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21 de agosto de 2015

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Los discursos de Obama en West Point y Oslo: Más tropas en Afganistán y conservando el dominio nuclear estadounidense… ¿Es éste el camino hacia la eliminación de los horrores de la guerra? Parte 2

“Pero no ha habido ninguna Tercera Guerra Mundial”

Vale, podría sostener alguna gente, los Estados Unidos ha hecho cosas malas, pero lo que dijo Obama es cierto: “no ha habido ninguna Tercera Guerra Mundial”. ¿No es eso una buena razón para confiar en los gobernantes estadounidenses y creer que son la mejor opción para conservar la paz?

He aquí la realidad: es cierto que no ha habido ninguna Tercera Guerra Mundial. Pero eso no se debía a que Estados Unidos no se preparara para la posibilidad de librar una tercera guerra mundial, a que los gobernantes jamás corrieran el riesgo de librar una guerra nuclear y a que los imperialistas creyeran que fuera tan horroroso contemplar la guerra nuclear y que no debiera considerarse en ninguna circunstancia.

Al intensificarse su rivalidad con la Unión Soviética en los años 1970-80, los gobernantes estadounidenses y su aparato militar se preparaban en serio para la posibilidad de una guerra nuclear: debatían las ventajas y desventajas, integraban la doctrina de combatir una guerra nuclear en su estrategia y despliegue de fuerzas y construían nuevos sistemas de armamento, y en general trabajaban para obtener superioridad nuclear contra los soviéticos. Sobre los fines de los años 80 e inicios de los 70, Zbigniew Brzezinski escribió: “Por primera vez, los Estados Unidos pretendía para sí mismo la capacidad de manejar un conflicto nuclear prolongado”.

En lugar de ser un tabú absoluto, la guerra nuclear era algo del que los gobernantes estadounidenses hacían bromas, siendo la más infame cuando Ronald Reagan “bromeaba” que “empezaremos a bombardear en cinco minutos”. Y durante los años 80, fuera la situación de Irán o el derribo del vuelo 07 de Korean Air Lines (KAL) por los soviéticos el 1º de septiembre de 1983, los imperialistas yanquis estaban dispuestos a intensificar las tensiones a fin de debilitar a los soviéticos y/u obligarlos a dar marcha atrás, sin ninguna garantía de lo que ocurriera y plenamente conscientes de la posibilidad de que la marcha de los acontecimientos podría salirse de control y provocar catástrofes para el planeta.

En una palabra, la dinámica subyacente del sistema capitalista imperialista que representan y sirven los gobernantes los obligó a buscar el poder y supremacía global, que es un elemento fundamental y decisivo para el funcionamiento y continuación de su sistema. En relación a esas consideraciones, los intereses de la humanidad y la vida de miles de millones de personas quedan en segundo plano.

Al final de cuentas, la Tercera Guerra Mundial no ocurrió principalmente porque la Unión Soviética bajo Gorbachov “pestañeó” primero, retrocedió en las negociaciones sobre armas nucleares en 1986, y al final por que se derrumbó (en gran medida debido a las tensiones que el imperio soviético sufría debido a las “vigorosas presiones” de Estados Unidos y sus amenazas de guerra nuclear.

¿Cuándo cambió de posición Estados Unidos sobre las armas nucleares: cuando terminó la guerra fría… o cuando Obama entró en funciones?

Con el fin de la guerra fría en 1991, no se operó ningún cambio fundamental, mucho menos dejaron de confiar los imperialistas estadounidenses en las armas nucleares. Eso tampoco ocurrió con la elección de Obama.

Hoy, Estados Unidos (además de Rusia) sigue manteniendo uno de los dos arsenales nucleares más grandes y más mortíferos del mundo: se estima que tiene 9.960 ojivas nucleares, de las cuales 5.735 son funcionales y 3.696 son estratégicas (de largo alcance).

