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El prisionero más joven de Guantánamo, Hassan Bin Attash, ha sido aprobado para ser liberado; 21 de los 37 todavía detenidos están esperando su libertad

8.5.22
Andy Worthington

Traducido por El Mundo no Puede Esperar 8 de junio de 2022


Hassan bin Attash, fotografiado en algún momento después de su llegada a Guantánamo en el 2004, después de ser detenido y torturado en Jordania por dos años a favor de las autoridades estadounidenses. Hassan hoy tiene 36 ó 37 años de edad, pero no existe fotografía actualizada de él.

Me da mucho gusto reportar que, después de casi 18 años de encarcelamiento sin cargos ni juicio en Guantánamo, precedidos por dos años en prisiones de tortura y “sitios negros” de la CIA, el prisionero más joven de Guantánamo, Hassan bin Attash, un yemení que creció en Arabia Saudita, ha sido aprobado para ser liberado por una Junta de revisión periódica (PRB por sus siglas en inglés), proceso tipo libertad condicional establecido por Obama. Con tan solo 16 ó 17 años cuando fue secuestrado en una redada en una casa en Paquistán, el 11 de septiembre del 2002, Hasssan, como resultado de eso, pasó más de la mitad de su vida encarcelado sin cargos ni juicio.

Entre 2014 y el 2016, las PRB revisaron los casos de 64 hombres en Guantánamo que fueron adecuadamente descritos en la prensa como “prisioneros siempre”. Cuarenta y uno de ellos, incluyendo a Hassan, habían sido designados “demasiado peligrosos para ser liberados” por el Equipo de Trabajo para Revisión de Guantánamo de Obama, que había revisado los casos de 240 hombres heredados de George W. Bush en 2009, con sus miembros concediendo, que, sin embargo, no tenían suficiente evidencia en su contra para enjuiciarlos. Otros 23 habían sido recomendados para juicio por el equipo especial — hasta que un cierto número de apelaciones exitosas en las comisiones militares (el terrible sistema de juicios inventado para Guantánamo) dejó claro que los juicios de crímenes de guerras eran inapropiados para las designaciones de terrorismo de bajo nivel como “dar material de apoyo para terrorismo”, que había sido la lógica detrás de muchas de las recomendaciones de enjuiciamiento.

Treinta y ocho de esos sesenta y cuatro hombres fueron aprobados para ser liberados por las PRB de Obama, aunque bin Attash, el último en ser revisado, en septiembre del 2016, no era uno de ellos. Treinta y seis de los treinta y ocho fueron liberados antes de que Obama dejara el poder y los otros dos han sido liberados por el presidente Biden, después de cuatro años de Donald Trump, cuando sólo un hombre fue liberado de mala gana y los PRB se volvieron tan arcaicas que la mayoría de los prisioneros (incluyendo a Hassan, en septiembre de 2019) boicotearon sus propias audiencias, habiendo concluido de manera correcta que se habían convertido en un proceso engañoso.

En los últimos días de Trump, una PRB aprobó la liberación de otro prisionero, dejando a Biden, cuando tomó el poder, con 22 “prisioneros eternos”, seis hombres aprobados para ser liberados, 12 que enfrentaron o estaban enfrentando juicio y es a crédito suyo que 17 de estos “prisioneros eternos”, incluyendo Hassan bin Attash, hayan sido subsecuentemente aprobados para ser liberados, aunque sólo uno, Mohammed al-Qahtani, quien sufre esquizofrenia y otros problemas mentales severos, hasta hoy, ha sido liberado.

A pesar de los retrasos en la liberación actual de los hombres aprobados para ser liberados, la decisión en el caso de bin Attash se comenta porque en su largo encarcelamiento sin cargos ni juicio — y, al principio, la tortura a la cual fue sujeto — jamás fueron realísticamente basados en nada más un supuesto de lo que había hecho, pero porque su hermano grande, Walid, secuestrado en abril del 2003 y detenido en “sitios negro” de la CIA por tres años y medio antes de su llegada a Guantánamo junto con otros 13 “detenidos de alto valor”, en septiembre del 2016, es uno de los cinco hombres acusados de estar involucrados en los ataques del 11/9.

Sumando a los problemas causados por la participación de su hermano con al-Qaeda, Hassan también estaba condenado ante los ojos de las autoridades estadounidenses porque, cuando fue arrestado, en una redada a una casa en Pakistán el 11 de septiembre del 2002, fue capturado junto con Ramzi bin al-Shibh, otro “detenido de alto valor” acusado en conexión con los ataques del 11/9.

El problema con todo lo mencionado arriba, por supuesto, es que el “culpable por asociación” es un sustituto horrible para lo que sea que parezca algo malo y las autoridades estadounidenses se vieron bastante ridículas cuando alegaron que su “actividad extremista comenzó en 1997”, cuando se reportó que juró lealtad a Osama bin Laden, porque sólo tenía 12 años de edad en ese momento y hubiera tenido alrededor de 15 cuando, según las autoridades estadounidenses, “fungió como facilitador y experto en explosivos para al-Qa’ida a principio de los 2000”.

Sin embargo, incluso si esto fuera cierto (y parece poco probable que lo sea), debería haber quedado claro para las autoridades estadounidenses que Hassan era menor de edad cuando fue detenido y, por lo tanto, no responsable de sus acciones. Bajo los términos del Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los conflictos armados de la ONU, del cual ha sido parte Estados Unidos desde el 23 de enero del 2003 (sólo cuatro meses después de la captura de Hassan), él — y todos los otros menores detenidos en Guantánamo — deberían haber sido rehabilitados en lugar de castigados.

