Técnicas de tortura en Guantánamo: ¿“de
inspiración comunista”...o desarrolladas, refinadas y exportadas por Estados
Unidos?
Parte 2: Los raíces estadounidenses del
submarino
Li Onesto
Revolución #139,
10 de agosto de 2008
Un artículo del 2 de julio del New York Times, “China inspiró
interrogatorios en Guantánamo”, dijo que en diciembre de 2002 entrenadores
militares en la bahía de Guantánamo basaron una clase entera de interrogatorio
en una gráfica que mostraba los efectos de “técnicas coercitivas”. Estas
técnicas incluyeron privar de sueño, exponer a condiciones extremas, y colocar
en posición de estrés prolongado. Según el artículo, se copió la gráfica de un
estudio de 1957 de la fuerza aérea sobre las técnicas de los comunistas chinos
usadas en la Guerra de Corea para obtener confesiones de prisioneros yanquis. El
New York Times también alega que esta gráfica es “la evidencia más reciente y
vívida de cómo los métodos de interrogación comunistas que Estados Unidos ha
definido por mucho tiempo como tortura llegaron a ser la base para
interrogatorios del ejército en la bahía de Guantánamo, Cuba y de la Agencia
Central de Inteligencia”.
Pero la verdad es que desde el punto de vista histórico, Estados Unidos
ha sido NÚMERO UNO en cuanto a desarrollar, refinar y exportar las técnicas de
tortura, como el electrochoque y el submarino que los interrogadores yanquis han
estado usando contra presuntos “terroristas”. Sobre las políticas y actividades
concretas de la China maoísta respecto a los prisioneros de guerra yanquis
durante la Guerra de Corea, los hechos son muy distintos a lo que ha propagado y
repetido el gobierno yanqui, los medios tradicionales y las historias
convencionales. A diferencia de la tortura, “lavado de cerebro” y trato
infrahumano, los comunistas chinos centraron su trato a los prisioneros de
guerra en la educación política. Abordaré este tema en la siguiente entrega de
esta serie.
La parte 1 de esta serie (Científicos locos y laboratorios criminales)
sacó a la luz cómo la CIA y el ejército yanqui directamente concibieron,
financiaron y utilizaron los experimentos crueles e inhumanos, usando a
conejillos de indias humanos, para desarrollar técnicas de tortura crueles e
inhumanas, tales como electrochoque, privación sensorial y drogas alucinógenas.
La parte 2 trata cómo, al comienzo del siglo 20—antes de que existiera algún
gobierno comunista— Estados Unidos llevó a cabo como rutina lo que ahora se
llama el submarino, en las Filipinas.
* * * * *
Inducen el pánico y sufrimiento inclinando la cabeza de la víctima hacia
atrás y vertiendo agua en la boca y nariz. La persona no puede respirar ni
expectorar el agua, se hunden los pulmones, y los senos y la tráquea se llenan
de agua. De esta manera, el sujeto está “ahogado desde adentro”. Mantienen el
pecho y los pulmones más altos que la cabeza para que la tos saque el agua hacia
arriba y la meta en los pulmones mientras se evite la asfixia total.
Esta es la descripción del submarino, la técnica de tortura usada por
interrogadores yanquis contra presuntos “terroristas” tras el 11-S, al comienzo
del siglo 21.
Ahora lee esta descripción:
“Tiraron al suelo a un hombre y tres o cuatro hombres se sientan o se
paran encima de sus brazos y piernas y lo sujetan; y le meten el cañón de una
pistola, fusil o carabina o un palo del tamaño de una cabilla, es decir, de una
pulgada de circunferencia, en la boca bruscamente y le jalan para atrás la
mandíbula, y, si es posible, le ponen un tronco de madera o una piedra debajo de
la cabeza o nuca, para poder sujetarlo con firmeza. En el caso de los muy
viejos, he visto caérseles los dientes, es decir cuando lo hacen de manera dura.
Simplemente lo sujetan y de una jarra le vierten agua sobre la cara y por la
garganta y nariz; y eso sigue hasta que el hombre dé alguna señal o se desmaye.
