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El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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15 de diciembre de 2009: artículo completa

Revolución #185, 13 de diciembre de 2009

El discurso de Obama sobre la guerra: Las preguntas que suscita… y las respuestas que es necesario dar

El martes 1º de diciembre en la Academia Militar Estadounidense en West Point, el presidente Barack Obama anunció que iba a mandar 30.000 soldados adicionales a Afganistán. También pidió 10.000 soldados más de la OTAN, lo que aumenta el total de las fuerzas dirigidas por Estados Unidos a casi 150.000, y anunció planes de escalar la guerra en varios frentes, entre ellos en Pakistán (sin dar detalles). Desde que asumió su cargo, Obama ya ha triplicado el número de fuerzas yanquis en Afganistán.

Estas fuerzas militares no van a Afganistán para establecer programas de vacunación ni dar clases de alfabetización para muchachas afganis. Van como parte de la más destructora máquina militar del planeta, para sembrar violencia. Esta máquina militar ha bombardeado fiestas de boda, ha mantenido en la prisión Bagram sin cargos a miles de hombres jóvenes afganis, derriba puertas a patadas muy de noche. Están fortaleciendo esta máquina y desencadenándola aún más.

Están llamando el discurso de West Point el “momento que define” la presidencia de Obama. Hasta este punto en su mandato, al menos, es cierto. Así que será importante analizar con profundidad las preguntas que planteó Obama y las respuestas que dio — y de ahí revelar las verdaderas causas subyacentes de esta escalada militar.

¿Por qué está en Afganistán el ejército yanqui?

Obama comenzó el discurso así: “Es importante recordar por qué América y nuestros aliados fueron obligados a librar una guerra en Afganistán en primer lugar. No pedimos esta pelea. El 11 de septiembre de 2001, diecinueve hombres secuestraron cuatro aviones y los utilizaron para matar a casi 3.000 personas. Atacaron nuestros centros neurálgicos militar y económico.... Como sabemos, aquellos hombres pertenecieron a al-Qaeda... La base de operaciones de al-Qaeda estaba en Afganistán, donde los albergaba el Talibán — un movimiento cruel, represivo y radical que se apoderó de ese país después de que los años de ocupación y guerra civil soviéticas lo había asolado y después de que América y nuestros amigos había prestado sus atenciones a otras partes”.

Luego Obama volvió a su explicación de por qué el Talibán y al-Qaeda han echado raíces en Afganistán: “Por décadas el pueblo de Afganistán ha soportado la violencia. Lo ha confrontado la ocupación de parte de la Unión Soviética y luego de parte de los combatientes extranjeros de al-Qaeda que usaron el territorio afgani para sus propios fines”.

Obama insinúa que Estados Unidos no tenía nada que ver con la invasión soviética de Afganistán y que no tiene ninguna responsabilidad para el crecimiento del Talibán y de al-Qaeda allí, ni del crecimiento del fundamentalismo islámico en la región. Según Obama, Estados Unidos no desempeño ningún papel en los sucesos que condujeron a los ataques de 11-S.

Los hechos son distintos. En verdad, Estados Unidos ayudó a provocar la invasión soviética de Afganistán. En julio de 1979, unos cinco meses antes de la invasión soviética, EE.UU. había puesto en marcha una campaña encubierta para desestabilizar el gobierno pro-soviético de Afganistán armando y financiando a la oposición islámica. El objetivo, según Zbigniew Brzezinski, el asesor de Seguridad Nacional del presidente Jimmy Carter, fue “el de inducir una intervención militar soviética”. Cuando en diciembre los soviéticos sí intervinieron, Brzezinski le escribió a Carter: “Ahora tenemos la oportunidad de darle a la Unión Soviética su guerra de Vietnam”.

La administración de Carter emprendió esta operación porque en ese entonces EE.UU. estaba trabado en una lucha enconada por supremacía global con lo que entonces era la Unión Soviética1. Después de ayudar a provocar la invasión de Afganistán, EE.UU. trabajó entre bastidores con Pakistán y Arabia Saudita a lo largo de los años 1980 para hacer que la guerra fuera mucho más larga, violenta y destructora. Estas fuerzas organizaron, financiaron y armaron a los mujaidines (“guerreros por el islam”). Mientras que muchos otros afganis se levantaron en armas contra los invasores soviéticos, Estados Unidos y sus socios obraron para fortalecer a los combatientes reaccionarios del fundamentalismo islámico. A lo largo de la siguiente década, el gobierno yanqui canalizó más de $3 mil millones de armas y ayuda a aquellas fuerzas fundamentalistas, y como resultado ayudó a alimentar un movimiento islamista global. Así empezó Osama bin Laden. Así por primera vez se sembraron las semillas de al-Qaeda y el Talibán.

Durante los años 1980 existían algunos afganis que luchaban contra la ocupación soviética quienes se oponían al imperialismo yanqui así como al imperialismo soviético. Representaban un futuro completamente distinto — un futuro libre de la dominación imperialista, libre de la explotación capitalista y libre de las relaciones sociales e ideología feudales tradicionales retrógradas que mantienen a la mayoría de los habitantes de Afganistán en grilletes — en especial las mujeres. Los maoístas revolucionarios de Afganistán dirigían a esas fuerzas. Pero los imperialistas estadounidenses, los imperialistas soviéticos, los mujaidines islámicos y los señores de la guerra lacayos de Estados Unidos, o sea todas las fuerzas reaccionarias involucradas en el conflicto afgani, centraron sus ataques viles y sanguinarios en esas fuerzas dirigidas por los maoístas.

Cuando por fin los soviéticos se retiraron de Afganistán en 1989, el saldo fue la muerte de de más de un millón de afganis (junto con 15.000 soldados soviéticos) muertos, y el encierro de la tercera parte de la población, es decir, más de 7 millón de personas, en campamentos de refugiados. Solamente dos años después, se derrumbó la Unión Soviética. La derrota en Afganistán había desempeñado un papel importante.