Las armas nucleares siguen siendo un elemento fundamental de la estrategia militar estadounidense. En 2002 bajo George W. Bush, Estados Unidos efectuó cambios ominosos de estrategia nuclear, como abandonar tratados de control de armamento nuclear, desarrollar una nueva generación de armas nucleares, incluidas ojivas nucleares tácticas más “utilizables”, integrar las armas nucleares más plenamente en sus estrategias para librar guerras y hacer planes para posiblemente utilizar armas nucleares de manera preventiva. Por primera vez, dijo que contemplaría el lanzamiento de ataques nucleares contra potencias sin armas nucleares, lo que en efecto socava el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.

En diciembre de 2002, se emitió una nueva “Estrategia Nacional para Combatir Contra Armas de Destrucción Masiva” que amenazaba con atacar primero, posiblemente con armas nucleares, a países que consideraba que desarrollaban armas nucleares, biológicas o químicas.

Algo que no es muy conocido es que durante la invasión de Irak de 2003, la administración de Bush nunca retiró de sus consideraciones la opción nuclear. Dos meses después de la guerra, el Los Angeles Times informó que el Pentágono “se preparaba calladamente para posiblemente utilizar armas nucleares en una guerra contra Irak… incluso posiblemente utilizar las llamadas armas nucleares rompe-búnker contra blancos militares profundamente subterráneos” (Paul Richter, “U.S. Weighs Tactical Nuclear Strike on Iraq”, Los Angeles Times, 25 de enero de 2003).

Durante su mandato, Obama ha dicho que un elemento central de su política exterior es el de reducir la cantidad de armas nucleares, lo que incluye acuerdos entre Estados Unidos y Rusia y en general habla de trabajar por un mundo sin armas nucleares. Hace poco, Estados Unidos y Rusia se suscribieron un convenio para recortar sus arsenales de ojivas nucleares estratégicas en activo en una cuarta parte, a 1.600 ojivas cada uno. Eso no incluye los miles de ojivas estratégicas almacenadas y armas nucleares tácticas de ambos bandos y éstos todavía se quedan con arsenales capaces de asestar una destrucción inimaginable sobre todo el plantea (New York Times, 18 y 19 de diciembre de 2009).

No existe evidencia de que Obama haya cambiado en lo fundamental la estrategia nuclear estadounidense, dado marcha atrás con las decisiones de los años de Bush ni tenido un plan serio de eliminar en los hechos el arsenal nuclear estadounidense.

Por otro lado, existe evidencia de que Obama siga actualizando y modernizando las armas nucleares estadounidenses. Democracy Now! (1º de octubre de 2009) informó que la administración de Obama “continúa un programa de la administración de Bush para aumentar la producción de armas nucleares… La administración propone construir nuevos detonadores de plutonio en el laboratorio de Los Álamos, Nuevo México y expandir el procesamiento de uranio enriquecido en la planta Y-12 en Oak Ridge, Tennessee” (vea Matthew Cardinale, “Nukes Agency Pushes New Bomb Production”, Inter Press Service, 30 de septiembre de 2009).

Como se discute abajo, el verdadero propósito y efecto de la retórica y medidas diplomáticas de Obama no es el de eliminar armas nucleares sino de poner a Estados Unidos en una posición más fuerte para conservar su propio arsenal, a la vez que impone sus propios dictados sobre aquellos a que pretende impedir que tengan armas nucleares. En una palabra, conservar el monopolio de armas nucleares principalmente en las manos de Estados Unidos y sus aliados.

“Que unos cuantos hombres… asesinen a inocentes a una escala horrorosa”

En Oslo, Obama condenó a los fundamentalistas islámicos por su desprecio gratuito para la vida humana: “El terrorismo no es una táctica nueva, pero la tecnología moderna permite que unos cuantos hombres insignificantes con enorme ira asesinen a inocentes a una escala horrorosa”.

Pero ¿quién fue el que segó la vida de millones y millones de vidas, en su abrumadora mayoría civiles, de manera repetida y gratuita y en masa durante los más de 60 años después de la Segunda Guerra Mundial, y a menudo lo hizo para sembrar terror y aplastar a poblaciones enteras? Nadie menos que los Estados Unidos de América de Barack Obama: fuera la matanza la de unos tres millones de personas con armas convencionales en el sudeste de Asia durante la guerra de Vietnam, la de más de 500 mil con su respaldo y organización de los escuadrones de la muerte en América Central en los años 80 o la de más de medio millón de iraquíes, principalmente niños, durante los años 90 mediante la imposición de sanciones económicas agobiantes.

