El prisionero afgano Asadullah
Haroon Gul fue liberado de Guantánamo, en donde ahora quedan 36 hombres, 20
aprobados para ser puestos en libertad
26.6.22
Andy Worthington
Traducido por El Mundo no Puede Esperar 15 de julio de 2022
Asadullah Haroon Gul (a la derecha), reunido con su padre en Afganistán
el 25 de junio del 2022, después de haber estado encarcelado en Guantánamo por
15 años sin cargos ni juicio.
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Buenas noticias desde Guantánamo, en donde la
población de la prisión ha bajado a 36 con la liberación del prisionero afgano
Asadullah Haroon Gul.
En un acuerdo negociado con el gobierno talibán en
Afganistán, Gul voló a Qatar, en donde fue recibido por representantes
talibanes que arreglaron el vuelo a su hogar en Afganistán, para que se
reuniera con su familia, incluidos sus padres, su esposa e hija, a quien no
había visto desde que era una bebé.
La liberación de Gul pone fin a un calvario de
encarcelamiento de quince años sin cargos ni juicio, que comenzó cuando llegó a
Guantánamo en junio del 2007, a la edad de 25 ó 26 años, como uno de los
últimos en llegar a la prisión, habiendo sido secuestrado en Afganistán cuatro
meses antes.
Aunque el Pentágono lo describió como un “sospechoso de
terrorismo peligroso” que era “conocido por estar relacionado con militantes de
alto nivel en Afganistán” y que aparentemente “admitió haber sido mensajero
para la Alta Dirección de Al-Qaeda (AQSL por sus siglas en inglés)”, las
autoridades ni siquiera sabían su nombre y lo describían únicamente como Haroon
al-Afghani (“el afgano”).
Además, nunca fue puesto en un Tribunal de Revisión de
Estatus de Combatiente (Combatant Status Review Tribunal), un requisito para
todos los prisioneros que enfrentaban un juicio de comisión militar y, de
hecho, jamás le dieron un ISN (Números de serie de Internamiento) de
Guantánamo, sino que usaban el número de prisionero asignado para él en Bagram,
el 3148.
Devorado en Guantánamo, Gul desapareció
subsecuentemente de la vista. Tomó tres años antes de que el Comité
Internacional de la Cruz Roja pudiera darle una carta a su familia explicándole
que seguía vivo, que estaba en Guantánamo y todavía otros seis años para
poderle asegura representación legal, a través de abogados en Reprieve.
Para este punto, en 2016, Gul era candidato para una Junta de Revisión
Periódica (PRB por sus siglas en inglés), un proceso tipo libertad provisional
establecido por el ex presidente Obama para valorar si 64 hombres que no habían
sido puestos en juicio y no habían sido aprobados para ser liberados por su
primer proceso de revisión, el Equipo de Trabajo para Revisión de Guantánamo, deberían ser recomendados para liberación. Los
hombres en cuestión tenían que convencer a la junta — formada por
representantes del Departamento de Estado, Defensa, Justicia y Seguridad
Nacional, así como de la oficina del Director de Inteligencia Nacional y la
Oficina de Jefes del Estado Mayor — que era seguro dejarlos ir.
Gul había apenas conocido, por primera vez, a su
abogada Shelby Sullivan-Bennis, quien memorablemente
lo describe como “un hombre de ojos brillantes y platicador”, pero a
pesar de sus mejores esfuerzos — y los de Gul — para persuadir a la junta de
que debería ser puesto en libertad, su encarcelamiento continuo sin cargos ni
juicio fue
sostenido en julio del 2016 y nuevamente
en abril del 2017.
Para ese momento, por supuesto, Donald Trump ya era
presidente y había dejado claro que no tenía interés alguno en liberar más
prisioneros de Guantánamo y entonces tomó hasta el inicio de la presidencia de
Joe Biden para ver cualquier progreso.
