Regresando a migrantes al infierno mediante la subcontratación
21 de octubre de 2015 | Periódico Revolución |
revcom.us
La Migra arresta y deporta a jóvenes, agosto del 2014. Foto AP |
En los últimos 6 meses han salido informes sobre la gran cantidad de
deportados a Centro América desde el sur de México, y sobre cómo eso ha hecho la
jornada aún más difícil para estos migrantes que ahora son el blanco de la
policía y autoridades migratorias mexicanas. Obligados a encontrar otros caminos
para evitar retenes y redadas policiales, tendrán que hacer frente a mayores
riesgos: el robo, las violaciones, las desapariciones y la muerte.
El domingo 11 de octubre, la revista New York Times Magazine publicó
un poderoso artículo de opinión de Sonia Nazario, quien escribió La travesía
de Enrique. El artículo, que incluye entrevistas con migrantes atrapados en
albergues en el sur de México, se llama “The Refugees at Our Door: We are paying
Mexico to keep people from reaching our border, people who are fleeing Central
American Violence” [Los refugiados a nuestra puerta: Le estamos pagando a México
para que impida que gente llegue a nuestra frontera, gente que huye la violencia
en Centroamérica]. El artículo comienza con esto:
En los últimos 15 meses, a solicitud del presidente Obama, México ha llevado
a cabo una feroz represión de los refugiados que huyen de la violencia en
Centroamérica. Estados Unidos le ha dado a México decenas de millones de dólares
para el año fiscal que termina el 30 de septiembre con tal que impida que
lleguen a Estados Unidos para solicitar asilo. En una palabra, Estados Unidos le
ha contratado a México para que solucione un problema de refugiados que es muy
parecido a la crisis de refugiados que abruma a Europa. [Traducción de
revcom.us.]
Para impedir que los migrantes lleguen a su territorio, Estados Unidos
auspicia la caza de migrantes en México para obligarles a regresar a sus países
de origen, y con frecuencia a la muerte. Según cálculos conservadores, se han
asesinado a 91 migrantes que fueron deportados a sus países.
La solución de los gobernantes de Estados Unidos a su “urgente situación
humanitaria”: pagar a los clientes para que hagan el trabajo sucio
En junio de 2014, de repente salió a la vista una grave crisis humanitaria en
la frontera sur de Estados Unidos cuando decenas de miles de personas —la mitad
madres con niños jóvenes, la otra mitad menores no acompañados— empezaron a
llegar en grandes cantidades, buscando asilo para escapar de las desesperadas
condiciones económicas y la incesante violencia pandillera que les amenazan la
vida si se quedan en sus países.
Niños con o sin sus madres han tenido que emprender viajes peligrosos desde
El Salvador, Guatemala, y Honduras —los países más pobres de Centroamérica—
donde las condiciones son el resultado directo de décadas de sangrienta
represión, dominación y explotación a manos del imperialismo estadounidense. En
la década de los 1980, Estados Unidos, directamente y por medio de sus gobiernos
lacayos, libró y dirigió campañas genocidas en varios países centroamericanos
para aplastar rebeliones influenciadas por su rival imperialista, la Unión
Soviética. El “tratado de libre comercio” impuesto hace una década ha destruido
sus economías y las pandillas han llenado el vacío económico, creando países en
los que las pandillas y la policía bajo su influencia dominan enormes zonas.
Con mucha cautela Obama evitó el término “crisis” al declarar una “situación”
humana de urgencia. Pero la “situación de urgencia” para la clase
dominante no fue el reto de dar la bienvenida a esos migrantes, atender sus
necesidades básicas y conseguirles una vivienda decente o reintegrar a sus
familias a los que ya tienen parientes en este país. En vez, el reto para los
cabecillas del imperio responsable de las horrorosas
condiciones de las que los migrantes intentan escaparse fue encontrar y
construir apresuradamente más centros de detención para encarcelarlos en vez de
liberarlos para esperar su audiencia de asilo; agilizar el proceso judicial para
deportarlos; y parar el flujo y dar el mensaje a quien más esté pensando en
hacer lo mismo: “olvídate”.
