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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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La "solución" de Estados Unidos al "problema de los inmigrantes":

Torturarlos, luego deportarlos de regreso al infierno

8 de julio de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

Carolina dijo que su hija de 15 años de edad fue víctima de asalto sexual grave en Honduras cuando tenía 9 años. “Mi hija me dice que ya no puede soportar estar encerrada”, dijo Carolina, detenida con su hija durante tres meses. “Me dijo que quería quitarse la vida”.

— “US: Trauma in Family Immigration Detention” [Estados Unidos: La trauma en la detención de familias de inmigrantes], Human Rights Watch, 15 de mayo de 2015

Hasta hace un año, el gobierno estadounidense tenía menos de 100 camas en todo el país para la detención de las mujeres inmigrantes con hijos. O los deportaron rápidamente para regresar al infierno desde que habían huido, o los dejaron unirse con maridos u otros familiares en Estados Unidos, o los dejaron ir a refugios mantenidos por organizaciones de derechos de inmigrantes e iglesias, mientras esperaban la decisión sobre sus destinos por orden judicial.

Pero entonces decenas de miles de personas, incluyendo muchos niños que viajaban solos, que huían de las crisis de violencia y pobreza en los países centroamericanos dominadas por Estados Unidos, comenzaron a llegar a la frontera con Estados Unidos. Y los gobernantes de este sistema veían una crisis diferente formando en la frontera — un “peligro” de que las personas tratando desesperadamente de escapar del infierno “hecho en Estados Unidos” en sus propios países tuvieran la idea de que pudieran encontrar un “puerto seguro” en esta ciudadela imperialista, y que animaran a otros a seguirlos. Los gobernantes lo consideraron necesario para comunicar un mensaje diferente: para dejar en claro que la gente de Centroamérica no pertenecía aquí y no encontraría ninguna ayuda o seguridad aquí. Así que el gobierno de Estados Unidos implementó una política de “no liberación”, diciendo que no iba a liberar a las familias de la detención con el fin específico, según Human Rights Watch, de “disuadir a los migrantes de venir a Estados Unidos”.

El gobierno de Obama instituyó “una estrategia de disuasión agresiva” dirigida a los centroamericanos que cruzan la frontera, incluidas las personas que solicitan asilo político oficial. Para empezar, destinaron a muchos jueces nuevos a las audiencias de vía rápida para acelerar el proceso de deportación. Pero la falta de abogados pro bono (abogados que ofrecen sus servicios gratis) significó que muchos niños tenían que argumentar su petición de asilo sin un abogado.

Todos los que habían sido deportados anteriormente no podían obtener liberación de la detención antes de su deportación — una política que hace caso omiso de la posibilidad de que los que desesperadamente vuelvan a experimentar el viaje peligroso para llegar a la frontera estén escapando un destino terrible en su país de origen. Y aun cuando las autoridades aceptaron que unos inmigrantes sí tenían un temor creíble de que la vida estaba en peligro si los obligaron a volver a su país, esos inmigrantes tenían que pagar una alta fianza, lo que significaba, en la práctica, que permanecerían en prisión por tiempo indefinido.

Para llevar a cabo esta política y encarcelamiento draconianos, Estados Unidos contrató a dos empresas cuyo negocio era el de manejar prisiones con fines de lucro para construir rápidamente dos grandes prisiones en Texas. Los “centros de detención” de Texas están en Dilley y Karnes —las dos en las afueras de San Antonio— y otro en Pensilvania. Para el 12 de junio de 2015, Dilley por si solo tenía detenidos a 1.735 individuos, unos 1.000 de ellos niños.

Según Clara Long, investigadora de Human Rights Watch (HRW), el resultado ha sido un traumatismo, depresión y pensamientos suicidas generalizados:

La administración de Obama ya ha detenido a niños y sus madres traumatizados por casi un año. No tienen ni idea de cuándo vayan a ser puestos en libertad, y están aterrorizados de ser deportados a lugares donde podrían ser asesinados, violados o de otra manera perjudicados.... La detención indefinida causa un daño psicológico especialmente dañino a los obligados a huir de su hogar. Los niños preguntan a sus madres, “¿Cuándo podremos salir?”, y estas madres no tienen ninguna respuesta. (HRW, 15 de mayo de 2015)

Nos referimos a mujeres como “Carolina” (descrita al inicio de este artículo) quien rescató a una hija después de un asalto sexual brutal; o como “Beatriz”, cuyo hijo de 11 años de edad fue amenazado con el reclutamiento forzado por las pandillas en Honduras; o como “Melinda”, cuya cuñada fue asesinada por pandilleros en Guatemala y quien ahora sufre de estrés postraumático. “Estrella”, su hija de cuatro años de edad, ya ha pasado del 20 por ciento de la vida tras las rejas. En ese tiempo, la han hospitalizado con bronquitis aguda así como faringitis aguda (dolor de garganta), dolor de oído, fiebre, diarrea y vómitos.

