Jueces británicos
decidieron que el fundador de WikiLeaks Julian Assange puede ser extraditado a
los Estados Unidos, aceptando las ridículas garantías de seguridad en relación
a su salud mental y riesgo de suicidio
Andy Worthington
10.12.21
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 22 de diciembre de 2021
Un activista que se opone a la propuesta extradición del fundador de WikiLeaks Julian
Assange a los Estados Unidos, afuera de Old Bailey en Londres el 1 de octubre
del 2020 (Foto: Andy Worthington).
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En un depresivo pero predecible fallo
en la Gran Corte en Londres el día de hoy, dos jueces revocaron la decisión
de la corte menor previniendo la extradición a los Estados Unidos del fundador
de WikiLeaks Julian Assange, aceptando las garantías del gobierno
estadounidense de que no será detenido en condiciones que, como resultado de su
estado mental frágil, pudiera provocar que se suicidara. El fallo previo, de enero
de este año por la jueza Vanessa Baraitser previno su extradición por un
riesgo de suicidio percibido.
Resulta que yo estoy de acuerdo con sus abogados en
que las garantías son fundamentalmente inconfiables, como expliqué en un
artículo en noviembre titulado Como
un abusador persuasión, Estados Unidos hace promesas sin fundamento en la
apelación de extradición de Julian Assange” pero lo que es particularmente
desesperanzador acerca del fallo del día de hoy es cómo no estuvo permitido
enfocarse en la razón principal por la cual Assange no debería ser extraditado,
que ya había sido descartada por la jueza Baraitser, concretamente que acusar a
un editor por publicar documentos gubernamentales del gobierno (en este caso
filtrados por Chelsea Manning) que destacan la maldad del gobierno e incluso su
participación en crímenes de guerra es un pre requisito necesario para la
libertad de prensa.
También vale la pena notar, por supuesto, que, si
Assange es acusado por publicar el material filtrado por Chelsea Manning,
entonces también deberían acusar a New York Times, el Washington Post,
McClatchy, el Guardian, el Daily Telegraph y varios otros
periódicos que trabajaron con Assange en la publicación de estos documentos.
Se espera que una apelación por parte de los abogados
de Assange a la Suprema Corte británica sea aceptada, pero mientras tanto,
aquellos preocupados por la libertad de prensa y la pura noción de libertad de
expresión, supuestamente protegida en Estados Unidos por los derechos de la
primera enmienda, continuarán a presionar al gobierno para que desista con la
solicitud de extradición como
lo he pedido desde antes de que Joe Biden heredara este cáliz venenoso de
parte de Donald Trump) y que se le permita a Assange reunirse con su pareja y
sus dos hijos chiquitos y, probablemente, regresar a Australia, de donde es ciudadano.
El gobierno de Biden necesita reconocer, como lo hizo Obama, que acusar a Assange cruza una línea que no puede ser cruzada en países que
dicen respetar las libertades de prensa y la libertad de expresión y tendrá, si
tiene éxito, ramificaciones espeluznantes en los medios mainstream; en efecto, sofocando
la libertad de prensa en maneras que soportan los emblemas de dictaduras en
lugar de democracias liberales.
A través de este año, Antony Blinken, secretario de
Estado de EE. UU., repetidamente ha hablado a favor de apoyar a los periodistas
y la libertad de prensa alrededor del mundo mientras se niega a reconocer la hipocresía
de los Estados Unidos en el caso de Julian Assange y ha sido criticado
continuamente
por eso. Él y el presidente Biden necesitan aceptar la crítica y abandonar esta
perniciosa solicitud de extradición inmediatamente.
Puedes firmar la petición de Amnistía Internacional
que hace un llamado al gobierno estadounidense para que deje los cargos en
contra de Julian Assange aquí.
Como explica Amnistía: “Las autoridades estadounidenses deben dejar los cargos
de espionaje y otros en contra de Julian Assange en relación a sus actividades
editoriales como parte de su trabajo con WikiLeaks. La implacable búsqueda de
Julian Assange del gobierno estadounidense por haber publicado documentos que
incluían crímenes de guerra cometidos por el ejército de Estados Unidos no es
otra cosa que un asalto a gran escala del derecho a la libertad de expresión”.
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