¿Qué hace Estados Unidos bombardeando Somalia?
Danny Sjursen
NewsClick
13 de mayo de 2020
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 01 de junio de 2020
La administración de Trump ha estado, de manera
silenciosa, incrementado una campaña de bombardeos viciosos y ataques encubiertos, en Somalia a pesar de la pandemia
global de coronavirus. Ni la Casa Blanca ni el Pentágono han dado ninguna
explicación de la escalada letal de una guerra que el congreso no ha declarado
y que los medios raramente cubren. Miles de vidas están juego.
Las estadísticas públicas muestran un considerable
incremento en los ataques aéreos desde la presidencia de Obama. Desde 2009 al
2016, el Comando África del ejército estadounidense o AFRICOM, anunció 36
ataques aéreos en Somalia. Bajo Trump, condujo por lo menos 63 bombardeos el
año pasado y otros 39 en los primeros cuatro meses del 2020. El ostensible
objeto estadounidense normalmente ha sido el insurgente grupo islamista al-Shabab pero el a veces real, o el más consecuente, son las víctimas civiles somalíes.
Pero para las víctimas más directas, ha sido claro que
la imagen consciente y notoria de los oficiales de asuntos públicos
de AFRICOM han, por mucho tiempo, contado bajo y mal reportado el número de civiles
asesinados en los bombardeos aéreos expansivos. Según Airwars, un grupo
de monitoreo del Reino Unido, las fatalidades civiles, aunque bajas
en relación con otras campañas de bombardeos en Irak, Afganistán y Siria,
podrían exceder los estimados oficiales del Pentágono por
hasta un 6,800%. Solo que estas muertes no dicen la mitad del todo. Decenas de
miles de somalíes han huido de las zonas de bombardeos regulares por parte de
los Estados Unidos, filtrándose a los ya sobre poblados campos de refugiados
afuera de la capital de Mogadishu.
Hay aproximadamente 2.6 millones de personas desplazadas (llamadas IDP’s por sus
siglas en inglés) en Somalia que apenas logran sobrevivir y que muchas veces
dependen de la ayuda humanitaria. Tan vulnerables son los refugiados en los campamentos pandémicos tipo
charolas de Petri, que la madre de siete describió sentirse “como si
estuviéramos esperando a que la muerte llegara”. Sus miedos podrían ser justificados. Recientemente, los casos de
coronavirus han aumentado rápidamente en Somalia, un país que no tiene sistema público de salud y, debido a la
disponibilidad de prueba severamente limitada, los expertos creen que las
cifras son mucho más altas que las reportadas. No importa cómo giren la
situación los de AFRICOM, la guerra en subida únicamente empeorará la crisis
del país, que hierve lentamente.
Una sórdida historia de fondo
Mientras que los análisis comprensivos de la historia
sórdida de las operaciones militares estadounidenses en Somalia llenarían
múltiples volúmenes, vale la pena recordar los contornos básicos del registro de Washington. Durante la guerra fría, los Estados
Unidos presionaron a las Naciones Unidas a entregarle la región étnica somalí Ogaden a Etiopía; después armó y apoyó a su enemigo de
Mogadishu. Eso fue hasta que los oficiales del ejército marxista etíope tomaron el poder en un golpe de Estado
en 1974, cuando América cambió de bandos. Washington, entonces, apoyó a Somalia en
la guerra sobre Ogaden. La siguiente década y media, Estados Unidos respaldó al
abusivo y corrupto dictador somalí Mohammed Siad Barre.
Sin embargo, después de la caída del muro de Berlín y
de que Barre, un violador de derechos humanos conocido, haya sobrevivido la utilidad de la Guerra Fría, el Congreso cortó la ayuda
militar y, más importante aún, la económica. Barre remató pronto con un golpe
de Estado y las milicias basadas en clanes labraron los vestigios del Estado
somalí. Se desató la guerra civil y cientos de miles de civiles murieron de
inanición durante la siguiente hambruna. Gracias a la película taquillera del 2001 en
Hollywood “Blackhawk Down”, lo que siguió fue un pedazo de historia somalí que
la mayoría de americanos conoce. En 1992 tropas estadounidenses se filtraron en
Somalia para apoyar lo que comenzó siendo ayuda humanitaria de parte de las
Naciones Unidas. Sin duda, eventualmente, hicieron algo Bueno.