Mientras tanto, Afganistán fue dejado en un estado de guerra civil entre el régimen pro soviético de turno y los varios grupos de fanáticos religiosos islámicos y señores de la guerra reaccionarios que se peleaban entre sí mientras reprimían al pueblo. Pero los gobernantes de Estados Unidos consideraron su táctica como un enorme éxito. Cuando el periódico francés Le Nouvel Observateur (15 de enero de 1998) le preguntó si lamentaba haber inducido la invasión soviética de Afganistán y de “haber apoyado a los [combatientes] islámicos, de haber dado fusiles y asesoría a unos futuros terroristas”, Brzezinski respondió: “¿Lamentar qué?... ¿Qué tiene más importancia para la historia del mundo? ¿El Talibán o el derrumbe del imperio soviético? ¿Algunos musulmanes agitados o la liberación de Europa central y el fin de la guerra fría?”

 

"Lo que vemos en contienda, con la jihad por un lado y McMundo/McCruzada por el otro, son sectores históricamente anticuados de la humanidad colonizada y oprimida contra sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista. Estos dos polos reaccionarios se oponen, pero al mismo tiempo se refuerzan mutuamente. Apoyar a uno u otro de esos polos anticuados, acabará fortaleciendo a los dos."

Bob Avakian,
presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos
De la charla en inglés: “Por qué estamos en esta situación… y qué hacer al respecto: Un sistema totalmente podrido y la necesidad de la revolución”

Por supuesto es fácil empezar la película el 11 de septiembre de 2001. Pero si usted oprime el botón de regresar al pasado, aprenderá que el gobierno estadounidense no había estado ocupándose de sus propios asuntos de manera inocente todos esos años y de repente se encontró víctima de un ataque de ninguna forma provocada. Existe una larga historia de armar y utilizar a los fundamentalistas islámicos y de ser cómplice en la destrucción de millones de vidas. De hecho, sería difícil exagerar el nivel de horror y sufrimiento innecesario que esta danza de la muerte de esta superpotencia infligió al pueblo afgani. Todo eso se hizo con la finalidad de conservar y defender la dominación imperial estadounidense. Nada de eso justifica lo que pasó el 11-S — pero para entender las verdaderas causas de lo que está pasando, más vale entender completamente los alcances de la historia.

¿Es el “trastorno de falta de atención” de Obama un diagnóstico acertado?

Obama dijo que después de la retirada soviética de Afganistán en 1989, “la atención de los Estados Unidos y de nuestros amigos se había trasladado hacia otra parte”.

¿Dónde estaba centrada la atención de los EE.UU. en la década de 1990 en esta parte del mundo? Empezando con la primera administración Bush (George H. W. Bush) y continuando con la administración Clinton, los EE.UU. se desplazaron hacia un número de frentes para consolidar la enorme ventaja que derivó de la caída de la Unión Soviética. Su objetivo, en particular, fue el de profundizar y extender su dominio en el Medio Oriente y Asia Central. Esto incluyó la invasión y destrucción de Irak en 1991, lo que causó lo que la analista de datos del mundo que trabaja en el Buró del Censo estadounidense, Beth Osborne Daponte, calculó en más de 200 mil muertes (y murieron al menos 500 mil más en los años 1990 debido a las sanciones de la ONU) y el acantonamiento de grandes fuerzas militares de EE.UU. en Arabia Saudita y en otros países del Golfo Pérsico. También incluyó nuevas tentativas de acercamiento y el aumento de su rol a través de la India principalmente hindú, lo que agravó la rivalidad entre la India y Pakistán, que es una rivalidad que los EE.UU. ha intentado manipular y con la cual juega para su beneficio propio. Todo esto, junto con el continuo apoyo de EE.UU. a Israel contra la enorme rebelión del pueblo palestino en los años 80 y de principios de los 90, ha traído enormes y a menudo terribles niveles de violencia contra los pueblos árabes y centroasiáticos y la afirmación de la abierta dominación de los EE.UU.

Al mismo tiempo, la mayor penetración social y económica de los EE.UU. en la región modernizó ciertos aspectos de esas sociedades, mientras que minaba las relaciones tradicionales. Tomado en su conjunto, todo esto llevó al inicio de un conflicto abierto entre los EE.UU. y las fuerzas islámicas. Los mismos que fueron llamados “guerreros santos” a quienes los EE.UU. habían apoyado inicialmente y que a menudo había juntado sobre la base de una oposición reaccionaria a la “modernización” empezaron a oponerse a los EE.UU. y a llevar a cabo operaciones de guerrilla en su contra en esa región. Mientras tanto, en 1996, el gobierno paquistaní había ayudado a instalar a los talibanes en Afganistán, tanto para estabilizar el país bajo el mandato extremadamente represivo islámico como utilizarlo como contrapeso a las ambiciones de la India en Afganistán y la región. Todos estos hechos llevaron a los EE.UU., a finales de los 1990, a que una vez más, intensificara su atención en Afganistán, en el contexto de la región en su conjunto. Durante este período emergió un consenso (lo que se consolidó por el 11 de septiembre) entre lo que se convertiría en las fuerzas políticas dominantes en los EE.UU., de que el fundamentalismo islámico se estaba convirtiendo en un obstáculo primordial para los objetivos de los EE.UU., que tendría que ser derrotado y que era necesaria una reestructuración radical de toda la región a fin de debilitar estas fuerzas y asegurar la hegemonía de EE.UU.

Gran parte de esta historia es bien conocida, ciertamente por cualquier persona en un cargo público o en la prensa. Sin embargo, tras el discurso de Obama ni uno ni el otro hizo ningún comentario sobre los que Obama “omitió”.

¿Qué fue lo que los EE.UU. trataba de lograr con la invasión de Afganistán en 2001?

Obama defiende la decisión de invadir Afganistán y dice que ha dado buenos resultados. Señala que el Congreso “autorizó el uso de la fuerza contra al-Qaeda y contra aquellos que le dieron asiento, una autorización que continúa hasta el día de hoy” (98-0 en el Senado, 420-1 en la Cámara de Representantes) y que la OTAN apoyó a los EE.UU. y que el Consejo de Seguridad de la ONU “ratificó el uso de todas las medidas necesarias para responder a los ataques del 11 de septiembre. Estados Unidos, nuestros aliados y el mundo estaban actuando como uno para destruir la red terrorista de al-Qaeda y proteger nuestra seguridad común”.

“Bajo la bandera de esta unidad nacional y la legitimidad internacional, y sólo después de que los talibanes se negaron a entregar a Osama bin Laden, enviamos a nuestros soldados hacia Afganistán”.

Aquí debemos profundizar más exactamente en lo que se hizo bajo “esta bandera de unidad nacional y legitimidad internacional” y por qué.