Los gobernantes estadounidenses tuvieron muy en claro lo que hacían, y en ocasiones dejaron salir una parte de la verdad. En 1996, en una entrevista de 60 Minutos de la CBS, Leslie Stahl le preguntó a la entonces secretaria de Estado Madeleine Albright acerca del efecto de las sanciones contra Irak: “Tenemos entendido que han muerto medio millón de niños iraquíes. Más bien han muerto más niños que en Hiroshima. Y me pregunto, ¿vale la pena?” Albright respondió: “Creo que es una elección muy difícil, pero creemos que vale la pena”.

El principal habilitador nuclear del mundo

El 5 de abril de 2009, en un discurso en Praga, Obama dijo que respecto a las armas nucleares: “Las normas deben ser vinculantes. Las violaciones deben ser castigadas. Las palabras deben significar algo”.

En el mismo discurso, concentró en el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (NPT), “La base de negociación es estrecha: Los países con armas nucleares se moverán hacia el desarme, los países sin armas nucleares no las adquirirán y todos los países podrán tener acceso a la energía nuclear con fines pacíficos”.

Luego, en Oslo, Obama insistió que “también nos incumbe a todos insistir en que países como Irán y Corea del Norte no jueguen con el sistema”.

Estas palabras encierran tantas mentiras e hipocresía que cuesta trabajo saber dónde empezar.

Primero, se firmó en NPT en 1968. Desde ese entonces las principales potencias nucleares, sobre todo Estados Unidos y Rusia, han rechazado “trabajar para el desarme” de una manera seria sino al contrario, como hemos descrito, han mantenido enormes existencias de armas devastadoras con el potencial de aniquilar el planeta, aunque la cantidad de dichas armas haya variado, y han seguido teniendo de rehén a la humanidad y ha seguido amenazando con utilizar armas nucleares, siendo el incidente más reciente las amenazas estadounidenses contra Irak en 2003 y las recientes amenazas israelíes contra Irán.

Segundo, Estados Unidos ha estado “jugando con el sistema” desde el principio. Cuando lo ha cuadrado con sus intereses imperialistas, ha ayudado y alentado, y se ha aliado con los países que han rechazado siquiera firmar el NPT y que al contrario han desarrollado armas nucleares, los cuales son reaccionarios países que representan amenazas nucleares graves para el pueblo: Israel, India y Pakistán. Mientras tanto, ha amenazado con sanciones e incluso guerras contra países como Irán por pretender desarrollar energía nuclear, que es un derecho bajo el NPT. (Es posible que Irán realmente pretenda armas nucleares o la capacidad de fabricarlas, pero no se ha confirmado eso y de todos modos Estados Unidos ha dejado en claro que considera que incluso el dominio de Irán del ciclo de enriquecimiento que se requiere para procesar uranio para energía nuclear es intolerable).

Israel, el perro de ataque de Estados Unidos con armas nucleares en el Medio Oriente

Compare la actitud estadounidense hacia Irán, un país sin armas nucleares que se ha suscrito el NPT, con su actitud hacia Israel, un país con existencias de 150 a 200 armas nucleares, que no se ha suscrito el NPT, que nunca permite la inspección de sus instalaciones, que ha librado una tras otra guerra contra sus vecinos y que comete crímenes de guerra y de lesa humanidad contra el pueblo palestino como parte de su campaña de limpieza étnica.

Su arsenal nuclear recibe un trato de intocable, aunque Israel ha amenazado en repetidas ocasiones con atacar a Irán (y a otros países). No se oyen llamados de figuras políticas de la estructura de poder estadounidense, ni demócratas ni republicanas, a que Israel firme el NPT o acepte inspecciones internacionales.