El grave impacto psicológico en las madres y los niños

En mayo de este año, encontraron a una mujer de 19 años con un hijo de cuatro años llorando y sangrando en un cuarto de baño en el “centro residencial” del Condado de Karnes en Texas. Después de siete meses de encarcelamiento, con la menor idea de si o cuando iba a salir, ella se cortó la muñeca en un intento de quitarse la vida. A ella le dieron tratamiento médico, le quitaron su hijo, y le mantuvieron por varios días bajo vigilancia para que no se suicidara.

Se puede encontrar en Internet una foto de su muñeca parcialmente curada, cual foto se tomó —en Honduras— dos semanas después de que ella trató de suicidarse. Sí, menos de una semana después de que la encontraron y le dieron tratamiento médico, la deportaron. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) aseguraron al público que la lesión no era grave y que trataron bien a la mujer. Y nos aseguran que “ICE se toma muy en serio la salud, la seguridad y el bienestar de los que están en nuestro cuidado”. (“Congressional delegation will visit family detention center where teen mom cut wrist” [Una delegación del Congreso visitará el centro de detención de la familia, donde una madre adolescente se cortó la muñeca], Franco Ordóñez, mcclatchydc.com, 22 de junio de 2015)

La vida en el centro de detención Dilley: “Destruye el alma”

En el centro de detención Dilley en el sur de Texas, el nuevo y más grande de las tres prisiones para madres inmigrantes con hijos en Estados Unidos, una mujer describió el deterioro mental y física de su hija después de tres meses en una celda — que ICE llama una “ habitación privada”. Según un informe del periódico The Guardian, “Ella observó el empeoramiento de la salud física y mental de su hija. Las alergias de la piel de la niña empeoraron, dejó de comer y suplicó a salir constantemente. ‘No quería estar allí. Siempre lloró’, dijo [la madre]” (“‘Soul-destroying’: one migrant mother’s story of life at Dilley detention center” [Destruye el alma: la historia de una madre migrante de la vida en el centro de detención Dilley], 22 de mayo de 2015)

La madre dijo que cuando ella acudió a ICE para pedir ayuda, “Me dijeron: ‘Usted no puede tratar de culparnos a nosotros respecto a la enfermedad de su hija, ella no está realmente enferma’. Y dijeron que no nos iban a dejar salir a menos que pagáramos la fianza”. Ella necesitaba $5.000, pero no tenía ningún dinero en ese momento. Para viajar desde Honduras tuvo que montar “La Bestia”, el masivo tren que atraviesa México, de ida y vuelta desde América Central, llevando en su techo a cientos de solicitantes de asilo con la esperanza de llegar a la frontera Estados Unidos-México. “La ayuda” que el gobierno mexicano proporciona a Estados Unidos para detener inmigrantes que cruzan México se traduce en el costo de $400 para “la mordida” de los funcionarios de inmigración mexicanos, y luego, para cruzar el Río Bravo en una balsa inflable, otros $800 para pagar un sindicato narcotraficante mexicano.

En este punto esta joven madre trató de quitarse la vida, pensando que sería mejor para su hija en el largo plazo si estuviera muerta. “Supe entonces que nunca íbamos a salir; que mi hija iba a esfumarse en Dilley. Me volví envuelta en mi propio mundo. Pensé que estaríamos encerradas para siempre”. Su abogado dijo que cientos de madres y niños internados en prisión están experimentando la misma clase de tortura: [C]uando estas mujeres se dan cuenta de que ellas y sus hijos pequeños se mantendrán en cautiverio por tiempo indefinido, eso extingue toda esperanza. Cuando piensan que sus hijos van a ser sometidos a estar bajo llave a largo plazo, eso destruye el alma”.

ICE responde a la protesta con represalias, y a los órdenes judiciales con la demora

Han crecido las protestas políticas, tanto en el exterior de los centros de detención como de parte de las madres encarceladas. Las personas se han reunido en protestas en Dilley y Karnes, y en las principales ciudades alrededor de Estados Unidos. Se circulan ampliamente cartas abiertas a Obama firmadas por eruditos y personas del público en general. Y, con valentía, las madres han realizado huelgas de hambre dentro de las dos prisiones de Texas. ICE tomó represalias contra los huelguistas de hambre, metiendo a las organizadoras en el aislamiento, hasta que una demanda de RAICES, un grupo de defensa legal para inmigrantes con sede en San Antonio, las obligó a retroceder. Una petición ya firmada por más de 100.000 personas exige que se clausuren estas prisiones.

