Mohammed Al-Qahtani, víctima de tortura, finalmente fue liberado de Guantánamo y enviado
a un hospital de salud mental en Arabia Saudita, pero quedan 19 aprobados para
liberación
Mohammed al-Qahtani, en una foto tomada en Guantánamo.
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Andy Worthington, 8 de marzo, 2022
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 10 de marzo de 2022
Ayer (marzo 7), Mohammed al-Qahtani, un prisionero
saudí en Guantánamo, que fue vergonzosamente torturado en la prisión en 2002 y
2004 a pesar de sufrir esquizofrenia, en relación a un accidente
automovilístico cuando era niño, fue puesto en libertad y enviado de vuelta a
Arabia Saudita para recibir cuidados de salud mental apropiados en un hospital
de rehabilitación. Su liberación deja en 38 el número de hombres detenidos en
la prisión.
Al-Qahtani fue torturado, varios meses en el primer
año de operación de Guantánamo, porque había emergido que intentó entrar a los
Estados Unidos en agosto del 2001 para ser el veinteavo secuestrador en los
ataques del 11/9, pero había sido rechazado por las autoridades, supuestamente
porque fue incapaz de disfrazar sus ya existentes problemas de salud mental.
Viajo entonces a Afganistán en donde fue secuestrado y enviado a Guantánamo.
En Guantánamo, personal estadounidense había sido
persistentemente incapaz de lidiar con sus profundos problemas de salud mental
exacerbados por su tortura y aun así no fue sino hasta marzo
del 2020 que alguien en una posición de autoridad reconoció el caso válido
que pudiera hacer que fuera enviado de vuelta a Arabia Saudita porque las
autoridades en Guantánamo no fueron capaces de enfrentar su enfermedad.
Sus abogados han argumentado en tribunal que su estado
de salud mental era tan severo que debería haber sido considerado candidato
para una “comisión médica mixta” que, como describe Carol Rosenberg para el New York Times, estaría “conformada por un oficial médico de
la armada estadounidense y dos doctores de un país neutral escogidos por el
Comité Internacional de la Cruz Roja y aprobados por Estados Unidos y Arabia
Saudita”. Los abogados declararon que la Regulación del Ejército 190-8, basada
en el Artículo 110 de la Tercera Convención de Ginebra, debería aplicar en el
caso de al-Qahtani.
En su
fallo, la jueza de distrito Rosemary Collyer — extrayendo del testimonio de
la Dra. Emily Keram, una psiquiatra estadounidense que había examinado a
al-Qahtani en Guantánamo y había revisado sus registros médicos de Arabia
Saudita — estuvo de acuerdo, destacando que “el Artículo 110 de la Tercera
Convención de Ginebra obliga a los signatarios a regresar a un prisionero de
guerra a su país de origen si es ‘(1) herido de manera incurable y enfermo al
grado en el que su estado mental o físico han sido gravemente reducidos; (2)
herido y enfermo…probablemente sin posibilidad de recuperación en un año y (3)
recuperado de estar herido o enfermo…pero su saludo mental y física parece
haber quedado grave o permanentemente reducida’”.
Por supuesto, Donald Trump, se rehusó a contemplar el
permitir doctores extranjeros en Guantánamo y en lugar de eso designó a un
doctor de la marina para valorar su condición. Sin embargo, ese doctor, Corry
Kucik, estuvo de acuerdo con la evaluación de la Dra. Keram en que, como
describió Rosenberg, al-Qahtani “sufrió de esquizofrenia y desorden de estrés
post traumático y no podría recibir cuidado adecuado en la prisión militar
estadounidense” y “advirtió que estaba demasiado deteriorado para representar
una futura amenaza — particularmente si era enviado a hospitalizarse” y las
conclusiones del doctor fueron fundamentales en la Junta de Revisión
Periódica (PRB por sus siglas en inglés) — un sistema tipo libertad
condicional establecido por Obama — aprobando su repatriación en junio del año
pasado aunque la decisión no se hizo pública hasta el 4 de febrero de este año,
para permitir que las negociaciones con las autoridades saudís procedieran sin interrupción.
Esa interrupción, por su puesto, vendría de los
apologistas republicanos fanáticos de Guantánamo y, de hecho, el anuncio de la
decisión recientemente impulsó a tres senadores republicanos Marco Rubio, James
Risch y James Inhofe, a escribirle al presidente Biden
pidiéndole que revocara la decisión de liberar a al-Qahtani, ignorando la
opinión del doctor de la marina y describiendo al prisionero como un
“terrorista” y un “devoto yihadista que dedicó su vida a asesinar americanos”,
añadiendo que “están preocupados de que intente retomar su actividad terrorista
una vez liberado de custodia estadounidense”.