Cuando se desmaye, simplemente lo voltean a un lado, lo que lo permite recobrar
el conocimiento. En casi todo caso, les han dado un trato un poco brusco. Los
han volteado a un lado bruscamente, para que expulsara el agua. Un hombre sufre
tremendamente, de eso no hay duda. El sufrimiento debe ser el de un hombre que
se ahoga, pero no puede ahogarse…”.
Esta cita es del teniente estadounidense Grover Flint de hace 100 años, al
comienzo del siglo 20. Describe la “cura de agua”, una técnica de tortura usada
por soldados yanquis en la Guerra Filipino-Estadounidense que empezó en
1898.
Una guerra estadounidense por imperio
En 1896, tras 300 años del colonialismo español, la Revolución Filipina
estalló contra España, y cuando empezó la Guerra Hispano-Estadounidense en 1898,
se intensificó la lucha armada de guerrillas contra el dominio colonial español.
El poder español se derrumbó en todo el archipiélago. Pero mientras tanto, el
imperialismo yanqui maniobraba para convertirse en los nuevos amos coloniales en
las Filipinas. Se llevaron a cabo negociaciones secretas diplomáticas entre
Estados Unidos y España, y el 13 de agosto de 1898, se montó un simulacro de
batalla para justificar la entrega de las Filipinas a Estados Unidos por España.
Después de unos disparos simbólicos España se rindió, y el 18 de diciembre de
1898 Estados Unidos “se compró” las Filipinas a España por 20 millones de
dólares.
Menos de dos semanas después, tropas yanquis lanzaron un ataque sorpresa
contra las fuerzas revolucionarias filipinas cerca de la capital de Manila y
mataron a por lo menos 3.000 filipinos. Así empezó la Guerra
Filipino-Estadounidense. Las masas del pueblo filipino libraron una lucha
resuelta para resistir al imperialismo estadounidense. Pero Estados Unidos ganó
esta guerra en 1902, tras mandar 126.000 tropas a las Filipinas. Los yanquis
persiguieron y a veces encarcelaron a los filipinos que rehusaron jurar lealtad
a la bandera estadounidense. Torturaron los rebeldes filipinos y suprimieron las
organizaciones de trabajadores y campesinos. Para cada baja yanqui, murieron 50
filipinos. Se calcula que entre 250.000 y un millón de filipinos murieron en la
Guerra Filipino-Estadounidense.
Soldados yanquis y la “cura de agua”
Algunos oficiales yanquis que dirigieron la invasión de las Filipinas habían
tomado parte en la matanza de 1891 de 350 hombres, mujeres y niños amerindios
lakotas en Wounded Knee. Llevaron a cabo la conquista y “pacificación” del
pueblo filipino con el mismo pensamiento y justificación racistas que había sido
una parte tan integral del genocidio de los amerindios. Las fuerzas
estadounidenses calificaron a los filipinos de “niggers”, “bárbaros” y
“salvajes”.
Al comienzo del siglo 20—antes de que existiera algún gobierno
comunista— Estados Unidos llevó a cabo como rutina lo que ahora se llama el
submarino, en las Filipinas. Inducen el pánico y sufrimiento inclinando la
cabeza de la víctima hacia atrás y vertiendo agua en la boca y nariz. La persona
no puede respirar ni expectorar el agua, se hunden los pulmones, y los senos y
la tráquea se llenan de agua. De esta manera, el sujeto está “ahogado desde
adentro”. Mantienen el pecho y los pulmones más altos que la cabeza para que la
tos saque el agua hacia arriba y la meta en los pulmones mientras se evite la
asfixia total. |
El historiador William Lorenz Katz lo explicó así: “De la Casa Blanca y el
alto mando estadounidense a los oficiales de campo y los soldados rasos, el
mensaje fue ‘este pueblo no está civilizado’ y Estados Unidos lanzó una aventura
gloriosa en el extranjero contra ‘salvajes’. Animó a los oficiales y soldados
rasos, y a los medios, a ver el conflicto por el lente de la ‘superioridad
blanca’, tal como vieron sus victorias sobre los amerindios y afroamericanos. La
ocupación filipina ocurrió durante la marea alta estadounidense de segregación,
linchamiento y una ideología triunfante de supremacía blanca.”
¿Cómo pusieron esto en práctica los soldados yanquis?
