EEUU, el Reino Unido y los ‘daños colaterales’: anatomía de sus asesinatos en Yemen
Namir Shabibi y Jack Watling
VICE News En Español
17 de abril de 2016
"Iba de camino a jugar al fútbol con mis amigos cuando se produjo el bombardeo aéreo", cuenta Amin
Ali al-Wisabi a VICE News. Amin se acuerda del día en que un dron de la CIA
atacó su pueblo natal de Azzan, en el Yemen. "Nos habíamos detenido para
sentarnos y planear el partido, cuando un coche de Al-Qaeda que pasaba por allí
fue alcanzado y explosionó".
Amin, de 13 años, todavía estaba en estado de shock cuando descubrió que había sido alcanzado por la metralla.
"Me salía sangre de la pierna a borbotones".
A su lado, su amigo Hamza Khaled Baziyad yacía inconsciente. En total 5 niños de entre 10 y 14 años fueron
heridos por la metralla. Habían quedado cerca de la mezquita para ir a jugar un
partido de fútbol.
A pesar de que el número de personas heridas por los ataques encubiertos de los drones
estadounidenses no han sido oficialmente registradas, sus crímenes se están
cobrando un importante peaje moral entre los yemeníes, especialmente entre los
vecinos del interior del sur del país. Los testigos presenciales y los
familiares se apresuraron a llevar a sus vástagos al hospital local, donde
Hamza despertó mientras le extraían un pedazo de metralla que tenía incrustado
en el pecho. Esta vez todos los niños sobrevivieron.
Imagen del vehículo impactado por un dron de la CIA en Azzan el 30 de marzo
de 2012. (Imagen por Ayman al-Bariki)
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Algunos emisarios de Ansar al-Sharia — la facción política de Al-Qaeda en la Península Árabe (AQAP) —
visitarían en los días posteriores a los pequeños. Les llevaron golosinas y
10.000 riyales yemeníes a cada uno (que entonces equivalían a 465 dólares). Los
guerrilleros yihadistas se comprometieron a vengarse en nombre de las familias,
cumpliendo con la tradición de las reyertas familiares en el Yemen.
Saleh Muhammed al-Sunna tenía 55 años y se dirigía al mercado de verduras de Azzan. Cuando se produjo el impacto
estaba a solo 15 metro del vehículo explosionado. La onda expansiva le reventó
el cuerpo en mil pedazos. Días después, los emisarios de Ansar al-Sharia le
pagaron 200.000 riyales a su familia.
Las muertes de todos los inocentes que han sido víctimas de la onda expansiva de los bombardeos, tiene
una dimensión moral. Y tiene también una inmensa dimensión estratégica,
especialmente en culturas donde el sentido del honor está tan arraigado",
explica el parlamentario británico David Davis, presidente del Partido de todos
los Grupos Parlamentarios Británicos sobre Drones. "Eso es algo que va a
empeorar el problema".
El ataque de Azzan, que se produjo el 30 de marzo de 2012, es buena prueba del riesgo que entrañan
semejantes ofensivas. "Nosotros nos quedamos destrozados cuando nos
enteramos de la muerte de Saleh", cuenta Abdelhakim al-Hadad, primo de
al-Sunna. "Hubiésemos hecho cualquier cosa por vengar su muerte. Sabíamos
que habían sido los ingleses y los estadounidenses quienes privaron a una
familia del miembro que se encargaba de su sustento fundamental".
El documento de Identidad con el retrato de Saleh Muhammed al-Sunna,
asesinado por el dron estadounidense cuando se dirigía al mercado de verduras.
(Imagen por Abdelhakim al-Hadad)
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El objetivo del ataque aéreo era Ahmed Said Saad, a quienes cinco
residentes de Azzan describieron ante VICE News como un doctor sirio miembro de
Ansar al-Sharia. Los documentos filtrados por Edward Snowden de la Government
Communication Headquarters (GCHQ), la agencia británica que se encarga de captar
las señales de inteligencia describen a Saad como a un individuo cuyo nombre en
clave es "Khalid Usama", y que formaría parte de un grupo de
cirujanos radicales que estarían trabajando para la AQAP.
Según otro relato, se cree que Saad habría trabajado con el fabricante de bombas Ibrahim al-Asiri
para implantar explosivos indetectables en los cuerpos de los futuros terroristas suicidas.
Al-Asiri ya habría experimentado con la implantación de explosivos en el
cuerpo humano. De hecho, había intentado introducírselos analmente a los
terroristas, pero el volumen de explosivos introducidos tenían dificultades
para proyectarse a través del cuerpo. Así que a falta de encontrar la fórmula
anal adecuada, Al-Asiri probó de colocar los explosivos en los pliegues de grasa que recubren las cinturas de los suicidas.
A principios de aquel día, Saad dio una charla a unos diez minutos de allí,
en el pueblo de al-Houta, en el municipio de Shabwa. Tal y como ha descubierto
la investigación de VICE News, el médico fue localizado por un agente del servicio secreto de
inteligencia británico, (SIS, también conocido como MI6), quien habría marcado
su vehículo, para que este pudiera ser interceptado por el programa Overhead —
una red de vigilancia dirigida por Estados Unidos, Reino Unido y Australia, que
incorpora imágenes satelitales a las comunicaciones telefónicas.
