Los psicólogos 'improvisados' de la CIA
Matt Apuzzo Y James Risen
New York Times News Service
15 de diciembre de 2014
The New York Times | El Complejo Penitenciario Federal en Florence, Colorado
|
Washington— Casi inmediatamente después de trasladar a una prisión
secreta ubicada en Tailandia al primer prisionero importante al cual habían
capturado desde los ataques del 11 de Septiembre, funcionarios de la CIA se
reunieron en la matriz de la dependencia con el propósito de debatir lo que
llevaban meses comentando. ¿Quién interrogaría a Abu Zubaydah, y cómo?
En la junta efectuada el 1º de abril de 2002 un abogado de la CIA sugirió el nombre de un psicólogo, James Mitchell, quien
llevaba varios meses contratado, analizando a al-Qaeda para la Oficina de
Servicio Técnico de la agencia, la rama de la CIA que diseña disfraces y
construye dispositivos de espionaje.
El abogado, Jonathan Fredman, había oído a
alguien de la oficina mencionar el nombre y, tras horas de considerarlo,
funcionarios de contraterrorismo hablaron por teléfono con Mitchell. Esa noche,
según el reporte difundido la semana pasada por el Comité de Inteligencia del
Senado, la instancia había incorporado los puntos de vista de Mitchell a un
telegrama clasificado ordenando los preparativos para el interrogatorio de
Zubaydah, quien era operativo de al-Qaeda.
En el telegrama se pedía iluminación constante,
música a alto volumen y una habitación blanca en su totalidad a efecto de
mantener despierto a Zubaydah. El entorno produciría “desorientación psicológica,
y menores recursos psicológicos”, se leía en el telegrama.
En el transcurso de los siguientes meses,
Mitchell, ex entrenador experto en explosivos de la Fuerza Aérea, y
posteriormente, su colaborador, Bruce Jessen, otro psicólogo y ex oficial de la
Fuerza Aérea, diseñaron, dirigieron y ordenaron los interrogatorios y se
convirtieron en los principales defensores de lo que hoy se considera
ampliamente tortura. En el ínter, percibieron decenas de millones de dólares de
acuerdo a contratos cuyos críticos en el interior de la CIA en ese entonces
advirtieron que les daban incentivos financieros para usar de manera recurrente
las técnicas más brutales.
El informe del Senado deja claro que la
celeridad con la cual fue incorporado Mitchell al programa –pasaron menos de 24
horas entre el momento en que se mencionó su nombre y el primer telegrama–
significó haber habido poco tiempo para analizar si el enfoque que él ofrecía
era el mejor.
Ex oficiales que participaron en el programa
atribuyen la celeridad a algo: la desesperación. Con la CIA presionada para
obtener información de sus prisioneros, Mitchell parecía tener la respuesta
sobre cómo conseguirlo.
Durante una prolongada entrevista realizada la
semana pasada luego de que la CIA lo liberara de la orden en la cual se le
prohibía hablar acerca de su participación en el programa, Mitchell dijo que la
rapidez de su contratación lo sorprendió incluso a él.
“Nunca supe cómo ocurrió”, señaló. “Nada más me
llamaron una vez”.
Pero, agregó, no era algo que él hubiera buscado.
“Yo no toque a la puerta y dije: ‘Vamos a torturar gente’”, explicó.
Mitchell añadió diferir con las conclusiones del reporte del Senado y creer que ha sido satanizado injustamente. Su papel, dijo,
fue más complicado de lo que se ha aseverado.
Michell y Jessen habían trabajado como entrenadores en el programa de Sobrevivencia, Evasión, Resistencia y Escape de
la Fuerza Aérea, el cual sometía a los efectivos de la Fuerza Aérea al tipo de
interrogatorio que podrían afrontar al ser capturados a fin de que pudieran
aprender a resistir. A partir de dicha experiencia, Mitchell propuso a la CIA
una lista de tácticas llamadas de interrogatorio intensificado, incluyendo
encerrar a las personas en cajas reducidas, ponerles grilletes en posiciones dolorosas,
mantenerlas despiertas hasta por una semana, cubrirlas con insectos y simular
ahogarlas, esta última técnica que Estados Unidos había considerado
tortura.
Fuente: http://diario.mx/Nyt/2014-12-15_1a97862e/los-psicologos-improvisados-de-la-cia/
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