En el caso de Abu Zubaydah, en el
tribunal, los jueces estadounidenses admiten que fue torturado
3 de octubre de 2019
Andy
Worthington
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 31 de octubre de 2019
Una imagen de Abu Zubaydahm por Brigid
Barrett, para un artículo de Wired en
el 2013. La fotografía original es de un archive clasificado del ejército
publicado por WikiLeaks en el 2011.
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Cuando se trata de la vergonzosa prisión de Guantánamo, en donde hombres
son detenidos en lo que parece ser una base sin fin, sin cargos ni juicios, y
en donde muchos de los 40
que permanecen ahí fueron víctimas de tortura en “sitios negros” de la CIA
antes de su llegada a la prisión, la reacción dominante de los medios
mainstream en Estados Unidos y de los americanos en general, mientras que se
acerca el aniversario número 18 de su apertura, es el de amnesia.
Con la valiente excepción de Carol Rosenberg, que ha estado visitando la
prisión desde que abrió y quien, en estos días, es casi la única periodista
visitando y poniendo atención a sus desesperados prisioneros y juicios rotos,
la prensa convencional pone poca o nula atención en Guantánamo, como fue
evidente en junio, cuando una victoria significante en corte para los
prisioneros, retando la larga nulificación de los derechos de habeas corpus,
desde el 2011, fue completamente ignorada. Escribí acerca de eso aquí
para Close Guantánamo y también aquí,
en donde aseguré interés significativo por parte de una comunidad pequeña de
gente a quienes todavía les importan las injusticias de Guantánamo, pero fue
desperanzador que nadie más lo notó.
Hace dos semanas, los medios mainstream estadounidenses, una vez más,
fracasaron enormemente en cubrir el
fallo significativo de la corte en relación a Guantánamo y el programa de tortura de EE. UU. que fue
entregado por jueces del Noveno Círculo del Tribunal de Apelaciones en relación a Abu Zubaydah, que ha estado en
Guantánamo desde septiembre del 2006 y que es el prisionero para quien se
desarrolló el programa de tortura de la CIA en el 2002.
En el fallo, relacionándolo a otro caso en el cual los
abogados de Abu Zubaydah están buscando obligar a los arquitectos
del programa de tortura James Mitchell y Bruce Jessen, a contestar
preguntas en relación con la actual investigación criminal en Polonia sobre los
oficiales que establecieron y operaron el “sitio negro” polaco que alguna vez
fue una de las locaciones en donde torturaron a Abu Zubaydah. Dos de los tres
jueces revisando el caso, que previamente fue rechazado por un juez de la Corte
de Distrito, declaró que “usando términos coloquiales, Abu Zubaydah fue torturado”.
La historia fue publicada por el San Francisco Chronicle que menciona
que el fallo “tomó un rumbo raro al repudiar el eufemismo “técnicas de
interrogación mejoradas” y fue también utilizado por la Associated Press,
cuyo reporte fue publicado por algunos periódicos y sitios regionales en
Estados Unidos.
Joseph Margulies, profesor de derecho de la
Universidad de Cornell, que representó a Abu Zubaydah por más de una década, le
dijo al Chronicle que “es la primera vez en un tribunal de apelaciones,
a mi conocimiento, que ha reconocido que las técnicas de interrogación
mejoradas fueron tortura. No vamos a equivocarnos más”.
También fue, como explica Margulies, “la primera vez
que un tribunal ha reconocido que el gobierno simplemente se equivocó acerca de
Abu Zubaydah, la cara del programa de tortura”. Los jueces comentaron que,
aunque Abu Zubaydah “fue identificado como un miembro de alto nivel de Al-Qaeda
con conocimiento detallado de ataques terroristas”, el Comité Selecto en
Estudios de Inteligencia del Senado acerca del programa de detención e
interrogación de la CIA, cuyo resumen
ejecutivo fue publicado en diciembre del 2014 “reveló posteriormente esta
caracterización como errónea”.