'Podrían haberles abatido en mitad de la autopista lejos de un núcleo urbano...
El programa Overhead, del cual también es parte la GCHQ, informó entonces a
la CIA que intentó corroborar la localización del objetivo a través de los
agentes de la Agencia Nacional de Seguridad del Yemen (NSB), una agencia
apadrinada por los agentes del SIS, antes de dirigir a un dron para que
interceptara al vehículo. Es probable que la GCHQ estuviera rastreando a Saad
como parte del programa, antes de facilitar la información sobre el ataque.
Como ha comentado un agente de la cúpula de la CIA responsable de las operación
en Yemen: "el volumen de información compartido era extremadamente vasto,
especialmente con los británicos. Nuestra colaboración y coordinación era muy clara".
A pesar de que el todoterreno de Saad atravesó una zona de campo abierto
durante su breve trayecto, el dron modelo Reaper que lo seguía no disparó hasta
que el vehículo entró en Azzan, un pueblo de unos 10.000 habitantes. El dron de
la CIA disparó un misil Hellfire mientras el vehículo pasaba por un mercado de
verduras, cercano a una mezquita, en el distrito oeste del centro de Azzan. Los
dos miembros de Al-Qaeda murieron en el acto.
Sin embargo, la proximidad de al-Sunna, que se encontraba a solo 15 metros
de la explosión y las heridas provocadas por la metralla en 5 niños, que
estaban en una zona muy concurrida, han despertado preguntas sobre cuáles
serían las reglas del juego de la CIA. Los documentos militares que se
filtraron a The Intercept en 2015, demuestran que uno de los requisitos que se exigen antes de disparar es
que exista un riesgo "bajo" de daño colateral, algo que determina el
programa Collateral Damage Environment (CDE), que se encarga de detectar,
exactamente, eso.
"Según las reglas del juego de Estados Unidos un CDE-bajo significa
que no existe ningún civil en el "radio letal" del ataque, que para
un misil Hellfire se sitúa entre 15 y 20 metros del lugar de la detonación. Se
considera que el ataque tiene un CDE bajo si se detectan civiles en su
"radio de posibles heridos", que es la zona en la que existiría
peligro de ser alcanzado por la metralla. Si bien los 5 niños estaban en el
radio "de posibles heridos", al-Sunna se encontraba de pleno en el
radio letal, lo que sugiere que la CIA no respetó las reglas del juego del
ejército estadounidense.
El ataque también despierta cuestiones sobre la legalidad de la inteligencia
compartida por el SIS, que resultó crucial para completar la fase de
localización y ejecución del asesinato de Saad. Las reglas del juego del Reino
Unido exigen que no exista riesgo de daño colateral, tal y como detalla el
informe de preimpacto del CDE, ya sea sobre el radio de posibles heridos o
sobre el radio letal.
"Cuando el gobierno británico está al corriente de la inteligencia que
desembocará en un asesinato coordinado es necesario que exista una plena
confianza en que quién sea que coordine la acción con él respetará las
directrices y las reglas del juego británicas... que son las leyes del
país", cuenta el parlamentario Davis a VICE News.
El SIS compartió la inteligencia del objetivo porque el nombre de Saad fue
añadido a una lista de objetivos a los que asesinar compartida con Barack
Obama. En su día, la incorporación de Saad a la lista desató un debate entre la
comunidad de inteligencia de Estados Unidos. Según Daniel Klaidman, autor del
libro Kill or capture, varios oficiales de inteligencia estadounidenses se habrían mostrado escépticos
con la implicación de Saad en el trabajo de Al-Asiri. Además, asesinar a
médicos en zonas despobladas siempre es un motivo de preocupación.
Pero tal y como cuenta a VICE News un agente de la CIA responsable de las
operaciones en Yemen Al-Asiri representaba, indudablemente, una de las mayores
amenazas para las naciones occidentales". Y eso incluiría a sus acólitos
por extensión, de manera que una vez que Obama decidió su destino y señaló con
su pulgar hacia abajo, tanto la CIA como el SIS tuvieron libertad para ejecutar
sus órdenes.
Arranca un alto el fuego provisional en Yemen a pesar de las amenazas y los combates previos. Leer más aquí.
Claro que el hecho de que se decidieran a hacerlo en mitad de una aldea
densamente poblada fue algo que puso el miedo en el cuerpo a los vecinos de
Azzan. Mohsen Hassan Salem, quien se llevó a su sobrino Amin de urgencias a la
capital de Al-Mukalla, a 140 kilómetros de allí, relata a VICE News que
"la familia tuvo que hacer un esfuerzo monumental para pagar los 1.500
dólares que costó suturarle las heridas. Podrían haberles disparado mientras
conducían por una carretera abierta, lejos de un núcleo urbano. ¿Por qué no lo
hicieron?"
