Las voces de los supervivientes afganos de las redadas nocturnas de EEUU y
la OTAN
Emma Graham-Harrison Reuters 25 de febrero de 2011
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Un joven afgano contempla los daños causados el
pasado lunes 21 de febrero por un ataque de las fuerzas de la OTAN en el
distrito de Khogyani [*], en la provincia de Nangarhar, situada al este de Kabul
(Foto: AP) |
La utilización cada vez más frecuente de los “ataques nocturnos” por parte de
las fuerzas afganas y de la OTAN para matar o capturar insurgentes es una de las
estrategias más controvertidas de la guerra afgana.
Estos son los relatos de algunas de las víctimas civiles afganas, heridos o
deudos, de esos asaltos nocturnos:
Hamidullah, ciudad de Jalalabad, 13 años
Hamidullah relata que un perro le mordió durante una incursión nocturna en su
hogar. Se sube la pernera del pantalón para mostrar unas grandes cicatrices
alrededor de lo que parecen marcas de mordeduras.
La ISAF (siglas en inglés de la Fuerza Internacional de Asistencia a la
Seguridad) se negó a hacer comentarios acerca de las fotos de las
cicatrices.
“Estaba dormido, me despertó un ruido muy fuerte y cuando me dirigía hacia la
puerta, el perro me mordió. Era la una o las dos de la madrugada, fue hace dos
años. Yo tenía entonces 11 años.”
“Los soldados estadounidenses no me ofrecieron ayuda médica para curar la
herida, sólo me la vendaron con unas gasas antes de marcharse. No conseguí
ninguna indemnización, pero ya no me duele tanto”.
“Nuestras ventanas siguen rotas porque la noche que vinieron volaron la
puerta arrojando una bomba. Había otros cuatro o cinco niños pequeños en la casa
en aquel momento, y algunas mujeres en la habitación de al lado, pero sólo yo
resulté herido.”
“Esa noche se llevaron arrestados a siete hombres, a los que liberaron seis
días después, excepto uno al que soltaron transcurridos cuatro meses. Primero
los llevaron a la base aérea de Jalalabad y después trasladaron a tres de ellos
a Bagram. Los soldados eran casi todos estadounidenses y llegaron con dos
intérpretes.”
Ahmad Nur, distrito de Sherzad, provincia de Laghman, 26 años
Reuters hizo una rápida entrevista a Ahmad Nur a principios de
febrero, un día después de que una bomba de la coalición alcanzara su casa.
Estaba sentado en el borde de una cama del hospital acompañado por dos
mujeres con burqas, una tenía el brazo vendado, a la otra habían tenido que
curarle un pie.
“Fue alrededor de las nueve de la noche. Había dos o tres helicópteros, un
avión y algunos vehículos estadounidenses en la carretera y, seguidamente, dos o
tres cohetes impactaron contra mi casa.”
“Estábamos durmiendo, aunque todavía quedaba gente despierta en el pueblo. La
ventana de mi cuarto saltó hecha añicos, un cohete entró por ella. Pasé mucho
miedo, todo el patio estaba lleno de polvo”, dijo con expresión aturdida y
agotada.
“En aquel momento estábamos en la casa once personas. No hay ninguna clínica
cerca para poder llevar a mi esposa que estaba herida en un pie, tuvimos que
esperar hasta esta mañana para venir al hospital.”
“Después me enteré de que habían asesinado a uno de nuestros vecinos. Era un
hombre inocente.”
Por órdenes del gobernador provincial, el director del hospital interrumpió
la entrevista en ese momento.
“Nadie está herido, nadie ha muerto, no hay ningún problema, no hubo
bombardeos”, se puso a decir. Los periodistas locales cuentan que cada vez hay
más presiones sobre los medios para que no se informe del aumento de los ataques
nocturnos.
Testimonio bajo anonimato, distrito de Khogyani, de un hombre de cincuenta
y tantos años
Era un hombre corpulento, vestido con inmaculadas ropas tradicionales y un
chal para protegerse del frío invierno, le habían detenido y liberado sin cargos
hacía varios años pero ahora quería relatar un incidente más reciente.
