Privación y desesperación: nuevo
reporte detalla la crisis de cuidado médico en Guantánamo
Andy Worthington
andyworthington.co.uk
05 de julio de 2019
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 11 de julio de 2019
La portada de ‘Deprivation and Despair:
The Crisis of Medical Care at Guantánamo,’ un nuevo reporte del Center for Victims of Torture (CVT) y Physicians for Human Rights (PHR).
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Muchas gracias al Center for Victims of Torture
(CVT por sus siglas en inglés) y Physicians for
Human Rights (PHR por sus siglas en inglés) por su nuevo reporte Deprivation and Despair: The Crisis
of Medical Care at Guantánamo.
Como lo estipula el CVT en la introducción del reporte en su sitio web,
“las experiencias de los detenidos y de los expertos médicos civiles
independientes con el cuidado médico en el centro de detención de la Bahía de
Guantánamo, no solo refutan en general lo dicho acerca de que los detenidos
reciben el cuidado equivalente al de los miembros de servicio estadounidenses,
sino que evidencian violaciones específicas de las Reglas de Nelson Mandela, el
estándar mínimo reconocido universalmente por la ONU para el trato de
prisioneros, el cual Estados Unidos ha defendido”.
En la introducción del reporte per se, el CVT y PHR proveen un resumen
de Guantánamo hoy, “en su dieciochavo año” explicando “Cuarenta hombres
musulmanes todavía languidecen ahí, 31 de los cuales nunca han sido acusados de
crímenes. La transferencia de cinco detenidos ha sido ya autorizada por mucho
tiempo por un consenso de la rama Ejecutiva del aparato de seguridad nacional,
que determinó que los hombres no representan una amenaza significativa, si es
que representan alguna, a los Estados Unidos. Muchos de los detenidos son sobrevivientes
de tortura o víctimas de un significativo trauma similar. Todos ellos están
asociados con la prolongada detención indefinida, una forma de tratamiento
cruel, inhumano y degradante. Mientras que ellos envejecen bajo estas
condiciones, presentan necesidades médicas complejas que van en aumento”.
Los autores proceden a explicar cómo, en abril de este año, el Admón. de
retaguardia John C. Ring, el comandante del Fuerza de Tarea Conjunto de
Guantánamo (JTF-GTMO por sus siglas en inglés) “expresó su preocupación a un
grupo de reporteros acerca de la habilidad de Guantánamo de proveer cuidado
médico a los detenidos mientras pasa el tiempo y con aparentemente ninguna
posibilidad de ser liberados”. Como mencionó “a menos que las políticas
americanas cambien, a cierto punto realizaremos cuidados para el final de su
vida aquí…muchos de mis hombres son prediabéticos… ¿Necesitaré diálisis aquí?
No lo sé. Alguien necesita decirme eso. ¿Realizaremos cuidados complejos de
cáncer aquí? No lo sé. Alguien necesita decirme eso”.
La permanencia de Ring como comandante fue
terminada poco después de eso aunque no ha sido posible establecer si su
partida fue en relación a sus declaraciones. Notablemente, seis años atrás, el
General John F. Kelly de la Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, que era
comandante general del Comando Sur de Estado Unidos, testificando ante El
Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, se refirió a “un
reto enorme enfrentando para los Estados Unidos en Guantánamo”: “asuntos
complejos en relación al cuidado médico futuro de los detenidos”. Explicó que
“las cuestiones médicas de una población de detenidos envejeciendo están
incrementando en cuanto al alcance y complejidad”, y que “los detenidos que
envejecen pudieran necesitar tratamiento especializado para asuntos relacionados
con ataques de corazón, embolias, fallas renales o, incluso, cáncer” y advirtió
que “Guantánamo no tiene “especialistas ni equipo” necesario para ese nivel de cuidados”.
El reporte de 58 páginas de largo incluye estudios importantes de casos
actuales de prisioneros y ex detenidos como el de tres hombres que aún siguen
ahí: Nashwan al-Tamir (Abd al-Hadi al-Iraqi), uno de los últimos en llegar a
Guantánamo en el 2007, que ha sido acusado en un juicio del sistema de comisión
militar, Sharqawi al-Hajj,
un “prisionero eterno”, detenidos desde el 2002 y Abd al-Rahim
al-Nashiri que también se enfrenta a un juicio de comisión militar.
Los tres fueron retenidos en “sitios negros” de la CIA antes de ser llevados a
Guantánamo. El ex detenido es Tarek El-Sawah, liberado en enero del 2016, cuyo
estado médico reporté en el 2013 en dos artículos: Lawyers Seek
Release from Guantánamo of Tariq Al-Sawah, an Egyptian Prisoner Who is Very Ill
y How the Egyptian
Media Has Reported the Story of Tariq Al-Sawah, a Severely Ill Prisoner in
Guantánamo. Otras experiencias de prisioneros son mencionadas en el reporte.
