La maldad de la detención indefinida y aquellos
que quieren sacarla de la agenda.
8 de enero de 2012 Glenn Greenwald
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 22 de enero de
2012
Este miércoles se cumplirá el décimo aniversario de la inauguración del campo
de prisioneros de Guantánamo. En el New York Times, un antiguo prisionero del
campo, Lakhdar Boumediene, escribe un increible y poderoso artículo
de opinión donde vuelve a contar la flagrante injusticia que supuso su
detención sin el debido proceso y que duró 7 años.
Desde el principio quedó claro que las acusaciones contra el ciudadano bosnio
– que en el momento de los ataques del 9-11 era director de la Sociedad de la
Luna Roja Creciente llevando ayuda humanitaria a niños bosnios – eran falsas; de
hecho, un alto tribunal en Bosnia investigó y le retiró los cargos americanos de
terrorismo. Pero las fuerzas de EEUU lo secuestraron de todas maneras, lo
ataron, lo mandaron a Guantánamo y lo encerraron durante siete años sin
juicio.
En septiembre del 2006, el Congreso de EEUU aprobó
el Acta de las Comisiones Militares (MCA de sus siglas en inglés) el cual, entre
otras cosas, no sólo autorizaba la detención de sospechosos de terrorismo sin un
juicio, sino que incluso negaba explícitamente a todos los detenidos en
Guantánamo el derecho al Habeas corpus: el procedimiento por mandato
constitucional permite a los prisioneros al menos la posibilidad para convencer
a un jurado de que están siendo erróneamente retenidos. Las audiencias de Habeas
protegen mucho menos que un juicio completo: el gobierno no necesita convencer a
un jurado bajo la duda razonable de que alguien es culpable, sino que apenas
tienen que presentar algunas pruebas creíbles para justificar el
encarcelamiento. Pero el MCA denegaba incluso los derechos de habeas a los
detenidos.
Sólo una vez la Corte Suprema de EEUU, en una decisión del 2008
llevando el nombre de Boumediene, sentenció que la disposición del MCA denegando
el habeas era inconstitucional, y que los detenidos de Guantánamo tenían derecho
a una revisión del habeas corpus. Esto hizo que al final se le requiriera al
gobierno de EEUU a enseñar esas pruebas contra Boumediene ante una corte de
verdad. 43 jueces federales designados por Bush después
sentenciaron que no había ninguna prueba creíble que sustentara las
acusaciones contra él, y fue finalmente liberado en mayo de 2009. Por favor
primero leed el corto pero
apasionante relato de lo que esta detención indefinida le hizo a su vida, y
después considerar los siguientes puntos:
(1) Desde la decisión de la Corte Suprema sobre Boumediene, a
docenas de detenidos de Guantánamo como Boumediene se les permitió tener una
revisión de su caso por una corte federal para ver si había alguna prueba
creíble contra ellos, y la gran mayoría de ellos ganaron los casos porque no
había ninguna prueba (hubo un momento en el
que el 75% de los detenidos prevaleció aunque el porcentaje es ahora algo
más bajo). Si el Acta de las Comisiones Militares hubiera sido ratificada como
constitucional, Boumedien – y docenas de otros inocentes detenidos que han sido
liberados de Guantánamo – sin duda estarían ahora encarcelados
indefinidamente.
Mírenlo de otra forma, si aquellos que votaron
por el MCA hubieran hecho lo mismo– y eso incluye todos los Senadores
republicanos excepto Lincoln Chafee junto con 12 Demócratas, inluyendo Jay
Rockefeller, Debbie Stabenow, Robert Menendez, Frank Lautenberg, y en actual
Secretario de Interior Ken Salazar – entonces Boumediene y docenas de otros
detenidos inocentes estarían erróneamente encarcelados. Además, los Demócratas
tenían 46 senadores en ese momento y podrían haberlo intentado bloquear pero no
lo hicieron, es más, muchos Demócratas que incluso votaron contra la reforma de
ley nombraron
a John McCain como su negociador y estaban preparados para votar por la MCA
hasta que en el último fin de semana se hicieron algunos cambios que aunque no
estaban relacionados, lo hicieron sin su participación y les ofendió ese
procedimiento. Como el artículo de opinión de Boumediene refleja, actuar para
dar la potestad al Presidente de encarcelar gente indefinidamente sin cargos es
una de los pasos más peligrosos y perjudiciales que un gobierno pueda tomar, y
precisamente el Congreso de los EEUU en 2006 hizo exactamente eso.
(2) La decisión de la Corte Suprema sobre el caso Boumediene fue con
una votación 5 contra 4; por lo que 4 Jueces de la Corte Suprema de los EEUU
votaron por mantener la constitucionalidad del encarcelamiento indefinido de
seres humanos, probablemente de por vida, sin ni siquiera las mínima protección
de la audiencia de habeas. Si Anhonny Kennedy hubiera votado con sus colegas
conservadores, no sólo Boumediene y docenas más estarían todavía erróneamente
encarcelados, sino que el poder con el que los EEUU ha oprimido por tiempo a sus
ciudadanos es el sello distintivo que define a la tiranía – la potestad para
encarcelar sin el debido proceso – habría sido totalmente consagrado mediante
una ley americana.
