Por qué murieron tantas personas en el
terremoto... y ¿por qué Estados Unidos no puede hacer nada bueno en
Haití?
Li Onesto Revolución #190, 24 de enero de
2010
Lo siguiente es una versión abreviada y actualizada de un artículo que
salió en línea en revcom.us el 21 de enero de 2009:
Piense en esto: toda una ciudad que una vez tenía una población de dos
millones de personas. Ahora hay kilómetros y kilómetros de edificios derrumbados
después de un gran terremoto. Muchos, muchos cuerpos se encuentran atrapados
entre capas de pesados bloques de hormigón situados en enormes montones. Pero
también hay miles de personas, aún vivas, atrapadas, gritando. La ayuda del
exterior no llega y los parientes desesperados excavan en los escombros con sus
propias manos. Sorprendentemente, incluso después de tres días, voces humanas
están todavía emanando de las ruinas. Pero entonces, cada vez son menos y son
más suaves. Finalmente, un ensordecedor silencio rodea los edificios derrumbados
mientras la ciudad de Puerto Príncipe se convierte en una tumba gigantesca.
Una mujer continúa golpeando en el hormigón con una escoba. Cree que sus
cuatro familiares desaparecidos están enterrados en el interior. Pero la
esperanza se convierte finalmente en dolor. “No hay más vida aquí”, dice.
En Nueva York, en la comunidad haitiana de East Flatbush, muchos corazones
duelen por el dolor intenso y la preocupación, sin saber si sus seres queridos
en Haití están vivos o muertos. Una mujer joven dice, “He estado llorando
durante tres días. Esta es la primera vez que he estado fuera de mi casa”. En la
lavandería cercana dos mujeres mayores se sientan en espera de que sus ropas se
sequen, mirando en la televisión las muy crudas escenas desde la ciudad que
alguna vez fue su hogar. Parecen estar en un estado de shock y en voz baja dicen
que han estado tratando de llamar a casa, pero ninguno de los teléfonos está
funcionando así que no tienen idea de lo que le ha sucedido a sus familias.
Ningún ser humano podría haber detenido el terremoto que sacudió con
semejante fuerza asesina el 12 de enero. Pero muchas de las personas que han
perecido NO TENÍAN QUE MORIR.
Miles de personas que, de hecho, podrían haberse salvado murieron porque los
Estados Unidos, el país más rico y poderoso del mundo, no proporcionó ayuda
inmediatamente después del terremoto. De hecho, los que sobrevivieron que contra
todo pronóstico fueron rescatados de los escombros sólo ponen en relieve, de
hecho, cuántas personas más podrían haber sido salvadas pero que
murieron porque los EE.UU. no hicieron todo lo posible para llevar de
inmediato los equipos de rescate y maquinaria a Haití. Esto equivale a nada
menos que una matanza en masa.
La revista The Economist escribió: “La mayoría de las víctimas no
perecieron durante el terremoto de 35 segundos. Ted Constan de Socios en la
Salud, una ONG estadounidense, dice que unas 200.000 personas fueron
probablemente heridas o atrapadas, pero no muertas por el terremoto. Estima que
25.000 más de ellos han muerto por cada día que ha pasado desde el temblor, como
resultado de enfermedades tratables como el sangrado, deshidratación, asfixia y
las infecciones” (economist.com, 18 de enero de 2010).
Decenas de miles de personas han estado muriéndose, las que podrían haber
vivido si hubieran contado con servicios médicos. Pero los esfuerzos
estadounidenses NO se han dedicado a organizar y ayudar a facilitar a los miles
de trabajados médicos, rescatistas y otros de Estados Unidos y de todo el mundo
que quieren ayudar. Al contrario, los EE.UU. se ha puesto principalmente a
ocupar a Haití con miles de soldados.
Estados Unidos sabotea el trabajo de rescate
Muy rápidamente los Estados Unidos se apoderaron del aeropuerto de Puerto
Príncipe. Y esto ha servido como un medio clave para, de hecho, impedir
que se entreguen alimentos y medicinas.
