El problema de los “prisioneros siempre”
en curso, de los Estados Unidos en Guantánamo
18.5.22
Andy Worthington
Traducido por El Mundo no Puede Esperar 8 de junio de 2022
Los cinco de los “prisioneros siempre” todavía detenidos en Guantánamo
sin cargos ni juicio: Muhammad Rahim, Abu Zubaydah, Khaled Qassim, Ismael
Bakush and Mustafa al-Usaybi (aka Abu Faraj al-Libi).
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Han pasado ya más de 20 años desde que, en repuesta a
los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, el gobierno de Bush
declarara que tenía el derecho de detener indefinidamente, sin cargos ni
juicio, a aquellos secuestrados en la “guerra contra el terror” que fue lanzada
después de los ataques.
Como resultado de los Estados Unidos dándole la espalda
a leyes y tratados designados para asegurar que las personas puedan solamente
ser encarceladas con cargos y puestos en juicio o detenidos hasta el fin de las
hostilidades como prisioneros de guerra, los hombres detenidos en Guantánamo
han luchado para desafiar las bases de su encarcelamiento.
Por un periodo breve de tiempo, del 2008 al 2010, la
ley sí contó en Guantánamo, después de que la Suprema Corte decidiera que los
prisioneros tenían derechos de habeas corpus constitucionalmente garantizados y
32
hombres fueron liberados porque jueces fallaron que el gobierno había
fracasado en establecer — incluso con una barra evidenciaría extremadamente
baja — que tenían alguna conexión significativa o con al-Qaeda o con los
talibanes. Sin embargo, este breve triunfo para la ley terminó cuando los
jueces de apelaciones, políticamente motivados, pasaron un número de fallos que
hicieron posible que las peticiones de habeas corpus fueran inaccesibles.
Irónicamente, los únicos otros prisioneros liberados
porque la ley aplicó en sus casos fueron pocos acusados en las comisiones
militares, el sistema de juicio que fue sacado de los libros de historia por el
gobierno de Bush. Entre 2007 y 2014, ocho
hombres fueron condenados, la mayoría a través de acuerdos de culpabilidad,
con todos menos dos hombres subsecuentemente liberados, llevando a una
situación en la que era más fácil ser liberado de Guantánamo siendo considerado
como “significativo” que siendo un prisionero de “bajo nivel”
Para la mayoría de los 732 hombres que habían sido
liberados de Guantánamo desde la apertura de la prisión en enero del 2002, la
ley no ha sido una influencia en su liberación. Después de haber establecido
caóticamente la prisión de Guantánamo en primer lugar, George W. Bush liberó a
532 antes de dejar la presidencia, muchos como resultado de prisión política
por parte de sus países de origen, mientras que otros fueron liberados como
resultado de un proceso administrativo de revisión introducido en 2004.
Bajo Obama, la tendencia hacia revisiones administrativas continuó. Habiendo heredado 240 prisioneros de Bush, Obama
instaló un proceso de revisión gubernamental de alto nivel, conocido como el Equipo de Trabajo para Revisión de Guantánamo, cuyos miembros
se reunían una vez a la semana durante el 2009 para decidir a quiénes
recomendaban para ser liberados, para juicio o, en algunos casos, para continuar
encarcelado sin cargos ni juicio en base a que los hombres en cuestión eran
“demasiado peligrosos para ser liberados”, pero no existía evidencia suficiente
para ponerlos en juicio. Ciento cincuenta y seis hombres fueron recomendados
para ser liberados y lo fueron, todos menos tres, eventualmente.
El resto, sin embargo, fueron o consignados a las
comisiones militares, lo cual se convirtió en una imitación rota en incremento
de un sistema judicial functional, o fueros reasignados a otro proceso de
revisión, las Juntas
de Revisión Periódicas (PRBs por sus siglas en inglés). Es un sistema tipo
libertad provisional, en el que, si los hombres en cuestión eran capaces de
demostrar arrepentimiento y planes coherentes para una vida pacífica después de
Guantánamo, eran aprobados para ser liberados.
Sesenta y cuatro hombres tuvieron sus casos revisados
en las PRBs bajo Obama y 38 fueron
aprobados para ser liberados. Todos menos dos de estos hombres fueron
transferidos fuera de la prisión antes de que Obama dejara el poder y los otros
dos han sido finalmente liberados por Biden, quien, después de cuatro años de
vergonzosa inercia con Donald Trump, heredó 40 prisioneros cuando tomó el poder
en enero del 2021 — 12 acusados o condenados en comisiones militares, tres
aprobados para liberación por el Equipo de Trabajo para Revisión de Guantánamo, tres aprobados por las PRBs y otros 22 —
adecuadamente descritos como “prisioneros siempre” por los medios convencionales
— cuyo encarcelamiento continuo sin cargos ni juicio había sido recomendado por
las Juntas.
