Sospechan fue asesinado soldado latino en Ejército de
EE.UU
Washington, 4 sep (PL) El padre de un soldado hispano muerto en Afganistán
cree que su hijo fue asesinado al descubrir señales de corrupción dentro del
Ejército estadounidense, denuncian hoy medios de prensa.
Bajo el título "Una herida que no cierra", el diario californiano La Opinión
se hace eco de la noticia que apareció en su similar "La Raza" y que aborda el
caso, donde el padre pone en duda que su hijo se suicidó en la nación asiática.
El Ejército afirma haber investigado el episodio ocurrido el 12 de julio de
2004 en uno de los baños de la base, donde Juan Manuel Torres, de 25 años, fue
encontrado muerto con un disparo en la cabeza, señala el artículo.
El deceso, el número 134 de un soldado estadounidense en Afganistán, no fue
relacionado con una acción de guerra, y la conclusión del informe fue
suicidio.
Sin embargo, José Torres, el padre siempre sospechó que a su hijo "lo
suicidaron" y esa creencia se afirmó más tras la visita a la base y los
contactos mantenidos con ex compañeros de armas de Juan Manuel, agrega el
rotativo.
"Pude ver señales de la corrupción que sospechaba mi hijo, y por la cual
pudieron haberlo asesinado", aseguro al diario La Raza.
La víctima, sostiene el padre, estaba preocupada por el uso generalizado de
drogas en la base y el tráfico entre oficiales y soldados, alarmado por la
participación inclusive de capitanes y la falta de acción de los superiores.
Torres también visitó y fotografió una serie de tiendas instaladas en los
alrededores de la base, donde se puede adquirir cualquier tipo de implemento
militar a precios irrisorios, los cuales serían canjeados por heroína por los
soldados, según su información.
"Todo lo que se ofrece allí es americano, desde la pasta de dientes, al café,
desodorante o celulares, pero nada parece ser importado, sino producto del canje
por drogas", dijo.
El soldado especialista Juan Manuel Torres, de origen argentino, se incorporó
al Ejército cuando era menor de edad y sirvió en Kosovo (Bosnia) y en
Hungría.
Su última misión la cumplió en el décimo tercer cuerpo de apoyo, compartiendo
tareas administrativas de la base con las de combate.
El armamento reglamentario del fallecido incluía fusil y una pistola calibre
45, pero según la autopsia privada realizada por orden de la familia, la bala
que lo mató era de una pistola calibre 9 milímetros disparada a corta
distancia.
Su muerte ocurrió un día antes de que completara su contrato de ocho años
como reservista del Ejército.
El caso de Torres es representativo del de otros latinos que se unen al
Ejército en busca de apoyo para seguir estudios superiores universitarios o
tener mejores trabajos.
La versión del posible suicidio es rechazada por toda la familia Torres, y
especialmente Elizabeth Wise, la novia, con la que estaba comprometido para
casarse apenas regresara de Afganistán.
Jamás noté una pista de depresión u otro síntoma que pudiera delatar una
conducta suicida, sostiene el padre.
Mientras las dudas crecen, una familia latina en Estados Unidos siente que es
víctima del engaño y que uno de sus miembros fue asesinado por sus propios
compañeros.
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