Hace nueve años, Julian Assange y
WikiLeaks publicaron los archivos de Guantánamo (Guantánamo Files) que deberían
de haber llevado al cierre de la prisión
25 de abril de 2020
Andy Worthington
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 09 de mayo de 2020
El logo para la publicación de Wikileaks
de los previamente clasificados archivos militares de Guantánamo en el 2011,
sobre los cuales trabajé como socio de prensa
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Hace más de diez años, el soldado Chelsea Manning,
quien se encontraba en Irak como un analista de información, realizó la
filtración más grande de la historia de Estados Unidos de documentos
gubernamentales clasificados. Estos documentos incluían 482,832 reportes del ejército de las guerras de Afganistán e Irak, 251,286 cables diplomáticos estadounidenses
de todo el mundo y archivos militares clasificados relacionados con los
prisioneros de la bahía de Guantánamo así como el vídeo “Collateral Murder” (Asesinato Colateral
(Subtitulado al español) que mostraba a personal del ejército estadounidense
asesinando civiles desde helicópteros y riéndose de eso.
Manning filtró los archivos a Wikileaks, fundada por Julian Assange, que publicó
los documentos en el 2010 y 2011. Las últimas publicaciones fueron de los
archivos de Guantánamo o Guantánamo Files
sobre los cuales trabajé como
socio de medios junto con Washington Post, McClatchy, el Daily
Telegraph, Der Spiegel, Le Monde, El País, Aftonbladet,
La Repubblica y L’Espresso.
Wikileaks comenzó a
publicar estos archivos el día de hoy hace nueve años, el 25 de abril del
2011, introducidos por un artículo que escribí acerca de su significado: “Wikileaks
revela archivos secretos de todos los prisioneros de Guantánamo” publicado en
mi sitio web el mismo día que Wikileaks revela archivos secretos de
Guantánamo, expone la política de detención como un constructor de mentiras WikiLeaks
Reveals Secret Guantánamo Files, Exposes Detention Policy as a Construct of
Lies.
Así como lo expliqué cuando publiqué un
artículo hace un año para conmemorar este aniversario, “Los archivos
primariamente revelaron la extensión a la cual la supuesta evidencia en
Guantánamo consistía ampliamente en declaraciones realizadas por testigos sin
credibilidad alguna, que dijeron mentiras acerca de los otros prisioneros, o
porque fueron torturados o abusaron de ellos o fueron sobornados con la promesa
de mejores condiciones de vida”.
Así como lo expliqué en mi artículo hace un año, había estado trabajando
con Wikileaks para la publicación de los archivos por varias semanas. Me
contactaron mientras me estaba recuperando
de una enfermedad grave pero teníamos que lanzarnos a actuar después de que
el Guardian y el New York Times, quienes, irónicamente, habían
filtrados los archivos, de repente comenzaron a publicarlos. Todavía me
mantengo firme con mi artículo introductorio, que escribí en lo que llamo “unas
pocas horas de actividad turbo cargada” después de la media noche del 25 de
abril del 2011, cuando recibí de manera inesperada la notificación de la
inminente y anticipada publicación de los archivos por parte del Guardian y
del New York Times.
Solo una semana después de la publicación de los expedientes, el
gobierno estadounidense asesinó a Osama bin Laden, una jugada que parecía haber
tenido el papel de desacreditar las revelaciones de los archivos de Guantánamo,
ya que se propagó
una falsa narrativa originada en la CIA, sosteniendo que fue a través de la
tortura, y de la existencia de Guantánamo, que se había podido localizar a bin Laden.
A pesar de mis mejores esfuerzos para exponer la importancia de las
revelaciones de los expedientes de Guantánamo a través del análisis
de un millón de palabras de 422 archivos prisioneros en más de 34 artículos,
nadie en el gobierno de Estados Unidos ha sido jamás encontrado responsable por
los crímenes de tortura y de abuso de prisioneros después del 11/9 incluyendo,
como revelan de manera impactante los expedientes, en Guantánamo.