Todo lo anterior ha sido de conocimiento, a quien haya
puesto atención, por más de una década. En el 2007, el New York Review of Books publicó un
reporte filtrado por el Comité de la Cruz Roja con entrevistas conducidas por
el ICRC (por sus siglas en inglés) con Abu Zubaydah y otros “detenidos de alto
nivel” llevados a Guantánamo desde “sitios negros” en septiembre del 2006 en
donde describen su tortura en detalles agonizantes y un
juicio en el 2009 encontró que el gobierno “estaba retractándose de
las declaraciones de la administración de Bush acerca de que Zubaydah era el
oficial número dos o tres en Al-Qaeda que había ayudado a planear los ataques
del 11/9” y “admitiendo por primera vez que Zubayday no tiene ‘ningún rol
directo en o conocimiento previo de los ataques terroristas del 11 de
septiembre del 2001’, y jamás fue un ‘miembro’ de al-Qaeda ni ‘formalmente
identificado con la organización terrorista”.
Sin embargo, que un tribunal declare abiertamente que
un prisionero de la “guerra contra el terror” fue torturado, y que también
apoye la conclusión de comité del Senado acerca de que su caracterización como
miembro de alto nivel de Al-Qa’ida fue “incorrecto”, es significativo.
El uso de eufemismos para tortura, primordialmente el
“técnicas de interrogación mejoradas” ha sido tan generalmente prevalente que,
por ejemplo, el reporte del Senado no usa la palabra ‘tortura’. El New York Times comenzó a utilizar la
palabra en relación al programa de tortura estadounidense en agosto del 2014 y
el único oficial de la era de Bush que públicamente admitió que un prisionero
fue torturado fue Susan Crawford, la autoridad expresa para los juicios de
comisiones militares en Guantánamo, quien, en enero del 2009, justo antes de
que Bush dejara el puesto, le dijo a Bob Woodward del Washington Post que
se había negado a apoyar el procesamiento propuesto para Mohammed al-Qahtani quien fue detenido en Guantánamo y
fue considerado el que iba a ser el veinteavo secuestrador de los ataques del
11/9 y para quien Donald Rumsfeld aprobó el brutal programa de tortura porque, como
dijo ella,, “Torturamos a Qahtani. Su trato fue tortura, por definición legal”.
Estoy incluyendo abajo, el artículo publicado acerca de la decisión que Margulies escribió para el Boston Review, un foro político y
literario que publica una revista trimestral, en la que, así como abordan el
significado del fallo, también explica cómo el sistema legal estadounidense le
ha fallado de manera persistente a Abu Zubaydah, con el juez el tribunal del
distrito ignorando una solicitud por el abogado para intervenir. Sumándole a
esto, él declara “Abu Zubaydah tampoco ha sido acusado en el sistema de
comisiones militares”, pero cuando sus abogados “dieron en extraordinario paso
de solicitar que así fuera,” para que “pudiera finalmente dejar claro que no
había cometido ningún acto que autorizara su detención”, la solicitud también
fue ignorada.
Margulies también menciona la significante amnesia en
relación a Guantánamo y la tortura, observando que los Estados Unidos “están
gradualmente alcanzando el punto en el que públicamente puedan hacer frente a la
historia como torturadores precisamente por su historia”, mencionando que, como
resultado, la tortura “ya puede ser moldeada al servicio de uno de nuestros
mitos más atesorados: que mientras podamos salirnos del camino de la rectitud,
eventualmente encontraremos la vía de regreso mientras trabajamos para formar ‘una Unión más perfecta’”. Como también
comenta, “el rol más importante de nuestra desgracia nacional que se ha perdido
en el pasado distante es el permiso que le da al presente. Como un asunto político,
un mal que escapa la condena, no es un mal en realidad. Un escándalo sin
castigo no es escándalo. Si la sociedad nunca registra el rechazo colectivo, ya
sea en un tribunal o en el tribunal de la opinión pública, el comportamiento se
incrusta en sí mismo dentro del rango de las respuestas de la política
aceptable. Esto invista no meramente a la repetición, sino a la expansión. Una
vez habiendo torturado prisioneros, ahora torturamos niños en la frontera”.
Las referencias a Donald Trump, que también incluye mención en el escándalo actual de enjuiciamiento, son bienvenidas, pero los
americanos también tienen que preguntarse a sí mismos si ellos han sido
removidos del impacto moral de la tortura por el paso del tiempo y por los
caminos en los que su significado ha sido oficialmente disminuido. No olvidemos
que, en agosto del 2014, Barack Obama despreocupadamente
despidió, desestimó el programa de tortura en su totalidad cuando declaró
“Torturamos a algunos tipos”, palabras cuidadosamente escogidas que
reconocieron que los EE.UU. habían “cruzado una línea” pero que
fundamentalmente habían minimizado la gravedad del programa de tortura,
convirtiéndolo en un tipo de campechanas aparte.
