CIA Torture Unredacted: el nuevo reporte que rellena los espacios cruciales en el Reporte de
Tortura del Senado del 2014
Andy Worthington
CloseGuantanamo.org | artículo original
14 de julio de 2019
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 24 de agosto de 2019
Imagen de la portada del nuevo
reporte: "CIA Torture Unredacted", lanzado el 10 de julio de 2019.
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Felicidades Sam Raphael y Ruth Blakeley del The Rendition Project, Crofton Black del Bureau of Investigative Journalism y a quienes trabajaron con ellos para la publicación
de CIA Torture Unredacted, su reporte de 400 páginas acerca del programa de
tortura de la CIA post 11/9 que fue lanzado en Londres el miércoles y que está disponible en línea,
completo aquí y ver aquí por una desglose capitulo
por capítulo.
El reporte es la culminación de nueve años de trabajo,
que comenzó en el 2010 con el fondeo del Consejo de Investigación Económica y
Social en el Reino Unido Economic and Social Research Council, que llevó, en mayo del 2013, a lanzar el sitio The Rendition
Project, que Ian Cobain y James Ball explicaron para el Guardian “mapea el programa de secuestro y detención secreta del gobierno de los Estados
Unidos, desprendiendo una luz sin precedentes sobre una de las operaciones
secretas más controversiales de los años recientes”.
Al momento de su lanzamiento inicial en el 2013, The
Rendition Project venía del trabajo previo conducido por investigadores de
una variedad de ONG y organizaciones internacionales, que incluían un reporte influyente para el
Consejo de Europa acerca de prisiones secretas y de entrega en Europa,
publicado por el senador suizo Dick Marty en el 2007 un análisis detallado del programa secreto de
detención para estudio de la ONU en el 2010, del cual yo fui el autor y en
el que, como describí en un artículo de
Al-Jazeera en el 2014, “Busqué comprobar las identidades de los 94
“prisioneros fantasma” bajo custodia de la CIA, incluyendo 28 que fueron
sujetos a “interrogación mejorada”, quienes fueron mencionados en un memo del 2005 del
abogado del gobierno de EE.UU. Steven G. Bradbury, publicado por la
administración de Obama en abril del 2009. Otro reporte importante, de the Constitution Project fue publicado en el 2013.
El siguiente paso en el largo camino a la verdad
acerca del programa de tortura de la CIA, y un día, esperamos, haya
responsabilidad para quienes lo organizaron y lo ejecutaron, vino en diciembre
del 2014 con la publicación del informe ejecutivo de 500
páginas del reporte de Comité de Inteligencia del Senado acerca del programa de
tortura de la CIA.
El reporte completo del Comité de Inteligencia del
Senado, con 6,700 páginas en total, que costó 40 millones de dólares y que
implicó el análisis de más de seis millones de páginas de documentos
clasificados, jamás ha sido publicado, pero el resumen ejecutivo sí, y continúa
siendo una crítica devastadoramente poderosa de la brutalidad y de la falta de sentido
del programa.
En él, el comité dejó claro, como expliqué en el
artículo para Al-Jazeera mencionado anteriormente, que “la tortura no era un
medio efectivo para adquirir información u obtener la cooperación de
detenidos”, que la CIA hizo ‘declaraciones inexactas’ acerca de la
‘efectividad’ del programa en un intento de justificarlo y que eso llevó a la
fricción con otras agencias que puso en peligro la seguridad nacional y dio
falsos testimonios que llevaron a ejecutar costosas e inútiles persecuciones”.
También mencioné que el comité concluyó que las
interrogaciones “fueron brutales y mucho peores de lo que la CIA hizo parecer a
los legisladores y otros”, que “técnicas no aprobadas fueron usadas
ampliamente”, que “por lo menos diecisiete detenidos fueron sujetos a técnicas
de interrogación mejoradas sin autorización de la CIA” y que “múltiples
detenidos fueron sujetos a técnicas que fueron aplicadas en maneras que
divergían de la autorización específica o fueron sujetos a técnicas de
interrogación mejoradas por interrogadores que no tenían autorización para utilizarlas”.
El comité, también señalé, también fue crítico del rol
central que jugaron los dos contratistas psicólogos: James Mitchell y Bruce
Jessen, del programa militar estadounidense SERE que le enseña al ejército cómo
resistir tortura en manos de enemigos. Mitchell y Jessen recibieron un pago de 81 millones de dólares
por implementar el programa, aunque ninguno de ellos “tenía experiencia como
interrogador, ni estaban especializados en Al-Qaeda o antecedentes en
contraterrorismo ni relevancia cultural o conocimientos lingüísticos”.