Al contrario, como escribió hace poco Noam Chomsky, en las semanas antes del discurso de Obama en Oslo: “En pleno furor sobre la doblez iraní, la IAEA aprobó una resolución en que exhortaba a Israel a suscribir el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares y a abrir sus instalaciones nucleares a los inspectores. Los Estados Unidos y Europa intentaron bloquear la resolución, pero de todos modos ésta salió adelante. Los medios de comunicación obviaron en la práctica el acontecimiento. Los Estados Unidos aseguraron a Israel su apoyo al rechazo israelí de la resolución, reiterando un acuerdo secreto que ha permitido a Israel mantener su arsenal nuclear a resguardo de las inspecciones internacionales, según funcionarios conocedores de esos arreglos. De nuevo los medios de comunicación permanecieron en silencio” (Noam Chomsky, “Guerra, paz y el Nóbel de Obama”, Red Voltaire, 16 de noviembre de 2009).

Israel también ha propagado armas nucleares ayudando al régimen racista del apartheid en Sudáfrica a obtener armas nucleares en los años 70.

Así que hoy, uno de los mayores peligros de un ataque nuclear, un conflicto que podría englobar al Medio Oriente entero y extenderse al mundo entero, no proviene de Irán, sino de Estados Unidos e Israel y sus actividades de conservar su monopolio nuclear en el Medio Oriente e impedir que Irán siquiera adquiera los conocimiento para enriquecer el uranio.

¿Por qué existe un peligro nuclear en Pakistán? ¿Quién sigue alimentándolo?

La primera pregunta es: ¿por qué tiene siquiera Pakistán armas nucleares en primer lugar, de las que podrían apoderarse los islamistas? El programa nuclear paquistaní tiene sus orígenes en sus más de 60 años de rivalidad con India, pero también en el apoyo de los Estados Unidos a los gobernantes reaccionarios paquistaníes y su tácito apoyo al programa nuclear paquistaní. Los grandes capitalistas y terratenientes gobiernan a Pakistán y el país tiene una de las mayores brechas en el mundo entre pobres y ricos. Lo han gobernando juntas militares durante una buena parte de su existencia, las que alentaron el islamización como base de su legitimidad, una herramienta del estado y mecanismo para sofocar a las masas.

Durante décadas, Estados Unidos apoyaba a Pakistán como contrapeso en la región a India, que en esos años se había aliado con la Unión Soviética, a pesar de la negativa de Pakistán de firmar el NPT. La ayuda constaba de miles de millones de dólares de asistencia militar y estrecha colaboración militar. India ensayó su primera arma nuclear en 1974. Dos años después, Pakistán decidió iniciar su propio programa nuclear. En 1986, ya tenía la capacidad de montar una bomba nuclear y en 1998 llevó a cabo sus primeras pruebas de armas nucleares.

En varias ocasiones, Estados Unidos ha reprendido a Pakistán por haber desarrollado armas nucleares y le ha impuesto temporalmente sanciones y recortado ayuda. Pero los recortes han sido de corta vida y nunca han eclipsado los objetivos estratégicos estadounidenses en la región. Por ejemplo, en 1979 Estados Unidos suspendió la ayuda militar debido a su preocupación de que el programa nuclear de Pakistán no fuera estrictamente pacífico. Pero en cuanto la Unión Soviética invadiera a Afganistán, Estados Unidos le prometió a éste ayuda militar y económica y en 1982 ya había levantado el embargo y reanudado su ayuda económica y militar. Específicamente, la administración de Reagan hizo de la vista gorda ante las actividades paquistaníes de desarrollar armas nucleares.

En dos ocasiones, India y Pakistán casi han llegado al borde de entablar una guerra total, con el potencial de utilizar armas nucleares, siendo el caso más reciente el de 2002. Además de ayudar a Pakistán a desarrollar armas nucleares, las acciones estadounidenses en la región han contribuido a azuzar la rivalidad entre India y Pakistán y así han echado leña a este fuego nuclear potencial. Por ejemplo, después del derrumbe de la Unión Soviética, Estados Unidos empezó a cultivar a India como principal aliado de la región (y hace poco aceptó ayudar el programa nuclear indio). En 2001, derrocó al Talibán pro-paquistaní en Afganistán y así abrió a este país a más influencia india. (Estados Unidos se ha negado a trabajar por una justa resolución del problema de Cachemira, que es una importante grieta entre India y Pakistán.) Todo eso ha azuzado la rivalidad regional entre India y Pakistán y es una razón por la que Pakistán ha seguido apoyando al Talibán en Afganistán, y ha aumentado el peligro de una guerra entre estos dos estados reaccionarios con armas nucleares.