En el caos, la ONU y especialmente los Estados Unidos,
tomaron partido en la guerra civil. Después de eso, los
operadores americanos especiales asesinaron varios civiles en una cacería por un
caudillo en especial, miles de somalíes enojados se enfrentaron contra un grupo
de Rangers Ejercito de EE.UU. y de comandos de Delta Force durante otra redada fallida. En la batalla
del día que inspiró la película, 18 soldados estadounidenses y mucha más gente de lo que fue
reportada, alrededor de 500 hombres, mujeres y niños somalíes fueron asesinados.
Sin ganas de lidiar con la prensa negativa acerca de las bolsas de cadáveres
que regresaron a casa, el presidente Bill Clinton sacó a las tropas en meses.
Durante varios meses, Washington ignoró ampliamente la
tragedia en Somalia. Eso fue hasta los ataques terroristas del 2001 en Nueva York
y Washington D.C y la región y todo lo vagamente islamista cayó en la mira del
Pentágono. No había habido mucha presencia de al-Qaeda en Somalia hasta ese
momento, así que Estados Unidos básicamente inventó una. En el 2006, después de un movimiento imperfecto pero popular en los tribunales islámicos llevaron algo de estabilidad al capitolio, Washington alentó, apoyó y formó parte de
la invasión etíope.
Esto también salió mal. Mientras más se empoderaba al-Shabab, catalizó grandemente y creció la
popularidad a través de su resistencia a la ocupación ilegal de Etiopía y a los gobiernos interinos corruptos que
la ONU y Estados Unidos apoyaron. Lo que el director de operaciones de AFRICOM
llamó una enfermedad de al-Shabab ahora es utilizada como una vaga justificación de la escalada de los últimos ataques
aéreos estadounidenses.
La inercia de AFRICOM
¿Cuántos americanos saben que alrededor de 500-800 tropas estadounidenses están de base en Somalia? Menos
todavía tienen la menor idea de que tres americanos fueron asesinados en la vecina Kenia hace unos meses, cuando
al-Shabab casi invade la base aérea que alberga algunas tropas estadounidenses.
La apatía y la ignorancia son suficientemente problemáticos,
pero como ha sido el caso con casi todas las intervenciones recientes en el
Medio Oriente, la política agresiva de Washington en Somalia ha comprobado ser contraproducente. Mientras más intensos y abiertos han sido
los ataques del ejército estadounidense y su presencia, más empoderado se hace
al-Shabab desde que el grupo es tan nacionalistamente resistente como lo es
terrorista. Mientras que este grupo repugnantemente reconocido asesina
y oprime civiles somalíes tanto o más que las bombas americanas o las
fuerzas de seguridad de los gobiernos que respalda Estados Unidos, el auto
sabotaje de Washington es real. Como concluye un reporte de la Universidad de
Brown de Proyecto de Costos de Guerra: “al-Shabab está alimentado, en parte,
por la guerra estadounidense en su contra”. Aunque están afiliados a al-Qaeda, los reclutas, expertos y agravios de al-Shabab son principalmente locales. La
mayoría de los fondos vienen de piratería y empresas criminales.
Las Naciones Unidas, con un apoyo tácito de los aliados americanos de la OTAN, han llamado a
un cese al fuego global durante la pandemia del coronavirus. El equipo de Trump
solo ha aumentado las acciones militares en varios lugares
importantes, particularmente en Somalia. Esto no será bueno para los aliados, adversarios o
naciones neutrales. Si algo, llevará a los últimos a los brazos de Rusia o
China. En cara a dicha inercia estratégica, uno no puedo sino esperar que el
ejército estadounidense le prestara atención a su propia doctrina.
Podría iniciar con el número cuatro en su lista de
ocho “paradojas” de
contrainsurgencia: “hacer nada es, a veces, la mejor acción”.
Biografía del autor: Danny Sjursen es un veterano del ejército estadounidense de Irak y
Afganistán y contribuyente freelance para una variedad de publicaciones.
Es autor de Ghost Riders of Baghdad: Soldiers, Civilians, and the Myth of the Surge y del
libro Patriotic Dissent: America in the Age of Endless War. Síguelo en Twitter en @SkepticalVet
o en su website.
Este artículo fue producido por Globetrotter, un proyecto de Independent Media Institute.
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