A su favor, el presidente Biden ha reconocido — ayudado por la crítica internacional acerca de Guantánamo y el criticismo de 99
de sus propios senadores
y representantes —
que detener a los hombres indefinidamente sin cargos ni juicios es
fundamentalmente inaceptable y, como resultado, el proceso reavivado de las PRB
ha aprobado la liberación de 17 hombres desde que tomó el poder — aunque sólo
uno, hasta el día de hoy, ha sido liberado.
Esto deja sólo a cinco “prisioneros siempre” en
Guantánamo, pero cinco son demasiados. Si Biden es serio acerca de terminar con
esto y de tramo imperdonablemente largo de la ley que comenzó cuando abrió
Guantánamo, deteniendo indefinidamente hombres sin cargos ni juicio, tal cual
lo había hecho una dictadura.
Los cinco “prisioneros siempre” son Khaled Qassim
(conocido como Khalid Qasim), yemení, Abu Zubaydah, para quien se hizo el
deplorable programa de tortura de la CIA post 11/9, Ismael Ali Faraj Ali
Bakush, libio; Mustafa Faraj al-Usaybi (conocido como Abu Faraj al-Libi), otro
libio que fue detenido y torturado en “sitios negros” de la CIA y Muhammad
Rahim, un afgano, el último detenido en llegar a Guantánamo en marzo del 2008,
después de haber estado en “sitios negros”. De los cinco, Zubaydah, al-Usaybi y
Rahim, mantenidos separados de la población general de la prisión, a la cual
pertenecen Qassim y Bakush.
El problema para Biden es qué hacer con estos hombres
si las PRB continúan a rechazar el recomendar su liberación, como ha pasado con
dos de ellos en los últimos cinco meses. A finales de diciembre, una PRB aprobó
el continuo encarcelamiento de Khaled Qassim, quien nunca fue nada más que
un combatiente de bajo nivel para los talibanes, porque no era suficientemente
obediente y en abril 19 también
se confirmo el encarcelamiento de Muhammad Rahim.
El caso de Muhammad Rahim
La Junta “consideró que Rahim era un miembro de
confianza de al-Qaeda que trabajó directamente con miembros senior, incluyendo Usama bin Ladin, como traductor, mensajero,
facilitador y operativo”. También afirman que “tuvo conocimiento anticipado de
varios ataques de al-Qaeda, incluyendo el 11/9 y progresó a financiar, planear
y participar en ataques en Afganistán en contra de objetivos estadounidenses y
de la coalición”.
Moviéndose en esta percibida mentalidad, la Junta “consideró que sus extensivas y consistentes conexiones extremistas son que
proveen el camino para volver a participar y su continuo comportamiento
desobediente y expresiones anti estadounidenses en detención”. También
declararon que su “poca voluntad para discutir actividades previas a su
detención y creencias evitaron que la Junta pudiera valorar si ha tenido algún
cambio de mentalidad o nivel de amenaza”.
En contraste con esto mencionado, aquellos que representan a Rahim pintan una imagen muy diferente. Aunque la presentación de sus abogados
en su PRB más reciente no fue hecha pública, su representante personal (un
oficial militar asignado para representarlo) destacó
que “había sido consistente en ir a sus reuniones” y que tiene miembros de su
familia que “están esperando para darle el apoyo y asistirlo en regresar a una
vida familiar pacífica”, así como “que tiene el apoyo de los líderes y personas
mayores” en la provincia de donde viene.
El representante personal también insinuó que Rahim pudo haber tenido razones para
no querer discutir su pasado, declarando que él y su abogado “tenían un acuerdo
de sólo contestaría preguntas para el futuro y que educadamente se reusaría a
contestar preguntas en relación a actividades previas a su captura” y que es
posible, por lo tanto, que la renuencia de Rahim pueda relacionarse con consideraciones
en relación a su seguridad y no algo más maligno.
Por otra parte, aspectos previamente reportados de la
historia de Rahim sugieren una persona muy distinta al yihadista duro que
personificaron en la PRB. En el 2017, el mayor James Valentine, abogado
defensor militar asignado a su caso en caso en el que jamás fuera acusado en
las comisiones militares, presentó
una petición en su nombre ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos en la que declaraba que “Los Estados Unidos jamás han publicado
evidencia creíble de que Mohammad Rahim fuera un combatiente, un terrorista o
miembro importante de al-Qaeda o de los talibanes. Al parecer, era sólo un
afgano local cuyo pueblo ancestral estaba localizado cerca de las áreas
montañosas de la provincia de Nangarhar en donde al-Qaeda estaba operando antes
de diciembre del 2001. La peor acusación en contra de Mohammad Rahim es que fue
un traductor Pashto, un ‘facilitador’ y guía para los árabes pertenecientes a
al-Qaeda. Toda esta evidencia en su contra es altamente secreta,
contradictoria, carente de credibilidad e inherentemente poco confiable ya que
fue sustraída por coerción durante interrogaciones de detenidos. Se desconoce
cuánto fue derivada de tortura”.
