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Abd Al-Hadi Al-Iraqi es el primer “detenido de alto valor” en aceptar un trato negociado en Guantánamo y podría salir libre en el 2024

1.7.22
Andy Worthington


Abd al-Hadi al-Iraqi, en una fotografía tomada en Guantánamo en años recientes por representantes del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Traducido por El Mundo no Puede Esperar 23 de julio de 2022

Hace dos semanas, un evento importante tomó lugar en Guantánamo, cuando Abd al-Hadi al-Iraqi, de 60 ó 61 años, “detenido de alto valor”, cuyo nombre real es Nashwan al-Tamir, y quien fuera uno de los últimos prisioneros en llegar a la prisión, en abril del 2007, admitió haber estado involucrado en crímenes de guerra en un trato negociado que podría ayudarlo a ser liberado de la prisión en 2024.

Es el primer acuerdo negociado logrado con un “detenido de alto valor” bajo Biden y podría indicar un camino para los juicios de los otros “detenidos de alto valor”, incluyendo el de los cinco hombres acusados de estar involucrados en los ataques del 11/9 y el de Abd al-Rahim al-Nashiri, el acusado de haber sido parte del ataque contra el USS Cole en el 2000, en el que 17 miembros de la marina estadounidense fueron asesinados. Los juicios están estancados en audiencias que parecen eternas, sobre todo, por el problema de no poder llevar a cabo juicios justos, cosa que parece no tener solución, para los hombres fue fueron torturados. Cabe mencionar que, en marzo, se reportó que se han discutido acuerdos en conexión el juicio del 11/9.

Cuando al-Iraqi llegó a Guantánamo hace 15 años, el Pentágono lo describió como “uno de los más antiguos y experimentados de al-Qaeda”, aunque detalles de cómo terminó en Guantánamo son borrosos. Un vocero del Pentágono, Bryan Whitman, explicó que había sido trasferido a custodia del DoD (Departamento de Defensa, por sus siglas en inglés) a custodia de la CIA, aunque “no dijo en dónde ni cuándo fue capturado al-Iraqi ni por quién”, mientras que un oficial de inteligencia estadounidense “hablando sobre la condición de anonimidad porque el asunto es sensible”, le dijo a la Associated Press, que al-Iraqi había sido capturado a finales del 2006 “en un operativo que involucró a varias personas en más de un país”.

Un mes después, en una entrevista con Al-Jazeera, Mustafa Abu al-Yazid, un importante miembro de al-Qaeda en Afganistán, dijo que al-Iraqi había estado en ruta a Irak cuando “fue arrestado en Turquía” y fue “entregado a los americanos y más adelante se confirmó en el reporte del Comité de Inteligencia del Senado sobre el programa de tortura de la CIA, que fue detenido bajo custodia de la CIA por seis meses, incluso cuando, en septiembre del 2006, cuando 14 “detenidos de alto nivel” fueron transferidos a Guantánamo desde “sitios obscuros” de la CIA, el presidente Bush, que previamente había negado su existencia, declaró que, como resultado de estas transferencias, los “sitios obscuros” habían sido cerrados.

Como también fue revelado en el reporte de tortura, al-Iraqi “fue consistentemente considerado cooperativo” cuando estuvo en custodia de la CIA, aunque “los interrogadores creen que estaba reteniendo información” acerca de operaciones futuras y “lugares de objetivos de alto valor”. Sin embargo, también se reveló que, durante febrero del 2007, “se discutió el uso de ‘técnicas de interrogación mejoradas’ (tortura) contra al-Iraqi, en la sede central de la CIA, aunque para finales de mes determinaron que había ‘información insuficiente…que [al-Iraqi] no poseía información accionable …para justificar el uso’ de las TIM”.

Acusado y procesado

Cuando, finalmente surgió esta información, a través del reporte de tortura del senado, al-Iraqi había estado en Guantánamo siete años y medio, tragado por la secrecía que envuelve particularmente a los “detenidos de alto valor” — y particularmente aquellos que no habían sido acusados. Esta situación sólo cambió cuando fue acusado, en junio del 2013 y cuando un cargo de conspiración fue añadido en febrero del 2014. En junio de ese año, finalmente fue procesado. Carol Rosenberg, que en ese momento trabajaba para el Miami Herald, reportó que “se veía significativamente más viejo que su foto pre-captura”, explicando que, cuando fue acusado de “crímenes de guerra típicos, punible con cadena perpetua” — específicamente “apuntar hacia trabajadores médicos y civiles, así como soldados extranjeros en Afganistán” — en 2003 y 2004.

Como expliqué en su momento, el equipo legal de al-Iraqi destacó los problemas que se levantaron cuando las autoridades estadounidenses parecieron referirse a él como miembro de al-Qaeda y los talibanes. Como uno de sus abogados de la armada, el coronel teniente Chris Callen dijo “si dijeras que es talibán, diríamos que es un combatiente legal”. Añadió que “parece que al inicio de la guerra fusionaron ambos”, después adoptaron la política de “escoge uno”.

Los abogados de al-Iraqi explicaron que “originalmente es de Mosul, aunque tiene una esposa e hijos en Afganistán” y lo describió como “un ex oficial no comisionado de la armada iraquí, cortés, que se encargaba de las logísticas y funciones administrativas durante la guerra de Irán-Iraq 1980-1988” y quien después “dejó su país de origen por una nueva vida en Afganistán después de la invasión de Saddam Hussein a Kuwait, antes de la Operación Desert Storm encabezada por Estados Unidos”.