Al contribuir a amontonar leña nuclear en el sur de Asia, los imperialistas estadounidenses también han alentado el fundamentalista islámico reaccionario y de esta manera también han contribuido a la posibilidad de que los fundamentalistas obtengan la bomba. Estados Unidos ha avivado las llamas del fundamentalismo, entre otras cosas, apoyando a los gobernantes militares reaccionarios y cuasi-fundamentalistas de Pakistán, armando y adiestrando a los jihadíes en Pakistán y Afganistán en los años 80, expulsando de Afganistán al Talibán y a otros islamistas hacia Pakistán a raíz de su invasión y ocupación de 2001 y luego arrojando gasolina sobre esta leña en Afganistán así como Pakistán mediante bombardeos en masa de civiles y la brutalidad general de su ocupación, con la detención, encarcelamiento y tortura de paquistaníes así como de afganis.

Todo eso ha engendrado una enorme furia, tensiones e inestabilidad en Pakistán. El último aumento de tropas de Obama, que incluye ataques con aviones no tripulados y otras operaciones militares en Pakistán (lo que, se informa, incluyen a importantes ciudades), bien podrían intensificar estos odios y aumentar la fragilidad del estado paquistaní.

Obama, al igual que sus predecesores en la Casa Blanca, justifica las acciones estadounidenses diciendo que “dios” está del lado de Estados Unidos: “Gracias, que Dios los bendiga, que Dios bendiga a Estados Unidos de Norteamérica”, dijo al final de su discurso en West Point, después de anunciar la intensificación de la guerra en Afganistán y el despliegue de 30 mil tropas más.

¿A dónde conduce este choque entre el imperialismo y el fundamentalismo islámico, en ambos casos fuerzas sociales “anticuadas” y reaccionarias? En Forjar otro camino, Bob Avakian escribe: “He señalado que si la situación no cambia, y en particular si los ‘dos sectores históricamente anticuados’ siguen al timón de la dinámica de la situación y siguen reforzándose mutuamente al mismo tiempo que se oponen, podría suceder que unas fuerzas fundamentalistas islámicas obtengan armas de destrucción masiva, y quizás armas nucleares, y en tal caso sí habrá un lío de alturas completamente nuevas” (pp. 23-24).

Esta posibilidad se perfila mucho más hoy en Pakistán.

Las realidades que es necesario reconocer, las elecciones que enfrentamos

Por ende, cualquier resumen sincero de la historia de las acciones estadounidenses alrededor del mundo en los últimos 60 años, y hoy, muestra un desprecio gratuito a la vida humana, el afán de una clase dominante de matar repetidamente a millones de personas y a correr el riesgo de aún más matanzas, cuyas acciones no sólo han causado enorme sufrimiento sino también rivalidades agudizadas, han acelerado la carrera de armamento nuclear y han alentado el fundamentalismo islámico.

Así que, en vista de todo eso, no se puede argumentar con sinceridad que los gobernantes estadounidenses se guíen más por su preocupación por la humanidad, de evitar la muerte de civiles y proteger el planeta contra un holocausto nuclear que los fundamentalistas islámicos que condenan. De hecho, los imperialistas son los autores primordiales de estos horrores con muchísimo más poderío para causar daño que los islamistas.

Hoy Obama argumenta y exige que se fortalezca a esta misma clase dominante y que se obedezca a la misma. En Oslo, su discurso no fue simplemente ni siquiera principalmente hipócrita en líneas generales (Guerra = Paz). La realidad más profunda es que aprovechaba la plataforma del premio Nóbel de la Paz para promover y legitimar la agenda imperialista estadounidense de intensificar la guerra, intimidación y derramamiento de sangre. En particular, el objetivo de sus palabras acerca de un mundo sin armas nucleares es legitimar el que Estados Unidos siga teniendo (y que posiblemente utilice) armas nucleares y su papel de vigilar quiénes las tienen y quiénes no, y el que utilice su poderío militar (incluso armas nucleares) en su caso, en beneficio de sus propios intereses, como si eso fuera de algún modo parte de un plan para eliminar las armas nucleares.

