Soldados del invierno sacan a la luz mentiras espeluznantes
Malcolm Shore 24 de marzo de 2008
[Nota del traductor: La expresión "Winter soldier" (soldado del invierno)
refiere a un folleto de la guerra revolucionaria estadounidense que criticaba a
los "soldados del sol" temporaleros, en comparación con los "soldados del
invierno" que experimentaron todos los horrores de la guerra y podían hablar con
verdad.]
Por un lado, tenemos el Irak del New York Times.
Ese país es una nación volátil en que las tropas estadounidenses luchan
esforzadamente para impedir que los sunitas y los shiítas le vuelen la cabeza el
uno al otro; en que un gobierno nacional débil y de poca confianza mina el
trabajo de Washington de exportar la democracia, lo que hace que las fuerzas
armadas tengan que quedarse más tiempo de lo que hubieran querido; en que los
soldados estadounidenses están pagando muy caro el error estratégico de su
comandante en jefe de subestimar al enemigo. En ese Irak, el estrés del combate
lleva a veces a excesos, como la tortura de Abu Ghraib o la matanza de civiles
desarmados que hicieron los marines en Haditha. Pero de ninguna manera se puede
decir que hay un patrón de crímenes de guerra contra el pueblo iraquí. De hecho,
los iraquíes figuran en las páginas del New York Times principalmente
como autores de la violencia contra sus compatriotas.
Por el otro lado, tenemos el Irak verdadero...
Durante cinco años en ese país, los soldados estadounidenses han cometido
múltiples crímenes de lesa humanidad premeditados, tanto en la oscuridad de la
noche como en la plena luz del día. Es un lugar donde, por definición, la
muerte, la destrucción y la degradación ocurren a manos del ejército
estadounidense; donde los iraquíes viven y mueren en sus millones, mientras
otros millones han quedado sin hogar como resultado de la guerra y la ocupación
estadounidense.
La semana pasado, las audiencias del Winter Soldier (soldado del invierno)
marcaron un momento raro en que se presentó el verdadero Irak, o por lo menos
gran parte de él, ante la población y los medios estadounidenses que se atreven
a escuchar y observar.
En Silver Spring, Maryland, a poca distancia de las oficinas de los mayores
criminales de guerra del mundo, centenares de ex-combatientes desilusionados se
reunieron y unos 50 dieron testimonio sobre la pesadilla diaria que desataron
contra los pueblos de Irak y Afganistán. Juntos con unos iraquíes que dieron su
testimonio en persona o por video, demandaron un fin inmediato a las guerras
contra esos países. Hicieron constar en el acta histórica sus informes francos y
detallados sobre los atropellos cometidos una y otra vez contra la población
civil de Irak y Afganistán, dejando en claro que para los militares
estadounidenses esa población es, de hecho, infrahumana.
Michael Prysner dijo en su testimonio: "Nos dicen que estamos peleando contra
los terroristas. El verdadero terrorista fui yo y el verdadero terrorismo es
esta ocupación".
Para decirlo en palabras comedidas, ese punto de vista no parece mucho a la
versión de la guerra y la ocupación de Irak que dan los grandes medios de
comunicación. La perspectiva de Prysner se confirmó con pruebas contundentes
durante los cuatro días de testimonio. Las sesiones cumulativas de Winter
Soldier dejaron a los observadores con un collage de imágenes y sonidos que
captaron la crueldad despiadada y asesina de la presencia estadounidense en
Irak: por ejemplo, la madre, el padre y dos pequeños hijos asesinados en una
garita de control. Y la conclusión del comandante: "Pues si esos pinches hajjis
pendejos aprendieran a manejar, esas chingaderas no ocurrirían". Un detenido
enfermo de Abu Ghraib maniatado y tirado al suelo por soldados guardias que
reflexionan: "No se puede escribir 'abuso' sin el 'abu'". Los continuos
allanamientos de madrugada en que abren la puerta a patadas, amarran a hombres,
mujeres y niños, y se llevan a los hombres, encapuchados con sacos de arena. Los
marines que disfrazan como comida una mezcla de excremento y químicas tóxicas y
la dan a los niños iraquíes alineados en el camino. Los campos de fútbol
convertidos en fosas comunes, con cientos de cadáveres. Los soldados que
ostentan las cabezas cercenadas de iraquíes muertos y proclaman: "A este le
chingamos bien feo, ¿no?" Un detenido diabético a quien le rociaron con gas
pimienta, le negaron la insulina y le metieron al patio de la cárcel al rayo del
sol, lo que llevó a su muerte. Toda la ciudad de Faluya se declaró una zona de
fuego libre, lo que resultó en miles de bajas iraquíes.
