De Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org):
El 4 de noviembre: Un día de valor y
convicción, un verdadero comienzo
11 de noviembre de 2017 | Periódico Revolución |
revcom.us
Ante las mentiras, distorsiones y amenazas directas por porte de una campaña
fascista incesante en las redes sociales, encabezada por el agente trumpista
declarado Alex Jones…
Ante milicias fascistas armadas en por lo menos tres ciudades, y núcleos
agresivos de fascistas en la mayoría de las otras…
Ante una presencia policial extremadamente gruesa en muchos lugares…
Ante la bajeza, el chismorreo, y de plano el macartismo de la vieja guardia,
así como la rendición al macartismo por parte de muchos que debían saber
mejor…
Ciudad de Nueva York, 4 de noviembre
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Chicago, 4 de noviembre
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Los Ángeles, 4 de noviembre
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Filadelfia, 4 de noviembre
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Y ante una supresión mediática hasta unos pocos días antes — acudieron de
todos modos. A veces con centenares y más, a veces con un puño de gente animada,
el 4 de noviembre cuatro mil personas en más de dos decenas de ciudades hicieron
presencia como una fuerza decidida a PARAR al fascismo de Trump y Pence.
Cuatro mil personas participaron en las actividades del día —de 1.500 en
Nueva York y mil en Los Ángeles, a 250 en Honolulu y otras 300+ en Chicago, a
dos docenas firmes en Pittsfield, MA, diez en Indianápolis y siete en Akron. En
Austin, Texas 45 manifestantes de Rechazar el Fascismo desafiaron a más de 200
fascistas armados y gritones, así como una presencia policial intimidante que
impidió que las personas entraran a la marcha. Filadelfia fue marcado por
carrozas y despliegues coloridos y, ahí también, el valor comprometido y
enfocado frente a contra-manifestantes armados y amenazantes. En Boston,
miembros de Veterans for Peace (Veteranos por la Paz) y Antifa trabajaron en
coordinación con Rechazar el Fascismo para mantener el enfoque del mensaje
frente a provocadores fascistas.
Y en Chicago, un cuerpo de tambores se formó en el acto y tamborileó un ritmo
de regocijo desafiante que daba ganas de bailar.
Acudieron por muchas razones y por una sola. Acudieron porque no toleran la
satanización de sectores enteros de personas y el atrincheramiento de la
supremacía blanca a un nivel no visto en varias generaciones, y lo peor por
venir. Acudieron porque quieren que sus hijos hereden un planeta en que la gente
aún pueda vivir y respirar. Acudieron porque valoran la verdad. Acudieron porque
no tolerarán los que “agarran las conchas de las mujeres” en ninguna parte,
mucho menos en la Casa Blanca. Acudieron porque se niegan a vivir bajo un
gobierno religioso. Acudieron porque no quieren un mundo donde el presidente
estadounidense no sólo amenaza con usar armas nucleares sino que, al parecer,
ansia usarlas, donde tiran la puerta en la cara de refugiados desesperados,
donde el recelo y el racismo y el miedo establecen los términos y ponen las
reglas, donde la mueca y el mohín son la cara constante del poder. Acudieron
porque creen que es necesario que el pueblo pueda disentir, ponerse de pie o
“hincar la rodilla” como les parezca apropiado — sin que los amenacen y los
insulten desde los niveles más altos ni desde todo un movimiento fascista.
Acudieron por lo de Charlottesville. Acudieron porque se acuerdan de las
lecciones de la historia, y porque quieren un futuro. Acudieron porque en
nombre de la humanidad, se niegan a aceptar a un Estados Unidos
fascista.
Juntos, empezaron a perforar una temporada de normalización. Juntos empezaron
a forjar una ética y una cultura de resistencia decidida, de claridad y valor y
solidaridad ante la distorsión y la amenaza. Juntos forjaron un camino.
Una amplia diversidad
Los que dieron discursos o mandaron mensajes representaron el embrión de lo
que hace falta para atraer a los millones de personas a las calles. Entre ellos,
hubo una diversidad ecuménica de cleros, entre ellos musulmanes; activistas
negros, indígenas, y latinos en varias ciudades; veteranos, Cindy Sheehan (la
madre de un soldado muerto en combate en la Guerra del Golfo, conocida por haber
confrontado a George W. Bush), y en Hawái, una activista de visita de Corea; se
leyeron desde el escenario declaraciones de activistas y artistas como Eve
Ensler, Arturo O’Farrill y Gloria Steinem; compartieron la plataforma
ambientalistas, miembros de movimientos de derechos LGBTQ, abogados, y
activistas del movimiento de derechos de los discapacitados; hubo miembros de
Indivisible u otras organizaciones afiliadas con el partido Demócrata, y
comunistas revolucionarios. En muchas ciudades los presentes disfrutaron de
presentaciones de músicos y poetas.
