Donald Trump sigue intentando expandir
el uso de Guantánamo en lugar de cerrar la prisión para siempre
Andy Worthington
andyworthington.co.uk
30 de agosto de 2017
En una señal desesperanzadora de obstinación contraproducente por parte de la
administración de Trump, el New York Times
recientemente reportó que, de acuerdo con algunos oficiales del actual gobierno
que están “familiarizados con decisiones internas”, la administración se
encuentra “haciendo nuevos esfuerzos para aprobar una orden ejecutiva de manejo
de detenidos por terrorismo”. Como lo describen Charlie Savage y Adam Goldman,
estos esfuerzos “reviven una lucha para navegar obstáculos legales y
geopolíticos” y lograr expandir el uso de la prisión de la bahía de Guantánamo,
que se encuentra abierta desde hace 15 años.
Borradores de una orden ejecutiva relacionada con Guantánamo, han sido filtrados
durante la primera semana de Trump como presidente, aunque, como nota el Times, “el Congreso, los oficiales
militares y de la inteligencia, presionaron, en algunos borradores, en contra
de algunas ideas como re
abrir los “sitios negra” de la CIA en el extranjero, en donde la administración de Bush torturó sospechosos de
terrorismo”. Como resultado de esto, la Casa Blanca “dejó
eso y algunas otras ideas, pero mientras los borradores se desvanecían, el impulsar
para terminar el trabajo falló.”
Alarmante, de cualquier manera, notaron Savage y Goldman, que los oficiales de la
administración de Trump comentaron que “se esperaba que el presidente firmara
una orden política de detención hace tres semanas” y que el plan cambió después
de que despidió a Reince Priebus, su
primer jefe de gabinete, el pasado 28 de julio y lo reemplazó
con John F. Kelly”, un general de la marina retirado que fue comandante de Comando
Sur de los Estados Unidos, que supervisó las operaciones en la prisión de
Guantánamo, desde noviembre del 2012 hasta enero del 2016.
Kelly chocó con la administración de Obama y sus oficiales acerca de Guantánamo y,
como lo publicó el Washington
Post la relación entre él y la Casa Blanca del ex presidente “se volvieron tan
tensas, que en las semanas previas a su retiro, múltiples oficiales de esa
administración fueron a los
medios y acusaron a Kelly y a otros líderes militares de esforzarse para
socavar el plan de Obama para el cierre de la prisión.”
A pesar de esto, los oficiales dijeron que “el 31 de julio, el primer día del Sr.
Kelly, el Consejo de Seguridad Nacional, anunció que la Casa Blanca quería una
nueva ronda de deliberaciones interagencial” antes de emitir la orden
ejecutiva. El Times reportó que el mensaje se dio durante una video conferencia segura con estrategias anti-terroristas
y los legales de las agencias militares, diplomáticas y de inteligencia”, con
las agencias “pidiendo que consideraran tres versiones potenciales de la orden
y recomendaciones” para la mitad de agosto.
El Times explicó que la primera de esas
tres versiones “fue la versión que el Sr. Trump estaba preparando para firmar
tres semanas antes”, que “invertiría la orden del ex presidente Barack Obama de
enero del 2009 que dictaba al
gobierno el cierre de la prisión, y dejaba claro que la política de la
administración de Trump era mantenerla abierta de manera indefinida”. De
acuerdo con un oficial que habló con el Times,
esta primera versión, “también decía que Guantánamo podía ser utilizada para
detener miembros de Al Qaeda acusados y/o del Estado Islámico”, aunque
transferir sospechosos del Estado Islámico “desafiaría advertencias de parte de
oficiales de seguridad nacional y de leyes acerca
de la creación de riesgos legales para la campaña militar activa en Irak y Siria”.
La segunda versión, de acuerdo con el oficial que habló con el Times, “agregaría
que el secretario de defensa, Jim Mattis, tendría permitido traer sospechosos
de terrorismo recién capturados, explícitamente conceder una autoridad que es
meramente implícita o ambigua en la primera versión”, mientras que la tercera
versión “permitiría al Sr. Mattis establecer criterios para definir quiénes de
las recientes capturas deberían llegar a la prisión” y “dejaría claro que las
nuevas llegadas tendrían revisiones
periódicas por un panel conformado por seis agencias que recomendaría
mantener o traspaso los detenidos”, misma que ha estado en operación para los
detenidos de Guantánamo desde el 2013.
Otro oficial que describió estar “familiarizado con deliberaciones internas”, dijo
que Trump “difícilmente firmaría una orden de detención en semanas por venir,
porque los cambios podrían estar envueltos en una política anti terrorista
mucho más amplia”. También se notó que un portavoz del Consejo de Seguridad
Nacional se negó a comentar al respecto.
Las propuestas son igualmente perturbadoras ahora que cuando surgieron en enero, y
se tiene la esperanza de que una orden ejecutiva que reviva Guantánamo no se
materialice. Como menciona el Times, “hasta ahora, esta administración no ha llevado nuevos detenidos a Guantánamo,
a pesar de la promesa de campaña de Trump para llenar de nuevo la prisión” y
esto es claramente una situación alentadora para los expertos legales, que han
expresado profundas y repetidas dudas de la legalidad de llevar nuevos
prisioneros a Guantánamo, y remarcan que las
cortes federales son las únicas vías confiables para enjuiciamientos y para
cualquier país con el cual Estados Unidos quiera tener una relación constructiva.
