La injusticia sin fin: secretos de
Estado y la tortura de Abu Zubaydah
10 de octubre de 2021
Andy Worthington
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 28 de octubre de 2021
Una ilustración de Abu Zubaydah realizada por Brigid Barrett para un artículo de
Wired en julio del 2013. La fotografía utilizada viene del expediente militar
clasificado de Guantánamo que fue publicado por WikiLeaks en el 2011.
|
El miércoles la Suprema Corte escuchó argumentos en el caso de la famosa
víctima de tortura y prisionero de Guantánamo Abu Zubaydah, para quien fue
inventado el programa de tortura estadounidense post 11/9. Zubaydah, cuyo verdadero nombre es Zayn al-Abidin
Muhammad Husayn fue detenido y torturado en “sitios obscuros” de la CIA por
cuatro años y medio después de ser capturado en una redada en una casa en
Paquistán en marzo del 2002 hasta que eventualmente fue transferido a
Guantánamo junto con otros 13 llamados “detenidos de alto valor” en septiembre
del 2006 y ha estado ahí encarcelado sin cargos ni juicio desde entonces.
La audiencia del miércoles fue el resultado de una
apelación por parte del gobierno en contra de un
fallo importante de hace dos años por parte del Noveno Circuito de la Corte
de Apelaciones en el cual abiertamente los jueces declararon que Abu Zubaydah
había sido torturado. Fue, como lo dijo su abogado, el profesor de derecho de
la Universidad de Cornell Joseph Margulies, “la primera vez que un tribunal de
apelación dijo que las técnicas de interrogación mejoradas eran tortura”.
Mientras que esto es significante, no era el tema
principal del caso, que involucraba privilegios de secretos de Estado, a través
de los cuales los oficiales del gobierno pueden argumentar que la divulgación
de información sensible, según ellos, pudiera poner en peligro la seguridad
nacional y no debería ser revelada en un tribunal. Los abogados de Abu Zubaydah
buscaron — y lo siguen hacienda — permiso para que los arquitectos de tortura,
los contratistas James Mitchell y Bruce Jessen, fueran interrogados acerca de
los detalles de su tortura cuando estaba en un “sitio negro” en Polonia,
2002-2003, después de su tortura inicial en otro “sitio obscuro” en Tailandia
en el 2002 para uso en la investigación del gobierno polaco.
Un tribunal inferior había decidido que, como fue
descrito por el San Francisco Chronicle, cualquier interrogación de Mitchell y Jessen
“expondría secretos de Estado acerca de las prácticas de detención e interrogación
de la CIA” pero el tribunal de apelaciones refutó las alegaciones del
Departamento de Justicia que decían que cuestionarlos “podría revelar
información acerca de fuentes de la CIA, cooperación con gobiernos extranjeros
e investigaciones terroristas” resaltando que “información acerca del programa
de tortura de la CIA y su operación pasada en Polonia lleva siendo conocimiento
público desde hace mucho tiempo” y en cualquier caso, como explicó el juez
Richard Páez en la opinión mayoritaria del tribunal, el propósito de la
confidencialidad dice que es “para proteger los intereses legítimos del
gobierno, no para proteger al gobierno de hechos incómodos”.
El tribunal de apelaciones quería que el caso fuera
enviado de vuelta al tribunal inferior para “poder ver la manera de determinar
cuáles temas deberían ser examinados de manera segura” pero el gobierno apeló,
lo cual quiere decir que subió a la Suprema Corte, cuya decisión fue aceptar
que era importante, porque aunque fue primordialmente acerca de tortura y no de
Guantánamo, fue no obstante el primer caso con una conexión a Guantánamo que la
Suprema Corte había querido escuchar desde Boumediene
v. Bush, en diciembre del 2007, que fue decidido en junio del 2008.
Ese caso confirmó que los prisioneros detenidos en
Guantánamo tenían derechos constitucionales garantizados de habeas corpus,
empoderando a los jueces a escuchar los casos del gobierno en su contra y en el
transcurso de los siguientes dos años a 32 prisioneros le fueron otorgadas
sus peticiones de habeas corpus por parte de jueces que ordenaron su liberación.
De manera vergonzosa, los jueces de esa corte
rescribieron las reglas, específicamente para destripar el habeas corpus de
todo significado para los detenidos en Guantánamo y, de la misma manera
vergonzosa, la Suprema Corte se ha negado, desde entonces, a retomar el control
de los argumentos legales que involucran el encarcelamiento de hombres en Guantánamo,
aunque han sido presentados con numerosas oportunidades para hacerlo.
