Recordando a Ibrahim Idris (edad de
60 años), el único prisionero en Guantánamo en ser liberado debido a una
enfermedad.
23 de febrero de 2021
Andy Worthington
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 5 de marzo de 2021
Una
imagen acerca de la muerte del ex prisionero de Guantánamo Ibrahim Idris,
creada por DOAM (Documenting Oppression Against Muslims).
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Recibimos tristes noticias de Sudán. Carol Rosenberg,
del New York Times, reportó la muerte, a
los sesenta años, del ex prisionero Ibrahim Idris.
Idris fue
repatriado de Guantánamo en diciembre del 2013, casi 12 años después de su
llegada a la prisión, en el primer grupo de veinte prisioneros que llegó en un
avión desde Afganistán en enero del 2002. Para asegurar su liberación, su
abogada Jennifer Cowan exitosamente argumentó
en el tribunal que él estaba tan enfermo mentalmente y tan obeso que no
podía ser considerado una amenaza y que la AUMF (autorización para el uso de
fuerza militar), la ley justificando el encarcelamiento en Guantánamo, solo
permitía que el gobierno detuviera a un prisionero “con el fin de prevenir que
regresara al campo de batalla”.
Mientras Cowan describía la situación de Idris en su presentación
al juez principal Royce Lambert en Washington D.C, “La larga, duradera y severa
enfermedad mental del demandante hace virtualmente imposible que participe en
hostilidades en donde debe ser liberado y tanto la ley doméstica como
internacional explícitamente establece que si un detenido está tan enfermo que
no puede regresar al campo de batalla, debe ser repatriado. Cuando se
interpreta en relación a la ley doméstica y los principios de la ley
internacional, la AUMF (Authorization for the Use of Military Force por sus
siglas en inglés) no permite la continua detención del Sr. Idris”.
En respuesta, por primera vez en la historia legal
abusiva de Guantánamo, el Departamento de Justicia, que normalmente desafía
cada esfuerzo por parte de los abogados de los prisioneros para asegurar su
liberación, se
retractó, negándose a rebatir la petición de habeas corpus de Idris y
oficialmente retirando su confianza en el hecho que básicamente había reanudado
las fantasías implausibles acerca de él que fueron contenidas en su expediente militar clasificado.
Estas fueron buenas noticias para Idris, ya que el juez Lamberth inmediatamente ordenó su liberación y fue enviado a casa dos
meses después, pero deberían de haberlo puesto en libertad al llegar a
Guantánamo y, sin embargo, en el 2009, en un análisis del caso, un psiquiatra
del ejército explicó que fue “diagnosticado con una enfermedad mental a semanas
de haber llegado a Guantánamo” y a pesar de esto, ningún esfuerzo se tomó para
abordar sus problemas. En lugar de eso, como fue revelado en el expediente
militar clasificado en el 2008 publicado por WikiLeaks, los interrogadores decidieron
que él “se resistía a cooperar con los interrogadores y seguía estando sin ser
explotado” y había “entrenado a otros detenidos para utilizar técnicas de
resistencia bajo custodia estadounidense”.
Y, sin embargo, en julio del 2013, cuando Jennifer Cowan estaba buscando asegurar su liberación a través de una orden judicial,
Carol Rosenberg, entonces del Miami Herald, reportó lejos de entrenar a otros, “sus compañeros no
querían estar cerca de él” porque “se comporta de manera bizarra, usa la ropa
interior en la cabeza, se susurra a sí mismo, está delirante”.
Aunque la verdad acerca de Idris, como también lo
explica Rosenberg, fue que era “un hombre sudanés obeso, diabético,
esquizofrénico que había vivido la mayor parte del tiempo en Guantánamo en el
ala de psiquiatría” y desde su llegada el 11 de enero del 2002 las autoridades
con esfuerzos delirantes y obsesivos para establecer la culpabilidad de hombres
inocentes significaba interrogado por años, estaba convencido de que había
estado presente en la Batalla de Tora Bora en Afganistán, la confrontación
entre los estadounidenses, al-Qaeda y los talibanes en diciembre del 2001, que
fue guardaespaldas de Osama bin Laden y también que, como explicó su expediente
clasificado, fue un “agente de confianza de UBL (Osama bin Laden) quien lo
contrató como un mensajero internacional en el campo de entrenamiento de
al-Qaeda en Faruq y sirvió tanto como combatiente como doctor como miembro de
la brigada árabe 55ava de UBL”.