Como estipula el reporte, el caso que probablemente ilustra de mejor
manera el estado del cuidado médico en Guantánamo es el de Abd al-Hadi al-Iraqi
(conocido como Nashwan al-Tamir). El 5 de septiembre del 2018, el Sr. al-Tamir
se colapsó incontinente en su celda debido a una condición degenerativa en la
espina dorsal, misma que había mencionado al personal médico en Guantánamo más
de diez años atrás, y que había sido diagnosticada independientemente en la
cárcel en el 2010. Los expertos médicos externos concluyeron que obviamente
necesitaba intervención quirúrgica años atrás. Para evitar parálisis, un equipo
de especialistas en tierra había sido enviado a Guantánamo al momento del aviso
y había realizado una cirugía de emergencia. Cuatro cirugías adicionales
después, todas ejecutadas en Guantánamo, pero, igual, por especialistas
externos a la isla, la condición del Sr. al Tamir no ha sido resuelta y
continúa sufriendo, pudiendo necesitar cirugía adicional.
El reporte añade que “sin embargo, el gobierno ha presionado para
continuar con el enjuiciamiento del Sr. al Tamir en las comisiones militares, que
ha requerido que se presente en camilla, toma medicinas durante los procesos
legales y duerme en la sala de juicio cuando los efectos predecibles del
medicamento hacen efecto. Debido al estado frágil del Sr. al Tamir, el oficial médico
senior en Guantánamo repetidamente recomendó que el Sr. al Tamir no fuera
obligado a salir de su celda para estar presente en los procesos legales. Los
fiscales le aseguraron al juez que no necesitaba emitir una orden para eso
porque el staff no médico de Guantánamo respetaría la recomendación. Estaban
equivocados. La siguiente audiencia, los fiscales concedieron, de hecho, que
los comandantes no médicos de Guantánamo “no están obligados por las opiniones
del oficial médico senior ni que lo consultarían para cada instancia”.
Sharqawi al-Hajj, torturado en Jordania por la CIA antes de ser
transferido a Guantánamo en el 2004, tiene numerosos problemas de salud, pero,
como establece el reporte, “en julio del 2017, después de varias semanas de
huelga de hambre debida a la creciente desesperación por su precaria salud y
detención indefinida, el Sr. Al Hajj se desmayó un necesitó hospitalización de
emergencia. Poco después de eso, presentó una moción de emergencia para una
evaluación médica independiente y la presentación de sus registros médicos. El
gobierno se opuso a ambas solicitudes y, hasta junio de este año, la corte no
ha dado su fallo”. Sumándole a esto, él “niega recibir cuidados médicos de
salud mental en Guantánamo por falta de confianza”.
En el caso de Abd al-Rahim al-Nashiri, detenido y torturado en “sitios negros”
de la CIA por más de cuatro años, la Dra. Sondra Crosby, una de las pocas
profesionales médicas cuyas visitas han sido permitidas en la prisión y que
evalúa a los detenidos, declaró en el 2015 que “es probable que tenga daño
irreversible por la tortura inusualmente cruel que fue diseñada para
quebrarlo…empeorando la situación, no existe un esfuerzo actual para tratar el
daño y parece haber esfuerzos para bloquear que reciba cuidado clínico
apropiado por parte de otros”.
Abajo, estoy anexando el resumen del reporte, que provee un buen
extracto de los descubrimientos clave del reporte y las recomendaciones, pero
te sugiero que leas el documento completo si tienes tiempo de hacerlo.
Privación y desesperación: resumen ejecutivo
Desde el comienzo, hace más de 17 años en el centro de detención de
Guantánamo, localizado en la base militar estadounidense en la bahía de
Guantánamo, en Cuba, el personal de las instalaciones ha elogiado
consistentemente la calidad del cuidado médico que se las ha dado a los
detenidos. Por ejemplo, en el 2005, el entonces comandante del Fuerza de Tarea
Conjunto (JTF por sus siglas en inglés), dijo que el trato era “tan bueno o
mejor que cualquier cosa que pudiéramos ofrecerle a nuestros propios soldados,
marineros, pilotos o Marines”. En el 2011, una enfermera de la Marina que fue
después la cirujana delegada en mando para el JTF en Guantánamo hizo una
declaración similar: “el cuidado estándar aquí es el mejor posible que los
detenidos pudieran recibir”. Más tarde, en el 2017, el oficial médico senior
replicó esos mismos sentimientos: “los detenidos reciben cuidados médicos a
tiempo y de manera compasiva…comparable con el que se les brinda a nuestros
miembros activos de servicio en la isla”.
Ha habido muchas más afirmaciones con los años de intervención en el
pasado y desde entonces. Después de una revisión profunda de información
pública disponible en relación al cuidado médico en Guantánamo, tanto pasadas
como presentes, así como consultas con expertos médicos civiles independientes
y abogados de detenidos, el Centro Para Víctimas de Tortura y Médicos Para los
Derechos Humanos han determinado que ninguna de esas aserciones es precisa.