Añadieron, como lo describe, que “no ha sido parte de ninguna huelga de hambre, es un musulmán devoto y ha leído todo en la biblioteca del secreto Camp 7, en donde los “detenidos de alto valor” se encuentran detenidos”. También se le describe como “más un soldado talibán que un terrorista”.

Una enfermedad degenerativa de la espina dorsal

Desde entonces, las audiencias previas a juicio de al-Iraqi han sido dominadas, sobre todo, por problemas físicos severos. Como explicó el Middle East Eye en un artículo publicado en septiembre del año pasado, cuando tuvo “una emergencia médica” se reportó que “perdió la sensación en la parte baja de sus piernas” y “no podía caminar o ponerse de pie” porque “tiene una enfermedad degenerativa en la espina y se encuentra entre los más incapacitados físicamente” de los 36 prisioneros.

Como explicó el Centro Para Víctimas de Tortura (Center for Victims of Torture), al-Iraqi fue diagnosticado con estenosis espinal en septiembre del 2010”, aunque “no recibió tratamiento quirúrgico hasta que su enfermedad se convirtió en severa siete años después, cuando ‘comenzó a experimentar pérdida de sensación significativa en ambos pies y pérdida de control de la vejiga’”. Después “recibió cuatro cirugías adicionales en Guantánamo realizadas por especialistas que venían de fuera de la isla” (por la veta persistente en la Ley de Autorización de Defensa Nacional (National Defense Authorization Act) de transferencia de prisioneros de Guantánamo a territorio estadounidense por ninguna razón, incluso para atención médica urgente) y fue mencionado que “continúa sufriendo de esta condición y podría necesitar más operaciones”.

También se destacó que al-Iraqi “necesita de una silla de ruedas y andadera en la prisión” y “también una silla geriátrica acolchonada y una cama de hospital para el tribunal, la última para cuando los medicamentos para el dolor provocan que se duerma”.

El acuerdo negociado

En la audiencia de negociación el pasado 13 de junio, como reportó Carol Rosenberg para el New York Times, al-Iraqi “pasó la mayor parte del tiempo de la audiencia contestando ‘Si, su señoría’ a las preguntas del juez militar, el teniente coronel Mark F. Rosenow, acerca del recuento secreto de sus actividades en Afganistán como co conspirador con Osama bin Laden y otros líderes del grupo entre 1996 y 2003”, que “incluyen más de 100 elementos”. La hoja de cargos está aquí y la transcripción de la audiencia aquí.

Rosenberg añadió que al-Iraqi “se declaró culpable de los crímenes de guerra tradicionales de atacar propiedad protegida — un helicóptero militar estadounidense que los insurgentes que le respondían a él fracasaron en derribar en Afganistán en el 2003 — y de traición y conspiración en conexión con los bombardeos insurgentes que mataron por lo menos a tres tropas aliadas, de Canadá, Reino Unido y Alemania”.

Como describió el juez Rosenow, “aquellos soldados aliados fueron asesinados por carros bombas o bombarderos suicidas posando como civiles…si el Sr. Hadi tenía conocimiento anticipado acerca de los planes, tenía la obligación de detenerlos. Si no tenía conocimiento previo, tenía la obligación de castigar a los perpetuadores”.

Rosenberg destacó que el acuerdo negociado representa “un drástico descenso” en los cargos iniciales del gobierno en su contra, cuando se dijo que era “parte de la conspiración radical de al-Qaeda para liberar a la península arábiga de no-musulmanes”, que tenía conocimiento de los ataques del 11/9 y estuvo involucrado en la “destrucción por parte de los talibanes de estatuas monumentales de buda en el valle Bamiyan en Afganistán, sitio de patrimonio mundial de la UNESCO, en marzo del 2001” y del “asesinato, en el 2003, por insurgentes de un trabajador francés de la ONU”. La desaparición de las acusaciones mencionadas refuerza las sospechas de que esa fue información poco confiable extraída de al-Iraqi mientras estuvo en un “sitio obscuro” de la CIA, aunque podrían también haber sido extraídas en circunstancias extrañas vía sus compañeros.

Bajo el acuerdo negociado, como explicó Rosenberg, “un jurado militar escuchará la evidencia en su contra” y se le pedirá escoger una sentencia “entre un rango de 25-30 años”. Después de esto, la Autoridad Convocada de las comisiones militares, un “oficial senior del Pentágono responsable de supervisar” las comisiones, “la reducirá a 10 años”.

También bajo el acuerdo, la sentencia será pospuesta por dos años, permitiéndole al gobierno estadounidense “encontrar una nación simpatética que lo pueda recibir y darle tratamiento médico de por vida” y también que lo tenga detenido mientras cumple el resto de su sentencia. Como dijo Susan Hensler, su abogada civil designada por el Pentágono, explicó, “se declaró culpable por su papel como comandante en Afganistán. Ha estado en custodia por 16 años, incluyendo los seis meses que pasó en un sitio negro de la CIA. Esperamos que los Estados Unidos cumplan su promesa de transferirlo lo antes posible para el tratamiento médico que desesperadamente necesita”.


 

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