El mayor Valentine añadió que Rahim “jamás perteneció ni a al-Qaeda ni a los talibanes” y fue, en lugar de eso, “políticamente leal a
Hezb-I-Islami”, cuyo líder Gulbuddin Hekmaytar, recientemente firmó acuerdos de
paz con el gobierno de Afganistán” y “acordó participar en la gobernación
pacífica de la nación”. Esto es todo verdad y, de hecho, antes de que los
talibanes retomaran el poder en Afganistán, después de la retirada
estadounidense en el 2021, ex detenidos en Guantánamo conectados con la
organización de Hekmatyar habían sido repatriados
a los Emiratos Árabes Unidos, a donde habían sido enviados cuando fueron
liberados de Guantánamo después de sus PRB.
Mientras que la membresía a la organización de Hekmatyar
no debería ser razón alguna para continuo encarcelamiento en Guantánamo, Rahim
también demostró un interés no yihadista distintivo en la cultura popular en la prisión.
Como expliqué cuando su PRB apoyó
su continuo encarcelamiento en el 2016, en el 2012, su abogado en ese
momento, Carlos Warner, un defensor público federal para el Distrito Norte de
Ohio, publicó cartas que mostraban un lado diferente de su cliente que el
asociado con bin Laden descrito por las autoridades estadounidenses. En una
carta, Rahim escribió “Me gusta la nueva canción de Gangnam Style. Quiero hacer
el baile, pero no puedo por mis cadenas”.
Warner describió el comentario de Rahim y otros como muestra de que “es diferente y es inteligente” y que él “tiene un increíble
buen sentido del humor” y que, al momento de su PRB en 2016, explicó al Miami Herald que
la Junta “no entendió el panorama general” porque a él — Warner — “no le
permitieron participar en la audiencia de su cliente” por motivos que no fueron explicados.
Como también explicó Warner, sin embargo, Rahim “no tenía conocimiento del 11/9 antes de que pasara” y está, en lugar de eso,
“siendo detenido porque estaba en un sitio obscuro, no por lo que haya hecho.
Si hizo esas cosas, ¿por qué no lo acusan?”. Como
declaré en su momento estos son “todos comentarios válidos y preguntas con
las que coincido”. Si el llamado de alegatos del gobierno estadounidense es
remotamente verificable, seguramente Rahim debería haber sido puesto ante un
juicio de comisión militar y el hecho es que no haya sido así, indica que, como
es muy común en Guantánamo, rumores y suposiciones con aparentemente
considerados un sustituto adecuado para lo que sea pueda parecer verdad.
Los “prisioneros siempre” que quedan
Mientras que Khaled Qassim tiene otra oportunidad para impresionar a la PRB (17 de mayo), Muhammad Rahim tendrá que esperar años para
tener otra oportunidad de buscar su l iberación, una situación que no sólo es
inaceptable en términos de legitimidad, sino que también ignora los miedos
acerca de su salud, con Al-Jazeera reportando en diciembre del 2020 que los
exámenes médicos habían “descubierto varios ‘nódulos’ en su pulmón, hígado,
riñón y costilla, levantando preocupaciones de cáncer” y que, aunque las
autoridades estuvieron de acuerdo con que se realizara una resonancia
magnética, esa oferta fue retirada posteriormente.
Para los “prisioneros siempre” que quedan, Ismael Bakush está esperando una decisión
después de su revisión el 22 de marzo, mientras que Mustafa al-Usaybi tiene
revisión programada para el 23 de junio. Abu Zubaydah, tuvo su más reciente
revisión el 15 de julio del año pasado, pero no se ha tomado ninguna decisión.
Bakush está acusado de
ser un miembro del Libyan Islamic Fighting Group, contrario al coronel Gaddafi
y de ser un “experto en explosivos que entrenó miembros de al- Qa’ida y
probablemente dio apoyo clave para figuras del grupo”, aunque fuentes no
identificadas responsables de estos alegados también destacaron que “ha negado
consistentemente su asociación con al- Qa’ida y con ser experto en explosivos”.
La Junta, sin embargo, ha estimado que “jugó un rol mucho más grande en
operaciones de al- Qa’ida de lo que admite”.