Como explicó el Times, “aliados europeos y
del Medio Oriente no transferirán detenidos a los Estados Unidos sin la promesa
de que no serán enviados a Guantánamo”, notando que, el mes pasado, “España
transfirió la custodia de un sospechoso de terrorismo, Ali Charaf Damache,
quien fue llevado ante una corte federal en Filadelfia para un juicio
civil”, mientras que en el caso del sospechoso de ser miembro de Al Qaeda,
Abu Khaybar, “detenido en Yemen por un aliado no identificado del Medio
Oriente” los esfuerzos de la administración para realizar una
transferencia segura se debatieron porque, de acuerdo con oficiales activos
y ex oficiales de la ley, los que lo mantenían en custodia, “querían
transferirlo, no lo harán si la destinación es Guantánamo”.
Un editorial del Washington Post condenando los planes de Trump
Un editorial de domingo, del Washington Post, sopesó con la crítica ambigua de los
planes de Trump. En Bringing new detainees to Guantánamo would be a grave
mistake (Llevar nuevios detenidos a Guantánamo sería error), los editores del Post,
recordaron a los lectores, y a la administración, que, después de las
filtraciones de la orden ejecutiva el pasado mes de enero, “el secretario de
defensa Jim Mattis y el director de la CIA, Mike Pompeo, rechazaron
el borrador después de ser filtrado al a prensa y la orden, que también era un llamado para la revisión de una posible
reapertura de prisiones secretas de la CIA en todo el mundo, nunca fue firmado”.
Notando que “la administración está intentándolo de nuevo” con un grupo formado por varias
agencias “escribiendo una política que invertiría el decreto del ex presidente
Barack Obama para el cierre de la prisión y la autorización a Mattis para
llevar sospechosos de terrorismo a Guantánamo”, los editores del Post, expresaron clara y atinadamente,
“esto sería un gran error”.
Los editores procedieron a darle la bienvenida al hecho de que “ninguna de las
políticas actualmente bajo consideración consideran el regreso del uso de
prisiones de la CIA- una práctica que dañó gravemente la reputación de los
Estados Unidos después del 11/9”, pero señalaron que “aunque esto no estuviera
incluido, una orden ejecutiva autorizando que nuevas capturados sean detenidos
en Guantánamo arriesgaría alejar a los aliados de los Estados Unidos”. Aquí en
“Close Guantánamo”, también creemos que hubiera sido tranquilizador ver que los
editores añadieran que lo que ha estado pasando en Guantánamo desde el 2002 es,
también, enfrentar los valores estadounidenses que tanto dicen tener.
En una ampliación explicación de su posición, los editores del Post, declararon que “domésticamente,
detener miembros de ISIS en la prisión sería una invitación a años de
litigaciones riesgosas sobre el alcance de la autoridad del gobierno en la
batalla contra el Estado Islámico”, añadiendo que “las limitadas restricciones
del congreso en la transferencia de detenidos fuera de Guantánamo junto con el
sistema de juicio de detenidos con las comisiones militares, que han sido
dolorosamente lentas y ensuciadas por confusions legales, podrían consignar a
los nuevos detenidos a custodias sin juicios por décadas”. Como añadieron los
editores, “el juez militara en el caso de los atacantes del 11/9, aún no ha fijado
una fecha de juicio”.
Los editores del Post, notaron acertadamente, que, en contraste con el caos en Guantánamo, el gobierno “ha
tenido relativo éxito en el enjuiciamiento de sospechosos de terrorismo en
cortes federales”, procediendo a explicar que, en julio, la administración de
Trump extraditó
al sospechoso de ser reclutador de Al Qaeda desde España para enfrentar cargos
criminales, Ali Damache, ciudadano argelino-irlandés, en corte federal en Filadelfia.
También mencionaron otro caso problemático como una “indicación de la viabilidad de los
enjuiciamientos criminales”, refiriéndose al caso de Ahmed Abu Khattala, “acusado
de ser líder de los ataques del 2012 contra un complejo estadounidense en
Libia”, que fue interrogado en un barco que viajaba a los Estados Unidos, tres
días consecutivas, después de su captura en el 2014. Hace apenas dos semanas,
un juez federal, falló a favor del
gobierno en este caso. El arreglo, descrito por los editores del Post, “permitía
a los interrogadores gubernamentales, (del Grupo de Interrogación Detenidos de
Alto Valor, establecido por el ex presidente Obama, conformado por inteligencia
militara y oficiales de la ley) cuestionar al Sr. Khattala para obtener
inteligencia antes de dejarle saber su derecho de mantenerse en silencio,
después le informaron de sus derechos y reiniciaron las interrogaciones con un
nuevo equipo de oficiales (del FBI) para poder armar un caso en su contra”.
Como continuaron explicando los editores, “en sostener que se podían usar las
declaraciones del Sr. Khattala después de haberle leído sus derechos, la corte
mostró que los juicios criminales no excluyen la inteligencia obtenida que
podría ser valiosa para prevenir ataques”.
Añadieron que “para estar seguros, este sistema está lejos de ser perfecto”, reconociendo
que el juez en el caso del Sr. Khattala “insinuó que el gobierno podría
enfrentar restricciones en su habilidad en conducir interrogatorios prolongados
en el mar”, pero no mencionar cómo el sistema de interrogación sin derechos,
seguido por un segundo interrogatorio por parte del llamado “equipo limpio” de
agentes del FBI, resuena lo que sucedió en los “sitios negros” y en Guantánamo
con los llamados “detenidos de alto valor”, a la consternación de muchos
abogados y expertos legales (y de nosotros).
A pesar de nuestras advertencias acerca de aspectos de la política de detención
estadounidense bajo Obama, al igual que bajo Trump, estamos de acuerdo de
corazón con los editores del Post en sus observaciones de que “estos casos
demuestran que los Estados Unidos puede luchar contra el terrorismo sin repetir
los trágicos errores de Guantánamo” y que “el Sr. Trump sería sabio en poner atención”.
Esperamos que Donald Trump y sus oficiales estén escuchando.
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