Espero que tengas el tiempo de leer el artículo de
Margulies y que lo compartas con otros que pudieran valorar la importancia de
recordar lo que es la tortura y el por qué debemos continuar el llamado por la
justicia para las víctimas y la responsabilidad para quienes la autorizaron y
la implementaron.
En el caso de Abu Zubaydah, queda ver qué pasa después, o más bien, qué significado tendrá. Como explica el San Francisco Chronicle,
el fallo del tribunal de apelaciones “dijo solamente que el juez federal había
ido demasiado lejos” al concluir que cualquier interrogatorio para Mitchell y
Jessen “expondría secretos de Estado acerca de las prácticas de detención e
interrogación de la CIA”.
En la opinión mayoritaria, el juez Richard Paez
“apoyado por el juez de distrito Dean Pregerson de Los Ángeles, temporalmente
asignado al tribunal de apelaciones”, con el único desacuerdo del juez Ronald
Gould, refutó las afirmaciones del Departamento de Justicia que las respuestas
a preguntas hechas a Mitchell y Jessen “podrían revelar información clasificada
acerca de las fuentes de inteligencia de la CIA, cooperación foránea del
gobierno e investigaciones terroristas”.
Como lo describe el Chronicle, “el tribunal de apelaciones dijo que algo de la
información acerca del programa de tortura de la CIA y su operación pasada en
Polonia ya es de conocimiento público desde hace tiempo” y que, en cualquier
caso, como explicó el juez Paez, el propósito de las reglas de confidencialidad
“es el de proteger los intereses legítimos del gobierno, no cubrir sus hechos incómodos”.
Añadió que un juez de tribunal menor a cargo del caso
debería de poder “desligar la información privilegiada de la no privilegiada”
en relación a la interrogación de Mitchell y Jessen.
El Chronicle explicó que “no está claro cuánta de la
información, si es que algo, será entregada a los fiscales polacos”, pero se
espera que algo de información venga en un futuro. En julio del 2014, como expliqué
en su momento, “la Corte Europea de Derechos Humanos, de manera unánime,
condenó a los Estados Unidos por implementar un programa de entrega
extraordinaria y de tortura y condenó a Polonia por involucrarse en el
programa” albergando un “sitio obscuro” de la CIA y, en febrero del 2015, ordenó
al gobierno Polaco pagar €130,000 ($148,000) a Abu Zubaydah, sin cualquier tipo
de aportación del gobierno estadounidense, que, a la fecha, se ha negado a dar
información a los fiscales polacos en relación a la tortura de Abu Zubaydah y
de otros prisioneros de los “sitios negros” en territorio polaco.
Jueces estadounidenses admiten que la interrogación mejorada es tortura
Por Joseph Margulies, Boston Review, 26 de septiembre del 2019
La semana pasada, por primera vez, un tribunal federal de apelaciones
dijo que
las técnicas de interrogación “mejoradas” son tortura.
En caso en el que se te haya olvidado, estos son métodos brutales de interrogación desarrollados por la CIA después de los
ataques del 11 de septiembre del 2001. Un panel del Tribunal de Apelaciones del
Noveno Circuito cruzó el Rubicon en un caso que involucraba a Abu Zubaydah, el
primer hombre en ser aventado a un “sitio obscuro” de la CIA, la persona para
quien el ex asistente adjunto del Fiscal General de los Estados Unidos, John
Yoo, escribió el infame memo
de tortura y la única persona que ha sido sometida a todas las técnicas
“mejoradas”. Lo más que podemos decir es que Zubaydah, quien todavía está en
Guantánamo, es el único detenido post 11/9 cuya interrogación fue sujeto de
discusión y debate dentro de la Casa Blanca. Como escribió el tribunal:
Los detalles del tratamiento de Abu Zubaydah durante este periodo son: fue persistente y repetidamente sujeto al “waterboarding”,
pasó cientos de horas en una “caja de confinamiento”, descrita como una caja
del tamaño de un ataúd, fue sujeto a varias combinaciones de interrogación que
incluían el emparedamiento, sujeciones de atención, bofetadas, inmovilización
de cara, posiciones de estrés, confinamiento estrecho, ruido blanco y privación
del sueño; la cantidad de comida que recibía era manipulada para minimizar el
potencial de vómito durante el “waterboarding”. Usando términos
coloquiales…Abu Zubaydah fue torturado.