Casi un año después del asesinato, la CIA dispuso hacer una transferencia
de 50.000 dólares para compensar a la familia de al-Sunna a través del NSB, la
principal agencia de inteligencia del Yemen. Pero se olvidaron de compensar a
los niños. De hecho, este constituye el solamente el segundo caso conocido en
que la CIA indemniza a algún damnificado de sus ataques.
Un portavoz en la Casa Blanca en el Conejo Nacional de Seguridad relata a
VICE News que "a pesar de que no hacemos declaraciones en aquellos casos
en que nuestros bombardeos alcanzan a inocentes, y les hieren o les matan, lo
cierto es que es posible que destinemos fondos para compensar a los heridos o a
las familias de los caídos en tales circunstancias".
Sin embargo, en este caso, la CIA reaccionó ofreciendo muy poco y demasiado
tarde. Para entonces, los combatientes de AQAP ya habían visitado a los niños
heridos en dos ocasiones, y en ambas les habrían compensado con 50.000 riyales
[200 dólares] y con la promesa de venganza. El dinero de la CIA, en cambio, no
llegó acompañado de ninguna disculpa ni mucho menos de nada parecido a una
entonación del mea culpa. El agente del NSB que dispensó el dinero a la familia
de al-Sunna sugirió que el dinero venía de "los estadounidenses",
aunque nunca lo reconoció abiertamente.
'Parecía que solo hubiesen matado a una oveja, nada más'.
Al-Hadad autorizado a representar a la familia, comentó que, a cambio de
recibir el dinero, el agente del NSB exigió una declaración firmada de la
familia en la que se comprometían a no emprender ninguna acción legal contra el
ejecutivo estadounidense. Nuestra reunión con el NSB fue fría, cuenta.
"Parecía que solo hubiesen matado a una oveja, nada más".
El gobierno yemení lleva tiempo batallando por mantener una fuerte
presencia en las afueras de Saná, lo cual ha generado las reacciones hostiles
de sus vecinos. Estos estarían cada vez menos dispuestos a facilitar
información alguna sobre Al-Qaeda. De hecho, cada vez son más quienes
simpatizan con la causa yihadista. Azzan se ha convertido en un feudo
regularmente visitado por los combatientes yihadistas desde 2011. En febrero de
hecho, los guerrilleros de AQAP se hicieron de nuevo con el control de la
aldea.
La profesora Jilian Schweidler, de la universidad de Nueva York, escribió
hace poco que los islamistas del Yemen se habían negado históricamente a
permitir que los yihadistas tuvieran presencia política en su país. Sin
embargo, la guerra secreta que allí se libra, que este año entra en su 15º año
de conflicto, ha contribuido a cambiar esa percepción. Para Al-Qaeda el
programa de los drones es un regalo de los cielos. Sus campañas de
reclutamiento siempre se inspiran en un discurso que asegura que la
omnipotencia de Estados Unidos no tiene nada de buena. Ellos proponen una ruta
alternativa para hacer justicia y fortalecerse", advierte.
Niños yemeníes frente a sus hogares, que fueron
alcanzados por los drones desplegados en la aldea de Zinjibar en febrero de
2013 en una ofensiva contra Al-Qaeda. (Imagen de Yahya Arhab/EPA)
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El gobierno británico nunca ha admitido su implicación en la guerra
encubierta de Estados Unidos en el Yemen. Es más, en 2013, la embajadora del
Reino Unido en el Yemen, Jane Marriot tuvo la desvergüenza de negar categóricamente: "que mi país haya
participado en ningún asesinato extrajudicial". Sin embargo, tal y como ha
revelado la investigación de VICE News, los agentes de los servicios secretos británicos han apoyado de manera
sistemática y continuada los bombardeos estadounidenses en el Yemen. Y no lo
han hecho solos: el personal militar les ha secundado. De hecho, en el caso de
Saad, la inteligencia británica jugo un papel decisivo en su asesinato.
VICE News ha mostrado sus averiguaciones a la CIA, la GCHQ y a la oficina
de Asuntos Exteriores británica de al Commonwealth, que representa al SIS, pero
todos se han abstenido de hacer declaraciones.
Letta Tayler, una experta investigadora en antiterrorismo de la
organización humanitaria Human Rights Watch (HRW) ha comentado que "Cuando
AQAP hace un mejor trabajo que el gobierno de Estados Unidos a la hora de
suministrar ayudas a los familiares de las víctimas de sus propios drones esta
dejando en evidencia a la administración Obama. Y no solo eso: le está
generando un problema todavía mayor".
"Las alegaciones despiertan serias preguntas sobre el papel que el
Reino Unido está jugando en el sospechoso e ilegal programa de ofensivas aéreas
con drones en el Yemen. El ejecutivo británico debería de aclarar lo antes
posible qué papel ha jugado en los bombardeos con drones y cómo explica su
comportamiento a la luz de la ley internacional".
Información adicional aportada por Mohyeddin al-Shawtari.
Sigue a Namir Shabibi en Twitter: @nshabibi
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