El régimen de Bush tenía una serie de objetivos en la invasión de Afganistán en octubre de 2001. En primer lugar, el de atacar de forma rápida y masiva y conquistar a Afganistán, a fin de demostrarle al mundo que Estados Unidos no se había visto sacudido por los atentados del 11 de septiembre y que estaba dispuesto y era capaz de aplastar con fuerza abrumadora a los que se atrevieren a desafiarla. Esto no es sólo la postura de macho, sino fue esencial para el mantenimiento de la “credibilidad” global, es decir, el miedo, y la dominación.

En segundo lugar, los EE.UU. querían rápidamente derrocar el régimen talibán e instalar un estado clientelar leal en Afganistán como parte de un proyecto global para profundizar su control militar de Asia Central (Afganistán colinda con dos de los principales rivales potenciales de los Estados Unidos, Rusia y China) y obtener mayor acceso y control de los energéticos de la región (durante la década del 1990 los EE.UU. estuvo tratando de construir un oleoducto a través de Afganistán que evitara pasar por Rusia o Irán. El gigante petrolero UNOCAL era el contratista principal; uno de sus asesores era Hamid Karzai, luego instalado por los EE.UU. como presidente de Afganistán). Hacer eso fue también parte de un proyecto para derrotar a las fuerzas islámicas anti-Estados Unidos en la región.

Simplemente capturar o matar a Osama bin Laden nunca fue el objetivo central. (El argumento de Obama de que los EE.UU. invadió a Afganistán “sólo después de que los talibanes se negaron a entregar a Osama bin Laden” es uno que cuando menos es merecedor de fuertes cuestionamientos. Según The Guardian (14 de octubre de 2001), “El presidente George Bush rechazó por ‘no negociable’ una oferta hecha por los talibanes para discutir la entrega de Osama bin Laden si los Estados Unidos suspendiera los bombardeos en Afganistán”.)

Obama elogia los resultados de la invasión de EE.UU.: “En cuestión de meses, al-Qaeda se dispersó y muchos de sus agentes fueron asesinados. Los talibanes fueron expulsados del poder y obligados a retroceder. Un lugar que había conocido décadas de miedo ahora tenía razones para la esperanza” y señala la formación de un régimen creado por los EE.UU. con Karzai a la cabeza como un avance positivo “para contribuir a traer una paz duradera a un país azotado por la guerra”.

 

Este es un sistema de capitalismo-imperialismo... un sistema en que el imperialismo estadounidense es la superpotencia más opresora y más monstruosa... un sistema impulsado por un implacable afán de ganancias que trae horror tras horror, una pesadilla al parecer sin fin, para la abrumadora mayoría de la humanidad: pobreza y miseria... tortura y violación... la dominación y degradación generalizadas de las mujeres en todas partes... las guerras, invasiones y ocupaciones... asesinatos y masacres... aviones, proyectiles, tanques y soldados de Estados Unidos, que bombardean a pueblos en tierras lejanas mientras que éstos duermen en su hogar o realizan sus actividades cotidianas, hacen pedazos a sus hijos pequeños, siegan la vida de hombres y mujeres en la flor de la vida, o en la vejez, tumban a patadas las puertas de sus hogares y se los llevan a rastras durante la noche... a la vez que en los propios Estados Unidos la policía hostiga, brutaliza y mata a jóvenes en las calles de las zonas urbanas —vez tras vez— y luego vomitan sus desquiciantes insultos, insistiendo en que eso es “justificado” como para decir que estos jóvenes no son seres humanos, que no tienen derecho a la vida y que no merecen ni respeto ni futuro.

De: “La revolución que necesitamos… La dirección que tenemos: Un mensaje, y un llamamiento, del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos”, Revolución #170, 19 de julio de 2009, revcom.us.

No fue nada de eso. El régimen de Karzai era un régimen de lacayos de los EE.UU., señores de la guerra, narcotraficantes y criminales de guerra, muchos de ellos tan odiados como los talibanes que habían reemplazado. El señor de la guerra el general Abdul Dostom, que era jefe del estado mayor al comandante en jefe del Ejército Nacional Afgano bajo Karzai, es responsable de la masacre de Dasht-e-Leili de 2001 en que metieron a la fuerza a dos mil prisioneros de guerra en contenedores de carga, lo que les causó asfixia, y los abandonaron en el desierto. Además, entre otras medidas y leyes vilmente antimujer, el gobierno afgano instaurado por Estados Unidos aprobó una ley en febrero de 2009 que singulariza a la población chiíta (de 10 a 15% de la población de Afganistán) que legaliza abiertamente la violación en el matrimonio porque prohíbe el que las mujeres se nieguen a sostener relaciones sexuales con sus esposos. Tal ley también impide que las mujeres trabajen, estudien, tengan acceso a servicios de salud y de otra índole o incluso salgan de su hogar sin el permiso de su esposo. Esta sustitución de un grupo de opresores por otro, no es de sorprendernos, no hizo nada para acabar con la opresión allí. Más bien reforzó las fuentes de la opresión en Afganistán: la dominación extranjera, el capitalismo y el feudalismo, el fundamentalismo religioso y el patriarcado.

(También es importante señalar en pocas palabras qué más se hizo bajo “el estandarte de la unidad nacional y la legitimidad internacional”. En los días inmediatamente después del 11-S, la administración de Bush introdujo la Ley Patriota, que aumentó enormemente el alcance y el campo de acción del aparato represivo en Estados Unidos. Las autoridades detuvieron y mantuvieron cautivos por meses a inmigrantes sin cargos y a menudo los deportaron a altas horas de la noche. Empezaron enormes programas de vigilancia aún más allá de lo que había sido autorizado por la Ley Patriota y sin el conocimiento de la mayoría del Congreso. Los “secretos del Estado” se convirtieron en una excusa para negar todo tipo de información que presentaba a Estados Unidos de una manera negativa, aun cuando esto significó impedir que las personas que habían sido detenidas y torturadas “equivocadamente” acudieran a los tribunales para resarcirse los daños. Estados Unidos se arrogó a sí mismo el derecho de matar y capturar a personas por todo el mundo, sin juicio, si sospechara que estas personas eran “terroristas”. De manera más dramática, Estados Unidos instituyó un régimen generalizado de tortura, empezando en Guantánamo (donde detenía a personas indefinidamente en violación del derecho internacional y de la Constitución estadounidense) y luego extendiéndola a través del ejército en Irak y Afganistán y con la muerte de más de 100 personas como resultado de esta tortura. Obama no mencionó nada de esto en su discurso, ¡en gran parte porque ha continuado la gran mayoría de estas medidas represivas!).

