políticas de
la Casa Blanca o, todavía peor, impulsa políticas peores, y rehúsa hacer lo
correcto.
¿Qué se debe hacer frente a esos continuos acontecimientos indignantes?
Se dice que continuar haciendo lo mismo cuando no funcionó antes es una
insensatez. Sin embargo hay aquellos que nos aconsejan a hacer precisamente eso,
incluidos los que están de corazón y cuerpo por nuestro lado.
David Swanson, quien con su incansable trabajo en contra de estas atrocidades
ha sido y continua siendo indispensable, ha escrito dos nuevos ensayos que nos
exhorta a enfocar los esfuerzos del movimiento en la Cámara de
Representantes.
David escribe:
“Si la Cámara de Representantes rehúsa financiar las guerras, el Senado puede
votar por $100 cuatrillones, y no se podrá gasta un centavo de ello. El
presidente puede gritar por sangre (o sugerir gentilmente que se lancen
bombardeos humanitarios) pero no podrá enviar ni un avión teledirigido. Solo se
requiere la negativa de una cámara para hacer estancar un proyecto de ley. Un
puñado de personas hábiles y determinadas puede influenciar a menudo en el voto
de un miembro de la Cámara [de Representantes]. Esos representantes se eligen
cada dos años. Siempre están preocupados acerca de las elecciones. También están
muy interesados en su imagen en los medios locales, y es muy fácil generar
noticias positivas o negativas en esos medios. Ellos son comprados por los
donantes corporativos, pero no tan completamente como lo es el presidente”.
Con todo respeto estoy en desacuerdo con David.
Ahora mismo, hay asesinos que vagan por el país, matando a proveedores del
aborto, los justifican líderes fascistas cristianos, quienes en su momento son
tratados por funcionarios públicos y
medios de comunicación como “respetables”
Ahora mismo, los autores de la tortura, con las manos manchadas de sangre,
vagan por el país, libres de enseñar a estudiantes de leyes qué es la “ley”, de
dictar fallos como juez de la corte de apelaciones, salir en televisión
defendiendo la tortura, dar discursos pagados, y generalmente ocupar la tierra
de los vivientes como si fueran zombis que comen la carne humana y declaran qué
sabrosa es.
¿Cómo es que la tortura y el asesinato se hayan convertido en algo
respetable?
El Departamento de Defensa ha estado enseñando a todos sus empleados que
“protestar” equivale al “terrorismo de bajo nivel”, hasta el mes pasado, cuando
un articulo que escribí en Manual de entrenamiento del
Departamento de Defensa: Las protestas son un "terrorismo de bajo nivel"
ayudó a conseguir que retrocedieran.
¿Cómo fue que la protesta y el disentimiento se llegaran a criminalizar como
terrorismo?
Cuando al principio la Cámara de Representantes no aprobó el rescate
financiera de $700 billones, el secretario [del Tesoro] Henry Paulsen amenazó
con declarar la ley marcial.
¿Cómo es que votar sobre una propuesta de ley financiera, basándose en sus
méritos, llegue a ser completamente imposible?
¿Qué nos revela todo eso sobre los tiempos en que estamos viviendo?
¿Inclusive si tuviéramos más representantes anti-guerra en el Congreso, como
David recomienda, incluso si consiguiéramos que más representantes voten de
acuerdo a los deseos de sus constituyentes, por qué respetarían lo que quiera la
gente si la Casa Blanca, los líderes del partido, y los medios de comunicación
les dicen que la “guerra contra el terror” justifica las acciones más
atroces?
¿Que nos dice una y otra vez la experiencia de los últimos años?
Las elecciones no determinan la política oficial.
Los demócratas y los republicanos se alimentan del mismo morral.
¿Qué nos dice la historia? Como Howard Zinn nos dice incansablemente, las
cosas realmente buenas de nuestra sociedad siempre han venido solamente como
resultado de los movimientos masivos, no de salvadores condescendientes ni de
“certámenes” electorales.
La acción popular, sea mediante los actos valerosos y resueltos de
individuos o las manifestaciones masivas, representa la toma del
escenario político de la GENTE como una fuerza política
independiente.
La audiencia principal para esas acciones políticas populares es el resto de
la población, el 70% que David describe con precisión como gente que está de
acuerdo con nosotros pero que generalmente no hace nada. Esas acciones son un
toque de clarín, por una parte, para activar de maneras pequeñas y grandes a los
demás que no son políticamente activos. Son una llamada para que esa gente
llegue a informarse más sobre lo que está sucediendo. Son una llamada para
provocar su conciencia y hacer que actúe según dicte su conciencia.
Son también, por la otra parte, una declaración a los funcionarios, a los
medios, y a los que no sean funcionarios pero son parte del pequeño grupo de
personas que está en control y realmente hace la política: no permitiremos que
sigan haciendo todo eso como lo han hecho hasta ahora. Estamos mirando. No
estamos guardando silencio. No nos están engañando. Somos una fuerza con la cual
tendrán que vérselas, y no les pediremos ni les suplicaremos ni les rogaremos
nada. No seguiremos sus “canales establecidos” que son simplemente desvíos y
trampas para hacernos descarrilar. No nos embauca la idea de que “la política
como de costumbre” puede conducir a una ruptura dramática de las políticas
monstruosas de las cuales ustedes los “líderes” han sido responsables.
Somos la GENTE y estamos resuelta e indignada.
Ese 70%, del cual David habla, ha creído que estaba haciendo lo que se debía
hacer y se podía hacer al votar. Pero la votación obviamente no lo ha hecho, ni
lo hará.
El poder político se ejerce con dos medios: la persuasión y la coerción.
Todos los gobiernos utilizan esos dos medios para gobernar. Los que ejercen el
poder no pueden continuar haciendo lo mismo si una cantidad suficiente de
personas considera esas acciones como ilegítimas. Lograr deslegitimar sus
acciones tiene que ser la meta de cualquier acción política real.
No debemos legitimar más lo que cada día se demuestra al mundo ser
completamente ilegítimo. Las elecciones no son un ejercicio legítimo de poder
político, ni son un uso significativo ni eficaz de poder político de parte de la
gente. No funcionan, igual como la votación de los miembros del Congreso no
refleja en realidad un ejercicio del poder político en el Congreso. Ni
siquiera los miembros del Congreso deciden las cosas mediante el voto. La
dirección del partido en el Congreso y la Casa Blanca toman las decisiones
verdaderas. La votación en las sesiones plenarias es fundamentalmente un acto
secundario.
El Congreso no va a cumplir con la voluntad de la gente, ni siquiera si
cabildeamos con un poco más esfuerzo o si elegimos a nuevos representantes a la
Cámara de Representantes. Solo la gente puede hacer cumplir su voluntad, y eso
solamente si una cantidad suficiente de gente cuestione abiertamente la mera
legitimidad del Congreso y de la Casa Blanca. Entonces, y solo entonces, la
población tendrá una oportunidad de ver realizados sus deseos y hecha la
justicia finalmente. No podemos lograr eso reforzando la legitimidad de las
mismas instituciones que nos han traído a esta terrible coyuntura.
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