Los propios manifestantes incluían padres con sus hijos, grupos de
estudiantes, gente de las zonas residenciales clasemedieras, y gente de las
zonas urbanas marginadas y multifamiliares públicos. Muchos eran de los sectores
satanizados por Trump, con una presencia especialmente fuerte e importante de
inmigrantes. Muchos eran de ciudades pequeñas, que tomaron posición, incluso
contra sus propias familias en ocasiones, para decir ¡NO!, no conciliaremos con
esto, NO lo normalizaremos, NO nos acomodaremos.
Asistieron estudiantes de a uno o de a dos, y a veces en grupos más grandes:
de la Universidad de Boston, de Wellesley, Berkeley, Stanford, UCLA, Universidad
de Sur de California, DePaul y Columbia en Chicago, la Universidad Columbia y la
Universidad de la Ciudad de Nueva York, ambas en Nueva York, y muchas más. No se
sabe cuántas personas quizás dejaran de participar por las campañas de
chismorreo y desprestigio a todo volumen. Una estudiante en Chicago que trabaja
en una ONG dijo que en la oficina las personas debatían si asistir o no, pero
“temían la violencia”; ella vino de todos modos (y no hubo violencia). En más de
un caso, un grupo de personas había planeado asistir pero al último sólo
llegaron una o dos. Pero, debido a que suficientes personas estaban
dispuestas a ser las primeras, a dar un paso hacia lo desconocido, ahora otras
pueden seguirlas… en las cantidades que tanto urgen.
Rechazar el Fascismo se negó a rehuir ni de callarse frente la campaña de
desprestigio por un lado y la supresión mediática por el otro. Contrarrestaron
las mentiras con la verdad, y buscaron agresivamente las vías para contar la
historia auténtica. Lucharon con periodistas, y recaudaron los fondos para
publicar un anuncio en el New York Times. Hubo, y hay, mucho en juego
como para permitir que quede sin retar la calumnia ni el silencio. Al último,
pudieron perforar la neblina mediática en algunos lugares y difundir la
historia.
Los retos
Los acontecimientos del 4 de noviembre plantean retos grandes.
A los que no son fascistas y dicen que se oponen a Trump, pero aun así creían
conveniente atacar a Rechazar el Fascismo: ¿dónde está su conciencia? En
particular, aquellos que se rebajaron al macartismo y denigraron a Rechazar a
Fascismo por la presencia en ello de miembros del Partido Comunista
Revolucionario — ¿no aprendieron nada de Martin Niemöller, el reverendo alemán
que, después de demorar y titubear mucho, le opuso resistencia a Hitler?
Niemöller, que terminó en un campo de concentración, dijo, “Primero vinieron por
los comunistas, pero yo no era comunista, así que no dije nada. Luego vinieron
por los judíos, pero yo no era judío, así que no dije nada. Luego vinieron por
mí... y no quedaba nadie para hablar”.
A aquellos que pensaron en participar pero quedaron al margen para tomar la
medida del 4 de noviembre: hay un lugar para ustedes aquí. Ya se ha forjado un
camino; pero estos tiempos son urgentes y la hora es avanzada, y ya es hora de
tomar ese camino. Cualquiera que sea el trabajo que ustedes estén haciendo
ahora, por valioso e importante que sea, sin acción masiva en las calles, no
violenta y sostenida, que exija poner fin a esta pesadilla de régimen, se
cerrará la pequeña ventana que aún nos queda abierta, en la que podríamos
impedir la plena imposición del fascismo — que suprimiría toda resistencia y
derechos básicos y transformaría las leyes. Ya es hora de unirnos a un nivel
amplio, al reconocer el grave peligro de una guerra nuclear y de la devastación
ambiental catastrófica, por lo que la humanidad no puede esperar. Sólo por medio
de las acciones de millones de personas en las calles en olas de protesta
continua, en última instancia, se podría evitar una gran calamidad, sacando del
poder al régimen de Trump y Pence. Ahora tenemos que unirnos con creatividad y
determinación para movilizar hasta aquel punto en que los miles se conviertan en
cientos de miles y después en millones.
En conclusión, a los que acudieron: debemos todos aprender a hacer muchas
cosas que nunca hemos hecho. Tenemos que hacer trabajo de divulgación y atraer e
incorporar a otras personas. Debemos apoyarnos unos a otros cuando suframos
dudas, cuando tengamos miedo, cuando nos desanimemos… como haremos and hacemos
inevitablemente. Tenemos que acordarnos de lo mucho que está en juego, y estar a
su altura, con convicción y valor. Más de todo, tenemos que recordar
constantemente a nosotros mismos, unos a otros, a las personas que encontremos y
con las que nos conectemos, de lo muchísimo que está en juego en lo que nos
confronta, y tenemos que trabajar juntos para estar a esa altura. Podemos
hacerlo, y lo haremos.
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