Por qué resurge el Talibán y se mete en líos la ocupación yanqui?

¿Cómo llegaron las cosas al punto actual, en que resurge el Talibán y los ocupantes yanquis están en apuros y perdiendo terreno?

Obama dice que después de comenzar bien las cosas, empezaron a ir mal (para los ocupantes yanquis) en Afganistán por dos razones. Primero, “a principios de 2003, se tomó la decisión de librar una segunda guerra en Irak… durante los siguientes seis años la guerra de Irak ocupó la parte dominante de nuestras tropas, nuestros recursos, nuestra diplomacia y nuestra atención nacional….” Segundo, mientras el régimen de Karzai es “un gobierno legítimo…elegido por el pueblo afgano”, según Obama, “le han dificultado su trabajo la corrupción, el narcotráfico, una economía subdesarrollada e insuficientes fuerzas de seguridad”.

¿Qué tal esta explicación? Claro que sí, desviaron recursos para la guerra de Irak. Pero fuera de hacer en un análisis completo de la trayectoria de la guerra de Afganistán, es importante señalar que eso no es la razón esencial para el resurgimiento del Talibán y su capacidad de “controlar extensiones adicionales de territorio en Afganistán” como lo dijo Obama. Existen razones más profundas que tienen que ver con lo que el capitalismo-imperialismo estadounidense lleve al mundo y a países como Afganistán.

La primera es la brutalidad de la ocupación yanqui. Las fuerzas norteamericanas, aclamadas como héroes por Obama, han cometido infinitas atrocidades en Afganistán desde bombardear fiestas de bodas hasta masacrar a civiles, humillar a afganis con allanamientos de morada y encerrar a personas en mazmorras controladas por Estados Unidos donde utilizan la tortura, la detención ilegal y las entregas a otros países.

Veamos un ejemplo: El 22 de agosto de 2008 los aldeanos de Azizabad, en el oeste de Afganistán, estaban dormidos cuando las fuerzas yanquis atacaron, al inicio con fusiles y luego con bombardeos aéreos. A la mañana siguiente, según investigadores de la ONU, las fuerzas norteamericanas habían masacrado a más de 90 personas, entre ellas 60 niños y niñas y 15 mujeres. Ha habido muchísimas masacres durante el curso de la guerra, más recientemente el 9 de septiembre de este año cuando los yanquis masacraron de 100 a 200 personas en un ataque en la provincia de Kunduz. Si bien no existen cifras precisas de la cantidad de muertes de afganis (en parte porque las fuerzas armadas yanquis se niegan a divulgarlas y tal vez ni siquiera las cuenten), los estudios realizados dan una idea del alcance de las matanzas. El profesor Marc Herold documentó de 3.000 a 3.500 muertes de civiles, como resultado de los bombardeos yanquis principalmente, solamente durante los primeros seis meses de la guerra. El periódico The Guardian (19 de noviembre de 2009, de Inglaterra, estima que 6.584 civiles resultaron muertos (de parte de la coalición bajo Estados Unidos como del Talibán) entre 2006 y octubre de 2009. Según Malalai Joya, una activista de derechos de la mujer y ex miembro del parlamento afgan, ocho mil civiles han resultado muertos en la guerra (Democracy Now!, 28 de octubre de 2009).

Estos crímenes han fortalecido al Talibán. Por su parte, para aprovechar la situación el Talibán ha usado una combinación de coaccionar a la población y traficar con los sentimientos nacionalistas de las masas (en particular de la nacionalidad pashta en Afganistán), además del atractivo del “islam tradicional” en una sociedad que ha sido hecha añicos profundamente.

Segundo, existe un amplio odio por los señores de la guerra, los terratenientes, los jefes tribales y los agentes del poder estadounidense porque explotan y brutalizan a la población. Un ejemplo excelente es el hermano de Karzai mismo, Ahmed Wali Karzai, que fue encargado de gobernar a Kandahar, la segunda ciudad de Afganistán. Es un importante señor de la guerra y narcotraficante además de empleado de la CIA.

El Talibán no empezó a montar una ofensiva en serio contra la ocupación sino hasta 2005; por eso, las fuerzas de la ocupación yanqui y sus lacayos cuidadosamente seleccionados durante años tuvieron la oportunidad de mostrar que podrían mejorar la vida para la población, pero no lo hicieron. ¿Por qué? Porque los imperialistas yanquis no estaban en Afganistán para liberar al pueblo ni desarrollar al país sino para alcanzar sus objetivos globales de derrocar Al Qaeda y crear un régimen pro-Estados Unidos que no desestabilizara a los países de la región y que estuviera predispuesto a los objetivos regionales de Estados Unidos.

También existe una razón más profunda. No se puede “mejorar la vida” para la población de Afganistán sin arrancar de raíz las relaciones sociales tradicionales y las fuerzas de clase que se benefician de esas relaciones que han mantenido a las masas subyugadas y en tinieblas durante siglos. El imperialismo introduce gran inestabilidad en las naciones oprimidas, expulsa a campesinos de la tierra hacia las ciudades y a menudo introduce la educación en un sector más amplio de las masas (a fin de modernizar algunos sectores de la sociedad). Eso es una consecuencia y una necesidad de la instauración de relaciones capitalistas en las sociedades predominantemente feudales. Al hacer esto el imperialismo se apoya en las antiguas fuerzas gobernantes y en las nuevas élites a fin de manejar los trastornos (“manejar la transición” en sus propias palabras), o sea, para impedir que las masas levanten la cabeza y se rebelen contra la explotación, el destierro y las relaciones e ideas atrasadas que todavía mantienen a la sociedad y al pueblo sometidos. En otras palabras, el imperialismo se apoya y tiene que apoyarse en las meras fuerzas que se benefician de las viejas formas tradicionales de opresión o de las nuevas formas de opresión “basadas en el mercado”, y a veces en ambas cosas.