En el 2016, cuando una PRB sostuvo su encarcelamiento continuo, la
Junta mencionó que su “falta de sinceridad y sus respuestas evasivas,
implausibles y frecuentemente absurdas a preguntas en relación a su pasado,
actividades y creencias” que no auguran nada bueno para su audiencia reciente y
sus situación también parecen complicarse por el hecho de que se ha
desilusionado con la situación en Guantánamo por tantos años que ya no ve a su
abogado desde el 2013.
Mientras tanto, Al-Usaybi, quien, para su última revisión en el 2019, fue descrito
como alguien que había “viajado a Afganistán para pelear siendo un joven, se
unió a al-Qa’ida y subió en la jerarquía del grupo para convertirse en director
general y consejero de confianza y conducto de comunicaciones para Usama Bin
Ladin y su adjunto amir Ayman al-Zawahiri”, se ha negado persistentemente en
participar en el proceso de PRB, no solo boicoteándolo durante los años de
Trump (cuando la mayoría de los prisioneros hizo lo mismo, habiendo concluido
correctamente que, bajo Trump, las PRB se habían convertido en un engaño), pero
también haciéndolo en el 2016. Como resultado de esto, se sabe muy poco de él,
pero si hubiera un caso en su contra, las autoridades estadounidenses deberían
presentar cargos en comisiones militares.
Y, finalmente, por supuesto, está Abu Zubaydah, cuyo caso es, tal vez, el más impactantemente brutal y contra producente de toda la
“guerra contra el terror”. Secuestrado en una redada a una casa en Paquistán en
marzo del 2022, Zubaydah, cuyo verdadero nombre es Zayn al-Abidin Muhammad
Husayn, fue sujeto a brutal tortura en “sitios obscuros” de la CIA, como se
describió en detalles sin precedentes en “The Forever Prisoner,” el libro de Cathy Scott-Clark y
Adrian Levy recientemente publicado.
Abu Zubaydahf fue erróneamente pensado como el número tres de al-Qaeda, cuando en realidad fue facilitador para un campo de
entrenamiento que específicamente no estaba aliado al grupo, pero su
tortura fue tan extrema que la CIA buscó garantías de que, si no moría como
resultado de la tortura a la que fue sujeto, “permanecería en aislamiento e
incomunicado por el resto de su vida”.
Eso no ha sucedido del todo, ya que Abu Zubaydah es representado por un número de abogados que han tenido permiso de visitarlo en
estos años, pero ninguno puede discutir su caso libremente y Zubaydah permanece
aislado, como quería la CIA y sin voz. De manera notable, sin embargo, el caso
en su contra se ha colapsado de manera estable al pasar de los años, ya que las
autoridades estadounidenses han concedido que no era un miembro de al-Qaeda y
que no tenía conocimiento de los ataques del 11/9.
Para su revisión el verano pasado, las autoridades se concentraron, en
lugar de eso, en su rol como facilitador del campo Khaldan, que era
independiente de al-Qaeda, haciendo referencia a que éste a través de la
afirmación de que “probablemente fue uno de los facilitadores más confiados de
Usama bin Ladin desde mediados de los años 90, aunque dijo que jamás juró bay’ah
[tipo de lealtad] a él porque su principal objetivo era atacar Estados Unidos y
Zubaydah quería atacar Israel por su trato contra los palestinos.
Para su revisión, Mark Denbeaux, uno de sus abogados, presentó una
declaración en la que concluyó, de manera precisa, que “la verdad necesita
que Abu Zubaydah sea puesto en libertad” pero que está por verse, por supuesto,
si las autoridades estadounidenses pueden admitir el alcance de su depravación
extendida en su caso y pueden restaurar algo de semblanza de vida para él —
aunque, si lo hacen, necesitarían hacerlo con absoluta franqueza, porque, para
que Abu Zubaydah salga de Guantánamo, algún país tercero debe estar preparado
para recibirlo. Aunque nación y creció en Arabia Saudita, sus padres eran
palestinos y, por lo tanto, no les dieron ciudadanía saudí y, como cualquiera
que ha estudiado la historia de Guantánamo sabe, ningún palestino detenido en
Guantánamo ha sido repatriado, porque el gobierno israelí es un custodio de
entrada y jamás han contemplado el aceptar el regreso de un palestino desde Guantánamo.
No sé en dónde va a terminar Abu Zubaydah, pero sé que es intolerable que él — y otros “prisioneros siempre” detenidos en Guantánamo —
continúen a estar indefinidamente detenidos sin cargos ni juicio. Todos ellos
deben ser eventualmente liberados, a menos que, como siempre ha sido una
opción, las autoridades estadounidenses concluyan que, a pesar de años de
fracasar en hacerlo, puedan armar un caso creíble en su contra y ponerlos en juicio.
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