9 de septiembre de 2010 Por Margaret Kimberley
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 26 de septiembre de
2010
En el pasado el riesgo más grande durante un viaje en el bús era tener a una
persona extraña, muy habladora sentada a tu lado. Actualmente, un pasajero del
bús en el oeste de Nueva York puede ser despertado al amanacer, por un agente
fronterizo con una linterna, preguntándole, “¿De dónde eres?” La conversación se
puede acabar ahí si el pasajero es blanco. Si no lo es, puede ocurrir un cacheo,
una detención o una deportación.
El estado de Arizona está en posición adelantada para trastornar las
protecciones constitucionales de los ciudadanos Americanos y otros con el paso
de la legistativa SB1070. Esta legislatura da autorización a las fuerzas del
orden público para preguntar a cualquier persona que encuentren sobre su estado
legal en los Estados Unidos. Mientras que esta legislación en Arizona ha creado
mucha atención en los medios de comunicación, resulta que estas mismas prácticas
se han estado haciendo en el norte y el noroeste de Nueva York por los últimos
seis años y podría convertirse en la norma en la mayoría de la nación.
En el 2004 un servicio de transbordadores empezó a funcionar entre Rochester,
Nueva York y Toronto, Ontario, exigiendo la presencia de las patrullas
fronterizas. El servicio de ferris finalmente fue a la bancarrota pero las
patrullas fronterizas no sólo se quedaron sino que incrementaron su presencia en
la zona. Los patrulleros están autorizados a operar dentro de las 100 millas de
las fronteras con otros países, y mientras la frontera está en medio del lago
Ontario, los agentes se acercan a los pasajeros de los trenes y los buses de
Búfalo a Ontario para pedirles verificación de su residencia legal. Un total de
2,788 personas han sido arrestadas en años recientes.
El norte de Nueva York es un microcosmos de lo que le está esperando a
Arizona y a otros estados considerando el perfil racial de los undocumentados.
Inevitablemente, las personas no-blancas, ya sean ciudadanas o no, son
perfiladas racialmente por la policía. Los ciudadanos americanos de cualquier
raza, que no están obligados a demostrar su nacionalidad, también serán
intimidados y molestados.
América se está dirigiendo de cabeza hacia el fascismo, y bajo un presidente
demócrata, no uno republicano. Cuando George W. Bush estaba al mando, la amenaza
fascista empezó a discutirse abiertamente. El “Patriot Act”, la designación del
“combatiente enemigo” y la ocupación de Irak, eran todo signos de que una
América fascista no era una fantasía de ciencia ficción, pero si un signo de una
posible realidad.
La época de Bush atacando las libertades civiles se ha fortalecido con la
Administración Obama de muchas maneras diferentes, y la deportación de los
inmigrantes no es una excepción. No es de extrañar que los americanos viajando
en los Estados Unidos, cerca de los pasos fronterizos, ahora están sometidos a
la vigilancia por una agencia que no debería de tener jurisdicción sobre
ellos.
No es una exageración llamar fascismo a estas prácticas. El Estado se
inmiscuye en las vidas de los ciudadanos y no-ciudadanos sin causa justificada,
una clara violación constitucional.
En este momento de la historia, ¿no tendría existir una gran conmoción y
sorpresa de que existan estos procedimientos? ¿No tendría que ser sorprendente
de que se haya hecho por tanto tiempo sin tan poca atención o protestas? Miles
de personas, ejerciendo el derecho de viajar libremente, han sido
automáticamente objeto de tratamientos abusivos inconstitucionales y casi nadie
ha dicho o hecho nada sobre éso.
Esta falta de acción es la principal causa por la que nuestros derechos y
libertades están en peligro. Las dos administraciones de Bush y e Obama han
despojado el ideal de América como una democracia libre. Un presidente fue muy
criticado pero muy obedecido y el otro es obedecido sin apenas ninguna
protesta.
Sólo los más comprometidos y los eternos optimistas Obamitas pueden decir que
nuestro sistema político ha producido los grandes cambios que su ídolo declaró
que iban a llegar. En realidad, nuestras libertades están aún más en peligro con
un presidente Demócrata, cuya popularidad está basada en la falsa creencia de
que los Demócratas son los mantenedores de la paz y la justicia cuando de hecho
son la otra cara de la misma moneda corrupta.
La Policía Fronteriza ha escogido llevar a cabo estas prácticas en sólo unos
pocos sitios, pero en realidad podrían usar la regla de las 100 millas en Nueva
York, Detroit, Miami, San Diego o Seattle. Si deciden hacerlo, podrían pedir
identificación a cualquier pasajero del bus o de los trenes de Nueva York.
El dicho dice que una rana saltará fuera si se la hecha en un olla con agua
hirviendo pero se la cocinará viva si se sube la temperatura despacio. Si éso es
verdad, los Americanos se han convertido en ranas y estamos siendo
cocinados.
Margaret Kimberley es una periodista del Black Agenda
Report. Ms. Kimberley vive en la ciudad de Nueva York, y se le puede
contactar por e-mail al Margaret.Kimberley@Black.Agenda.Report.Com.
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