La clase de revolución que arrancaría de raíz decisivamente esas relaciones, la clase de revolución que se apoyaría en las masas y las desencadenaría para tomar el destino en sus propias manos, necesariamente se opondría directamente a las estructuras de dominación extranjera (incluyendo la estadounidense). Por eso Estados Unidos tiene que apoyarse en fuerzas muy opresivas (y apuntalarlas y reforzarlas más), las que de hecho impiden que el pueblo tenga una vida mejor, y que constituyen un baluarte contra cualquier revolución semejante. Una fuerza como el Talibán, que en realidad no presenta la posibilidad para hacer una ruptura verdadera con esas relaciones de dominación y dependencia y que representa, a menudo muy directamente, unas de las fuerzas feudales más atrasadas en el país, puede “cobrar influencia y fuerza” en esa situación, al menos hasta el punto en que gane a seguidores de entre un sector de la población y pueda intimidar a los demás para que queden pasivos.

Tercero, Obama mencionó que Al Qaeda y el Talibán habían podido establecer refugios en Pakistán. Lo que no mencionó es que el estado de Pakistán, desde hace mucho tiempo respaldado y financiado por Estados Unidos, ha promovido activamente el fundamentalismo islámico como pilar de su legitimidad, y ha financiado y apoyado y probablemente ha ayudado a dirigir a combatientes jihadíes en Afganistán y en Cachemira como parte de su rivalidad con India. Esto ha incluido tolerar y hasta apoyar al Talibán y Al Qaeda. Además, muchas personas en Pakistán están acudiendo a los fundamentalistas debido a su odio por el gobierno dictatorial del ejército paquistaní y por la dominación de Pakistán por el imperialismo yanqui, confabulado con los grandes terratenientes y capitalistas, que es  una dominación que ha dejado a la abrumadora mayoría de la población en la profunda pobreza y miseria.

(Aunque Obama no explicó en detalle sus planes precisos para Pakistán, que es un tema que cubriremos en el futuro en Revolución, existen informes de muchas fuentes de que va a escalar la guerra allí también, por ejemplo, usando ataques intensificados por aviones teledirigidos o no tripulados. La estabilidad del estado de Pakistán es una gran preocupación de los imperialistas y es una de sus razones principales para la intensificación de la guerra en Afganistán.)

De nuevo, éstas son el tipo de relaciones y regímenes que Estados Unidos promueve por todo el mundo y Obama no está rompiendo con esta práctica sino la está intensificando tal como discutiremos abajo.

¿Cómo es que Obama puede calificar de un "éxito" a un millón de muertos?

Aunque Obama habló en contra de la guerra de Irak en 2002 y llegó a la Casa Blanca en gran medida sobre la base de la credibilidad que entre los desafectados eso le había otorgado, en West Point elogió esta guerra como un éxito y un trabajo bien hecho: "Hoy, tras erogaciones extraordinarias, estamos llevando a su fin, de manera responsable, la guerra en Irak… les hemos dado a los iraquíes la oportunidad de forjar su futuro y estamos teniendo éxito en dejarle Irak al pueblo iraquí". Y se trata de justificar su "aumento de soldados" en Afganistán por medio del "exitoso" aumento de soldados de Bush en Irak que lo inspiró de maneras importantes.

Miremos más de cerca lo que Obama llama "éxito". La guerra de Irak, basada en mentiras, ha costado la vida de 500.000 a 1.000.000 de iraquíes; más de cuatro millones de personas desplazadas; el diezmo de la población sunita, la que representa un tercio de la población de Irak, por parte de la ocupación yanqui y una guerra sectaria de limpieza étnica desatada por las fuerzas reaccionarias chiítas que Estados Unidos ayudó a llegar al poder, que es una limpieza étnica con apoyo estadounidense. Esa masacre, además de pagos en efectivo a los combatientes chiítas derrotados, está al centro del "exitoso" aumento de soldados en Irak. Sin embargo, Obama no ha dicho nada acerca de las víctimas iraquíes de esta agresión estadounidense. Parece que los únicos civiles que vale la pena mencionar según su punto de vista son las 3.000 personas que murieron el 11 de septiembre de 2001.

El tratamiento de Irak por Obama es típico del enfoque a lo largo de su discurso. Repetidamente se refirió a los norteamericanos que han perdido la vida pero nunca se refirió a aquellos que Estados Unidos ha masacrado en su "guerra contra el terror" en Irak, Afganistán, Pakistán u otros países. Al hacer esto, está dejando completamente oculto el gran número de víctimas mortales de Estados Unidos. ¡En números absolutos hasta la fecha, Estados Unidos ha matado de 200 a 300 personas por cada norteamericano que murió en los ataques del 11-S! Al dejar oculta esta cantidad de víctimas y ni siquiera mencionarlas, está enseñando a la gente en este país a ver el mundo como si solamente tuviera valor la vida de norteamericanos. En otras palabras, está inculcando la mentalidad del imperialismo.

¿Y qué tal este nuevo Irak? Estados Unidos ha instaurado en el poder una alianza de señores de la guerra kurdos reaccionarios pro-Estados Unidos y partidos religiosos chiítas reaccionarios. Los escuadrones de la muerte sectarios dominan el ejército y la policía de Irak. El fundamentalismo religioso ha sido fortalecido, y se han intensificado el abuso y la subyugación de las mujeres, hasta el velo obligatorio y la discriminación legal, y ahora están peores que bajo Saddam Hussein. Entretanto se está abriendo paso a paso a Irak a la explotación extranjera, incluyendo a su gran sector petrolífero. Las cicatrices étnicas y religiosas de Irak no han sido curadas y todavía son volátiles y potencialmente explosivas.

¿En realidad la nueva estrategia de Obama les sirve a los intereses de quiénes — y a qué "estilo de vida"?

La estrategia que Obama planteó en West Point no es menos violenta ni imperial, ni es más honrada ni humana que la estrategia de Bush.

El núcleo del argumento de Obama de por qué la gente debería apoyar la escalada de la guerra en curso en Afganistán es el mismo que el de Bush: lo hago para protegerles a usted y a sus seres queridos:

"Si yo no creyera que la seguridad de Estados Unidos y la seguridad de la población estadounidense estuvieran en juego en Afganistán, con gusto daría la orden de que cada uno de nuestros soldados regresara a casa mañana…. Estoy convencido que nuestra seguridad está en juego en Afganistán y Pakistán. Esto es el epicentro del extremismo violento practicado por Al Qaeda. Desde allá nos atacaron el 11 de septiembre y es desde allá que se están planeando nuevos ataques en estos precisos momentos".