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Todo eso, por supuesto, representa solo una pequeña parte de las atrocidades
sacadas a la luz durante el fin de semana y ese hecho de por sí es indicio
elocuente de la brutalidad general de las guerras de Irak y Afganistán y
testimonio de la importancia de la investigación Winter Soldier. Claro que
informar en detalle sobre todo el testimonio, o incluso la mayor parte, rebasa
los límites de este artículo, pero lo siguiente destacó y merece un breve
resumen:
*La apariencia juvenil de Chris Arendt adquirió aspectos
siniestros cuando se refirió a sí mismo como un ex "guardia del campo de
concentración" de Guantánamo. Habló con revulsión de la absurdez de practicar
ponerle grilletes a un detenido en preparación para el "gran partido" de
ponerles grilletes a los detenidos reales. Dijo, ante los aplausos del público,
que el encarcelamiento de seres humanos por cinco años, lejos de sus amigos y
familias y sin explicación alguna, es de por sí una tortura. Agregó: "Si eso no
fuera suficiente, había otros métodos para asegurar que llegamos a
torturarles".
Arendt dijo que encerraron a los detenidos en celdas con una temperatura de
10 a 20 grados F. (-7 a -12 grados C.), los ensordecieron con música ruidosa y
les encadenaron las manos y los pies al suelo. A los detenidos considerados
difíciles de controlar los rociaron con gas pimienta y los sacaron de la celda a
la fuerza. Notó: "Todo eso está en video. El gobierno asegura que todo queda
grabado en video". Empezó a describir a un preso a quien le sometieron a una de
esos procedimientos, pero pareció dejar de hablar súbitamente y no sabíamos
exactamente por qué: si ya se le acabó el tiempo o si estaba demasiado
emocionado para seguir, o si algún otro factor intervenía.
* Scott Ewing sirvió tres años en el Ejército en una patrulla de
avanzada y describió la redada que hicieron "cuadra por cuadra" por la ciudad de
Talafar en septiembre del 2005. Dijo que las tácticas fueron particularmente
brutales en la vecindad Sarai, identificada como un baluarte de los insurgentes.
Dijo: "Nos mandaron hacer un registro agresivo como escarmiento, para que los
residentes no albergaran a los terroristas". Como resultado, los soldados
derribaron las puertas a patadas, saquearon las casas... y no encontraron
ninguna arma. Luego el ejército se desplazó al norte para aterrorizar a otros
iraquíes inocentes.
Ewing describió un incidente en que los soldados agarraron a todo hombre de
edad militar, y así detuvieron a unos 500 iraquíes en un cercado con alambre de
púas mientras las familias miraban desde el otro lado de la calle. Luego un
"hombre enmascarado" fue caminando por las filas de detenidos, indicando "sí" o
"no" con un gesto del pulgar. Cuando terminó, amarraron y llevaron a 50 hombres,
cuyos presuntos delitos escribieron en la mano. Ewing dijo que no tiene idea qué
les pasó después a los 50 detenidos. Comentó: "Para mí es difícil creer que los
iraquíes que vieron eso puedan tomar en serio nuestra versión de la justicia y
la democracia".
En conclusión, dijo con ironía: "La única guerra que nuestro país ha librado
con éxito es la guerra de propaganda dirigida a sus ciudadanos".
* El testimonio del ex sargento Kristopher Goldsmith el domingo fue
uno de los más impactantes porque describió la tremenda transformación personal
que experimentó tras ver y participar en los crímenes de lesa humanidad.
Goldsmith relató que el 11 de septiembre, como adolescente vio el humo que
salía de las torres gemelas; al día siguiente, había dicho en una pizzería que
había que diezmar con bombas nucleares a todo el Medio Oriente. Dijo sin rodeos:
"Me alisté para matar a gente".