La audiencia de la Suprema Corte
La transcripción de los argumentos orales de la
audiencia del miércoles de la Suprema Corte han sido puestos a disposición
en línea y revelan mucho cómo, sin problema alguno, la administración de
Biden ha tomado posición mantenida por el gobierno de Trump en relación a la
supuesta necesidad de esconder información acerca de la tortura de Abu Zubaydah,
aunque ya mucho es de conocimiento público — gracias a la cobertura extensive
del reporte del Comité de Inteligencia del Senado del programa de tortura de la
CIA, cuyo resumen
ejecutivo fue publicado en diciembre del 2014 y a través de previos
testimonios de Mitchell y Jessen en dos ocasiones.
Habiendo dicho eso, como
explicó Joe Margulies en Democracy Now! el pasado jueves, aunque
“tenemos vasto conocimiento de lo que le pasó a Abu Zubaydah en Tailandia…no
sabemos lo que le pasó en Polonia”. Mitchell explicó, en un testimonio previo,
que Abu Zubaydah fue “tratado de manera muy miserable” en Polonia, pero
Margulies explica que “utiliza ese tipo de eufemismos para el peor tipo de
tortura”. Y eso es todo lo que dice. Pero nadie lo ha cuestionado acerca de lo
sucedido en Polonia. El fiscal polaco sabe en dónde estaba el sitio. Sabe
cuándo estuvo en operación. Pero dentro de la celda, no sabe nada. Sólo había
tres personas. Abu Zubaydah, James Mitchell y Bruce Jessen.”
También explicó que Mitchell y Jessen están “dispuestos
a dar su testimonio. Cuando buscamos que lo dieran en este caso, dijeron ‘No
tenemos objeción alguna. Estaríamos felices de contarte. Felices de sentarnos
para una declaración’. Fue el gobierno de Estados Unidos que intervino y dijo
‘No, su testimonio es secreto de Estado y no pueden tenerlo’”.
Lo que sucedió el miércoles, sin embargo, para la sorpresa de todos fue que, antes
que nada, como lo puso Margulies, “virtualmente todos los jueces del tribunal
describieron el trato a Abu Zubaydah como tortura. Utilizaron esa palabra. Sin
eufemismos. No hubo equivocación alguna. Todos entendieron que lo que le
sucedió fue tortura”.
Y, en segundo lugar, los jueces Breyer, Gorsuch y
Sotomayor preguntaron “¿Por qué no dejan que Abu Zubaydah testifique?”. Como
explica Margulies, “Eso obviamente evidenciaría la necesidad del testimonio de
Mitchell y Jessen. Y lo que fue tan interesante como su petición de permitirle
a Abu Zubaydah testificar fue la equivocación del gobierno y la inhabilidad de
contestar eso…se le pidió al fiscal general que diera una declaración de
seguimiento, así que presentarán otra cosa, explicando si dejarán que
testifique Abu Zubaydah. Y si lo hacen, será un cambio enorme en Guantánamo.
Eso sería un cambio radical. Guantánamo se construyó para ser una cámara de
aislamiento y nunca han dejado que algún detenido tenga acceso sin censura con
el exterior. Todo el propósito de eso era prevenir cualquier tipo de
comunicación. Así que si eso cambia, será una cosa radical”.
Marguilies también destacó una tercera sorpresa —
como él mismo la describió “la observación de Breyer, que hemos estado
discutiendo en nombre de Abu Zubayday bastante tiempo y de otros detenidos que
han hecho el mismo argumento, acerca del fin de hostilidades en Afganistán. La justificación
legal para detenerlos ha desaparecido. Hemos estado argumentando eso y ayer
escuchamos a la Suprema Corte aceptarlo como si fuera habitual. ¿Cómo podría
considerarse de otra manera?”.
Hubo otra sorpresa en la audiencia, después del
cuestionamiento de Breyer acerca de por qué Abu Zubayday sigue detenido, cuando
se refirió a Hamdi v. Rumsfeld, un caso decidido por la Suprema Corte en junio del
2004 en el que, como describe “dijimos que podían detener gente en Guantánamo
mientras que hubiera operaciones de combate activas en contra de guerreros
talibanes en Afganistán”.
Después de declarar que “Bueno, pues ya no existen”.
Breyer le preguntó a David Klein, que representa a Abu Zubayday, “¿Por qué
sigue ahí?” — en otras palabras, por qué sigue detenido — y continuó con “¿ya
presentaste un habeas o algo para sacarlo de ahí?” A lo cual Klein contestó “ha
habido procesos de habeas pendientes en D.C los últimos 14 años”. Esto
claramente impresionó a Breyer, quien dos veces preguntó, con incredulidad “¿Ellos
no han decidido?”.
“Mantenido incomunicado”
Mientras que lo mencionado anteriormente debería dar
bases para desafiar exitosamente el caso de Abu Zubaydah y en contra de la
existencia complete de Guantánamo, vale la pena detenernos en cómo, en argumentos
orales, lo que brilló a través de todas las posiciones del gobierno es cómo las
administraciones sucesivas han minuciosamente trabajado para proteger a la CIA del
escrutinio de sus acciones en el programa de tortura y, por extensión, de la
responsabilidad de lo que han hecho.