En los días cruciales inmediatamente después del terremoto, Estados Unidos no
solamente no estaba entregando asistencia sino en verdad estaba
saboteando los esfuerzos de otros que estaban tratando urgentemente de
llevar a Haití medicina, alimentos, agua y equipos de médicos y trabajadores de
rescate.
UNICEF trató de enviar un avión repleto de botiquines médicos, cobijas y
carpas, pero se le negó el permiso de aterrizar y fue obligado a regresar a
Panamá. El sábado 16 de enero, finalmente podían aterrizar aviones del Programa
Mundial de Alimentos con comida, medicinas y agua, después de haber sido
desviados durante dos días para que aviones yanquis pudieran aterrizar con
tropas y equipo y sacar del país a norteamericanos y otros extranjeros. Jarry
Emmanuel, empleado en logística aérea en Haití del organismo, dijo: “Hay 200
vuelos que entran y salen cada día, la cual es una cantidad increíble para un
país como Haití. Pero la mayoría de los vuelos son para el ejército de Estados
Unidos”.
Médicos Sin Fronteras/Médecins Sans Frontières (MSF) lanzó una declaración
que exigió que se priorizara el aterrizaje de los aviones con equipo de
salvamento y personal médico, en respuesta al hecho de que el sábado impidieron
que aterrizara en Puerto Príncipe un avión de carga de MSF que llevaba un
hospital quirúrgico inflable. El avión tenía que volar hasta Samaná en la
República Dominicana y de ahí el material tenía que ser llevado por camión vía
terrestre. Cabe preguntar: ¿cuántas personas murieron debido a la demora de 48
horas en la llegada del hospital móvil?
El viernes por la noche, un equipo médico de Bélgica abandonó la zona por la
noche diciendo que le preocupaba la seguridad. Por tanto, la gente seriamente
lesionada o que acababa de operarse quedó varada. El equipo belga pidió al
personal de seguridad de la ONU que trabajara en el hospital durante la noche,
pero le dijeron que las fuerzas de la ONU solamente iban a sacar al equipo. De
hecho, no hubo peligro. Así que al mismo tiempo que los EE.UU. ha estado
saboteando el trabajo de rescate, ha generado un ambiente general en que incluso
a la gente que quiere ayudar se le está dando una falsa sensación de
violencia inminente, que en el caso del equipo de médicos de Bélgica hizo que
murieran personas por “cuestiones de seguridad”.
Doce días después del terremoto, aún se informa que toneladas de comida, agua
y material médico permanecen amontonadas en el aeropuerto pero que no están
llegando a las personas que las necesitan.
Sentando las bases para crímenes aún mayores contra el
pueblo haitiano
En efecto, se está usando el discurso de los medios y del gobierno, de que el
verdadero problema es el peligro del saqueo y el caos, para culpar a los mismos
haitianos por la demora de Estados Unidos en la entrega de ayuda.
Aquí, es necesario preguntarse: ¿Cuál es la definición de “saqueo” en medio
de una crisis tan extrema como esta? ¿Es un crimen que las personas que con una
necesidad desesperada de comida y agua entren a una tienda y obtengan lo que
necesitan? ¿Se le debería disparar a las personas si en medio de un colapso
general del comercio y los servicios, éstas toman lo que requieren para evitar
que ellas mismas y sus hijos mueran?
Y la verdad escueta es que desde que Estados Unidos ha estado diciendo eso,
ha habido muy poca violencia entre la gente. En cambio y a pesar de no obtener
ayuda, las masas del pueblo han estado trabajando juntas para rescatar a la
gente excavando entre los escombros con sus propias manos, tratando de ocuparse
de los heridos y ayudándose entre sí para sobrevivir entre los escombros. Hubo
reportes de que algunos haitianos venían caminando por horas desde otras
regiones para llegar a Puerto Príncipe para asistir a las personas. Eran los
mismos haitianos —muchos de los que estaban heridos— que hicieron todo lo que
pudieran en las primeras 72 horas de vida y muerte para salvar a los que
quedaron atrapados debajo de los escombros, mientras que Estados Unidos ni
siquiera aparecía en escena.