A los 19 años, le mandaron a la ciudad Sadr. Dijo: "Al llegar a Irak, aprendí
rápidamente que no era como lo había imaginado". Presentó imágenes de video de
iraquíes que estaban examinando los cadáveres ensangrentados, mutilados y
torturados de sus compatriotas. Observó que los soldados estadounidenses muchas
veces mandaron las fotos y los videos de iraquíes muertos a sus familiares para
hacer alarde de que habían matado. Hoy, a veces sus amigos le piden acompañarlos
a ver películas de horror como Saw IV: "Les digo que no, que eso es lo
que veo cuando miro esas películas. Y no puedo con la memoria".
Además de los asesinatos, Goldsmith señaló otros crímenes cometidos contra el
pueblo iraquí. Dio el ejemplo del toque de queda que los soldados estadounidense
impusieron a los residentes de la ciudad Sadr y dijo que debido al intenso
calor, el toque de queda era igual que tomar rehén a toda la ciudad. Dijo:
"Básicamente, durante los meses de verano le ciudad Sadr fue una prisión. Los
3.2 millones de residentes de la ciudad Sadr eran prisioneros de guerra".
Dijo también que más de una vez vio que los soldados estadounidense le
negaron el acceso al hospital a mujeres embarazadas.
Al regresar a Estados Unidos, Goldsmith quedó tan perturbado por lo que había
visto y hecho en Irak que empezó a tomar demasiado. Luego, cuando Bush anunció
el "aumento" de tropas en enero, le mandaron regresar a Irak. El Día de los
Caídos del 2007, un día antes del despliegue para Irak, Goldsmith trató de
suicidarse. Al final, le dieron de baja con una nota de que el intento de
suicidio se consideraba "mala conducta".
Al concluir su testimonio, Goldsmith dirigió unas palabras a sus comandantes:
"Tengo un solo mensaje para ustedes, y eso es algo que se entiende
internacionalmente por todo el mundo: la paz". Con los dedos hizo un "v", el
gesto de paz. Para algunos, tal vez les parezca una protesta relativamente
débil, y eso es comprensible, pero hay que recordar que se trata de un hombre
que hace menos de siete años abogaba par aniquilar a todos los habitantes del
Medio Oriente.
* El testimonio de Dahr Jamail, unos de los pocos periodistas
verdaderamente heroicos e independientes y que arriesgó la vida para decir la
verdad sobre la guerra de Irak, nos emocionó y nos enfureció especialmente, al
hablar de la matanza de civiles en Faluya en 2004. Dijo que cuando llegó a
Faluya en abril de ese año, una de las primeras cosas que observó fueron los
huecos de bala en las ambulancias; hacer blanco de los médicos y los chóferes de
ambulancia obviamente es reprensible moralmente, pero también es una violación
del derecho internacional. Jamail habló con médicos del hospital General de
Faluya que le dijeron que los soldados habían matado a 736 personas en la ciudad
y que la mayoría eran civiles.
Pero lo que pasó en Faluya en noviembre de 2004, poco después de la
reelección de Bush, rebasó por mucho lo ocurrido en abril. Durante la operación
"Furia Fantasmal", se declaró que toda la ciudad era una zona de fuego libre, y
Jamail dijo que las fuerzas estadounidenses mataron a unos 5,000 iraquíes; otra
vez, la gran mayoría eran civiles. Agregó que el Pentágono calculó que de 30,000
a 50,000 civiles estaban en la ciudad cuando el sitio estadounidense comenzó.
Jamail dijo que durante el sitio, Estados Unidos usó bombas de dispersión y
fósforo blanco, también prohibidos por leyes internacionales.
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* Jasón Lemieux, ex soldado de la Infantería de la Marina que cumplió
tres turnos en Irak, relató que la matanza indiscriminada de iraquíes tenía el
visto bueno de sus superiores desde el principio de la invasión. Dijo: "Cuando
llegamos a Bagdad, la cadena de mando me dijo explícitamente que podía disparar
contra cualquiera que se me acercara y que me hiciera sentir incómodo si esa
persona no se moviera inmediatamente en respuesta a una orden, a pesar de que no
hablo árabe". Durante una batalla en 2004 en la provincia de Anbar, su
comandante declaró que todo iraquí que estaba en la calle debe tratarse
como un "combatiente enemigo". El mismo oficial le dijo después a la unidad de
Lemieux que habían matado a cien "enemigos". "Que yo sepa, eso incluía a toda la
gente que mataron simplemente por caminar en una calle de su ciudad" -- dijo
Lemeiux.
