Citatorio a Twitter: Estados Unidos espía y
amenaza a WikiLeaks
Larry Everest Revolución #223 23 de enero de
2011
El viernes 7 de enero, Birgitta Jónsdóttir, miembra del parlamento de
Islandia y voluntaria con WikiLeaks, el sitio web dedicado a la transparencia
gubernamental, envió dos “tweets” en su cuenta de Twitter. Uno, “gobierno ee.uu.
quiere saber de todos mis tweets y más desde 1º noviembre 2009”. Dos, que
acababa de recibir el siguiente e-mail: “Twitter ha recibido una solicitud
jurídica que pide información respecto a su cuenta de Twitter en (relación con
wikileaks)”. Adjunto al mensaje de Twitter estaba un citatorio del Departamento
de Justicia (DOJ) expedido por una corte federal en Virginia, EE.UU.
El citatorio, con fecha 14 de diciembre de 2010, le dio a Twitter tres días
para entregar “información [detallada] de las cuentas de clientes o suscritores”
para “el plazo del 1º de noviembre de 2009 al presente” sobre el fundador de
WikiLeaks Julián Assange, sobre el especialista en inteligencia del ejército
Bradley Manning (detenido en mayo de 2010 como sospechoso de filtrar material
clasificado a WikiLeaks), sobre dos programadores de computadoras de WikiLeaks y
sobre Jónsdóttir.
La información que exigieron sobre cada persona incluye:
“Nombres de suscritor y de usuario y otras identidades; direcciones de
correo, de domicilio, de negocio, de e-mail y otros datos similares; registros
de conexión o de horario y duración de sesiones; números de teléfono o
instrumento u otro número o identidad de suscritor...; medios y fuente de pago
por dicho servicio (incluyendo cualquier número de tarjeta de crédito o de
cuenta bancaria) y registros de facturación... todos los registros y otra
información” acerca de “registros de actividad de usuario para todas las
conexiones hechas a la Cuenta o de ésta, incluyendo la fecha, hora, duración y
método de conexión, volumen de transferencia de datos, nombre de usuario y
dirección(es) del Protocolo del Internet de fuente y de destino”. (Ver
salon.com, 1º de enero de 2011)
Intimidación y expedición de pesca en forma de
“investigación criminal”
El citatorio del DOJ afirmó que el gobierno tenía “el fundamento razonable
para creer que los registros u otra información que se busca son de importancia
y sustancia en cuanto a la actual investigación criminal”. Pero el gobierno de
EE.UU. no ha presentado ninguna evidencia de que WikiLeaks, Assange o cualquiera
de los que apoyan a WikiLeaks a quienes está investigando hayan cometido ningún
delito de algún tipo. Publicar información clasificada, como han hecho WikiLeaks
y otros medios, no constituye un delito, aunque la administración de Obama
busque las formas de penalizar eso también.
El New York Times informó que el gobierno de EE.UU. está “buscando
un argumento jurídico para acusar al Sr. Assange de conducta criminal”. (“U.S.
Subpoenas Twitter Over WikiLeaks Supporters,” New York Times, 8 de
enero de 2011)
El abogado constitucional y bloguero Glenn Greenwald escribió: “Todo este
rastreo e investigación ‘criminal’ extraordinario proviene del hecho de que
WikiLeaks simplemente ha publicado información clasificada que muestra lo que el
gobierno de EE.UU. está haciendo: lo que por definición hacen los periodistas
investigadores todo el tiempo... (“DOJ subpoenas Twitter records of several
WikiLaks volunteers”, salon.com, 7 de enero de 2011). Por lo tanto el intento de
penalizar a WikiLeaks es nada menos que un asalto frontal total contra las
libertades de prensa e Internet”. (“How propaganda poisons the mind—and our
discourse”, salon.com, 12 de enero de 2011)
Mientras tanto, han encarcelado durante meses a Bradley Manning, sospechoso
de ser la fuente de las filtraciones, sin acusarlo de ningún delito, bajo
condiciones que Los Angeles Times recientemente describió como
“inhumanas” e “indefendibles”, mientras EE.UU. intenta armar argumentos contra
él y hacer de él un ejemplo. (“Soldier’s inhumane imprisonment”, 10 de enero de
2011)
El citatorio a Twitter, la punta del iceberg
El citatorio que exige los datos sobre la actividad de Birgitta Jónsdóttir en
Twitter es la primera evidencia de la investigación criminal
gubernamental contra WikiLeaks, la que se anunció a mediados de diciembre. Pero
eso es simplemente la punta del iceberg del ataque multifacético, continuo y
agresivo del gobierno de EE.UU. contra WikiLeaks y Julián Assange, en su mayor
parte casi a ciencia cierta se mantiene en secreto.