Significativamente, para quienes investigan a las
víctimas del programa de tortura, el reporte también confirma que los números
de Steven Bradbury estaban mal y que la CIA “detuvo por lo menos a 119
individuos, de los cuales 39 fueron sujetos a las técnicas de interrogación
mejoradas”. Además, de estos 119 “por lo menos 26 fueron detenidos por error y
no cumplían con los estándares de detención” en el memorándum secreto de la
administración de Bush que establecía el programa en septiembre del 2001, poco
tiempo después de los ataques del 11/9.
Fue entonces cuando Sam Raphael, Crofton Black y Ruth
Blakeley volvieron a convenir, utilizando la lista de los 119 individuos como
base para su trabajo por los siguientes cuatro años, durante los cuales
buscaron, en particular, “des censurar” las censuras en el resumen del reporte
de tortura, como explicó Black esta semana en un artículo para el Buró de
Periodismo Investigativo, para “poder identificar temporalidad y lugares
específicos en donde ocurrieron los abusos” y que el comité estuvo “obligado a
censurar por parte de la administración de Obama y la misma CIA”.
“Esto es importante”, añadió, “porque el no poder
ligar actividades ilegales a tiempos y lugares específicos, la búsqueda para
reparar es frustrante y la responsabilidad significante, tanto legal y pública,
como histórica…sigue siendo un espejismo”.
Black explicó cómo la lista de prisioneros de la CIA
tenía “una fecha de custodia (censurada) y un registro de cuántos días fueron
detenidos (parcialmente censurada)” y que su trabajo los últimos cuatro años
incluyó “la reconstrucción de la lista para revelar las fechas escondidas”,
algunas de las cuales, como comentó Sam Raphael en la comida del miércoles,
fueron más fáciles de lo que cualquiera hubiera imaginado porque la CIA no usó
texto justificado y entonces fue relativamente fácil descifrar las letras y/o
números que se habían tapado.
Sin embargo, la mayoría del trabajo consistía en
comparar referencias con otras fuentes. Como explicó Black, “descifrar una
fecha muchas veces significaba que podíamos empatarla con un registro de vuelo,
eso significaba que podíamos determinar de dónde había llegado o a dónde
enviaban a un prisionero. Mientras nosotros comparamos miles de puntos de
información, de documentos desclasificados del gobierno, notas de pie del
reporte del Senado, registros aéreos, registros corporativos externos de vuelos
de entrega, casos legales, reportes de prensa, investigaciones de las ONG…los
contornos del programa secreto de detención y tortura de la CIA comenzaron a
emerger de manera más clara. Más que solo entender ciertas historias
individuales, comenzamos a poder discernir el alcance entero del desarrollo del programa.
Black también explicó:
Cuando el Comité del Senado publicó su reporte, menos
de la mitad de los nombres en la lista eran conocidos. Nosotros reportamos en
2015 que únicamente 36 de aquellos
detenidos por la CIA habían sido llevados a Guantánamo, mientras que el destino
de muchos otros continúa siendo un misterio. Detenidos en secreto, mantenidos
en secreto, fueron dispuestos en secreto, algunos fueron regresados a su casa,
otros en continua detención en otros países…siempre en secreto.
Desde entonces, hemos podido establecer las historias, por lo menos
hasta cierto punto, de 100 prisioneros. Hemos rastreado alrededor de 60
operaciones para transportarlos de y hacia prisiones. Descubrimos quién estuvo
detenido en Afganistán y revelamos más acerca de quién fue enviado a los sitios
obscuros europeos en Polonia, Rumania y Lituania. También enfocamos la atención
en detalles acerca de qué tan profundo está implicado el Reino Unido en el
manejo de la red de tortura de la CIA.
El año pasado, algunos de nuestros descubrimientos fueron citados en dos
fallos en la Corte Europea de Derechos Humanos, que determinó que Rumania y
Lituania asistieron a los Estados Unidos en la detención ilegal e incomunicada
de prisioneros en sus territorios. En otros lados, nuestro trabajo ha ayudado a
equipos legales, investigaciones policiacas y proyectos de responsabilidad de
ciudadanos.
“CIA Torture Unredacted” es el recuento público más comprensivo
de uno de los elementos más perturbadores de la “Guerra contra el terror”, un
programa global de desaparición sistémica y de tortura, llevado a cabo por los
Estados democráticos liberales más poderosos en contra de las leyes que
pretende apoyar. En cara de la continua obstrucción y negación por parte de los
gobiernos involucrados, esperamos que el reporte sea un punto de referencia
central para quienes están interesados en la responsabilidad, la verdad y el
estado de derecho.
Nosotros tamibién esperamos eso.
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