Sin embargo, en lugar de eso, fue enviado a Jordania para ser torturado por 16 meses, en donde, por lo menos hasta que su hermano fue capturado, es probable que haya sido víctima de tortura particularmente brutal. En “Double Jeopardy”, un reporte de Human Rights Watch del 2008 acerca de la tortura en la prisión en Jordania, un prisionero jordano detenido al mismo tiempo que bin Attash dijo que él y Ali al-Hajj al-Sharqawi, otro prisionero que después fue trasladado a Guantánamo, fueron “golpeados más severamente que él o que la mayoría de los prisioneros” y también recuerda que “los guardias no permitían que [bin] Attash durmiera. Los guardias lo observaban a través de la pequeña ventana en la puerta de su celda. Si veían que tenía los ojos cerrados, lo despertaban con una cachetada en la cara o echándole agua”. Su abogado, David Remes, explicó más adelante en una petición de habeas corpus, que bin Attash le dijo que, por un periodo de tres meses, fue “torturado doce horas diarias”.

En Guantánamo, dicen las autoridades estadounidenses, al momento de su primera PRB, que no había sido “obediente y que era hostil con el staff de guardias” — como muchos de los prisioneros jóvenes del Golfo eran — hasta el 2013 cuando se “volvieron altamente obedientes”. Las autoridades insinuaron que su obediencia llegó porque percibió que eso “aumentaría sus probabilidades de ser liberado”, como si ese no fuera la razón de las PRB. También me parece que esta valoración cínica fracasa en reconocer cómo, al igual que otros prisioneros jóvenes que se rebelaron contra la injusticia de su detención por varios años (incluyendo a Mansoor Adayfi que escribió sus poderosas experiencias en su libro “Don’t Forget Us Here: Lost and Found at Guantánamo”), Hassan estaba en sus veintes tardíos cuando su comportamiento cambió, es razonable sugerir que estaba en un estado mental distinto que cuando llegó a Guantánamo a los 18 ó 19.

Más importante, como han certificado los que han conocido a Hassan, fue la transformación en su comportamiento tan consistente que exhaustivamente debilita la supuesta racional para su continuo encarcelamiento. En su última PRB, en enero, por ejemplo, su Representante Personal (oficial militar designado para ayudar con su PRB) declaró que “la influencia de estar casi dos décadas rodeado por la cultura estadounidense ha tenido en él es aparente”. El Representante añadió que “además de hablar inglés con fluidez, está cómo do con gente de distintos bagajes y creencias”, comentando que su inglés es tan bueno que “espera poder trabajar como traductor” y que “ha estado trabajando para lograr esta meta”.

El Representante añadió que “la perspectiva de la vida para Hassan es notablemente positiva” y que “cree que su captura y detención cambió la trayectoria de su vida”, añadiendo que “ha utilizado su tiempo en Guantánamo para leer y aprender acerca de la historia mundial y religión” y que ha “discutido con sinceridad conmigo cómo su entendimiento del mundo ha cambiado ahora que es más educado e informado”.

Además, su abogado George Clarke, que lo ha representado por los últimos cuatro años junto con su colega Cameron Reilly (tomando el lugar de David Remes, quien lo representara por más de diez años), le pidió a la Junta que concluyera que Hassan “no representa una amenaza importante para la seguridad de los Estados Unidos” y que recomienden su liberación. Clarke notó cómo él “es ya un adulto maduro” en Guantánamo y que ha “demostrado una perspectiva optimista hacia la vida después de Guantánamo” particularmente enfocándose en el inglés y su entusiasmo por aprender.

Sobre todo, Clarke señaló que, desde el 2013, Hassan “había sido obediente con pocas infracciones disciplinarias, lo cual fue reconocido y apreciado por los guardias” diciendo que “de hecho, había sido el líder del bloque por varios años y que era ahora responsable de resolver asuntos rutinarios entre los detenidos y los guardias”. Clarke también mencionó que “es conocido por sus habilidades culinarias” y que “se preocupa mucho por su salud, ejercitándose varias horas al día”.

Clarke dijo que “jamás ha escuchado a Hassan menospreciar a los estadounidenses, sus valores estadounidense o expresar puntos de vista extremistas” y, en una declaración por separado, buscó mitigar cualquier otra duda que los miembros de la Junta tuvieran asegurándoles que “tomará un rol activo en asegurar que las necesidades de reubicación de Hassan sean cumplidas” y que “ayudaré a presionar al país al que sea enviado a que asegure que cualquier petición por parte del gobierno estadounidense se cumpla (incluyendo asistencia legal, oportunidades y reintegración en la sociedad)”. También prometió “visitar a Hassan y asistir en su integración personalmente” así como hizo previamente con otras dos personas que representó, uigures que fueron reubicados en Palau en el 2009.

En un correo electrónico, George Clarke destacó que, aunque él y Cameron Reilly “estaban agradecidos con la Junta por aprobar la liberación de Hassan, a menos que el gobierno comience a tomar la repatriación de todos los detenidos aprobados de manera seria, será un acto sin significado”.

Clarke añadió que “como saben, uno de mis clientes Toffiq al Bihani [conocido como Tawfiq al-Bihani], ha sido aprobado para liberación por más de una década y sigue ahí”. Al-Bihani es, de hecho, uno de los tres hombres aprobados en el 2009 por el equipo especial de revisión de Obama para Guantánamo y es supremamente importante que el gobierno de Biden libere a todos los aprobados, sin importar si la decisión se tomó el mes pasado o hace una década.


 

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