"Este peligro no es insustancial, no es una amenaza hipotética. En apenas los últimos meses, hemos arrestado a extremistas dentro de nuestras fronteras que fueron enviados desde la región fronteriza de Afganistán y Pakistán para cometer nuevos actos de terror. Y este peligro sólo se incrementará si la región retrocede y Al Qaeda puede operar con impunidad".

He aquí la verdad: El sistema que dirige Barack Obama no se preocupa en absoluto por la vida humana, dentro de sus fronteras o fuera de ellas. Lo ha demostrado durante los más de 200 años de su existencia por medio de sus acciones en cada rincón del globo. Su funcionamiento se ha ensañado contra millones de millones de vidas por medio del asesinato abierto o de obligar a la gente a llevar una vida de explotación y pobreza. Los gobernantes se preocupan por la seguridad de la gente solo hasta el grado que afecte su poder, legitimidad y dominación sobre la población.

"Nuestra seguridad" y "estilo de vida" se basan en la explotación y saqueo global al servicio de los intereses de un puñado relativo de imperialistas. Usan las migajas de este saqueo para pacificar y/o mantener la lealtad de un gran sector de la población en su territorio nacional. Los privilegios que otorgan a un gran sector de norteamericanos se basan en la explotación parásita de miles de millones de personas y esta misma explotación, por su parte, se apoya en estructuras políticas muy represivas y muy odiadas en los países oprimidos o del tercer mundo, tal como el régimen de Karzai en Afganistán, impuestas por Estados Unidos para reforzar sus intereses estratégicos y cumplir con las necesidades del capital global.

Nuestra "seguridad" y nuestro "estilo de vida" se basan también en la aplastante explotación de decenas de millones de personas dentro de Estados Unidos con la negación de cualquier derecho para millones de inmigrantes declarados "ilegales" y los millones de otros que viven en circunstancias desesperadas, en busca de trabajo y una manera de vivir y a menudo consignados a una vida de crimen y castigo. Esto también está reforzado por la fuerza manifiesta llevada a cabo por las instituciones represivas de la policía, las prisiones y el ejército, o para decirlo científicamente los instrumentos de la dictadura, y por las ideas promovidas a través de las escuelas, los medios establecidos, las instituciones religiosas, etcétera. Así que cuando Obama habla de "nosotros" como si todos los que viven dentro de las fronteras de Estados Unidos compartieran los mismos intereses y una causa común, como si "todos estuviéramos en esto juntos", está encubriendo las verdaderas divisiones en el mundo y dentro de Estados Unidos. Es un marco y un modo de ver el mundo que encubre los hechos más fundamentales acerca de la sociedad y cómo opera y en cambio busca ganarse al pueblo a actuar en contra de sus propios intereses más básicos, los que de hecho constan de un mundo sin que una nación domine a otra, un mundo sin la explotación y un mundo sin todas las relaciones e ideas venenosas que surgen de esas relaciones y las refuerzan — en pocas palabras, un mundo comunista.

Este punto de vista de que "tenemos que proteger nuestro estilo de vida" es veneno y promover este punto de vista entre los sectores más oprimidos y los más ilustrados de la sociedad es el papel especial de Obama, además de su talento especial, para los que gobiernan. Este discurso, el que haga algo siquiera, debería ayudar a aquellas/os que sí tienen mejores criterios a que alejen de este punto de vista a aquellos que deberían tener mejores criterios.

Así que la gente no debe unirse con los imperialistas para hacer "evaluaciones de las amenazas" para su sistema, y mucho menos acudir en su defensa. Pero aún si usted hace suya esta norma egoísta y en última instancia cómplice de la "seguridad del pueblo norteamericano", la estrategia de Obama aumentará muchísimo la violencia llevada a cabo en contra del pueblo de Afganistán y alimentará el odio contra Estados Unidos y el apoyo para el fundamentalismo islámico.

¿Cómo es diferente la dominación imperial estadounidense a cualquier otra dominación imperial?

Hacia el fin de su discurso, al resumir las cosas, Obama dijo: "No pretendemos ocupar a otras naciones. No reclamaremos los recursos de otra nación ni atacaremos a otros pueblos porque su religión u origen étnico es diferente al nuestro". Ésas son palabras de doble faz cuya finalidad es ocultar cómo opera el sistema. Ante todo, cuando beneficia sus necesidades e intereses, los imperialistas ocupan masivamente a países por años y aun décadas, ¡tal como están haciendo ahora mismo con 100.000 tropas en Irak y quizás más en Afganistán! A la vez los imperios modernos tienen muchas otras herramientas para moldear los destinos de países y regiones enteras sin ocupaciones directas.

Aunque Estados Unidos no trata de "reclamar los recursos" debido a diferencias de "religión u origen étnico", busca el control de recursos claves (¡y de hecho economías enteras!) para avanzar su contienda estratégica con otros rivales y para mantener el funcionamiento del capitalismo norteamericano sin importar la fe o el origen étnico de sus víctimas. Además, el imperialismo impone la opresión nacional, sea contra pueblos oprimidos (lo que Obama llama grupos "étnicos") dentro de sus propias fronteras y en general la manera de perpetuar por la fuerza la opresión nacional de la mayoría de los países en el mundo y su subordinación al imperialismo. La historia del imperio norteamericano ilustra eso claramente — y contradice claramente la afirmación de Obama: el genocidio contra los pueblos indígenas, el uso de África como espacio para cazar a los esclavos que construyeron su riqueza, el robo de muchísimo territorio mexicano y sus numerosas invasiones de otros países. Un elemento clave de la "guerra contra el terror" ha sido asegurar más acceso a recursos cruciales de energía: en Afganistán para beneficiar la contienda estadounidense con Rusia en particular en torno a los oleo- y gasoductos y en Irak para abrir los enormes recursos petrolíferos del país a la explotación del capital internacional.

¿Necesitamos otra vez la "unidad" al estilo 11-S?

Obama terminó su discurso con una evaluación escueta de las dificultades que el imperio enfrenta y un llamamiento para el tipo de apoyo que los gobernantes tuvieron inmediatamente después del 11-S:

"[C]omo país, no podemos mantener nuestro liderazgo ni sortear los enormes desafíos de nuestros tiempos si permitimos que nos dividan el mismo rencor y cinismo y partidismo que en tiempos recientes han envenenado nuestro diálogo nacional. Es fácil olvidar que cuando esta guerra comenzó, estábamos unidos, unidos por el recuerdo reciente de un ataque horrendo y por la determinación de defender nuestro territorio y los valores que tanto preciamos. Me rehúso a aceptar la noción de que no podemos volver a convocar a esa unidad".