Esto es parte de un patrón de ataques en muchos frentes con el fin de
silenciar a WikiLeaks e intimidar y aislar a los individuos asociados con el
mismo. Poco después de que WikiLeaks comenzó a publicar lotes de los 251.287
cables diplomáticos secretos del Departamento de Estado a finales de noviembre
(tras publicar documentos clasificados sobre las guerras de Irak y Afganistán en
abril, julio y octubre de 2010), cancelaron su nombre del dominio y sus
servidores del web, congelaron sus cuentas bancarias y las compañías de tarjetas
de crédito bloquearon las contribuciones. El gobierno de EE.UU. negó que tuviera
algo que ver con esos ataques. Pero los cables publicados por WikiLeaks han
revelado muchas instancias en que EE.UU. luchaba de manera secreta y agresiva
por sus intereses, reprimiendo a opositores, por todo el globo. Por ejemplo,
EE.UU. exigió y amenazó en secreto a los gobiernos de España y Alemania que
pasaran por alto sus propias leyes y anularan las investigaciones de tortura y
entregas de parte de EE.UU. Además, el Departamento de Estado espiaba de manera
ilegal, extensa y generalizada a líderes y funcionarios de otros países. (Ver
“Lo que revela WikiLeaks: Cables, mentiras y
asesinato” y “EE.UU. se desquita
contra WikiLeaks”, Revolución #220, 19 de diciembre de 2010.)
Lo que revela casi a ciencia cierta que el citatorio a Birgitta Jónsdóttir es
la punta de un iceberg es que el citatorio “ORDENÓ” que “Twitter no revele la
existencia de la solicitud ni de esta Orden de la Corte, ni de la existencia de
la investigación, al suscritor de la lista ni a ninguna otra persona, a menos y
hasta que tenga la autorización de hacerlo de parte de la Corte”. El citatorio
se hizo público solamente porque Twitter impugnó la orden de confidencialidad en
la corte (aunque no la solicitud de información), y el 5 de enero del presente
un juez falló en su favor. Por tanto Twitter le notificó a Jónsdóttir.
Es probable que Google, Facebook y otros proveedores de Internet también
hayan sido citados, con la exigencia de que en secreto mantengan el citatorio.
WikiLeaks ha exigido que Google y Facebook revelen los contenidos de cualquier
citatorio que hayan recibido, pero hasta ahora éstos se han rehusado a hacerlo.
(The New York Times (8 de enero) informa: “Los directivos de Facebook
no aceptaron hacer comentarios, y Google no respondió de inmediato a una
solicitud”).
Una exploración global del estado de la vigilancia ilegal y general de
Estados Unidos contra las actividades de las personas en el Internet rebasa el
ámbito de este artículo, pero el citatorio a Twitter es también parte de una
expansión general secreta de la “recolección de datos” de datos personales en el
Internet y los teléfonos por parte del gobierno de EE.UU. The New York
Times (“Twitter Shines a Spotlight on Secret F.B.I. Subpoenas”, 9 de enero
de 2011) informa que cada año el gobierno envía 50.000 “cartas de seguridad
nacional”, sin ninguna orden de las cortes, a los proveedores de la red para
información sobre individuos en investigaciones relacionadas al “terror” o
“seguridad nacional”. (Para más información, vea “El abogado Shayana Kadidal del Centro pro
Derechos Constitucionales: El proyecto de ley sobre la intervención de
telecomunicaciones y la expansión sin precedentes de los poderes
presidenciales”, Revolución #124, 23 de marzo de 2008).