Con el tiempo, las normas de combate cambiaron tanto que cargar una pala,
estar en un techo y hablar por teléfono celular o tener binoculares, o estar
afuera después del toque de queda se consideraban razones adecuados para que
dispararan los soldados. En un incidente, Lemeiux dijo que vio a un marine
disparar alocadamente contra automóviles que estaban a centenares de metros del
lugar donde había estallado una bomba.
El testimonio: Ponen al descubierto los sistemáticos crímenes de lesa
humanidad
*>El ex soldado de la Infantería de la Marina Jon Turner
empezó su testimonio arrancando de su pecho las medallas de guerra y tirándolas
al suelo. Durante los siguientes quince minutos, explicó sus motivos por
hacerlo. Nos hizo sentir el horror de la guerra de Irak cuando presentó un video
en que su comandante se jacta claramente: "Creo que acabo de matar a la mitad
de la población del norte de Ramadi. A la mierda con el papeleo, pues de todos
modos no importa". Turner presentó fotos de un carro salpicado de pedazos
del cerebro de su dueño iraquí asesinado.
Turner dijo que su primer muerto confirmado fue el 18 de abril de 2006,
cuando le disparó a un civil que acaba de regresar a casa, frente a su amigo y
su padre. Su comandante le felicitó, como era la costumbre cuando un soldado le
quitara la vida por primera vez a un iraquí. Demostró una foto del tercer muerto
confirmado, un hombre que andaba en bicicleta.
Al igual que otros ex combatientes, Turner habló de los allanamientos de
casas a las 3 de la mañana que aterrorizaban a la población iraquí. Tras abrir
la puerta a patadas, los soldados brutalizaban a las familias. Dijo: "Si los
hombres nos daban problemas, nos encargamos de la situación de la manera que
fuera necesaria, sea asfixiarlos o empujarles la cabeza contra la pared".
Terminó con una apología emocional al pueblo de Irak: "Hasta que la población
se entere de lo que está pasando en esta guerra, todo seguirá pasando y la gente
seguirá muriendo".
Por último, la guerra y la ocupación se presentaron a través de los ojos de
una adolescente iraquí, Zamzam. El sábado, se presentó una entrevista en
video de la joven de 16 años. Zamzam dijo que había huido de su país para ir a
Damasco [Siria] tras el terror inflingido a su familia durante el allanamiento
de su casa en Bagdad en 2006. Describió que estaba durmiendo en un cuarto con su
madre y su hermana en preparación para un examen en la mañana, y que todas se
despertaron sobresaltadas cuando una bomba hizo estallar la puerta. Al ir a la
cocina, vio a seis soldados. Asustada, trató de esconderse en su cuarto con sus
hermanas, pero los soldados empujaron la puerta y la obligaron sentarse en el
vidrio roto. Más tarde, vio que le amarraron a su hermano y lo llevaron para
abajo.
Uno de los momentos más conmovedores del testimonio de Zamzam fue cuando
describió una conversación que tuvo con uno de los soldados estadounidenses.
Zamzam le preguntó: "¿No era posible tocar la puerta? Yo la habría abierto". El
soldado le dijo que ella era muy joven y no lo podría entender.
Zamzam le preguntó: "¿Y si yo hubiera hecho algo así a tu casa en Estados
Unidos?" El soldado solo seguía respondiendo que ella era demasiada joven para
entender.
"En ese momento" --dijo Zamzam-- "me di cuenta que él era el joven. No
podía entenderlo él. Solo aceptó las órdenes de su capitán".
Ahora Zamzam se siente abrumada por desesperación, pues vive sola en un
departamento vacío de Damasco sin amigas y sin posibilidades de trabajo ni
estudios. Dijo: "No tengo futuro. Lo único que veo en el futuro es
oscuridad".