(3) Después del caso Boumediene, la detención indefinida sigue siendo
una parte clave de la política de Obama. El Departamento de Justicia (DOJ por
sus siglas en inglés) de Obama ha argumentado
repetidamente que las reglas que se aplicaron a Boumediene no deberían ser
aplicadas en Bagram, donde – la administración Obama insiste – se tiene la
potestad para encarcelar a gente sin el debido proceso, ni siquiera con
audiencia de habeas; el Departamento de Justicia (DOJ) de Obama al final logró tener ese poder
consagrado. Obama ha propuesto
una ley para darle a él plenas facultades “para detener de manera
prolongada” de manera que se pueda permitir que sospechosos de terrorismo sean
encarcelados sin juicios. Su plan para cerrar Guantánamo implicaba una mera
relocalización de su sistema de detención indefinida a suelo Estadounidense,
donde docenas de detenidos, por lo menos, continuarán
encarcelados sin juicio. Y por supuesto acaba de firmar la ley que regula el
Acta de autorización de defensa nacional (NDAA por sus siglas en inglés) que
contiene – como refleja
el ACLU- “una disposición que ampliamente permite la detención indefinida en
cualquier parte del mundo,” lo que quiere decir – como dice
Human Rights Watch – que “el Presidente Obama quedará en la historia como el
presidente que consagró como ley estadounidense la detención indefinida sin
juicio.” Esos mantenidos en Guantánamo continuarán recibiendo por lo menos la
audiencia de habeas, pero no aquellos mantenidos en otras prisiones de la Guerra
contra el Terror americana. Leer el artículo de opinión de Boumediene para ver
por qué esto es tan detestable.
(4) Como se aproxima un año electoral, cada vez se está volviendo más
común una táctica tan repelente como estrambótica y evidente en sí misma
utilizada por algunos militantes Demócratas contra aquellos que como nosotros
insistimos que temas como el de la detención indefinida (junto con el asesinato
de civiles que se está dando en el mundo musulmán) merece una prioridad máxima.
El argumento es que poner el énfasis en esos asuntos es perjudicar al Presidente
Obama (porque él es responsable de la detención indefinida, la muerte de
bastantes civiles, y las agresiones
con riesgo de guerra) mientras se ayuda a los candidatos competidores (como
Gary Johnson o Ron Paul) quienes vehementemente se oponen a esas políticas. Así
que, sigue este razonamiento, reivindicar que temas como la detención indefinida
y la muerte de civiles sea prioritario en la valoración de la carrera
presidencial significa subordinar la importancia de otros asuntos como el
aborto, la igualdad de los gays o los derechos civiles en el país, cuestiones en
las que Obama y los Demócratas son mejores. Muchos de estos comentaristas
insinúan de manera muy fuerte, o ahora incluso abiertamente plantean, que sólo
hombres y blancos están dispuestos a discutir por este esquema de prioridades
porque los asuntos a los que se les ha quitado prioridad no les afectan. Pueden
ver aquí
(Megan Carpentier), aquí
(Katha Pollitt) y aquí (Dylan
Matthews) como tres de los muchos ejemplos de esta insinuación acusatoria y
grotesca.
Hay muchos errores que llaman la atención en su táctica para dividir. Uno,
depende de
la distorsión deliberada y a gran escala del argumento que se ha hecho;
demandando que los temas como la detención indefinida, la muerte de civiles y la
guerra agresiva sean temas de alta prioridad en la carrera presidencial no
abogan, ni de lejos, por quitarle prioridad a otros asuntos. Otro, muchas mujeres
y minorías étnicas y
raciales
– así como los gays americanos – están dando argumentos
similares sobre la necesidad de que estos temas reciban suficientes atención
en las elecciones.
Y más importante, es extremadamente irracional defender que el interés
personal o los “privilegios” llevarían a alguien a priorizar asuntos como la
detención indefinida y las bajas civiles ya que los que están siendo acusados y
que defienden las libertades civiles o están en contra de la guerra es
extremadamente improbable que se vean implicados en los abusos por los que
protestan. No son hombres blancos la mayor parte de los que están siendo
detenidos indefinidamente, a los que se les destruye sus casas y coches con
aviones no tripulados – las víctimas de esas políticas son gente como
Boumediene, o Gulet
Mohamed, o José
Padilla, o Awal
Gul, o Sami al-Haj, o
Binyam Mohamed,
o aldeanos
afganos, o familias
paquistaníes, o adolescentes
yemenís.
Veamoslo de otra manera, cuando empleas la mayor parte de tu tiempo
trabajando contra las injusticias impuestas casi exclusivamente sobre las
minorías y los marginados – como hace cualquiera que trabaja en temas de
libertades civiles y guerra – es reprobable para cualquiera utilizar ese tipo de
tácticas acusatorias, todo al servicio del objetivo vacío de la aplicación de la
lealtad partidista. Precisamente esos que actúan por privilegiados intereses
propios querrían quitar prioridad a esos asuntos en la campaña presidencial, no
insistir en su vital importancia.