La muerte de Ibrahim Idris
Como explicó Carol Rosenberg, la causa exacta de la
muerte de Idris no fue inmediatamente conocida, pero él “había estado estrictamente
en encierro en el hogar de su madre en su país nativo, Sudán”, según otro ex
prisionero sudanés, el periodista de Al-Jazeera Sami al-Haj, que “asegura que el Sr. Idris fue torturado en
Guantánamo”. Mientras tanto, Christopher Curran, un abogado que representa
intereses sudaneses en Washington D.C atribuyó la muerte de Idris a
“complicaciones médicas de Guantánamo”.
Rosenberg explicó que “Los registros médicos militares
muestran que el Sr. Idris pasó largos períodos en la unidad de comportamiento
de la prisión en donde el psiquiatra militar concluyó que tenía esquizofrenia”
y que “también desarrolló diabetes y presión alta en la prisión”. Ian C. Moss,
ex diplomático del Departamento de Estado que arregló la transferencia del Sr.
Idris, le dijo a Rosenberg “Dado lo enfermo que estaba, estaba claro que en asa
con su familia, es en donde recibiría el mejor cuidado”. Como explicó ella, “Al
momento, Sudán estaba todavía en la lista de Estados Patrocinados por el
Terrorismo”, que debió de haber evitado su liberación, pero por restricciones
impuestas por el congreso, pero “porque un tribunal
federal había ordenado su libertad, podia ser regresado”.
Como explica Rosenberg, “A principios de este año, el Sr. al-Haj, que
trabaja para la cadena de noticieros de Al Jazeera, describió al Sr. Idris
como un hombre deteriorándose tanto mentalmente como físicamente en Sudán”.
Al-Haj le dijo que “nunca se casó, nunca encontró trabajo y fue cuidado por su
madre hasta su reciente muerte”.
También explica que “Ibrahim perdió su mente gracias a
la severa tortura en Gitmo. Los oficiales, soldados y guardias creían que les
daría información valiosa bajo tortura. A su regreso, el gobierno sudanés
destinó una pensión para él”.
Respondiendo a la muerte de su cliente, Jennifer Cowan
dijo que Idris “jamás debería de haber estado detenido en Guantánamo más de 11
años”. Añadió que “Estoy feliz de que haya pasado los últimos siete años de su
vida libre y con su familia. Pero eso no borra el maltrato anterior por parte
de los Estados Unidos”.
Mientras reflexionamos acerca de la muerte de Ibrahim
Idris, espero que la gente también piense acerca de los otros hombres detenidos
a través de los años en Guantánamo, incluyendo los que todavía están ahí, que
tuvieron o tienen problemas psicológicos o físicos que las autoridades
estadounidenses jamás han querido reconocer. Hombres como Adnan Farhan Abdul Latif, con graves problemas mentales que
murió en prisión, supuestamente suicidándose, en el 2012, a pesar de que había
sido repetidamente aprobado para ser liberado, o Abdul Razzaq Hekmati, un héroe de la resistencia anti
talibana, encarcelado por error (aunque las autoridades estadounidenses jamás
lo han reconocido) quien murió de cáncer en el 2007; o Mohammed al-Qahtani víctima del horrendo programa de tortura,
a pesar de un historial de problemas mentales graves que conocían las
autoridades estadounidenses o el prisionero más viejo de Guantánamo Saifullah Paracha, en contra de quien Estados Unidos parece no
tener un caso, que es universalmente admirado por prisioneros y staff por igual
y que ha tenido tres infartos al corazón.
De los 40 hombres
detenidos en Guantánamo otros también han tenido problemas psicológicos y
físicos después de 15 a 20 años en custodia estadounidense, a veces con tortura
involucrada u otras condiciones abusivas y es momento de que el gobierno de
Biden afronte finalmente esto liberándolos o condenándolos y enjuiciándolos en
un sistema legal funcional.
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