Cuando la secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton fue el sábado a
Puerto Príncipe, pidió que se decretara un estado de emergencia en Haití que
permitiera a sus fuerzas imponer un toque de queda y decretar la ley marcial.
Explicó: “El decreto le daría al gobierno una enorme cantidad de autoridad, que
en la práctica sería delegada a nosotros”.
El viernes dos oficiales militares fueron citados en la prensa explicando que
las fuerzas estadounidenses en Haití operarán bajo normas modificadas de las
reglas de combate militar, lo que significa que pueden dispararle a la gente en
defensa propia. Como dice el comunicado del 13 de enero de Revolución:
¡El pueblo haitiano necesita la ayuda de emergencia y NO la represión ni más
dominación!
El 22 de enero, Amy Goodman informó que se estaban haciendo preparativos para
reubicar en masa a los damnificados en Puerto Príncipe; que habrá un traslado de
unas 400 mil personas a campamentos fuera de la ciudad. Agregó: “Mientras que
miles de soldados estadounidense bien equipados inundan a Haití, aumentan las
preocupaciones por la militarización del país, del apoyo a los soldados y no al
pueblo. O, tal como dijo un doctor: ‘Nos hacen falta gasas, no fusiles’. Los
socorristas siguen informando de la extrema escasez de comida, ayuda y material
médico, en medio de temores de que las condiciones extremas propicien brotes de
enfermedades contagiosas”.
Estados Unidos ha montado un bloqueo naval y anunció que los haitianos que
tratan de llegar a Estados Unidos en esta crisis no serán elegibles para TPS
(Estatus de Protección Temporal), lo que significa que serán deportados
inmediatamente. El Departamento de Seguridad Interna anunció que trasladará a
400 detenidos de la prisión Krome a un lugar no revelado, para tener espacio
libre en caso de que algún haitiano logre llegar a las costas de Estados
Unidos.
Estados Unidos tiene enormes recursos con que recibir a todas las personas
que tratan de salir de una situación tan terrible e insoportable. Pero a cambio
de eso, ya está montando carpas para apresar a los refugiados haitianos en su
base militar en Guantánamo, al otro lado del predio donde está torturando
presos.
Estados Unidos sólo está dando, o al menos ha prometido, suficiente ayuda
para que no se le critique como lo fue después del tsunami de Sri Lanka del 2004
y el huracán Katrina. Pero ni siquiera la entregó en los días más cruciales
inmediatamente después del terremoto. Como pregunta Toby O’Ryan en su artículo,
“Siete preguntas sobre Haití” (en línea en revcom.us), “¿Están dando esta ayuda
en cantidades tan pequeñas y de manera tan lenta porque a ustedes les interesa
más mantener la autoridad gubernamental represiva en Haití que satisfacer las
necesidades inmediatas y urgentes del pueblo haitiano entregándole la ayuda
directamente al pueblo y dejando que éste se organice colectivamente para
distribuirla en tiempos de crisis, cuando las autoridades establecidas no tienen
la situación completamente bajo control?”
Mientras las personas en todo el mundo observaban el desenvolvimiento de los
horrores en Haití, les dolían mucho el corazón. Se han vertido contribuciones de
dinero, medicina y suministros. Y miles de personas han tratado de acudir en
ayuda al pueblo haitiano. Doctores, equipos de rescate, organismos de socorro y
la gente común están abordando esta situación desde el punto de partida de
la necesidad urgente de salvar vidas humanas. Se podría preguntar, ¿que
podría ser más sencillo que reconocer que las personas se están muriendo, que
necesitan ayuda y que especialmente los países ricos con muchos recursos
deberían hacer todo lo que puedan para salvar vidas?
Pero toda la evidencia muestra que salvar vidas NO figura en los intereses y
los cálculos que determinan las acciones de Estados Unidos en respuesta a esta
tragedia humana horrible.