¿La unidad que tuvimos después del 11-S? Si usted lo recuerda, eso fue un momento de una atmósfera persecutoria de histeria chovinista, de infundir miedo y de suprimir cualquier pensamiento crítico acerca de por qué ocurrieron los ataques del 11-S y qué se debía hacer al respecto, y de cualquier resistencia decisiva contra los crímenes que el imperio norteamericano estaba preparando ante nuestros ojos. Libraron guerras basadas en mentiras. Restringieron y en algunos casos eliminaron libertades básicas. Ahora, ocho años después, después de los horrores de lo que esa "unidad" y apoyo para Estados Unidos llevó al mundo —más de un millón de muertos en Irak, la tortura legalizada y la devastación de Afganistán—, ¿por qué aquellos que tengan una pizca de interés en la humanidad desearían repetir ESE capítulo en la historia norteamericana?

Pero eso es precisamente lo que Obama ha llamado a hacer — a respaldar ciegamente al imperio mientras que éste avanza violentamente en Afganistán y por todo el mundo. El camino de Obama es criminal; seguir todo eso ciegamente o simplemente expresar inquietud u oposición y luego encogerse de hombros con impotencia… especialmente para aquellos que tenían mejor criterio cuando Bush hizo lo mismo… es nada menos que complicidad.

Las respuestas que es necesario dar

Las personas tienen que hacer exactamente lo opuesto. Hemos señalado los intereses fundamentalmente antagónicos en el mundo y en este país, disimulados y confundidos por la propaganda de "nosotros el pueblo" y por la noción chovinista de que la vida de los norteamericanos vale más que aquella de otras personas. Los imperialistas están buscando sus intereses, y hemos tenido ocho años para ver hacia dónde eso nos lleva — quien quiera que sea el presidente. Ya es hora y desde hace mucho que ya es hora para reconocer que estos intereses están directamente opuestos a aquellos de la humanidad como un todo… y para adoptar y luchar por intereses más elevados.

Obama dijo la verdad cuando dijo que Estados Unidos estaba "pasando por un tiempo de grandes tribulaciones" y estaba en medio de "tormentas". Estas tormentas se deben al funcionamiento del imperialismo y a todo el hervidero de contradicciones que la "guerra contra el terror" yanqui ha desencadenado en el Medio Oriente y Asia Central en particular, además de la crisis financiera más profunda desde los años 1930.

Si algo positivo para la humanidad sale de este "tiempo de grandes tribulaciones", ocurrirá a raíz de que millones de personas rechacen el llamamiento de Obama y la elección entre apoyar el imperialismo o el fundamentalismo islámico. Ocurrirá, y únicamente ocurrirá, si se puede dirigir a la gente a zafarse del marco general determinado por este choque actual. La humanidad sí necesita otro camino al servicio de los intereses del pueblo. Eso significa la revolución y requiere la resistencia más amplia y más decidida que sea posible contra esta intensificación criminal de la guerra.

Mientras todo el mundo observa, Obama y los gobernantes yanquis han estado debatiendo abiertamente cuánta fuerza y violencia deberían ejercer contra el pueblo de Afganistán. Ahora todo el mundo observará qué hagan las personas en Estados Unidos cuando se decida intensificar y continuar esta guerra de conquista e imperio. ¿Resistirán? ¿O aceptarán pasivamente? ¿Dejarán atrás sus ilusiones acerca de Obama, o confrontarán la realidad y lo juzgarán por lo que está haciendo en los hechos y no sus discursos engañosos, sus promesas vacías y sus palabras de doble faz?

1. De hecho, la Unión Soviético fue producto de una revolución en 1917, y se había embarcado en la construcción de una sociedad socialista y el trabajo hacia un mundo comunista. Pero mediante una compleja secuencia de luchas, unas nuevas fuerzas burguesas en el partido comunista ahí tomaron el poder y restauraron el capitalismo en la Unión Soviética a mediados de los años 1950. En los años en cuestión que comentamos en este artículo, ya había llegado a ser una potencia capitalista imperialista y el líder de su propio bloque, el que chocaba muy fuertemente con los Estados Unidos en pos del dominio global en los años 60, 70 y 80. Vea más al respecto en: El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estado Unidos, febrero de 2009, que está en línea en revcom.us. [regresa]

De Oil, Power & Empire: Iraq and the U.S. Global Agenda [Petróleo, poder e imperio: Irak y la agenda global de Estados Unidos] sobre la invasión soviética de Afganistán de 1979 (se hallan la documentación y notas en el libro en inglés)

Capítulo 4: Doble juego de muerte en el Golfo, pp. 88, 89-90

La invasión soviética, a su vez, fue motivada por una combinación de las propias ambiciones imperiales de Moscú y su preocupación por las operaciones encubiertas intensificadas de Estados Unidos en Afganistán y la posibilidad de la acción militar en Irán. En el libro Iran Under the Ayatollahs [Irán bajo los ayatolas], el autor Dilip Hiro argumenta que Moscú temía que después de la toma de la embajada estadounidense de 1979 en Irán por los estudiantes iraníes, Washington estuviera preparando un asalto militar contra Irán, lo que a su vez hubiera "alentado al presidente Hafizollah Amin de Afganistán a que aflojara sus relaciones con Moscú. Anticiparse a tal maniobra fue una de las principales consideraciones que llevaron a los oficiales soviéticos a ordenar que sus tropas invadieran a Afganistán".

La invasión soviético ocurrió en la estela de una intensificación de la "competencia con Estados Unidos para tener más influencia en todo el Medio Oriente, el mar Índico, el cuerno de África, la península arábiga y el suroeste de Asia", tal como dijeron Howard Teicher, ex empleado del Consejo de Seguridad Nacional de Reagan, y su esposa en su libro sobre la política norteamericana en el Golfo. La invasión de Afganistán rescató a un gobierno prosoviético en Kabul, le dio a Moscú el control sobre un estado amortiguador importante entre Irán y Pakistán y apostó sus fuerzas más cerca al golfo Pérsico. Para Estados Unidos el creciente de tierras fértiles se había convertido, tal como la etiquetó Brzezinski, en un "arco de crisis" que se extendía de Afganistán a través de Irán hasta Arabia Saudita, y de nuevo se está aplicando esta etiqueta a esta región en la estela de las guerras yanquis en Afganistán e Irak.

