Vídeo: Un llamado para el cierre de
Guantánamo afuera de la Casa Blanca en el aniversario número 18 de la apertura
de la prisión.
12 de enero de 2020
Andy Worthington
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 18 de enero de 2020
Andy
Worthington afuera de la Casa Blanca el 11 de enero del 2020, haciendo un
llamado para la clausura de la prisión en el aniversario 18 de su apertura
(Foto: Witness Against Torture).
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El día de ayer fue el aniversario número dieciocho de
la apertura de la prisión en la Bahía de Guantánamo y, por el décimo año
seguido, estuve en Washington D.C haciendo un llamado para su clausura.
Estuve ahí representando a Close Guantánamo, una
organización que establecí hace 8 años, en el décimo aniversario de la apertura
de Guantánamo, junto con el abogado Tom Wilner y quedé fascinado por ser parte
de una alineación de voceros que incluía representantes de otras grupos
activistas y organizaciones de abogados como Amnistía Internacional USA, Center
for Constitutional Rights, Justice for Muslims Collective, National Religious
Campaign Against Torture y Witness Against Torture, por mencionar algunos así
como otros individuos que tocaron música y dieron discursos.
El vídeo está al final de la publicación, vía la
página de Facebook de Center for Constitutional Rights, y espero que
tengas tiempo de verlo completo. Si quieres ver lo que pasó cuando destilé el
trabajo de un año de rabia e indignación por la continua existencia de Guantánamo
en cuatro minutos. Mi discurso comienza en el minuto 55.
Como en la mayoría de los años, nos fue permitida la
congregación afuera de la Casa Blanca y, en una tarde tibia (hola cambio
climático), se nos unieron un grupo de activistas así como transeúntes que
fueron atraídos por la presencia de varias docenas de participantes de
campañas, desde Witness Against
Torture, cuyos activistas estuvieron en huelga de hambre y que
realizaron acciones toda la semana en la capital, y quienes, como lo hacen
usualmente, estuvieron encapuchados con trajes naranjas para recordar a los
hombres que todavía están en Guantánamo y por los que ya fueron liberados, al
igual que por quienes murieron en la prisión a lo largo de los últimos nueve
años.
En estos diez años, jamás ha existido un exceso de
optimismo en relación a Guantánamo. Incluso en el primer año, al inicio del
tercer año de la presidencia de Barack Obama, la esperanza robusta por el
cierre de la prisión, que, yo imaginé, parecería posible en 2009, antes de la inauguración
de Obama, había sido aplastada porque, a pesar de haber hecho campaña por el
cierre de Guantánamo y de haber prometido su cierre en su segundo día en la
presidencia, Obama fracasó en hacerlo.
Uno de nuestros más bajos flujos fue en el 2013, antes
del segundo mandato del presidente Obama, cuando casi por dos años se
detuvieron por completo las liberaciones de prisioneros por la obstrucción de
los republicanos en el Congreso, aunque en ese momento, 86 de los 166 hombres
detenidos habían sido autorizados para liberación por un proceso de revisión de
alto nivel, la Fuerza Especial de Revisión de Guantánamo que él mismo estableció cuando tomó el poder. Los prisioneros
eventualmente lo forzaron a retomar las liberaciones embarcándose en una amplia
huelga de hambre en febrero del 2013, que le recordó al mundo la existencia
vergonzosa de Guantánamo y llevó a crítica internacional de la inacción de
Obama.
La segunda decaída más baja fue, sin sorpresa, hace
tres años un día antes de la Inauguración de Donald Trump. Ese año, nos vimos
atrapados en el limbo entre presidentes. El presidente Obama estaba liberando
prisioneros hasta el último día en el poder para intentar, muy tarde,
redimirse, pero su fracaso hizo que la verdad lúgubre fuera más aparente con el
paso de cada momento: le estaba entregando a Donald Trump, conocido racista
islamofóbico, que recientemente twitteó su primera orden en relación a la
prisión “No habrá liberaciones de Gitmo”, una semana antes de nuestra protesta.
El 2018 también fue un mal año, ya que Trump cumplió
con su palabra y no liberó a nadie en sus primeros doce meses, por primera vez
en la historia de Guantánamo. Para el 2019, sin embargo, hubo un rayo de
esperanza, cuando los demócratas tomaron control de la Casa de Representantes
en las elecciones intermedias en noviembre del 2018 y los activistas comenzaron
a programar reuniones con representantes clave en el comité de la Casa para
reinstituir a Guantánamo en el radar.
Y este año ese pequeño rayo de esperanza continuó
parpadeando a pesar del indignante asesinato
de Passim Suleimani en manos de Trump, que amenazó con iniciar la Tercera
Guerra Mundial y por ninguna razón discernible que los esfuerzos de distraer a
la gente de su enjuiciamiento político.
Tal vez en parte porque es año de elecciones, tal vez
en parte porque la única manera de evitar la desesperanza bajo Donald Trump es
a través de la resistencia imparable, había una energía real en la protesta de
este año y un compromiso, por supuesto, a encontrar una manera de mantener esa
energía viva en este año electoral, con el intento de asegurar que Donald Trump
no sea reelegido como presidente e intentar asegurarse de que los republicanos
pierdan su mayoría en el Senado para que el cierre de Guantánamo sea, una vez
más, discutido. Ocho años después de Obama y su fracaso para cerrar Guantánamo,
no tengo ilusiones de que los demócratas, en general, tengan un entusiasmo
particular por cerrar Guantánamo, pero la brusca realidad actual es que, bajo
Trump y su particular manifestación del Partido Republicano, ningún progreso es
absolutamente posible y, por lo tanto, por esta razón únicamente (aunque
existen, por supuesto, otras) los republicanos deben ser retirados del poder en
noviembre.
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