En una palabra, ahora que han engendrado un infierno explosivo y pesadillesco en la tierra con el potencial de englobar a grandes regiones y el planeta entero en las guerras que ya están en marcha y en una posible guerra nuclear, los imperialistas exigen que sean los únicos con permiso para solucionar la crisis, con los mismos medios que han contribuido a engendrarla en primer lugar, y cuando la historia ya ha demostrado que sus “soluciones” sólo allanan el camino y sientan las bases para el siguiente horror y la siguiente emergencia.

Al nivel más profundo, el capitalismo es un sistema social y económico cuya naturaleza y funcionamiento fundamental descansa sobre la despiadada competencia económica, política y militar entre potencias rivales y bloques de capitales. Esto se manifiesta en rivalidades militares, choques y horrorosas guerras para dominar vastas regiones de la tierra y actividades de impedir que otras potencias hagan lo mismo. Y quiere decir que estas potencias jamás cederán sus fuerzas y ventajas militares, incluso sus armas nucleares.

En resumen, Obama exige que protejamos y conservemos este sistema y la dinámica mortífera que engendra para nuestra “seguridad”. Lo único que estos imperialistas se interesan en mantener “seguro” es su derecho y capacidad de dominar, explotar y amenazar al planeta. Ésta es una elección que cualquiera que reconozca la realidad y tenga conciencia debería rechazar con vehemencia.

Él nos dice que deberíamos desconocer todo lo que Estados Unidos le ha hecho a la gente del mundo, desconocer la manera en que el 80 por ciento de la población del mundo tiene que vivir y las amenazas y muerte que soporta a manos de Estados Unidos, y que deberíamos dedicarnos únicamente a “nosotros” y al posible peligro para “nosotros”, y darles a los gobernantes estadounidenses carta blanca para seguir haciendo lo que harán para defender los intereses de su imperio. En una palabra, que maten o torturen a la cantidad de personas que sea en beneficio de nuestra “seguridad” y el estilo de vida en Estados Unidos.

Apoyar a Obama y las guerras de Afganistán y Pakistán quiere decir aceptar TODO eso, y eso da asco y es inaceptable para cualquiera que tenga una pizca de moral básica e interés en la humanidad.

Y deberíamos rechazar con vehemencia su sistema entero. ¿Puede haber una locura tan monumental y criminal como la de poner en peligro repetidamente la vida de todos los seres humanos del planeta en beneficio de los intereses estratégicos de un puñado de explotadores y opresores? ¿Puede haber algo tan monstruoso como las repetidas masacres de cientos de miles e incluso millones de personas en las guerras horrorosas que libran, sean con armas nucleares o convencionales? ¿Puede haber algo tan perverso como la pose de garante de la “paz” de los mayores practicantes del terror nuclear, de correr peligros y de matar en masa?

Y la lista de crímenes continúa. Estos mismos monstruos también estaban sumiendo al planeta en una catástrofe ecológica (en el mismo momento en que arrestaban y golpeaban a aquellos que se manifestaban en nombre del planeta en Copenhague en diciembre de 2009) y asignando a miles de millones de dólares a un “estilo de vida” que, como dicen el Manifiesto, El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, “agota —o en un instante destruye— la vida para la gran mayoría de la humanidad”.

Bueno… ¿no justifica ese argumento la revolución? Y existe la posibilidad de eliminar las raíces de estas guerras y conflictos mediante la revolución con la finalidad de llegar a lo que el Manifiesto también plantea, “un modo de vida completamente diferente… en que los seres humanos, como individuos y sobre todo en su interacción mutua entre sí, en todas partes del mundo, pueden quitarse las cadenas pesadas de la tradición y ponerse a su máxima altura y florecer de formas nunca antes vividas o siquiera imaginadas en toda su extensión”.

Y cuando la revolución abarque la eliminación de los conflictos destructivos entre países y de hecho la existencia de estados-naciones antagónicos que oprimen a la gente y luchan entre sí, pues, ¿no valdrá eso echarle todas las ganas que tenga uno para hacer que eso ocurra?