La democracia de EE.UU. en acción…
¿Por qué el gobierno de Estados Unidos ha actuado tan agresivamente y ha ido
a tales extremos para clausurar WikiLeaks? ¿Por qué es el secreto tan importante
en todo lo que hace, alrededor del mundo e incluso en este caso?
Los documentos de EE.UU. publicados por WikiLeaks dan evidencia directa de
asesinato y tortura sistemática en Irak y Afganistán, proteger las entregas
ilegales en Europa, los asesinatos selectivos en Yemen, los preparativos para
una posible guerra contra Irán y el apoyo a las compañías farmacéuticas
depredadoras en Nigeria, que sólo refleja unas pocas revelaciones de WikiLeaks.
El material publicado arroja luz sobre la rivalidad de estilo mafioso de EE.UU.
con otros explotadores globales y documenta cómo opera EE.UU. mediante una red
global de regímenes sustitutos o títeres. Muestra cómo EE.UU. miente sobre todo
y señala la realidad de que EE.UU. no es “un amigo” de los pueblos del mundo,
sino un despiadado opresor y explotador global, responsable por el enorme
sufrimiento y pobreza alrededor del mundo. (Ver “WikiLeaks: Desenmascarando los crímenes de guerra
de una guerra criminal”, Revolución #209, 15 de agosto de
2010).
La mera publicación de evidencia de esos crímenes en sí no revela los
cimientos fundacionales del sistema global del que esos
crímenes son un producto y que éstos sirven para imponer. Ni tampoco, en sí,
anima necesariamente a las personas a protestar, ni hablar de construir un
movimiento para la revolución. Pero sí crea el potencial y las
oportunidades para todo eso. Y la revelación de esos cables sí le crea
a EE.UU. problemas reales e inmediatos.
Por ejemplo, esta semana decenas de miles de tunecinos se levantaron y
expulsaron del país al presidente Zine el-Abidine Ben Ali, el odiado tirano que
gobernó a Tunisia por 23 años con el respaldo de EE.UU. Según el New York
Times, “Algunos manifestantes también citaron la evidencia de los cables de
la embajada de EE.UU. en Tunisia que fueron publicados por el grupo anti-secreto
WikiLeaks que dan relatos detallados y gráficos del auto-enriquecimiento de la
familia presidencial y su opulento estilo de vida” (“Prime Minister Claims Power
in Tunisia as President Flees”, 14 de enero de 2011).
El imperio de EE.UU. confía en los tiranos que lo apoyan como su antiguo
títere de Tunisia. En Asia, África y Latinoamérica, dichos regímenes títeres
facilitan la operación de la intensa explotación imperialista de la gente y los
recursos de las naciones oprimidas. Estados Unidos funciona por medio de tales
regímenes para contender con sus rivales de todo tipo y para reprimir
brutalmente la protesta y rebelión. Ni siquiera son del agrado de los
gobernantes de EE.UU. las revelaciones parciales de la naturaleza de sus
relaciones con los regímenes neocoloniales.
El asalto multifacético —censura, amenazas, espionaje y represión— contra las
personas que tienen que ver con WikiLeaks o que se sospecha que participen en el
mismo revela la verdadera esencia de la democracia de EE.UU. Detrás del
funcionamiento de las formas democráticas (como la “prensa libre” que encubre
sistemáticamente los crímenes del sistema), el gobierno de EE.UU. es, de fondo,
una dictadura: un estado cuyo dominio se impone mediante ejércitos y la policía,
cortes y prisiones. El aspecto esencial del estado de EE.UU. —el tipo de
democracia y dictadura de la clase dominante— es el uso de la violencia para
reprimir cualquier cosa que los gobernantes perciban como una amenaza al
funcionamiento del sistema capitalista imperialista que gobiernan y al que
sirven.
Este sistema y la explotación, opresión y represión que lo imponen no es ni
legítimo ni justificado. No es moralmente aceptable conciliar —conformarse— con
los crímenes de este sistema que se imponen mediante la interceptación
generalizada de las comunicaciones del Internet, junto con la censura, la
tortura y el terror. Pero todo eso requiere que la gente se oponga a estos
crímenes con valor y con principios, y con los ojos abiertos… despojándose de
las ilusiones sobre la naturaleza de lo que tienen en su contra.
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