Hacerse oír en medio de las mentiras y las ilusiones
El testimonio enojado, emocionado y vívido de Zamzam, Dahr Jamail y docenas
de excombatientes estadounidenses documenta verdades horrorosas al mismo tiempo
que el gobierno y los medios de comunicación hace todo lo posible para
borrarlas. Para ver la importancia del evento Winter Soldier, solo hay que
yuxtaponer ese testimonio a la edición del 19 de marzo del New York Times
sobre el 5 aniversario del comienzo de la guerra de Irak. En general, los
artículos se centran en el caos y la guerra civil, o los costos exorbitantes de
la guerra y la ocupación. Huelga decir que el concepto, y ni siquiera las
palabras "crímenes de guerra", no se mencionaron nunca en los artículos. En
verdad, si un lector de otro planeta aterrizara de repente en la Tierra y viera
la edición del 19 de marzo del New York Times, pensaría que la injerencia
de Washington en Irak era para poner fin a la violencia masiva, en vez de
llevarla a cabo.
Para dar un ejemplo, el artículo de Max Becherer, "The Lost, in Mind's Eye",
lamenta la muerte en Faluya el 11 de diciembre de 2004 del soldado de primera
clase Greg Rund de la Infantería de la Marina, sin mencionar lo que Rund y
los demás soldados estaban haciendo en la ciudad: es decir, la matanza
indiscriminada de miles de iraquíes. Solo el artículo de Stephen Farrell, "Dark
Hints Amid the Joy", deja la impresión de una ocupación continua, pero aún aquí
la descripción del papel de Washington en Irak es sutil y no menciona los
atropellos sistemáticos que sus soldados han cometido contra la población
iraquí.
No es de sorprenderse que hasta la fecha el New York Times no ha dicho
nada sobre las audiencias de Winter Soldier.
¿Transformará la situación Winter Soldier?
Está claro, entonces, que Winter Soldier: Irak y Afganistán es extremadamente
significativo, porque hace mucho para romper el silencio y las ilusiones que
demasiada gente del país tiene. Pero importancia no es lo mismo que impacto. No
contesta la pregunta que seguramente tienen todos del movimiento antibélico:
¿Tendrá Winter Soldier una gran influencia en el nivel de resistencia a las
guerras de Irak y Afganistán, y al gobierno que las libra? ¿Qué naturaleza
tendrá esa resistencia?
Muchas veces la gente mira primero los principales medios de comunicación
para medir el impacto de un evento. Con unas excepciones notables, hasta la
fecha esos medios han mantenido un silencio total sobre Winter Soldier, lo que
sorprende aún más porque las audiencias se cerraron a todos menos los
medios (y los excombatientes). Hasta el 17 de marzo, no se informó nada
en los periódicos New York Times, Los Angeles Times, San
Francisco Chronicle, USA Today, CNN.com y la agencia noticiosa Associated
Press. Fox News, que muy a menudo informa sobre eventos antibélicos cuando
ningún otro medio lo hace, pero con el fin de tildar de traidores a los
organizadores, hizo caso omiso de Winter Soldier.
Entre las raras excepciones a esa regla de silencio mediático sobre Winter
Soldiera estaban el Washington Post, y las revistas The Nation y
Time, que publicaron artículos en que un tema principal fue el hecho de
que los soldados estaban dando testimonio sobre las atrocidades
estadounidenses.
Por otro lado, para decir verdad, los medios de comunicación en general
tampoco informaron sobre el evento original de Winter Soldier de 1971, como notó
Barry Romo, miembro de Veteranos de Vietnam contra la Guerra (VVAW), durante sus
comentarios para abrir las audiencias de hoy. Sin embargo, el primer evento de
Winter Soldier tuvo un gran impacto en el movimiento antibélico de esa época, al
reunir a excombatientes antibélicos de todo el país para intercambiar ideas e
impulsar aún más el movimiento de resistencia de los soldados activos.
El viernes en la ciudad de Nueva York, en una presentación pública del
testimonio, un miembro de la Red Universitaria Antibélica (CAN, siglas en
inglés) de la universidad City College describió la cadena de acontecimientos
que el primer Winter Soldier desató. Centenares de excombatientes se unieron a
VVAW. Dio ímpetu a otras audiencias en todo el país en que los excombatientes
dieron testimonio sobre las atrocidades que vieron y cometieron. Con el tiempo,
el Congreso convocó una investigación de los crímenes de guerra y los
excombatientes le presentaron oficialmente las demandas de poner fin a la guerra
e iniciar una petición formal de acusación internacional por crímenes de
guerra.