El imperio contraataca

La intervención en la guerra entre Irán e Irak fue una faceta de una respuesta multidimensional y agresiva de Estados Unidos frente al sorprendente viraje de acontecimientos en 1979. Washington tenía unos objetivos generales: proteger a los gobiernos petroleros proyanquis de los jeques en el Golfo mientras que impedía que la Unión Soviética convirtiera el caos regional en ventajas geopolíticas.

En julio de 1979, unos cinco meses antes de la invasión soviética, Estados Unidos había iniciado una campaña secreta para desestabilizar al gobierno pro-soviético de Afganistán armando y financiando a la oposición islamista. El objetivo, según Brzezinski, era "inducir una intervención militar soviética". Cuando los soviéticos intervinieron en diciembre, Brzezinski le escribió a Carter: "Ahora tenemos la oportunidad de darle a la Unión Soviética su propia guerra de Vietnam".

Durante la siguiente década, el gobierno estadounidense canalizó más de tres mil millones de dólares en armas y apoyo para el Mujaidín Islámico, lo que contribuyó a forjar una red global de combatientes islámicos, y algunos de éstos llegarían a formar el núcleo de Al Qaeda de Osama bin Laden. Cuando los soviéticos por fin se retiraron de Afganistán en 1989, quedaron más de un millón de afganis (y 15.000 soldados soviéticos) muertos y desplazado un tercio de la población hacia los campamentos de refugiados.

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Sobre la estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos

Capítulo 1: "A gran escala. Arrásalo con todo", pp. 19-21

Un mundo, un imperio

Ni los vínculos ilusorios con Al Qaeda, las armas invisibles de destrucción masiva, las poses reflexivas, la politiquería electoral ni el desvío de la atención fuera de los escándalos corporativos y una economía débil explicaron por qué el gobierno estadounidense estaba tan empeñado en atacar a Irak. Pero la amplitud y la enormidad de su agenda global sí.

"En esencia tienen grandes ambiciones de volver a barajar la baraja, de reconfigurar la situación entera, empezando por las regiones estratégicas en que están más inmediatamente metidos hoy: Asia Central, Asia del Sur y el Medio Oriente", escribió Bob Avakian del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, poco después del 11-S. "Es un proyecto monumental con enormes repercusiones".

Este cambio trascendental en la estrategia global de Estados Unidos se sintetizó en una nueva Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) publicada el 20 de septiembre de 2002. Esta ESN le hizo eco a previos documentos de estrategia y los conjuntó en un todo integral, entre ellos, la Orientación de Defensa del Pentágono de 1992 y el documento Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense 2000, "Reconstruir las defensas de Estados Unidos", analizado anteriormente. Pero este cambio avanzó más.

Inspirada por la visión hegemónica desarrollada por la gente de Reagan y Bush I durante los años 1990, la ESN argumentó que el colapso soviético en 1991 había dejado a Estados Unidos como la única superpotencia del mundo con un "poderío militar sin paralelo y gran influencia económica y política" y que la política estadounidense debería ser "trabajar para traducir este momento de influencia en décadas de paz, prosperidad y libertad".

¿Qué significa eso en los hechos? El mantra del documento es crear "un balance de poder que favorece la libertad". Como el terrorismo, el régimen de Bush no ha definido la "libertad", pero lo esencial de la ESN, además de los escritos voluminosos de los estrategas imperiales que la han moldeado, ponen en claro que quiere decir la libertad de la élite corporativa-política dominante de Estados Unidos a imponer sus valores, intereses y sistema económico sobre todos los demás. Como se escribió en la ESN sin rodeos: "Estos valores de libertad son justos y verdaderos para cada persona en cada sociedad".

La nueva Estrategia de Seguridad Nacional dice que Estados Unidos no buscará la "ventaja unilateral" pero es una doctrina exactamente para hacer eso en los frentes militar, político y económico. Viene a ser una declaración audaz que Estados Unidos aspira a seguir siendo la única superpotencia del mundo durante décadas por venir. La implementación práctica de esta nueva doctrina de Bush sin duda será moldeada por debates internos y sucesos externos, entre ellos el creciente descontento y resistencia en la ahora ocupada Irak. Sin embargo queda claro que sus implicaciones son enormes.

Una tesis central que ha sido un tema central en las teorías neoconservadoras durante más de una década es impedir el surgimiento de potencias rivales que podrían desafiar a Estados Unidos en los planos regionales o mundial. La ESN prevé alcanzar este objetivo en primer lugar, manteniendo la superioridad militar abrumadora sobre los demás países o combinación de países y, en segundo lugar, en lugar de contener a opositores posibles, eliminándolos antes de que surjan: "Nuestras fuerzas tendrán suficiente fuerza disuasoria para que los adversarios potenciales no busquen acumular fuerza militar en espera de sobrepasar o igualar el poderío de Estados Unidos". El secretario de Defensa Rumsfeld explica que Estados Unidos ejercerá su fuerza disuasoria para que "sus adversarios potenciales no solamente dejen de usar las armas que tienen sino que también dejen de fabricar nuevas armas peligrosas", y Estados Unidos ya no juzgará a los gobiernos por sus acciones ni sus intenciones sino por sus "capacidades" potenciales.

Para concretar este objetivo monumental, la estructura del poder estadounidense prevé métodos monumentales, entre ellos desarmar a varios países, derrocar a regímenes desafiantes, ocupar a regiones estratégicas y librar guerras de contrainsurgencia contra una variedad de fuerzas políticas que son un impedimento al control yanqui.

El general de la Marina Peter Pace, quien es el vicepresidente del Estado Mayor Conjunto, ha dicho que "el ámbito para la acción antiterrorista potencial incluía, al mínimo, a Irán, Irak, Yemen, Somalia, Sudán, el Líbano, Siria, Georgia, Colombia, Malasia, Indonesia, las Filipinas y Corea del Norte". Pace sabía de lo que estaba hablando: El New York Times informó que en enero de 2003 el Pentágono ya tenía redactado un "Plan Estratégico Militar Nacional para la Guerra contra el Terrorismo" que recomendaba de 20 a 30 años de guerras contra una variedad de gobiernos y grupos anti-estadounidenses.


 

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