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Humanizando a los silenciados y maltratados: el arte de los prisioneros de Guantánamo en la escuela de derecho CUNY en Nueva York


Obra de arte del prisionero de Guantánamo Khalid Qasim, quien todavía se encuentra preso sin cargos ni juicio, exhibida en "Guantánamo [Un]Censored: Art from Inside the Prison", una exposición en la Escuela de Derecho CUNY en Nueva York

Andy Worthington
CLOSE GUANTÁNAMO
21 de febrero del 2020

Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 13 de marzo de 2020

Para los hombres detenidos en la desgraciada prisión del gobierno estadounidense en la bahía de Guantánamo, en donde han sido detenidos por 18 años, la mayoría sin cargos ni juicio, las autoridades estadounidenses continúan los persistentes esfuerzos en deshumanizarlos y en esconder de ellos cualquier tipo de escrutinio que pueda retar las aserciones de sus captores acerca de ser “lo peor de lo peor” y de no tener ningún tipo de derechos como seres humanos, ha involucrado esfuerzos persistentes para silenciarlos, para prevenir que hablen acerca del trato que han recibido y prevenirlos de compartir con el mundo cualquier cosa que pueda revelarlos como seres humanos, con la habilidad de amar, la necesidad de ser amados, la esperanza y miedo como lo hacen los ciudadanos estadounidense.

Atravesando la neblina de secretismo y censura, "Guantánamo [Un]Censored: Art from Inside the Prison", es una exposición de las obras de arte de los prisioneros que actualmente está exhibida en el Sorensen Center for International Peace and Justice en la Escuela de Derecho CUNY en Nueva York, en Long Island, Queens. La muestra se inauguró el pasado 19 de febrero y durará hasta mediados de marzo. La entrada es gratuita y todos son bienvenidos a verla.

Como lo explican los organizadores de la muestra, en el sitio web de CUNY, “la muestra exhibe obras de arte, la mayoría jamás expuesta antes, de once de los actuales prisioneros y ex detenidos en Guantánamo; incluyendo un amplio rango de estilos artísticos y técnicas. Desde paisajes en acrílico sobre lienzo hasta barcos a escala realizados en relieve con materiales como tapas de botellas de plástico e hilos de tapetes de rezo. 'Guantánamo [Un]Censored' celebra la creatividad de los artistas y su resiliencia.

Los organizadores también citan a Moath al-Alwi, un yemení y cliente de la CUNY Law School’s Immigrant and Non-Citizen Rights Clinic (INRC por sus siglas en inglés), quien es uno de los cuarenta hombres detenidos todavía en Guantánamo, discutiendo sus obras de arte, los “barcos modelados en distintos materiales”, mencionados anteriormente, y lo que significan para él. Como explica: “a pesar de estar en prisión, intento lo más que puedo, sacar mi alma de la cárcel. Vivo una vida distinta cuando estoy haciendo arte”.

Los prisioneros, cuyas obras se encuentran exhibidas, representados por la INRC, por Shelby Sullivan-Bennis, Reprieve y el Center for Constitutional Rights, son seis hombres todavía detenidos: Khalid Qasim, Sabry Mohammed al-Qurashi, Towfiq al-Bihani, Ahmed Badr Rabbani, Assadulah Haroon Gul y Moath al-Alwi y las de cinco de quienes han sido liberados: Mohammed al-Ansi, Abdulmalik al-Rahabi, Ghaleb al-Bihani, Djamel Ameziane y Mansoor Adayfi.

Como se mencionó previamente, la mayoría de las obras en muestra no han sido vistas antes, pero otras fueron exhibidas hace un poco más de dos años en el Colegio de Justicia Criminal John Jay en Nueva York en una exposición llamada "Ode to the Sea: Art From Guantánamo Bay”, que no solo fue una perspectiva de la humanidad de los prisioneros y, en algunos casos, reveló el genuino talento artístico, sino que también fue un reflejo de las autoridades de Guantánamo, quienes, después de demasiados años de prevenir la cualquier tipo de auto expresión por parte de los prisioneros, le permitieron a los “bien portados” acudir a clases de arte.

Esta buena voluntad, sin embargo, fue destrozada cuando el Pentágono, erróneamente infiriendo que los prisioneros buscaban vender sus obras, tomaron como represalia el amenazar con destruirlas y prevenir que hicieran más arte en el futuro. La sobre reacción absurda del Pentágono fue mala publicidad para ellos, logrando que la muestra fuera mucho más popular de lo que hubiera sido, atrayendo una cobertura significativa de la prensa convencional y la crítica a la posición del Pentágono. Escribí acerca de eso en su momento, en varios artículos, incluyendo The Persistent Abuse of Guantánamo Prisoners: Pentagon Claims It Owns Their Art and May Destroy It, But U.S. Has Long Claimed It Even Owns Their Memories of Torture y The Guantánamo Art Scandal That Refuses to Go Away y la reseña de la exhibición, después de visitarla en enero del 2018 (aquí).

A largo plazo, sin embargo, el daño más duradero fue en Guantánamo, en donde, a pesar de que se les permitió a los detenidos retomar su arte, se les prohibió entregárselos a sus abogados, como regalos para ellos y sus familias, una restricción que desilusionó y desincentivó a muchos de los hombres cuyo único interés era producir obras de arte si se les permitía regalarlas a quienes eran cercanos a ellos.

La muestra de CUNY que apenas abrió es enormemente importante, siendo un renovado esfuerzo para mostrar a los prisioneros como seres humanos y para resaltar lo injusto de la restricción del Pentágono.

