La Fisiología del Ahogamiento
Extracto de “La Tormenta Perfecta” by Sebastián Junger:
“El instinto de no respirar bajo agua es tan fuerte que supera la agonía de
quedarse uno sin aire. No importa cuan desesperado está el ahogado, él no
respira hasta que no esté al borde de quedarse sin aire. A esas alturas, hay
tanto monóxido de carbono en su corriente sanguínea, y tan poco oxígeno, que los
sensores químicos del cerebro hacen con que respire involuntariamente , sin
importarle si está bajo o fuera del agua. A eso se le llama el “punto de
quiebre”. Ensayos de laboratorio mostraron que ese punto de quiebre ocurre
después de los 87 segundos. Es una especie de optimismo neurológico, como si tu
cuerpo dijera: “Contener el aliento me está matando y puede que si respiro
eso no ocurra, así es que vamos a respirar por las dudas”. Si la persona
tiene antes una superventilación – como suele ocurrir con los buceadores a
pulmón libre, y también con las personas ansiosas – el punto de quiebre ocurre a
un máximo de 140 segundos. La hiperventilación retira inicialmente al monóxido
de carbón del sistema, lo que hace que se necesite ese mismo tiempo para volver
a niveles críticos.
“Hasta el punto de quiebre, se dice que un ahogado está pasando por una
“apnea voluntaria”, al elegir no respirar. La falta de oxígeno en el cerebro
causa la sensación de que la oscuridad te está rodeando por todos lados, como
ocurre con la abertura de una cámara fotográfica. El pánico de la persona que se
está ahogando se mezcla a la paradójica incredulidad que aquello no te está
realmente ocurriendo. Como nunca lo hizo antes, el cuerpo – y la mente – no
saben como morir con elegancia...”.
“Cuando la primera inhalación involuntaria ocurre, la mayoría de las personas
aún están concientes, lo que es muy desafortunado, ya que la siguiente cosa peor
que quedarse sin aire, es respirar bajo el agua. En ese momento, la persona va
de apnea voluntaria a la involuntaria, y el ahogamiento empieza de hecho. A
medida que la respiración espasmódica trae al agua para dentro de la boca y la
tráquea, una de dos cosas ocurre. En diez por ciento de la gente, el agua – o
cualquier cosa – que toque las cuerdas vocales dispara una contracción inmediata
de los músculos alrededor de la laringe. De hecho, el sistema nervioso central
juzga algo en la caja de la boca como siendo una amenaza mayor que los bajos
niveles de oxígeno en la sangre, y actúa de acuerdo. Esto se llama un
laringospasmo. Es tan poderoso que se sobrepone al reflejo de respirar y
eventualmente sufoca a la persona. Una persona con laringospasmo se ahoga sin
señales de agua en sus pulmones”.
“A los demás noventa por ciento, el agua inunda sus pulmones, acabando toda
menguada transferencia de oxígeno a la sangre. El reloj sigue su curso ahora, y
la persona – semiinconsciente y debilitada por la disminución de oxígeno – no
tiene fuerzas para pelear su regreso a la superficie. El propio proceso de
ahogamiento hace que cada vez sea más difícil no ahogarse – una curva
exponencial de desastre similar a la de un barco hundiéndose”.
“El agua en el pulmón sustrae una sustancia llamada surfactante, lo que
permite que los alvéolos filtren el oxígeno del aire. Los propios alvéolos,
racimos de membranas en forma de uva en la pared del pulmón, colapsan ya que la
sangre no puede alcanzar la arteria pulmonar. La arteria se ha contraído en un
esfuerzo para maniobrar la sangre a áreas del pulmón donde hay más oxígeno.
Infelizmente, éstos no existen. El corazón trabaja bajo niveles críticamente
bajos de oxígeno y empieza a latir erráticamente. Esto se llama fibrilación
ventricular. Cuanto más irregularmente late el corazón, menos sangre entra y las
funciones vitales declinan rápidamente. Después de algunos momentos, cesa todo
movimiento”.
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