Como explicó Joe Margulies, “incluso Mitchell y
Jessen, mientras lo torturaban en Tailandia, después de seis días de tortura 24
horas, decidieron que habían terminado y que habían vaciado el contenido de su
cabeza…enviaron eso a la sede central de la CIA en Langley y Mitchell cree que
fu el director del centro contra terrorismo José Rodríguez quien respondió,
como describió Mitchell “son un grupo de cobardes. Tienen que continuar con
esto. Tendremos sangre en las manos si pasa otro ataque. Sigan torturándolo”.
Añadió que “y lo hicieron por otras dos semanas. Y
eventualmente concluyeron que Abu Zubaydah había estado diciendo la verdad todo
ese tiempo. Contrario a lo que pensaban cuando habían empezado a torturarlo, no
era un miembro de al-Qaeda. No estuvo involucrado con el 11/9. Nunca fue
miembro de al-Qaeda. Ideológicamente estaba opuesto a ellos, que es lo que
había estado diciendo. Eventualmente concluyeron que era verdad”.
Raymond Bonner, un periodista que se unió a Margulies para
el show, añadió que algunos cables de Tailandia a la CIA, mientras daban inicio
con la tortura, mostraban que Mitchell y los interrogadores declararon que
“Podría morirse. Si se muere lo vamos a cremar. Si no se muere queremos que nos
aseguren que jamás estará en la posición de poder contar su historia”. En
respuesta la CIA dijo que “tienen la seguridad de todos aquí de que será
mantenido incomunidado por el resto de su vida”. Bonner explica que “eso es
exactamente lo que ha está sucediendo. Jamás vamos a escuchar a Abu Zubaydah.
Estaría atónito si le permiten testificar”.
Además, cuando Amy Goodman le preguntó a Joe Margulies
“¿Puedes hablar acerca de las condiciones en las que está hoy, después de todo
este tiempo, detenido por tantos años, los últimos 15 años en Guantánamo?”. Su
respuesta confirmó la extensión a la cual, vergonzosamente, Guantánamo sigue
funcionando como “cámara de aislamiento”, particularmente para los “detenidos
de alto valor” víctimas del programa de tortura de la CIA.
“No, de hecho, no puedo”, contestó, “porque su
condición y mi observación al respecto, están clasificadas…todo lo que me dice
y todo lo que aprenda de él está clasificado por el más alto nivel. Es alto secreto.
Así que, si me dice, por ejemplo, ‘estoy teniendo terribles dolores
de cabeza y vomito cada mañana’ no te puedo contar eso. No te puedo decir que
eso dijo. Solo puedo escribirlo y luego entregarlo a la CIA para que sea
desclasificado. Hemos entregado alrededor de 100 páginas de las declaraciones
de Abu Zubaydah y de lo que le sucedió, por años y la CIA jamás lo ha aprobado.
Hace muchos años, me autorizaron decir que estaba muy preocupado por su salud,
gravemente preocupado, con algún adverbio parecido. Y te puedo decir que nada
cambió entre ese momento y ahora. Sigo muy preocupado, pero eso es todo lo que
puedo decir”.
Seguimos esperando ver cómo responde la Suprema Corte,
pero la audiencia del miércoles, sin más, ventiló un número de verdades
incómodas acerca de la posición del gobierno: desde su defensa obsesiva del
programa de tortura hasta su negación de incluso considerar que Abu Zubaydah
pueda testificar, su fracaso en proceder con el caso de habeas corpus por 14
imperdonables años y su renuencia a considerar el significado del retiro de las
tropas estadounidenses de Afganistán.
La pura existencia de Guantánamo ahora es insostenible
y, sin embargo, como expliqué en un artículo reciente, el Departamento de
Justicia sigue
defendiéndola con gran pasión. El gobierno de Biden aparentemente está
revisando las operaciones de la prisión y se le ha dicho una y otra vez, por senadores
y miembros
de la casa de representantes y un gran número de oficiales que continuar
deteniendo a hombres sin cargos ni juicio en Guantánamo es inaceptable.
De los 39 hombres
todavía detenidos ahí, 17 están en esta categoría — descritos de manera
precisa por los medios como “prisioneros siempre” — y Abu Zubaydah es uno de
ellos. Y, sin embargo, a pesar de los cuerpos críticos en crecimiento
diciéndole al gobierno que, a menos que se les acuse, estos hombres deben ser
liberados, sigue siendo poco claro si el gobierno está escuchando o si está
todavía casado con la asquerosa promesa hecha por la CIA en el 2002 — que,
aunque su tortura ya no es un secreto, Abu Zubaydah “permanecerá incomunicado
el resto de su vida”.
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|