El panel también hizo lo que ningún tribunal, apelante o no, había hecho antes. Reconoció
que los alegatos hechos para justificar esta tortura, reclamos que fueron
repetidos una y otra vez por incontables oficiales, incluyendo el ex presidente
Bush, estaban simplemente equivocados:
Se pensaba que Abu Zubaydah era un miembro de alto nivel de Al-Qa’ida con conocimiento detallado de planes terroristas.
Un reporte del 2014 por parte del Comité Selecto del Senado en Estudios de
Inteligencia (Senate Select Committee on Intelligence Study) acerca del
programa de detención e interrogación de la CIA (“Senate Select Committee
Report”) posteriormente reveló que esa caracterización era errónea.
Esta decisión, que desafortunadamente no tiene efecto inmediato sobre la detención de Abu Zubaydah, vino en un caso que comenzó hace
un par de años, cuando mis colegas y yo entregamos un citatorio para James
Mitchell y John Jessen, los psicólogos que diseñaron e implementaron las
técnicas “mejoradas” para la CIA, que les pagó más de 80 millones de dólares.
Queríamos hacerles preguntas en apoyo a una investigación criminal en curso en
Polonia dirigida a los oficiales que crearon y operaron el centro de detención
polaco en donde Abu Zubaydah fue torturado. El Departamento de la Justicia de
EE. UU. ha protegido de ser cuestionados a Mitchell y Jessen argumentando que
podría ser revelada información clasificada.
El tribunal de distrito desestimó el caso, argumentando que la información que buscábamos era secreto de Estado. En
nuestra apelación, un panel dividido del Noveno Distrito estuvo en desacuerdo,
concluyendo que, por lo menos algo de la información que queríamos ya no era
secreta y solicitó al juez del distrito separar trigo de paja. El propósito de
las reglas de confidencialidad, fallaron, “es proteger los intereses legítimos
del gobierno, no escudarlo de hechos incómodos”.
La opinión del Noveno Circuito virtualmente pasó desapercibida en las noticias, pero eso nos ha una gran enseñanza acerca de la
arrogancia disfrazada de patriotismo, que es siempre una lección que vale la
pena aprender. Si el gobierno de los Estados Unidos no lo hizo bien en el
primer caso, el caso que puso el precedente para toda la tortura que siguió que
fue sujeto de investigación y de un debate más tenso que ningún otro, entonces
tenemos el derecho de preguntar si es una decisión que ellos deberían de tomar.
Yo representé a Abu Zubaydah durante más de una década, empezando poco después de que el gobierno de Bush lo mandara a
Guantánamo en septiembre del 2006 y continuó hasta hace pocos meses. Durante
ese tiempo, mis colegas y yo retamos aspectos de su detención y tortura en dos
tribunales de distrito federales, dos tribunales federales de apelación,
agencias administrativas y cortes del estado de Texas, un tribunal nacional en
Polonia y la Corte Europea de Derechos Humanos en Francia. Hemos escrito acerca
del caso de manera exhaustiva. Hemos realizado un sin fin de viajes a Cuba y
conducido investigaciones en todo el mundo.
La litigación, si es que podemos llamarla así, ha sido enloquecedora. El principal reto de su detención ha estado bajo curso desde el
2008 en el Tribunal de Distrito de Columbia de los Estados Unidos. No me da
placer decir esto, pero el juez de distrito, que no necesita ser nombrado aquí,
ha sido explícitamente lento a la hora de actuar. Nos frustramos tanto con la
inacción del tribunal, que fuimos más arriba y le pedimos a un tribunal federal
de apelaciones que interviniera y le ordenara al tribunal inferior que hiciera
algo. Hasta el día de este escrito, la corte de apelaciones no ha emitido fallo
alguno. Abu Zubaydah nunca ha sido acusado en el sistema de comisiones militares,
pero incluso tomamos el paso extraordinario de exigir que fuera procesado ahí,
en donde finalmente podríamos dejar claro que no cometió acto alguno que
autorizara su detención. Incluso un tribunal patito es mejor que ninguno. Esa
petición también sigue sin respuesta.