Su respuesta al terremoto en Haití muestra que lo que le interesa a Estados
Unidos ante todo es mantener el estatus quo del control económico opresivo que
existe en Haití y las relaciones políticas represivas que necesita para reforzar
eso. Le interesa mantener el control y estabilizar la situación para que nada
cambie de manera que amenace la dominación norteamericana. Le interesa impedir
la inmigración desenfrenada a Estados Unidos. Está tomando medidas para
salvaguardar y beneficiar sus intereses económicos y geopolíticos en la región
caribeña. Estos fríos cálculos imperialistas, y no el respeto por las vidas
humanas, rigen cada acción de Estados Unidos en Haití ahora. Cuando los marines
se apoderan del aeropuerto de Puerto Príncipe, el mensaje que da Estados Unidos
es que está al mando y va a fijar las reglas para todo lo que pasa ahí.
¿Por qué es Haití tan pobre? ¿Por qué tantos tenían que
morir?
Con los ojos de todo el mundo puestos sobre Haití, muchos están viendo cómo
la pobreza intensa multiplicó severamente el número de muertos después del
terremoto. Pero cabe preguntar, ¿POR QUÉ es Haití tan pobre? Y, ¿POR QUÉ había
una ciudad como Puerto Príncipe donde tantas personas eran tan vulnerables a los
efectos devastadores de tal terremoto?
Primero, Haití es pobre y está empobrecido gracias a una larga historia de
dominación y opresión norteamericana. Los marines invadieron y ocuparon a Haití
entre 1915 y 1934. Estados Unidos confiscó tierras y las distribuyó a
corporaciones estadounidenses, y aplastó con brutalidad la resistencia heroica.
A partir de 1957 Estados Unidos respaldó los gobiernos dictatoriales pro yanquis
de los Duvalier, primero Papa y luego Bebé Doc, y el asesino ejército haitiano
junto con las pandillas Tonton Macoutes que aterrorizaban al pueblo.
Después de levantamientos populares que derrocaron estos dictadores, Estados
Unidos maniobró e intervino para oponerse a cualquier fuerza que amenazara sus
intereses y para trabajar para mantener en el poder a un gobierno títere. En
2004 Estados Unidos estaba directamente involucrado en derrocar al presidente
democráticamente elegido Jean-Bertrand Aristide. (Vea en este número el artículo
“Estados Unidos en Haití: Un siglo de dominación y miseria”.) Mediante todo esto
las estructuras económicas y sociales de Haití han sido distorsionadas y
orientadas para servir las necesidades de la inversión extranjera, especialmente
la de Estados Unidos. Por todo esto Haití es tan pobre y dependiente.
Más del 80% de los haitianos viven en la miseria absoluta y la mayoría de la
población gana menos de un dólar al día. Más del 80% de la población no recibe
la cantidad mínima diaria de comida necesaria según la Organización Mundial de
la Salud. Menos del 45% de la población tiene acceso al agua potable. La
esperanza de vida en Haití es de 53 años. Solamente uno de cada 100.000
haitianos tiene acceso a un médico.
Bill Quigley, director legal en el Centro pro Derechos Constitucionales, dijo
esto acerca del papel norteamericano en Haití: “Nosotros hemos mantenido a ese
país en la dependencia, lo hemos mantenido militarizado y lo hemos mantenido
empobrecido. Hemos inundado el mercado haitiano con nuestro arroz y productos
agrícolas excedentes, lo que ha perjudicado a los pequeños agricultores que
formarían la columna vertebral del país…. No creamos el terremoto pero creamos
algunas de las circunstancias que lo hicieron tan devastador…” (Democracy
Now!, 14 de enero de 2010).
Las condiciones extremamente empobrecidas de Haití, entre ellas la falta de
infraestructura que creó una situación en que el terremoto fue tan devastador,
se deben a la larga historia de dominación norteamericana.
El mecanismo de la dominación imperialista
Hace 30 años el haitiano subsistía de maíz, batatas (camote), yuca y el arroz
de producción nacional, junto con cerdos y otros animales de cría de producción
nacional. En 1986 el Fondo Monetario Internacional (FMI) le prestó a Haití 24.6
millones de dólares, a condición de que el país redujera los aranceles
proteccionistas sobre el arroz, otros productos agrícolas y algunas industrias
de origen haitiano. Eso tuvo el propósito de abrir los mercados del país a la
competencia extranjera. Los agricultores haitianos no podían competir con los
arroceros en Estados Unidos subvencionados por el gobierno. Una parte del arroz
barato inundó a Haití en la forma de “ayuda alimentaria”. Se colapsó el mercado
nacional de arroz en Haití, lo que obligó a miles de agricultores a mudarse a
las ciudades para buscar trabajo.