Al contrario, a pesar de la inaccesibilidad general de Guantánamo a los
profesionales médicos civiles independientes, con el paso de los años, algunos
de ellos han logrado tener acceso a los detenidos, revisar los registros
médicos y tener contacto con el sistema médico de cuidados de la prisión a un
grado suficiente que les ha permitido documentar las deficiencias sistemáticas
en el cuidado que incluyen:
- Las necesidades médicas son subordinadas a funciones de seguridad. Por
ejemplo. Los fiscales en un caso de comisión militar le dijeron
explícitamente al juez que el comandante de operaciones de Guantánamo es
libre de desestimar las recomendaciones del oficial médico senior de la
prisión.
- Los registros médicos de los detenidos están provistos de historiales físicos
y psicológicos de traumas. Eso es una enorme inhabilidad de los
profesionales médicos o renuencia para preguntarles a los detenidos acerca
de tortura u otras experiencias traumáticas sufridas durante su entrega a
la CIA, su detención, programas de interrogación o de otra manera con
respecto a las interrogaciones por parte de las fuerzas de interrogación
estadounidenses, que ha llevado a malos diagnósticos o tratamiento
inapropiado.
- En gran parte debido al historial de
complicidad médico en la tortura, muchos detenidos desconfían en los
profesionales médicos militares, que ha llevado repetidamente a los
detenidos a rechazar, razonablemente, el cuidado que necesitan.
- Los oficiales de Guantánamo retienen de los detenidos sus propios registros médicos, a través de clasificación
inapropiada.
- Tanto la inexperiencia, en aumento, como el equipo son insuficientes para
atender las necesidades de salud de los detenidos. Por ejemplo, un
cardiólogo militar concluyó que un detenido obeso necesitaba exámenes para
enfermedades coronarias arteriales, pero que Guantánamo no tenía los
“medios para las pruebas” así que no fueron realizadas. Con respecto a la
salud mental, no existen y no serán disponibles, servicios de
rehabilitación por tortura.
- Los detenidos han sido víctimas de negligencia. Un prisionero que necesitaba
cirugía de emergencia por una condición que notificó al personal médico en
Guantánamo en el 2007 y que ellos diagnosticaron de manera independiente
en el 2010 pero no fue atendida hasta el 2018, resultó en aparente daño
permanente.
- El personal médico militar tiene rotaciones continuas hacia y fuera de
Guantánamo, lo que ha provocado la discontinuidad del tratamiento. Por
ejemplo, un detenido recientemente tuvo tres médicos en tres meses.
- El acceso de los detenidos a cuidado médico y, en algunos casos a ser
expuestos a daño médico, ocurre substancialmente sobre su participación en
litigación. Por ejemplo, parece extremadamente difícil, sino imposible,
para los detenidos que no están en litigios activos tener acceso a
profesionales médicos civiles independientes y para aquellos que sí lo
están, tener acceso a tratamiento que no esté en relación con el proceso
legal en curso. Para detenidos acusados ante las comisiones militares, los
intereses de la fiscalía son prioritarios a los intereses médicos, como un
detenido que fue obligado a presenciar los procesos en una camilla
mientras se retorcía de dolor al estar en recuperación por una cirugía.
Estas deficiencias están exacerbadas por, y en algunos casos son el
resultado directo de, el daño que estos hombres han soportado, y que continúan
a aguantar, de tortura y prologada detención indefinida.
Ya pasó mucho tiempo para que estas deficiencias en el cuidado médico
que este reporte describe fueran reconocidas y dirigidas. El cambio sistémico
es necesario; estos no son problemas que los bien intencionados profesionales
médicos militares, que seguramente habrá varios, trabajando en un ambiente
insostenible, puedan resolver sin una reforma estructural, operacional y
cultural. Ni, en muchos sentidos, son problemas que se podrán resolver de
manera completa mientras el centro de detención permanezca abierto.
Guantánamo debería de cerrar. A menos y, hasta que eso suceda, el Centro
Para las Víctimas de Tortura y los Médicos Por los Derechos Humanos llaman al
Congreso, a la rama Ejecutiva y a la Judicial a adoptar una serie de
recomendaciones dirigidas a mejorar significativamente el status quo. Estas
incluyen, pero no están limitadas a: levantar la prohibición legal para transferir
detenidos a los Estados Unidos y asegurándose que dichas transferencias se
realicen cuando los detenidos presenten condiciones médicas que no puedan ser
adecuadamente evaluadas y tratadas en Guantánamo, asegurando que los detenidos
tendrán acceso oportuno a todos sus registros médicos cuando sean solicitados
mientras que se mantenga confidencialidad sobre esos registros (especialmente
en relación al acceso por parte de los fiscales) y permitiendo acceso
significativo y regular a los expertos médicos civiles a Guantánamo, incluyendo
la permisión para que ellos evalúen a los detenidos en un lugar apropiado.
Si los Estados Unidos declina tomar estos pasos recomendados en el
reporte, las condiciones médicas complejas que no puedan ser manejadas en
Guantánamo serán, como se espera, aceleradas en frecuencia y escalarán en
severidad.
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