“The Mauritanian” captura
perfectamente los horrores de Guantánamo y del programa estadounidense de
tortura
11 de febrero de 2021
Andy Worthington
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 19 de febrero de 2021
La cajita de regalos de la proyección en línea de “The Mauritanian” a la que fui
invitado el pasado viernes 5 de febrero del 2021.
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El viernes pasado tuve el privilegio de ser invitado a
una proyección pre estreno en línea de “The Mauritanian”, una nueva película
acerca del ex prisionero de Guantánamo y víctima de tortura Mohamedou Ould Slahi
(también conocido como Salahi), basada en su libro superventas Guantánamo Diary, que no podría recomendar más.
El actor francés Tahar Rahim brilla como Mohamedou, capturando su mente
hábil y también algo de su gentil carisma, admirablemente apoyado por sus
abogados Nancy Holllander (Jodie Foster) y Teri Duncan (de hecho, es un personaje
representando a dos abogados, Shailene Woodley), con Benedict Cumberbatch como
el teniente coronel Stuart Couch, el fiscal militar de Mohamedou, que renunció
cuando descubrió que había sido torturado y cómo la única evidencia en su
contra consistía en declaraciones que hizo como resultado de ser torturado.
El guión fue escrito por Michael Bronner (como M. B. Traven), trabajado
con el dúo de escritores Rory Haines y Sohrab Noshirvani, el director fue Kevin
Macdonald y todos los involucrados serán elogiados por crear un film que le
hace justicia a la historia de Mohamedou y estoy agradecido con Nancy Hollander
por haber, específicamente, incluido una
foto suya con un póster de “Close Guantánamo” en los créditos finales que
le tomé en abril del 2016 en una junta
parlamentaria para Mohamedou en Londres.
El tráiler está abajo, vía YouTube.
Desde que se publicó Guantánamo Diary en enero del 2015, fue obvio que iba a
ser candidato para una película que expondría el horror de Guantánamo y del
programa de tortura post 11/9. En común con otros prisioneros que han escrito
libros, Mohamedou fue inteligente y articulado, pero también tiene un agudo
sentido del humor y, de manera más notable, una extraordinaria falta de
amargura en relación a cómo fue tratado.
Su historia también tocó elementos claves de la “guerra contra el
terror”: cómo las autoridades estadounidenses secuestraron y torturaron
individuos basados meramente en suposiciones y seguido como resultado de
confesiones sospechosas hechas por otros individuos detenidos y víctimas de
tortura; y cómo, en Guantánamo, la ley estaba muy, sino completamente, lejos de
alcance y la posición determinada de las autoridades fue detener a la gente
indefinidamente sin cargos ni juicio.
En el caso de Mohamedou, se convirtió en sospechoso porque, de joven, en
los 90, viajó a Afganistán y juró alianza con al-Qaeda y porque su primo Mafouz
Ould al-Walid (aka Abu Hafs al-Mauritani) había sido consejero espiritual de
al-Qaeda y le llamó por teléfono a Mohamedou desde un teléfono satelital que
rastreado a Osama bin Laden. Además, mientras vivía en Alemania, en una
ocasión, conoció algunos de los secuestradores del 11/9 y, mientras vivía en
Canadá, fue a la mezquita que también frecuentaba Ahmed Ressam, arrestado
posteriormente y encarcelado por estar supuestamente involucrado en ‘Millennium
Plot’ el para bombardear el aeropuerto internacional de Los Ángeles.
El sospechar, sin embargo, no es lo mismo que tener pruebas, aunque
desgraciadamente, en la “guerra contra el terror” el hecho de que Mohamedou se
haya negado a confesar sus crímenes inventados, llevó a las autoridades a
someterlo a un espantoso programa de tortura, específicamente aprobado por el
secretario de la defensa Donald Rumsfeld de mayo a agosto del 2003, cuando fue
víctima de aislamiento prologando y privación de sueño, el uso extremo de
temperaturas, violencia física y humillación sexual.
El final de este periodo, las autoridades le dijeron que su madre sería llevada a
Guantánamo, en donde sería abusada sexualmente y también le cubrieron los ojos,
lo llevaron al mar en un barco y le hicieron una ejecución falsa.