A pesar de haberme perdido la inauguración del 19 de febrero, visité CUNY el mes pasado, cuando una versión de la exposición actual tuvo lugar; inaugurada el 11 de enero (en el aniversario número dieciocho de la apertura de Guantánamo) y que se enfocaba en el trabao de un solo prisionero, Khalid Qasim (conocido también como Khaled Qassim), cuyo caso ha sido de interés mío por mucho tiempo.

De los cuarenta hombres todavía detenidos, alrededor de la mitad son referidos como “detenidos de alto valor” y están encerrados en una instalación secreta conocida como Campamento 7, mientras que el resto de ellos, los “detenidos de bajo valor” están en un lugar más público llamado Campamento 6; y mientras sería un error el simple hecho de aceptar que todos los que están identificados como “alto valor” son significativos, los “detenidos de bajo valor”, notablemente son hombres que, bajo cualquier análisis objetivo, no representan amenaza alguna ya que jamás fueron algo más que soldados rasos en Afganistán reclutados para tomar parte en la larga guerra civil entre musulmanes que, repentinamente, después del 11/9 se convirtió en una guerra contra los Estados Unidos.

Khalid Qasim es uno de estos hombres que, pareciera, solo es considerado una amenaza porque, en sus casi 18 años en Guantánamo, brutalizado en los primeros, y jamás acusado o enjuiciado por algún crimen, fue un huelguista de hambre persistente y eso fue percibido como una “mala actitud” ante las circunstancias de su encarcelamiento.

Guiado por Shelby Sullivan-Bennis, quien es abogada de Qasim y otros diez prisioneros, pude apreciar su trabajo más allá de lo que hubiera podido hacer si hubiera sido dejado a mis alcances. La fotografía al principio de este artículo, por ejemplo, es, literal, hecha de Guantánamo, consistiendo en grava recolectada por Khalid del patio de recreación de la prisión, mezclada con cajas de comida rotas (MRE: Meals-Ready-to-Eat o “comidas listas para consumo”) y adhesivo. Considero que es, conceptualmente, algo muy poderoso y me movió mucho cuando Shelby explicó que las tres barras rojas representan a los tres hombres que murieron en la noche del 9 de junio del 2006, en lo que las autoridades llaman un pacto de suicidio, pero que muchas otras personas, incluidas algunas que servían en la base en ese momento, sugirieron fueron asesinatos encubiertos.


De manera similar, cuando se trata de la imagen a la izquierda, de una vela, no me había dado cuenta de que también representaba a un prisionero que murió. Nueve hombres en total han muerto en la prisión desde que abrió en enero del 2002, varios bajo circunstancias extrañas y cuyas muertes han sido calumniadas por las autoridades. Para conmemorarlas, Khalid pintó nueve velas, cada una entregada a un miembro de su familia. Como explicó Shelby, fueron “sacadas de la base en grupos de dos y tres” porque Khalid “tenía miedo que rendirles respeto a las muertes de sus compañeros sería motivo de silencio por censura en Guantánamo”.

También, en exhibición, se encontraron pinturas más clásicas, cubiertas con primario para que parecieran renacentistas, mostrando escenas simbólicas o alegóricas relacionadas con su encarcelamiento, que, supuestamente eran duras para las revisiones y censura del ejército quienes eran ridículamente paranoicos acerca de que pudieran contener mensajes codificados para Al-Qaeda. Esta fue una posición absurda que, con más lógica, podrían contener mensajes, desviadas de las escenas de postales elegidas por varios detenidos, de las circunstancias espantosas de su encarcelamiento antes de ser conexiones terroristas que jamás existieron en primer lugar.


Este cuadro fue, como explicó Shelby, realizado como “una metáfora de la vida que Khalid se está perdiendo mientras está encarcelado en Guantánamo: la tetera sirviendo café representa su hogar en Adén, Yemen, el chorro de café que no llega a la taza representa la cultura que no tiene, dejándolo vacío”.

La última de las obras de Khalid que adjunto es esta declaración audaz de una palabra: “No”, que explicó en una nota no clasificada a Shelby en mayo del 2017. Como lo describió: “rechazo cualquier tipo de opresión de quien sea, aunque sea la más cercana a mí. Fuertemente expresé mi objeción cuando fui forzadamente sacado de mi celda para ser alimentado. Ante la cámara del F.C.E (extracción forzada de la celda por sus siglas en inglés) y la presencia de guardias, staff médico, oficiales de alto rango y mis compañeros, dije NO a las reglas injustas, NO a ceder y NO a rendirme”.


Si te encuentras en la zona de Nueva York, espero que puedas ir a la muestra, que espero continúe en varias permutaciones en una base continua. Tengo la intención de publicar más fotos y más historias y, espero que, si consideras que las obras, y lo que dice acerca de los hombres que las crearon y las circunstancias bajo las cuales se encuentran, es de interés, las puedas compartir tanto como te sea posible.

Este trabajo sigue siendo tan poderoso como cuando lo era cuando fue mostrado en el John Jay College hace dos años y mientras más esté al público, más lucharán las autoridades para mantener la ilusión de que los prisioneros en Guantánamo son un tipo de terroristas sobrehumanos, “lo peor de lo peor” y de que no son seres humanos que aman, sienten pérdida y dolor, como nosotros y que, en muchos casos, no hicieron algo para dañar a los Estados Unidos y que, sin embargo, han sido privados de su libertad por hasta dieciocho años en un lugar experimental horrible en donde las reglas normales de encarcelamiento no aplican.


 

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