La justicia chilena condenó a militares retirados por quemar vivo a un fotógrafo
en 1986
Pascale Bonnefoy
The New York Times.es
21 de marzo de 2019
Verónica de Negri, en el centro a la
izquierda, sostenía un cartel con la imagen del rostro de su hijo asesinado, el
fotógrafo Rodrigo Rojas, durante un homenaje afuera del museo Gabriela Mistral
en 2015, en Santiago. Crédito Luis Hidalgo/Associated Press
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SANTIAGO — Un juez de Chile condenó el jueves a 11 miembros del ejército por el
asesinato de Rodrigo Rojas ocurrido en 1986. Rojas era un fotógrafo chileno
radicado en Estados Unidos que fue quemado vivo durante las protestas contra el
general Augusto Pinochet, el dictador que gobernó a Chile 1973 a 1990.
En un fallo de 546 páginas, el juez Mario Carroza sentenció a los oficiales
retirados, Julio Castañer, Iván Figueroa y Nelson Medina, a 10 años de prisión.
Asimismo ocho soldados recibieron sentencias suspendidas y dos fueron
absueltos.
La madre de Rojas, Verónica De Negri, una crítica de la dictadura militar chilena,
se exilió en Estados Unidos en 1977. Su hijo se fue con ella y asistió a la
escuela Woodrow Wilson en Washington, donde practicó su pasión por la
fotografía.
El 2 de julio de 1986, pocos meses después de que Rojas regresara a Chile, él y una
estudiante universitaria, Carmen Gloria Quintana, de 18 años, fueron detenidos
por una unidad militar comandada por el teniente Pedro Fernández en un barrio
de clase trabajadora en Santiago, durante un tenso día de protestas callejeras.
Rojas quería fotografiar los eventos del día.
Ambos fueron golpeados por los soldados y Rojas se vio obligado a tumbarse en el suelo
boca abajo, mientras que Quintana fue detenida contra una pared, según la
sentencia del juez.
Las autoridades judiciales convocaron al personal militar que estuvo bajo el mando
de los tenientes Figueroa y Castañer fueron convocados. Fernando Guzmán, quien
en ese momento era un conscripto, declaró ante un juez en 2014 que el teniente
Castañer ordenó a los soldados que rociaran a la pareja con gasolina y que “los
provocó con un encendedor”.
“Fue el teniente Castañer quien los quemó con un encendedor”, declaró Guzmán. “Ambos
se incendiaron de inmediato”.
La patrulla del teniente Fernández llevó a las dos víctimas, que sufrieron
quemaduras en más del 60 por ciento de sus cuerpos, a las afueras de la capital
y las arrojó a una zanja. Rojas murió cuatro días después. Quintana sobrevivió,
pero pasó años sometida a cirugías y terapias físicas en Canadá.
“Estoy feliz de que estos criminales no puedan seguir mintiendo”, dijo De Negri, la
madre de Rojas, en una entrevista el jueves. También lamentó que el castigo de
los otros acusados no fuera más severo.
Las condenas forman parte de un amplio movimiento a favor de los derechos humanos
que busca llevar ante la justicia a los perpetradores de crímenes cometidos
bajo los gobiernos militares autoritarios de la época de la Guerra Fría en
América del Sur.
En ese momento, el general Pinochet afirmó que las víctimas se habían incendiado
accidentalmente con una bomba casera que tenían.
Ese mismo año, un juez civil identificó al personal del ejército como responsable y
entregó el caso a un tribunal militar. En 1991, el tribunal militar sentenció
al teniente Fernández a una pena de prisión de 600 días, de la cual cumplió un
año en 1996.
El caso se reabrió en 2013 después de que una organización de derechos humanos
presentó una denuncia penal en nombre de la familia de Rojas.
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