* * * * *

• Pasajes de Oil, Power & Empire: Iraq and the U.S. Global Agenda sobre los cambios de la posición nuclear estadounidense durante la administración de George W. Bush (Capítulo 1, pp. 22, 23)

También se vislumbran ominosos cambios en la estrategia nuclear estadounidense. La última “Revisión de la Posición Nuclear” de Estados Unidos, filtrada al Los Angeles Times en febrero de 2002, propone abandonar los tratados de control de armamento, desarrollar una nueva generación de armas nucleares, incluidas ojivas tácticas más “utilizables”, integrar más completamente las armas nucleares en la estrategia de librar guerras de Estados Unidos y hacer planes para posiblemente utilizar armas nucleares de manera preventiva. Por vez primera, Estados Unidos dijo que contemplaría lanzar ataques nucleares contra potencias sin armas nucleares, lo que socava en efecto el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. El Los Angeles Times informó:

La administración de Bush ha ordenado que las fuerzas armadas preparen planes de contingencia para utilizar armas nucleares contra al menos siete países y para fabricar armas nucleares pequeñas a utilizarse en ciertas situaciones de campo de batalla, según un informe secreto del Pentágono obtenido por el Los Angeles Times. Dicho informe, que se entregó al Congreso el 8 de enero de 2002, dice que el Pentágono tiene que estar preparado para utilizar armas nucleares contra China, Rusia, Irak, Corea del Norte, Irán, Libia y Siria, y que las armas podrían utilizarse en tres tipos de situación: contra blancos capaces de resistir ataques no nucleares; en represalia por ataques con armas químicas, biológicas o nucleares; o “en el caso de sucesos militares sorprendentes”1.

En septiembre de 2002, Bush firmó el Directivo Presidencial 17, un documento secreto que dice: “Los Estados Unidos seguirá dejando en claro que se reserva el derecho de responder con fuerza abrumadora, incluso con la posibilidad de armas nucleares, al lanzamiento de [armas de destrucción masiva] contra los Estados Unidos, nuestras fuerzas en el exterior, y amigos y aliados”2.

En diciembre de 2002, se emitió una nueva “Estrategia Nacional para Combatir las Armas de Destrucción Masiva” que amenazaba con ataques ofensivos, posiblemente con armas nucleares, contra los países que se creía que desarrollaban armas nucleares, biológicas o químicas3.

Los altos funcionarios de Bush exuden, por decirlo así, un vil afán de utilizar el poderío militar, incluso armas nucleares. Rumsfeld escribió en el número de mayo y junio de 2002 de Foreign Affairs: “Que nada quede fuera de consideración. El enemigo debe entender que nosotros utilizaremos todos los medios a nuestro alcance para derrotarlos y que estamos preparados para hacer los sacrificios que sean necesarios para obtener la victoria”4.

No es muy conocido el hecho de que la administración de Bush nunca retiró de sus consideraciones la opción nuclear en Irak. Dos meses antes del inicio de la guerra, el Los Angeles Times informó que el Pentágono “se preparaba calladamente para posiblemente utilizar armas nucleares en una guerra contra Irak… incluso posiblemente usar las llamadas armas nucleares rompe-búnker contra blancos militares profundamente subterráneos”5.

Notas

1. Llevaban desde septiembre de 2000 elaborando la revisión y la divulgaron después de que se filtró al Los Angeles Times en febrero de 2002. Paul Richter, “U.S. Works Up Plan for Using Nuclear Arms”, Los Angeles Times, 9 de marzo de 2002. [regresa]

2. Jonathan Schell, “The Case Against the War”, The Nation, 3 de marzo de 2003. [regresa]

3. “National Strategy to Combat Weapons of Mass Destruction”, diciembre de 2002; David E. Sanger, “U.S. Issues Warning to Foes in Arms Plan”, New York Times, 11 de diciembre de 2002; Mike Allen y Barton Gellman, “Preemptive Strikes Part Of U.S. Strategic Doctrine”, Washington Post, 11 de diciembre de 2002, A1. [regresa]

4. Rumsfeld, Foreign Affairs, mayo y junio de 2002, p. 31. [regresa]

5. Paul Richter, “U.S. Weighs Tactical Nuclear Strike on Iraq”, Los Angeles Times, 25 de enero de 2003. [regresa]


 

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