En su lugar, Bradley Manning, ahora Chelsea Manning, fue acusada,
enjuiciada y encontrada culpable
en una corte marcial, dándole una condena de 35 años (perdonada
por el ex presidente Obama cuando dejó el poder), mientras que Julian Assange,
después de haber sido otorgado su asilo político en la embajada ecuatoriana en
Londres por casi siete años, fue arrestado por las autoridades británicas hace
poco más de un año, en abril del 2019 y encarcelado en una prisión de máxima
seguridad en Belmarsh, en donde permanece hasta el día de hoy, tratando de
prevenir que el gobierno del Reino Unido lo extradite a los Estados Unidos para
enfrentar cargos de espionaje relacionados a la publicación de documentos
filtrados por Manning.
Como he explicado en repetidas ocasiones a lo largo del último año,
empezando con una
aporte en Facebook y mi artículo Defiende a
Julian Assange y a WikiLeaks: la libertad de prensa depende de eso (también aquí, aquí aquí),
la idea de enjuiciar a Julian Assange por publicar debería de ser un golpe de
miedo en el corazón de quien sea a quien le importa la libertad de prensa y de expresión.
Como lo puse en Facebook, su arresto “debe de ser de gran preocupación
para quienes valoran la capacidad de los medios, en países occidentales que
dicen respetar la libertad de prensa y de expresión, para publicar la
información de crímenes de gobiernos del Occidente que preferirían mantener escondidos”.
También expliqué que “Aquellos que filtraron la información, como
Chelsea Manning, quien subsecuentemente fue encarcelada por negarse a
testificar en un caso de Gran Jurado en contra de WikiLeaks y fue
liberada apenas el mes pasado con una deuda de $256,000 dls. por las
indignantes fianzas impuestas, necesitan protección y también aquellos en los
medios que ayudan a que la información sea pública; Julian Assange y Wikileaks
como muchos de los que trabajamos con ellos en la publicación de documentos,
por ejemplo el New York Times y el Guardian, por ejemplo”.
Concluí, en Facebook, diciendo que “si los Estados Unidos tiene éxito en
destruir a Julian Assange, ningún periodista, ningún periódico o interlocutor
estará a salvo, y podemos, genuinamente, ver el fin de la prensa con todas las
ramificaciones que tendrá para nuestra capacidad, en el Occidente, de retar lo que,
de otra manera, es un alarmante y arrogante autoritarismo por parte de nuestros gobiernos”.
Desafortunadamente, el gobierno británico no ha mostrado intención
alguna de escuchar a los muchos críticos poderosos que piden que la extradición
de Assange sea detenida. En cambio, permanece encerrado en Belmarsh en donde
sus compañeros de prisión son criminales convictos catalogados como peligrosos
y en donde, como en todos lados, tristemente, como en Guantánamo por su
puesto, está en riesgo de contagiarse de coronavirus, que está entrando a todas
las instalaciones de detención del mundo.
Sumándole a todo, la juez en el caso de extradición está determinada a
proceder con la audiencia de extradición del próximo mes, aunque es obvio que
todo el sistema de tribuales y testigos simplemente no es viable durante el
encierro de coronavirus. Como lo explicó
Joseph Farrell, vocero de Wikileaks: “Los abogados de Julian no pueden
prepararse de manera adecuada, los testigos no pueden viajar y ni los
periodistas ni el público pueden tener acceso libre, adecuado y seguro para la
audiencia. La justiciar ni será entregada ni ejercida”. Los abogados de Julian
retarán la ultrajante decisión el próximo lunes, pero por ahora, por favor,
piensen en Julian Assange y Chelsea Manning y en los prisioneros de Guantánamo
en este aniversario.
Para más en el caso de Assange, por favor ve este nuevo vídeo this new publicado por
The Intercept con Glenn Greenwald
hablando con la “abogada internacional de derechos humanos Jen Robinson, que
lleva mucho tiempo representando a Assange en este y otros asuntos legales; y
con la reportera del Washington Post Margaret Sullivan, quien es una de las figuras de la prensa mas
importantes en denunciar
los cargos contra Assange”.
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