El Plan Frontera Sur
Migrantes centroamericanos a bordo de “La Bestia”, un ferrocarril que ha
servido de un importante medio de transporte para cruzar México antes de las
nuevas medidas de represión. Agosto de 2014. Foto AP |
Una parte clave de su plan ha sido darle a México más de $80 millones para el
Plan Frontera Sur que ha desatado la “feroz represión” contra migrantes
centroamericanos que entran a México. Las autoridades mexicanas han despachado
cientos de agentes al sur del país para impedir la entrada a los migrantes, han
establecido retenes para regresar a los que entran. El año pasado realizaron
20.000 redadas en estaciones de buses, hoteles, y carreteras que frecuentan los
migrantes, así como los ferrocarriles. Hasta ese entonces, una de las
principales rutas para cruzar México era viajar peligrosamente sobre el
ferrocarril conocido como “La Bestia”. Ahora los persiguen a disparos y con
Tasers. Construyeron muros de concreto para impedir subirse al ferrocarril, y
barreras elevadas para obligarlos a bajarse del techo del tren.
Como consecuencia, niños están cruzando todo México a pie, con frecuencia por
la noche para evitar que los detecten. Y en todo momento las mujeres y los niños
tienen que estar pendientes de criminales que les roban, les maltratan, les
agreden sexualmente y les quitan el dinero, así como de los policías que los
detienen y exhortan sobornos para no regresarlos. Los albergues, cuyo propósito
original fue el de ser un lugar de descanso antes de seguir hacia el norte, se
han convertido en centros de refugiados.
Una salvadoreña de 24 años que huía de pandilleros le dijo a un reportero que
en el pasado había viajado tres días para alcanzar el albergue en Ixtepec, unas
240 kilometros de la frontera sureña de México, pero que esta vez requirió casi
un mes, a pie casi todo el trayecto, una vez apenas escapando a agentes de
inmigración que la dispararon con un Taser*: El problema solucionado.
Desde el punto de vista del imperialismo estadounidense, parece que sus
planes “funcionan”. Entre octubre de 2014 y abril de 2015, México deportó a
92.889 centroamericanos, casi el doble de los 49.893 deportados durante el mismo
período del año anterior. Durante el mismo tiempo, Estados Unidos detuvo a
70.226 personas “no mexicanas”, principalmente de Honduras, Guatemala y El
Salvador. El año anterior capturó a 159.103 personas. Se espera que México
detenga 70% más centroamericanos este año que el año anterior, mientras que se
calcula que Estados Unidos reduzca por 50% la cantidad de centroamericanos que
detenga. En 2014 México deportó a 24.000 madres, el doble de lo que deportó
en 2013. Y la detención de niños registró un repunte, subiendo el 230% hasta
23.000. Para los monstruos de Washington: El problema
solucionado.
Nazario señala que si bien los migrantes centroamericanos califican
legalmente para solicitar asilo en México, el gobierno les pone enormes
obstáculos. Aquellos que son detenidos pero han sido permitidos solicitar el
asilo tienen que permanecer meses y hasta años en terribles condiciones plagadas
de ratas. Y aquellos que solicitan asilo en México sólo tienen una probabilidad
de 20% de conseguirlo; en Estados Unidos el porcentaje es 50%.
Los funcionarios estadounidenses lloran “lágrimas de cocodrilo” por los
cientos de miles de migrantes que desesperadamente fugan de la catástrofe que
Estados Unidos ha creado en el Oriente Medio. Y quieren distanciarse de la fea
respuesta fascista de los estados europeos. Pero nada puede encubrir la sangre
de los centroamericanos que tienen en sus manos. Estos migrantes son testigos de
cómo estos imperialistas encubren sus crímenes cuando llegan a sus puertas.
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