Pero ante la indignación en auge, las demandas para la liberación inmediata de estos inmigrantes, y dos fallos de tribunales de distrito en contra de la detención de niños, ICE ha llevado a cabo una serie de promesas de cambio vacías, y se ha opuesto a toda decisión judicial en su contra. En febrero y abril de este año, los tribunales de distrito decidieron, en primer lugar, que el uso de la detención de niños para disuadir la inmigración es ilegal; y segundo, que el sistema de detención de familias viola un acuerdo desde hace décadas de que el gobierno de Estados Unidos debe favorecer la liberación de los niños migrantes a sus familias.

De hecho, es una violación del derecho internacional utilizar la detención de menores de edad como otra cosa que una medida de última instancia. La corte decidió que ICE tenía que implementar, dentro de 30 días, cambios para que sus procedimientos estén de acuerdo con las leyes de protección de menores, o verse obligado a clausurar las tres prisiones. La American Immigration Lawyers Association [Asociación Estadounidense de Abogados de Inmigración] describió la serie de cambios que ICE anunció en respuesta como “casi palabrería” y “puramente cosméticos”.

Después de que una delegación de ocho congresistas demócratas finalmente fue a ver las condiciones en Dilley y Karnes el 20 de junio, y al día siguiente escribió una carta a ICE que pidió que clausurara las prisiones de inmigrantes, ICE hizo su propio visita y emitió un comunicado: “Los centros residenciales de familias son una parte importante de la respuesta cabal del gobierno de Estados Unidos al aumento del número de familias indocumentadas que llegan a nuestras fronteras... una alternativa eficaz y humana para mantener la unidad familiar...”. Ahora ICE promete permitir que salgan de la detención a las madres que hayan demostrado que tienen un temor creíble de persecución si son devueltas a su país de origen, lo que puede tardar varios meses, y el ICE no ha dicho que vaya a bajar o eliminar la fianza obligatoria en el ínterin. Tampoco hay acuerdo de que el ICE ponga fin a mantener encerradas a familias en que el padre ya ha sido deportado antes, incluso si la familia estuviera calificada para asilo.

***

A este sistema, el número de víctimas de la destrucción de las condiciones de vida en los países que Estados Unidos ha dominado y explotado brutalmente en todo el mundo no le importa ni le puede importar. En el mundo de hoy millones y millones de personas arriesgan sus vidas, y pierdan sus vidas, en intentos desesperados de escapar de lo que este sistema capitalista-imperialista ha hecho a los países del Tercer Mundo en su compulsión, lo de “expandir-o-morir”, para explotar a la gente por todo el mundo. Su sistema no tiene ninguna respuesta a lo que hace a la gente y el planeta. La revolución sí la tiene.

¿Cómo se lidiará con el tipo de crisis humanitaria que comenzó en junio pasado en la frontera de Texas, cuando por fin se haya derrotado y desmantelado este sistema de capitalismo-imperialismo y se lo haya reemplazado por la Nueva República Socialista en América del Norte — con un gobierno verdaderamente dedicado a superar todas las desigualdades, y todas las otras cicatrices de este sistema horrible, con el objetivo de la emancipación de la humanidad?

Frente a decenas de miles de menores no acompañados y un número igual de madres con niños pequeños huyendo de las condiciones inhabitables que los antiguos gobernantes de este monstruo imperialista habían creado y defendido en la región del “Triángulo del Norte” de Centroamérica —Honduras, Guatemala y El Salvador— el nuevo estado revolucionario convocará de inmediato a las amplias masas populares, a todos los que estén en posición de ayudar, a que proporcionen a estas hermanas y hermanos apoyo, comida y refugio, mientras que trabajen lo más rápido posible para ayudarlos a reconectarse con sus familiares en Estados Unidos. Al mismo tiempo, como nuestra responsabilidad internacionalista, estaremos contribuyendo a la transformación de las condiciones que la dominación imperialista había impuesto sobre sus países de origen, y sobre los millones y millones de personas allí.

Ahora bien, compare eso con los crímenes repugnantes de la administración Obama, en representación de la clase dominante de Estados Unidos, en contra de los solicitantes de asilo. Si eso no le dé asco a usted, y no le haga aún más decidido a poner fin a este vil sistema tan pronto como sea posible, le recomiendo que se busque el pulso.

Bob Avakian, "¿Porque viene la gente de todo el mundo?"


 

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