En esos tiempos Estados Unidos insistía que los campesinos haitianos
eliminaran la población grande y valiosa de cerdos, por una supuesta amenaza a
los cerdos en Estados Unidos.
En 1994 Estados Unidos dejó a Jean-Bertrand Aristide, quien había tenido que
exiliarse, volver a retomar la presidencia pero solo a condición de que
implementara las directrices del FMI y el Banco Mundial (BM) cuyo objetivo era
abrir los mercados de Haití aún más al comercio internacional.
Así se destruyó la agricultura de Haití y éste llegó a depender de la comida
importada, particularmente el arroz de Estados Unidos. En unas pocas décadas
cientos de miles de personas fueron expulsadas del campo hacia Puerto Príncipe,
obligadas a vivir en las condiciones más empobrecidas donde la tasa de desempleo
en algunas zonas llega al 90%.
En los años 1950 la capital de Puerto Príncipe tenía una población de solo
50.000 personas, pero cuando azotó el terremoto, tenía un población de más de
dos millones de personas que vivían en cinturones de miseria, viviendas de
calidad deficiente, escuelas y otros edificios que se derrumbaron porque habían
sido construidos de manera tan deficiente y barata.
Brian Concannon, el director del Instituto para la Justicia y la Democracia
en Haití, habló acerca de por qué tantas personas vivían en las laderas de los
cerros donde estaban expuestas a los efectos de un terremoto: “Se establecieron
en las laderas porque ellos o sus padres o abuelos fueron expulsados del campo
donde la mayoría de los haitianos habían vivido, y fueron expulsados debido a
las medidas de hace 30 treinta años cuando los expertos internacionales
decidieron que la salvación económica de Haití se hallaba en las plantas de
montaje. A fin de promover eso, se decidió que Haití tuviera que tener una
fuerza de trabajo cautiva en las ciudades. Así que se implementó un montón de
medidas comerciales, políticas y de ayuda cuyo objetivo era trasladar a la gente
del campo a lugares como Martissant y las laderas, las mismas que hemos visto en
esas fotos [de la devastación]” (Democracy Now!, 14 de enero de
2010).
Los intereses y planes de Estados Unidos para Haití
En la estela de esta enorme tragedia en Haití, los EE.UU. continúa
promoviendo sus planes de mayor dominación y explotación del pueblo haitiano.
Obama puso a George W. Bush y a Bill Clinton a cargo de la ayuda estadounidense
a Haití. Los antecedentes de Bush para esta misión: supervisó los crímenes
contra el pueblo de Nueva Orleáns después del huracán Katrina. Las credenciales
de Clinton: ser el testaferro para un muy cacareado plan para Haití que supone
construir zonas de turismo y maquiladoras donde los haitianos serían pagados 38
centavos la hora.
Si usted realmente desea de hablar acerca de saqueo, y en gran escala, he
aquí lo que Clinton dijo después del terremoto: “Una vez que arreglemos la
crisis inmediata, los planes de desarrollo que el mundo ya estaba fomentando
tienen que ser implementados de forma más rápida y en una escala más amplia. Yo
estoy interesado en continuar promoviendo ello. Haití no está condenado. No nos
olvidemos, que el daño del terremoto está mayormente concentrado en Puerto
Príncipe. Esto ha significado una trágica pérdida de vidas, pero también
significa que hay oportunidades para reconstruir en otras partes de la isla. Por
lo tanto, todos los proyectos de desarrollo, la agricultura, la reforestación,
el turismo y el aeropuerto que tienen que reconstruirse en la parte norte de
Haití, deberían continuar de acuerdo al plan y calendario. Por ende simplemente
nosotros deberíamos redoblar nuestros esfuerzos cuando la emergencia pase, para
que se implemente la clase de construcción apropiada en Puerto Príncipe y se use
para continuar la reconstrucción de forma aún mejor”.