A través de todo, hemos insistido que las “interrogaciones mejoradas” usadas en Abu Zubaydah fueron tortura y que él no
tenía conexión alguna con Al-Qa’ida o con los ataques del 11/9. Sin embargo,
tomó hasta el día de hoy para que el tribunal hablara claro
El paso del tiempo explica mucho. El país gradualmente ha llegado al punto en el que puede públicamente enfrentar la historia como
torturadores precisamente por su historia. No es sencillo que haya sucedido en
el pasado, pero ya controversia ya no revuelve la sangre política. Hemos
seguido adelante, “waterboarding” es del 2002. Cuando un asunto sale del
ciclo de noticias completamente, cuando se convierte en algo poco familiar para
la mayoría de los americanos, como COINTELPRO (Programa de Contrainteligencia), entonces pierde
su potencia política. Ya no tiene la capacidad de avivar la acción política.
Casi toda la era post 11/9, usar la palabra “tortura” era un acto de discurso político que marcaba al interlocutor como partisano. La
tortura no era simplemente una indignación que sucedía en otros lugares, que
cometían otros, era algo perpetrado por el gobierno de Bush y utilizar la
palabra significaba nivelar una acusación. No siempre, por supuesto, pero sí
seguido para hacerlo un tabú entre aquellos que deseaban parecer no partisanos.
Ahora se está convirtiendo velozmente en otro mundo. Desactivado, pierde su
explosividad y puede ser manejado de manera libre, incluso por aquellos que buscan
mantener una apariencia imparcial, incluidos los jueces.
Incluso peor, ahora puede ser transformado en uno de
nuestros mitos más queridos, que mientras pudiésemos desviarnos del camino de
la rectitud, eventualmente encontraríamos nuestro camino de regreso porque
trabajamos para formar una “unión más perfecta”. Este punto de vista
teleológico de la historia nos motiva a ver el pasado como de noche para
intensificar nuestra percepción del presente como algo iluminado. Nos gusta un
pasado obscuro, mientras sea algo distante.
Sin embargo, el papel de desgracia nacional más importante que se ha desvanecido en el pasado distante es el permiso que le da
al presente. Como asunto político, el mal que escapa la condena no es el mal
para nada. El escándalo sin castigo no es escándalo. Si la sociedad nunca
registra el desapruebo colectivo, ya sea en un tribunal de ley o en el tribunal
de la opinión pública, el comportamiento se incorpora dentro del rango de la
política de respuestas aceptables. Esto invita no solo a la repetición, pero a
la expansión. Una vez torturamos prisioneros, ahora torturamos niños en la frontera.
Hoy existe un alegato creíble de que nuestro presidente intentó influenciar la elección presidencial a través de la coerción
de un gobierno extranjero que investigara al oponente político. Como es de
esperarse, el alegato se ha convertido en objeto de furia partisana. Repetirlo
se ha convertido en un acto de discurso político, marcando al interlocutor como
un partisano.
El riesgo es más grande que nuestros valores y nuevamente sucumbirá a nuestras políticas. Demasiada gente caminará de
puntillas alrededor de la tortura como lo hicieron antes, hasta que quede
detrás de nosotros de manera segura. Entonces, condenarán el comportamiento
como traición de nuestros “verdaderos” principios. Pero para entonces, ya será
demasiado tarde. Ya habremos continuado hacia algo peor.
Nos gusta creer que los valores tienen un poder propio y que pueden forzar un resultado aun cuando no hay voluntad política detrás de.
La lección histórica no es noble a tal creencia. El arco de la moral universal
es muy largo, pero debemos tener la vista clara acerca de que se dobla hacia la
justicia raramente cuando la justicia es lo que más se necesita. Si vamos a
hacer de nuestros valores algo significativo, debemos exigir que sean honrados
incluso cuando los políticos en el poder se oponen a actuar, porque esa será el
único momento en el que nuestros valores podrán hacer el bien.
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