Drama en la frontera
La historia se repite. Nuevamente los mexicanos tenemos que lamentar la
muerte en la frontera de un compatriota indocumentado a manos de agentes
federales de EEUU, un hecho que no solo debería llenarnos de dolor sino
motivarnos a exigir un cambio en el actual sistema migratorio.
El drama que cobró la vida de Anastasio Hernández Rojas, un inmigrante que
tenía 26 años de vivir sin papeles en Estados Unidos y era padre de cinco hijos
nacidos aquí, es una muestra más de los enormes sufrimientos que aquejan a
millones de indocumentados en este país.
Según las primeras investigaciones, Hernández, de 42 años de edad, murió el 1
de junio a consecuencia de la tremenda golpiza que le propinaron varios agentes
federales cuando estaba a punto de ser deportado a México y al parecer ofreció
resistencia. La víctima había sido arrestada el 28 de mayo, alrededor de las 9
de la noche en el cruce fronterizo entre San Ysidro y Tijuana, por un incidente
de tráfico.
Varias personas que cruzaban la frontera en ese momento han declarado a
organizaciones de derechos humanos y al Grupo Beta de Tijuana que al menos 20
agentes estadounidenses patearon sin misericordia a Hernández y le aplicaron
descargas eléctricas con un Taser, pese a que ya había dejado de moverse. Como
resultado de la golpiza, Hernández fue trasladado al hospital Sharp de San
Diego, donde desde que llegó le declararon muerte cerebral.
Tanto la Patrulla Fronteriza como la Oficina de Aduanas y Protección
Fronteriza, que son las dos instituciones que participaron en el incidente, se
han limitado a informar que su personal actuó en defensa propia.
Ahora lo que cabe esperar es que la Secretaría de Relaciones Exteriores de
México, que ha lamentado ya el incidente y ha pedido una investigación de los
hechos, no quite el dedo del renglón y exija una transparencia total en las
averiguaciones para que se haga justicia.
Lo primero que tendría que aclararse es, por qué, como declararon quienes
vieron el incidente desde el lado mexicano, más de 20 agentes golpearon a un
hombre inerme y que ya ni siquiera podía moverse. El fantasma de la brutalidad
policiaca y la falta de entrenamiento para aplicar debidamente la ley vuelve a
resurgir por enésima vez en este caso.
Los agentes que intervinieron en la golpiza también tendrán que responder por
usaron r el Taser, un arma que ha probado ya ser mortal en varios casos debido a
su mal uso. Tan solo Amnistía Internacional ha documentado que 350 personas han
muerto a causa de esta arma entre 2001 y 2008. Por esta razón incluso el
fabricante de los Tasers ha modificado su manual y recomienda que al utilizarlos
se evite tocar el pecho, cuello y cabeza de las personas para evitar un posible
daño al corazón.
Llama la atención, por otro lado, que esta tragedia le haya ocurrido a un
hombre con 26 años de vivir en EEUU. Definitivamente el sistema no funciona
cuando después de tanto tiempo de residir aquí y de haber incluso procreado
cinco hijos en este país, no haya sido posible que obtuviera la residencia
legal.
Comentarios a: mlarsa@sbcglobal.net
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