En otras palabras, Clinton ahora ve en la destrucción masiva de Haití una
oportunidad para promover sus planes para levantar maquiladoras y zonas de
turismo rentables.
¡La situación no tiene que ser así!
El terremoto reveló de manera mucho más contundente que al pueblo haitiano le
hace muchísima falta una revolución. Una revolución que expulse a los Estados
Unidos y a los demás países imperialistas, que derroque a las clases dominantes
haitianas ligadas al imperialismo y que le sirven, todos los cuales crearon las
condiciones de empobrecimiento que hicieron que este desastre natural fuera tan
anormalmente devastador. Una revolución que elimine en Haití un sistema que
considera que tal tragedia horrible es una oportunidad para apretar las cadenas
de control y explotación. Una revolución que se propone construir una sociedad
que aspira a un mundo comunista.
El sistema de capitalismo-imperialismo no pondrá y no puede poner la vida de
los seres humanos por encima de la necesidad de conservar su capacidad de
dominar y sacar ganancias. Pero la situación no tiene que ser así.
Como dice el mensaje y llamamiento del Partido Comunista Revolucionario,
Estados Unidos, “La
revolución que necesitamos… La dirección que tenemos”:
“Este sistema es lo que nos ha metido en la situación en que nos
encontramos hoy y que nos mantiene ahí. Y es por medio de la revolución
que se acabe con este sistema que nosotros mismos podríamos dar origen a
un sistema mucho mejor. El objetivo final de esta revolución es el
comunismo: un mundo en que las personas trabajen y luchen juntas por el
bien común... en que todos contribuyan a la sociedad lo que puedan y reciban lo
que necesitan para tener una vida digna de un ser humano... en que ya no haya
divisiones entre las personas en que algunas gobiernan y oprimen a otras,
arrebatándoles no sólo los medios para obtener una vida digna sino también el
conocimiento y un medio para entender bien el mundo y tomar acciones para
cambiarlo” (Revolución #170, 19 de julio de 2009).
Un gran terremoto le presentará una gran lucha y un reto complejo a cualquier
sociedad, incluida una nueva sociedad revolucionaria. Escribiré más artículos al
respecto en Revolución. Pero he aquí unos puntos iniciales sobre la
forma completamente diferente en que una sociedad socialista manejaría tal
suceso en comparación con lo que Estados Unidos está haciendo en Haití:
Sería muy urgente que la dirección movilizara a la gente para lidiar con
todo: de las actividades de rescate y socorro y satisfacer las extremas
necesidades de salud a conservar la cohesión y el funcionamiento de la sociedad.
Se tendría que solucionar el enorme problema de la gran devastación de la
infraestructura, pero no habría la traba de las demandas de las ganancias y el
imperio que hoy impiden la solución de la crisis en Haití. De inmediato, se
movilizarán y se organizarán los recursos de la sociedad, sobre todo los
conocimientos, la creatividad y la valentía de las personas, para hacer todo lo
que se pueda para salvar vidas. Se facilitará y no se saboteará el chorro de
apoyo de las personas de todo el mundo, a la vez que se cuidará contra los
esfuerzos de las potencias imperialistas de sacar provecho de tal desastre con
la finalidad de debilitar y derrocar la nueva sociedad. Los científicos tendrían
un papel en conocer y predecir los terremotos y, juntos con las masas, en hallar
las formas de prepararse para tal desastre. La construcción de edificios se
regirá por la seguridad como norma primordial y no el aumento de la rentabilidad
mediante el uso de materiales chapuceros. En Haití, hemos atestiguado el
monumental heroísmo y espíritu del pueblo, unido, para hacer todo lo que pueda
para ayudarse unos a otros. Una sociedad socialista apreciaría y se apoyaría
plenamente en tales esfuerzos. En una sociedad revolucionaria, decenas de miles
de personas no tendrían que morir sin necesidad tal como está pasando
en Haití hoy.
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