Más de 50 personas, muchos jóvenes de edad universitaria y varios mayores de
pelo blanco, asistieron la presentación del testimonio el viernes en la iglesia
Judson Memorial. Resultó imposible ver el testimonio por medio de una
transmisión en vivo porque el portal de Veteranos de Irak Contra la Guerra se
sobrecargaba continuamente, lo que un miembro de CAN atribuyó al hecho de que
decenas de miles de personas por todo el país estaban conectándose al sitio para
verlo. Otras presentaciones públicas en Nueva York eran más pequeñas: unas 10
personas fueron a verla en Chelsea el sábado por la tarde y solo tres el día
siguiente en el centro de Manhattan; no está claro si esos eventos se anunciaron
suficientemente o si se los anunciaron con suficiente anticipación. En los
diferentes eventos, muchos comentaron que les impactó escuchar mientras los
propios soldados denunciaron las atrocidades y que las audiencias contribuirán
mucho a desarrollar un mayor sentimiento antibélico. Otras personas no estaban
seguras o eran escépticas de que más de un sector relativamente pequeño de la
población jamás iba a ver los testimonios.
Cheryl Wertz, de Acción pro Paz del estado de Nueva York, dijo que es difícil
predecir el impacto de Winter Soldier cuando las audiencias apenas han concluido
y notó que el efecto del primer Winter Soldier no se sintió de inmediato. Dijo:
"Cualquier impacto real que tenga no se va a sentir este fin de semana".
Construir más y extender Soldado de Invierno: Irak y Afganistán
Si en verdad el tiempo dirá qué tan grande será el impacto de Winter Soldier
en generar una resistencia activa a las guerras de Irak y Afganistán, muy
posiblemente no sabremos tampoco qué tipo de influencia tendrá en el
movimiento antibélico y en la sociedad en general.
Aquí hay que reconocer las deficiencias de Winter Soldier: Irak y Afganistán,
incluso en comparación con el evento original de 1971. Es posible que la
decisión de lidiar con esas deficiencias (o no) y cómo, determine el impacto
final que tendrá.
La primera deficiencia, y la más destacada, es que mientras los ex
combatientes condenaron claramente las guerras y las ocupaciones de Irak y
Afganistán, muchos también expresaron orgullo de que habían servido en las
fuerzas armadas o al máximo no sintieron una obligación de alzar la voz en
contra el servicio militar. Muchos ex combatientes que dieron testimonio
parecieron pensar que es posible tratar como cosas distintas su servicio militar
y los actos que cometieron durante ese servicio. Unos panelistas hasta surgieron
maneras en que los soldados que se oponen a las guerras pero que apoyan a las
fuerzas armadas podrían participar en Veteranos de Irak Contra la Guerra
(IVAW).
Un repaso breve de la historia militar de Estados Unidos demuestra que las
guerras de Irak y de Afganistán distan mucho de ser aberraciones. Para dar unos
ejemplos: durante la guerra entre Estados Unidos y Filipinas, las tropas
estadounidenses asesinaron y torturaron rutinariamente a los civiles filipinos.
Durante la II Guerra Mundial, las fuerzas armadas estadounidenses se
convirtieron en la única entidad de la historia del mundo que ha usado armas
nucleares, pues dejaron caer dos bombas nucleares sobre poblaciones civiles, lo
que mató inmediatamente a cientos de miles de personas y mató a largo plazo a
otros cientos de miles debido a su exposición a la radioactividad. Durante la
guerra de Vietnam, las tropas estadounidenses decapitaron, violaron, destriparon
y torturaron a hombres, mujeres y niños, y mataron a millones de indochinos.
Todo eso sirve para ilustrar que no es un accidente que las atrocidades que
los excombatientes de Irak y Afganistán denunciaron durante Winter Soldier
habían ocurrido mientras estaban en las fuerzas armadas de Estados Unidos: esos
crímenes de guerra son un reflejo del papel de dichas fuerzas armadas en el
mundo, sea en la historia o en la actualidad.
Además de las cuestiones morales levantadas al expresar orgullo por haber
servido en un cuerpo militar que comete una atrocidad tras otra, el hecho es que
los movimientos de cambio más inspiradores y fascinantes suelen ser los que se
enfocan en los problemas de una manera más global: Una resistencia que se limita
a condenar una guerra y una ocupación en particular, por crucial que sea esa
condena, no puede tener la fuerza impulsora que tiene una resistencia que
condena todo el conjunto del militarismo e imperialismo estadounidense que ha
producido dichas guerras y ocupaciones.