Eventualmente, roto por la tortura, Mohamedou firmó una confesión falsa, se
convirtió en informante y fue recompensado con estar con otro informante en un
espacio separado del resto de la población de la prisión, en donde les
permitían tener un jardín pequeño en donde, irónicamente, le permitieron
escribir sus experiencias, que eventualmente, después de años de discusión con
las autoridades, se convirtieron en Guantánamo Diary.
Y, sin embargo, como fue explicado al editor de Slahi Larry Siems en una
entrevista en el 2013, por el coronel Morris Davis, ex fiscal en jefe del
sistema de comisiones militares (que también renunció en protesta por la
tortura), el supuesto caso contra Slahi nunca fue respaldad por algo que
pareciera evidencia. “Me recuerda a Forrest Gump”, dijo Davis, “en el sentido
en el que hubo muchos eventos notorios en la historia de al-Qaeda y de
terrorismo y ahí estaba Slahi de alguna manera escondido en el fondo. Estuvo en
Alemania, Canadá, distintos lugares que parecían sospechosos y eso causó que
ellos creyeran que era un pez gordo, pero luego, cuando realizaron el esfuerzo
de investigar, no fue lo que descubrieron”.
En marzo del 2010, en el Tribunal de Distrito en
Washington D.C, el juez James Robertson tampoco estaba convencido de los
alegatos del gobierno y le otorgó la petición de habeas corpus a Mohamedou y
dando su opinión, “las asociaciones solas no son suficiente…para una detención ilegal”.
Como expliqué en su momento:
Aunque lo aceptó, como admitió el mismo Salahi, que “había viajado a
Afganistán a principios de 1990 para la yihad en contra de los comunistas y que
juró lealtad a al-Qaeda”, también, en esencia, aceptó la aserción de Salahi que
“su asociación con al-Qaeda terminó en 1992 y que, aunque se mantuvo en
contacto con miembros que conoció, no hizo nada para ellos después de eso”.
Esto fue en marcado contraste con el alegato del gobierno de que “estaba tan
conectado a al-Qaeda por una década comenzando en 1990 que debe de haber sido
‘parte de’ al-Qaeda al momento de su captura”.
Como también expliqué, el fallo contenía concesiones importantes por parte del gobierno:
La primera es que, a pesar de que Salahi fue originalmente incautado en
conexión con el frustrado “Millenium Plot” de Ahmed Ressam, el gobierno ahora
“no alega que Salahi participó en la conspiración”. Segunda, todavía más
extraordinaria, dado que Salahi había sido vendido al público por años, es que
el gobierno ahora “reconoce que probablemente ni siquiera sabía de los ataques
del 11/9”.
A pesar de la victoria de Mohamedou, sin embargo, el
gobierno de Obama apeló y su exitosa habeas corpus fue revocada
en noviembre del 2010 y fue enviada de vuelta al tribunal bajo para
reconsiderarse, aunque eso jamás sucedió.
En lugar de eso, tuvo que esperar hasta el 2016 para que le dieran
la oportunidad de persuadir al panel de oficiales de inteligencia militar
del Juntas de revisión periódica, un tipo de proceso de
libertad condicional establecido por el presidente Obama, que no representaba
una amenaza para los Estados Unidos y que era seguro dejarlo ir. En octubre del
2016, casi 14 años después de ser secuestrado, después de entregarse de manera
voluntaria a las autoridades mauritanas, Mohamedou fue liberado
en Mauritania, como hombre libre, aunque desde entonces ha luchador por tener
su pasaporte y viajar al extranjero sigue siendo un problema.
“The Mauritanian” tiene un estreno limitado mañana en
los Estados Unidos y después será en línea. De verdad espero que puedas verlo,
porque, para reiterar, brilla una luz sobre evasión vergonzosa de Estados
Unidos post 11/9 de la justicia y, crucialmente, de las maneras en las que
secuestrar y torturar se basaron en nada más que sospechas o rumores o
declaraciones realizadas por otros individuos torturados (que eran, obviamente,
inherentemente poco fiables); y cómo, en Guantánamo en particular, este punto
de vista sin evidencia continua involucrando el encarcelamiento sin cargos ni
juicio para la mayoría de los 40 hombres
todavía detenidos ahí, yo puedo solo esperar que “The Mauritanian” pueda
contribuir al cierre de la prisión.
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