El general estadounidense Franklin Bell ordenó la destrucción de “seres
humanos, cosechas, reservas de alimentos, animales domésticos, casas y barcos”.
El general Jacob Smith, que luchó en Wounded Knee, definió al enemigo en las
Filipinas como cualquier persona “de diez años o más”, diciéndoles a sus
hombres: “No quiero tener presos. Quiero que maten y quemen, cuanto más maten y
quemen, más me gustará”.
En un discurso en Estados Unidos para generar apoyo para la guerra, el
general Frederick Funston se jactó de que personalmente ahorcó sin juicio a 35
filipinos sospechosos de haber apoyado a las fuerzas rebeldes. El mayor Edwin
Glenn informó que había forzado a un grupo de 47 presos filipinos a arrodillarse
y a “arrepentirse de sus pecados” antes de matarlos a bayonetazos y porrazos. El
general William Shafter declaró en California que tal vez fuera necesario matar
a la mitad de la población filipina a fin de llevar la “justicia perfecta” a la
otra mitad.
Como parte de todo esto, de rutina soldados yanquis aplicaron lo que
llamaban la “cura de agua” a los presos. Se documentó esto en testimonio del
congreso, cartas de soldados, consejos de guerra e informes de periódicos.
Cartas de soldados estadounidenses a sus familias, con los pormenores
horrorosos de la cura de agua, a veces salieron en los periódicos locales. En
una carta que luego se divulgó, un soldado escribió que usó la cura de agua
contra 160 personas y solamente 26 habían sobrevivido.
El sargento Charles S. Riley, uno de los soldados que entraron al pueblo
filipino de Igbaras el 27 de noviembre de 1900, describió lo que pasó. En una
carta a su familia, publicada en el Daily Herald de Northampton, Riley
describió cómo torturaron a Tobeniano Ealdama, el presidente del pueblo, con la
cura de agua.
Riley dijo que ataron a Ealdama y le llenaron de agua por la fuerza. A su
garganta “la sujetaron de manera que no podía evitar que se tragara el agua, así
que tenía que dejar que el agua entrara en su estómago”. Luego, “lo obligaron a
expulsar el agua pisándole la barriga con el pie o con las manos [de un
soldado]”.
Un grupo de cinco o seis soldados yanquis administraron dos rondas de esta
tortura a Ealdama, quien entonces confesó ser capitán en la insurgencia y ayudó
a los soldados yanquis a buscar a las fuerzas rebeldes. Ordenó prender fuego al
pueblo de Ibgaras, de 400-500 casas. Riley explicó que eso “se debió a lo que el
tratamiento hizo que Ealdama revelara sobre la situación”.
Después de denuncias públicas contra este crimen de guerra, el ejército
estadounidense se vio obligado a llevar a cabo un consejo de guerra al capitán
Edwin Glenn, el oficial que había estado al mando de los soldados en Ibgaras.
Durante el juicio, Glenn defendió la “cura de agua”, diciendo que fue “un
ejercicio legítimo de fuerza bajo las leyes de guerra”, que “se justificó por la
necesidad militar”.
A Glenn lo sentenciaron a una suspensión de un mes y una multa de 50
dólares.
*****
Esta es la verdadera historia de cómo Estados Unidos desarrolló y adoptó la
tortura de agua. Esta es la verdadera historia de los orígenes del submarino
usado por los interrogadores estadounidenses en la “guerra contra el terror”.
Estos son los verdaderos orígenes de esta técnica de tortura horrorosa, que ha
recibido una luz verde de la Casa Blanca, la oficina del procurador general, la
Corte Suprema y el Congreso, de Estados Unidos.
Fuentes:
Benevolent Assimilation: The American Conquest of the Philippines,
de Stuart Creighton Miller, 1982
“U.S. Water Boarding, 1899 Style”, de William Loren Katz, 6 noviembre
2007
Secretary Root’s Record: Marked Severities In Philippine Warfare: An
Analysis Of The Law And Facts Bearing On The Actions And Utterances Of President
Roosevelt And Secretary Root, de Moorfield Storey y Julian Codman
“The Water Cure. Debating torture and counterinsurgency—a century ago”, de
Paul Kramer, The New Yorker, 25 febrero 2008
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