Sin perder la oportunidad de arrojar ampliamente su
red histérica, los senadores añadieron su opinión de que “los individuos que
permanecen en Guantánamo son de los terroristas más peligrosos del mundo y que
han dedicado sus vidas a atacar americanos y a nuestros aliados” y que “como
tal, no deberían de darles la oportunidad de regresar al campo de batalla en
ninguna posición” ignorando el hecho de que las PRB — que consta de oficiales
de representantes de Departamento de Estado, de Defensa, Justicia y Seguridad
Nacional, así como de la oficina del director de Inteligencia Nacional y la
oficina de Comité de Jefes del Estado Mayor Conjunto — han aprobado a 16 más
de los 38 prisioneros que quedan para ser liberados (con 14 de aquellas
decisiones tomadas por Biden desde que es presidente) para añadir otras tres aprobadas por
el proceso de revisión gubernamental de alto nivel, el Equipo de Trabajo para Revisión de Guantánamo,
en el primer año de gobierno de Obama.
Una valoración más sobria y precisa fue entregada por
su abogada de mucho tiempo, Shayana Kadidal del Center for Constitutional
Rights, quien, como lo dice Carol Rosenberg “dijo que la transferencia
estaba pendiente desde hace mucho tiempo”. Kadidal dijo “por 14 años me he
sentado en frente de Mohammed mientras habla con gente que no existe en el
cuarto y hace contacto visual con las paredes — algo que ha sido una constante
en su vida desde que era adolescente. Es un extraordinario alivio que la
próxima vez que las voces en su cabeza le digan que trague un puñado de
vidrios, él esté en una institución psiquiátrica, no en una prisión”.
Respondiendo a las noticias, Scott Roehm, el director
en Washington del Centro de Víctimas Contra la Tortura dijo, “después de dos
décadas de detención indefinida, el Sr. Qahtani finalmente tiene la oportunidad
de curarse de la tortura que sufrió, recibir el cuidado de salud mental que
Guantánamo no le puede dar y esperemos que un día, de reclamar su vida. Su
transferencia es un paso bienvenido en incremento, pero el gobierno de Biden
necesita actuar mucho más rápido y de manera más exhaustiva para cerrar
Guantánamo de lo que ha hecho hasta ahora”.
Con 19 hombres aprobados para ser liberados pero todavía
detenidos, las palabras de Scott Roehm necesitan ser tomadas en cuenta por el
gobierno de Biden y añadiríamos que ese gobierno necesita reflexionar sobre el
hecho de que aprobar a estos hombres para que sean libres pero no dejarlos ir
no sólo demuestra cómo Guantánamo sigue existiendo fuera de la ley, porque
ningún mecanismo existe para obligar a liberar a los prisioneros después de las
decisiones tomadas por tribunales o por los PRB, pero también porque,
esencialmente es, después de 20 años de existencia, casi insoportablemente
cruel — y este es especialmente el caso porque otro prisionero, Majid Kahn,
también está por ser liberado pronto.
Kahn, un paquistaní secuestrado en marzo del 2003,
quien fuera detenido y torturado en “sitios negros” de la CIA por tres años y
medio antes de llegar a Guantánamo en septiembre del 2006, no fue aprobado para
ser liberado por una PRB. En lugar de eso, llegó a un acuerdo en su juicio de
comisión militar hace diez años, en febrero del 2012, con el cual le fue prometida
la libertad a cambio de admitir que había estado involucrado en la planeación
de ataques terroristas con al-Qaeda y ofrecer dar testimonio en contra de otros
prisioneros que enfrentaban juicio. En su sentencia
en octubre del 2021, sus abogados del Centro de Derechos Constitucionales
(Center for Constitutional Rights) expresaron su alivio porque pensaron que
sería liberado en febrero de este año. La fecha expiró, pero se espera que el
gobierno de Biden lo libere pronto.
Majid Khan merece su libertad. Está profundamente
arrepentido acerca de estar involucrado con al-Qaeda y ha estado cooperando con
las autoridades estadounidenses. Sin embargo, no existe manera alguna de
disfrazar el hecho de que su inminente liberación destacará qué tan vergonzoso
es que otros hombres, detenidos por más tiempo y jamás acusados de algún
crimen, siguen esperando su libertad.
Si el gobierno de Biden tiene alguna noción de
justicia, algunos de estos hombres también deben ser liberados en un futuro cercano.
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