La perspectiva mundial del mazo
Noam Chomsky 7 de julio de 2014
La primera plana del New York Times presentó
el 26 de junio una foto de mujeres de duelo por un iraquí asesinado.
Él es una de las innumerables víctimas de la campaña del ISIS
(Sigla en inglés de Estado Islámico en Irak y Siria) en la que el ejército
iraquí, armado y entrenado por EU durante muchos años, se desvaneció rápidamente,
abandonando buena parte de Irak a unos pocos miles de militantes, lo cual
difícilmente es una nueva experiencia en la historia imperial.
Hay una omisión crucial. La primera plana debería desplegar las
palabras del juicio de Núremberg de nazis
prominentes; palabras que deben ser repetidas hasta que penetren la conciencia
general: La agresión es “el supremo crimen internacional que difiere de otros
crímenes de guerra solo en que contiene dentro de sí el mal acumulado del todo”.
La invasión de EU y Reino Unido a Irak fue un ejemplo clásico de
agresión. Los apologistas invocan nobles intenciones, lo cual sería irrelevante
incluso si las súplicas fueran sostenibles.
En una reciente entrevista con Moyers & Company, Raed Jarrar,
especialista en Irak, bosqueja lo que nosotros en Occidente deberíamos saber.
Al igual que muchos iraquíes, él es medio chiita y medio sunita, y en Irak
antes de la invasión a duras penas conocía las identidades religiosas de sus
parientes, ya que “la secta no formaba realmente parte de la conciencia
nacional”.
Jarrar nos recuerda que “este conflicto sectario que está
destruyendo al país claramente empezó con la invasión y ocupación de Estados
Unidos”.
Los agresores destruyeron “la identidad nacional del iraquí y la reemplazaron con identidades
sectarias y étnicas”, empezando de inmediato cuando Estados Unidos impuso un
Consejo Gobernante con base en la identidad sectaria, una novedad para Irak.
Para estos momentos, chiitas y sunitas son los enemigos más
acérrimos, gracias al mazo blandido por Donald Rumsfeld y Dick Cheney
(respectivamente, el exsecretario de la Defensa y el exvicepresidente durante
la administración de George W. Bush) y otros como ellos que no entienden otra
cosa más allá de violencia y terror y han contribuido a crear conflictos que
ahora están haciendo añicos a la región.
Entre 2001 y 2002, cuando el mazo estadounidense golpeó
Afganistán, los forasteros de Al Qaeda allá desaparecieron pronto y el talibán
se desvaneció, muchos optaron, siguiendo el estilo tradicional, por adaptarse a
los conquistadores más recientes.
Sin embargo, Washington estaba desesperado por encontrar terroristas que aplastar. Los caudillos que
ellos impusieron como gobernantes descubrieron rápidamente que podían explotar la ciega ignorancia de
Washington y atacar a sus enemigos, incluidos aquéllos que colaboraban
ansiosamente con los invasores estadounidenses.
El mazo fue retomado más tarde por el presidente Obama, conforme
“dirigía desde atrás” al aplastar a Libia.
En marzo de 2011, en plena insurrección de la Primavera Árabe en
contra del gobernante libio Muamar Gadafi, el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas aprobó la Resolución 1973, pronunciándose por “un cese al fuego y un
alto total a la violencia y todo ataque, así como abusos, en contra de
civiles”.
El triunvirato imperial - Francia, Inglaterra y Estados Unidos-
instantáneamente optó por violar la Resolución, convirtiéndose en la fuerza
aérea de los rebeldes y aumentando marcadamente la violencia.
Su campaña culminó en el asalto al refugio de Gadafi en Sirte,
mismo que dejaron “totalmente destrozado”. A un sangriento costo, el
triunvirato alcanzó su objetivo del cambio de régimen en violación de píos pronunciamientos sobre lo contrario.
El resultado es que Libia ahora está desgarrada por milicias
beligerantes, en tanto el terror yihadista se ha desatado en buena parte de
África a la par de una inundación de armas, llegando incluso a Siria.
Abunda la evidencia de las consecuencias de recurrir al mazo.
Consideremos a la República Democrática del Congo, anteriormente el Congo
Belga, enorme país con riqueza de recursos y una de las peores historias
contemporáneas de horror. Tuvo una oportunidad para desarrollarse exitosamente
tras la independencia de 1960, bajo el liderazgo del Primer Ministro Patrice Lumumba.
Más cerca de casa es más difícil pasar por alto las consecuencias del terror de Estado de
Estados Unidos. Actualmente prevalece gran inquietud con respecto a la oleada
de niños huyendo a EU desde Centroamérica.
Obama ha propuesto una respuesta humanitaria a la trágica llegada
masiva de personas: más deportación eficiente. ¿Vienen a la mente alternativas?
Por tanto, es un error recordarles a diario a los lectores sobre
el juicio de Núremberg. La agresión ya no es el “supremo crimen internacional”.
No puede compararse con la destrucción de las vidas de generaciones del futuro para asegurar
mayores bonos mañana.
* Profesor emérito de Lingüística y Filosofía en el Instituto
Tecnológico de Massachusetts.
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/L/
la_perspectiva_mundial_del_mazo/la_perspectiva_mundial_del_mazo.asp
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