Y este es el verdadero punto aquí: lo más retorcido de los que emplean estas
tácticas con fines partidistas es lo fácil que podría ser utilizadas contra
ellos, en lugar de por ellos. Todos los autores de los tres ejemplos acusatorios
mencionados más arriba (Carpentier, Pollitt y Matthews) – así como todos esos
Demócratas que se han hundido por argumentar
explícitamente que esos asuntos no tienen importancia – son blancos y
no musulmanes. Para aplicar su degradada retórica a ellos, uno podría fácilmente
decir:
Desde luego que no consideran que la detención indefinida, las invasiones
y ocupaciones, y la matanza de civiles estén descalificando a un Presidente o
incluso mereciendo mucha atención en la elección presidencial – por supuesto
ellos pedirán que todo el mundo apoye fielmente al Presidente que continúa
haciendo todas esas cosas de manera agresiva – porque, como no musulmanes, ellos
no son los que serán encarcelados por años sin juicio o un avión de EEUU o un
ataque aéreo no hará pedazos a sus niños, entonces ¿qué les
importa?
No utilizo ni apoyo ese desafortunado razonamiento, pero esos que lo hacen –
como los autores de las acusaciones que enlazo más arriba – deberían haberlo
aplicado a ellos mismos y a sus prioridades políticas; merecen cosechar lo que
están sembrando.
Es más, el Washington Post tiene un excelente
artículo sobre los millones de civiles muertos que EEUU ha causado en las
últimas décadas y cómo firmemente esos civiles muertos son ignorados en el
discurso político y mediático en EEUU. El artículo es de John Tirman, el
director ejecutivo y principal científico de investigación en el Instituto de
Tecnología de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), en el Centro de
Estudios Internacionales, que acaba de publicar un libro sobre ese tema. Una de
las principales razones por las que esos muertos reciben tuna prioridad tan baja
es porque los americanos no se ven afectados por esas bajas y pueden así
quitarles prioridad como aberrante.
Esto explica mucho de nuestra respuesta a la violencia en Corea, Vietnam,
Irak y Afganistán. Cuando la guerra iba muy mal y la violencia iba en aumento,
los americanos tendían a ignorar o incluso culpar a las víctimas. El público
descartaba a los civiles porque sus altas tasas de mortalidad, desplazamiento y
ciudades destruidas no concordaban con nuestra idea de las misiones y del papel
de EEUU en el mundo.
Esas actitudes tienen consecuencias. Tal vez la más importante – aparte de
las tensiones
creadas con los gobiernos anfitriones, que han hecho bastante ruido
protestando
por las bajas civiles – es que la indiferencia da permiso a nuestros
militares y líderes políticos para buscar más intervenciones.
Para apelar a las tácticas acusatorias y explosivas de Megan Carpentier,
Katha Pollitt, Dylan Matthews y otros acusadores que se enlazan más abajo: es
mucho más fácil ver esas políticas como no descalificadoras e insistir en
quitarles prioridad en favor de otras políticas porque sus privilegios de
blancos y no musulmanes significa que ellos no son los que van a ser detenidos
indefinidamente, asesinados sin el debido proceso, ni sus casas y niños serán
objetivo de aviones no tripulados y bombas de racimo. Los musulmanes tienen
momentos más difíciles, consintiendo tan alegremente esos abusos – como hacen
los nos musulmanes que son capaces de protestar por las graves injusticias
incluso cuando no están directamente afectados por ellas. De nuevo, esta no es
una forma de razonar que yo acepto o uso – podría haber todo tipo de razones por
las que alguien querría que esas políticas fueran no prioritarias o por lo menos
que no sean vistas como descalificadas bajo indiferencia basada en el egoísmo y
los privilegios – pero esos que vomitan ese tipo de calumnias deberían entender
qué fácilmente se les puede someter a esas mismas acusaciones.
Al final, realmente no es tan complicado entender por qué tanta gente
considera esos asuntos tan fundamentales. Esos luchando por entenderlo deberían
leer el artículo de opinión de Lakhdar Boumediene. O esta historia
y este artículo
de opinión sobre un chico de 16 años y su primo de 12 a los que se les quitó
la vida cuando el de 16 años fue atacado (en secreto y sin ningún control) con
un ataque desde un avión no tripulado en Pakistán. O estos descubrimientos recién
documentados de abusos que están ocurriendo a detenidos en Bagram. O
las
docenas de mujeres y niños yemeníes asesinados por una bomba de racimo de
EEUU. O el proceso
secreto por el que el actual Presidente ha tomado la potestad unilateral
para poner como objetivo a ciudadanos estadounidenses para asesinarlos.
Hay muchas razones por las que uno podría insistir en que hay que poner
atención a estos asuntos, incluso en un año electoral. Como expliqué
en mi respuesta al modesto ataque de Carpentier en Guardian, el
interés propio y los “privilegios” no están entre ellos. Si acaso, es probable
que esos rasgos produzcan exactamente la reacción contraria, por ejemplo que
esos asuntos no sean priorizados porque dan más poder al partido político propio
o que preocuparse sobre asuntos que lo dañan personalmente es el objetivo
predominante.
Este artículo apareció originalmente en Salon.com
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