El testimonio de algunos ex combatientes sugirió un desafío más amplio. Por
ejemplo, el acto de Jon Turner, notado arriba, de tirar sus medallas al suelo al
comenzar su testimonio y decir: "Hay un dicho: 'Cuando eres marine, es para
siempre.' Pero hay otro dicho también: 'Cómete la manzana, ch-- el centro. ¡Ya
no trabajo para ustedes!'" [Nota del traductor: En inglés, la palabra "centro" y
la palabra "cuerpo militar" se pronuncian iguales.]
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El testimonio de Michael Prysner demostró tal vez el mayor coraje del fin de
semana. Dijo: "El racismo dentro de las fuerzas armadas ha sido por mucho tiempo
una herramienta importante para justificar la destrucción y la ocupación de
otros países. Por mucho tiempo lo han aprovechado para justificar la matanza, la
subyugación y la tortura de otros pueblos". Vinculó las guerras de Irak y
Afganistán al sistema global de imperialismo. Dijo: "A la clase dominante, los
multimillonarios que sacan ganancias del sufrimiento humano, solo les importan
la expansión de su riqueza y el control de la economía mundial. Entiendan que su
poder radica simplemente en su capacidad de convencernos de que la guerra, la
opresión y la explotación concuerdan con nuestros intereses"
Prysner terminó su presentación al decir: "Nuestro enemigo no está a 8,000
kilómetros de aquí. Está aquí en este país. Si nos organizamos y luchamos juntos
con nuestros/as hermanas y hermanos, podemos parar esta guerra, podemos parar
este gobierno y podemos crear un mundo mejor".
Al final, ¿no es más inspirador ese llamado a la acción que "Me opongo a la
guerra pero apoyo a las fuerzas armadas"?
La segunda deficiencia de Winter Soldier no es específicamente una debilidad
del evento mismo, sino un obstáculo social que hay que superar: el hecho de que,
en contraste con el Winter Soldier de 1971, Winter Soldier 2008 no surgió de un
movimiento masivo contracultural que podía sostenerlo. Los que han visto el
documental sobre el primer Winter Soldier observarán que muchos de los
excombatientes que dieron testimonio tenían pelo largo y por lo menos se
vistieron muy informalmente, en contraste con Winter Soldier 2008, en que
algunos dieron testimonio en camisa de etiqueta y corbata.
El propósito aquí no es identificar los errores de moda de la nueva
generación de excombatientes antibélicos. El punto es que parte de la razón
porque el Winter Soldier de 1971 tuvo un gran impacto a largo plazo es que
ocurrió en el contexto más amplio de un desafío al gobierno y a la autoridad que
fue masivo, variado y por toda la sociedad. Ya para el 1971, enormes sectores
sociales estaban demandando no solo poner fin a la guerra de Vietnam, sino
también poner fin a la opresión de los negros y a la explotación económica por
todo el país y el mundo. Esos movimientos para el cambio contribuyeron para
darle a Winter Soldier un impulso explosivo que, a su vez, alimentó una mayor
oposición a la guerra de Vietnam y contra un conjunto de políticas y acciones
opresivas de las que la guerra fue solo una parte.
Así entonces, la cuestión del impacto que Winter Soldier pueda tener en las
semanas y los meses venideros se entrelaza con un interrogante mayor: ¿Dará
pasos el pueblo estadounidense para repudiar no solamente las guerras de Irak y
Afganistán, sino todo el gobierno de Bush que las lanzó? ¿Llegará a ver esas
guerras no simplemente como atrocidades aisladas, sino parte de todo un programa
de guerra, tortura y represión en nombre del imperio? ¿En 2008, tendra la
propagación del color naranja --el color de la resistencia al gobierno de Bush--
el mismo significado que tenía el pelo largo en 1971? A final de cuentas, las
respuestas a esos y otros interrogantes determinarán el impacto que tendrá
Winter Soldier.
Pase lo que pase, las audiencias de la semana pasada representan un
acontecimiento extremadamente importante y proveen una base para mayor
resistencia. Si esa base se construye más o no, y cómo, dependerá en gran medida
en la creación de una cultura de resistencia que alimenta las audiencias de
Winter Soldier y a la vez se inspira en él.
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