A través de todo este periodo, había sido difícil entender
si Gul había sido detenido por error o si había estado involucrado a cierto
punto con Hezb-e-Islami Gulbuddin (HIG, o HIA por sus siglas en inglés), una
milicia encabezada por Gulbuddin Hekmatyar, patrocinada por la CIA durante la
ocupación rusa de Afganistán, pero que se había asociado con al-Qaeda después
de la invasión estadounidense de Afganistán en octubre del 2001.
Crucialmente, sin embargo, Hekmatyar había llegado a
un acuerdo de paz con el gobierno afgano en el 2016, que significaba que Estados
Unidos ya no tenía justificación alguna para detener a nadie asociado con HIG.
Esto se dejó claro cuando el ex detenido de Guantánamo asociado con HIG,
Hamidullah, fue repatriado de los Emiratos Árabes Unidos, a donde había sido
enviado junto con otros afganos en el 2016, en
diciembre del 2019 y, sin embargo, en Guantánamo el acuerdo de paz fue
tratad por las autoridades como si fuera irrelevante.
En un esfuerzo para asegurar la liberación de Gul, sus
abogados presentaron una petición de habeas corpus ante el Tribunal de Distrito
de Washington D. C y en marzo pasado, el gobierno afgano se unió al caso, presentando
un declaración amicus curiae (amigo de la corte) como parte de los
esfuerzos para asegurar su liberación y repatriación, señalando que HIG “cesó
hostilidades con los Estados Unidos” en el 2016 después de un acuerdo de paz y,
añadiendo que “los detenidos que no son miembros de al-Qaeda o de los talibanes
deben ser liberados si su organización ya no está involucrada en hostilidades
con los Estados Unidos”.
A pesar de esto, cuando el caso de Gul fue escuchado
en la corte, el fiscal Stephen McCoy Elliott alegó que, aunque el gobierno “no
toma a la ligera el hecho de que Gul había estado detenido por más de diez
años”, nosotros “hemos estado y continuamos en guerra con al-Qaeda” y, como
resultado de eso, su “detención, si bien larga, permanece justificada”; tomando
una posición que, como
declaré en su momento, minuciosamente socavó el acuerdo de paz de HIG e
indicó que, en Guantánamo, como pasa seguido, la base para el encarcelamiento
funciona para su propia lógica horrorosa, que no tiene nada que ver con la
realidad externa”.
En octubre del 2021, una PRB finalmente
aprobó la liberación de Gul, cuando los miembros de la Junta destacando “la
falta de un rol de liderazgo en una organización extremista y el plazo limitado
de sus asociaciones con miembros de al-Qaeda” y sólo semanas después triunfó en
el Tribunal de Distrito al lograr que le
otorgaran su petición de habeas corpus por el juez Amit Mehta, nominado de
Obama, quien confirmó que su encarcelamiento era ilegal.
Tara J. Plochocki de la firma Lewis Baach Kaufmann
Middlemiss, quien también representa a Gul y quien argumentó su caso en el
tribunal el pasado mes de mayo, respondió al fallo declarando que “lo que esta
decisión significa es que la detención del Sr. Gul es ilegal. Que otorgaran el
mandato no significa que el juez pueda ordenarle al gobierno que lo ponga en un
avión a Kabul, pero el gobierno tiene que obedecer las órdenes de la corte y
ejecutarlas, debe liberarlo”.
Es reconfortante que, a pesar del cambio de gobierno
en Afganistán, esto haya sucedido ahora y que Gul ha sido bienvenido
de manera entusiasta de vuelta a Afganistán y que se haya reunido con su
familia.
Ahora lo que falta es que el presidente Biden descubra algo de premura para liberar a los otros 20 hombres que siguen detenidos y que
han sido aprobados para ser liberados, 15 de los cuales han sido aprobados por
las PRB desde que él tomó el poder. Como me he acostumbrado desafortunadamente
en decir, aprobar a los hombres no significa nada hasta que estén libres.
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