Reconoció que en el ataque había muerto un insurgente, pero rechazó todas las
muertes colaterales de civiles causadas por el asalto nocturno.
“Una redada en el recinto durante el día habría tenido los mismos resultados
pero habría causado muchas menos muertes”, dijo.
“Ya tengo problemas con los estadounidenses, es mejor que no aparezca mi
nombre”, dijo acerca de su anterior arresto.
“Ocurrió en una operación que lanzaron en el distrito de Sherzad hace unos
dos meses. Mataron al Mullah Daoud y a 27 personas más.”
“Era un ‘elemento que estaba en contra del gobierno’ pero el cincuenta por
ciento de los muertos eran civiles. También mataron a varios animales.”
“Se encontraban durmiendo en una casa por la noche. El ISAF vino y bombardeó
directamente la casa y después envió también a los soldados. A algunas personas
las mataron tras capturarlas. Llegaron en helicóptero y nadie advirtió de nada a
la gente que había en la casa.”
“Yo me encontraba en el mismo distrito pero en otro pueblo no muy cercano,
aunque oímos los helicópteros. Era de noche por eso no pudimos identificar de
qué clase era.”
“Hirieron a dos mujeres. Mataron a cuatro niños. Primero hubo un bombardeo
–creo que escuché el estallido de tres o cuatro bombas-, después dispararon. A
las víctimas las mataron allí mismo, no se las llevaron a ningún otro sitio para
hacerlo.”
Anwar Ul Haq, pueblo de Nazarabad, 61 años.
A Amanullah, un mecánico que tiene un taller en Kabul, le mataron el 29 de
abril de 2010 cuando se encontraba de visita en el hogar de su suegro. La cuñada
del muerto es parlamentaria pero fueron inútiles todos los esfuerzos que hizo
para que se investigara el caso.
“Me llamó para decirme que vendría al día siguiente a Jalalabad, llegó y se
encontraba durmiendo en mi casa alrededor de las doce y media o la una de la
madrugada. Uno de mis vecinos (que también es pariente mío), telefoneó para
decirme que había unos ladrones intentando entrar en mi casa y fue entonces
cuando vimos que eran los estadounidenses.”
“Utilizaron una escalera de mano para subir al tejado y se colaron después en
la casa por allí. No recuerdo que nos avisaran para que saliéramos fuera.
Apuntaron directamente a mi yerno y le mataron. Él dormía en ese momento, pero
le metieron diez o doce balas en el pecho.”
“Luego me dijeron que levantara las manos. Me tuvieron sentado treinta
minutos, con la cabeza tapada. Después me enviaron al retrete. Había allí otros
tres miembros de mi familia, mis primos que vivían en la misma casa también
estaban en el retrete.”
“Era un recinto muy pequeño, sólo cabíamos allí tres o cuatro personas de
pie. Los soldados llevaban perros con ellos y buscaban por todas partes.”
“Me preguntaron quién había venido a mi casa. Les dije que nadie, que sólo
estaba mi yerno como huésped mío. Dejaron su cadáver abandonado en la habitación
hasta las ocho de la mañana. ‘Tenemos información de que aquí han venido
talibanes’, decían.”
“Todo el mundo vino a entrevistarnos pero nada ocurrió. Fuimos al presidente
Karzai y sólo nos ofrecieron un vaso de té, eso fue lo único que
conseguimos.”
“Los soldados no se llevaron nada. No causaron daños en la propiedad, pero
después de lo que pasó, ese tipo de sucesos no ha dejado de aumentar. Vienen
siempre por la noche.”
“Tan pronto disparan o matan a alguien, dicen que pertenecía a Al-Qaida, sea
verdad o no.”
Nota de la T.:
[*] Acerca de la operación perpetrada en el distrito de Khogyani, véase en
Rebelión el artículo de Abdul Moid Hashmi: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=122928
Fuente: http://www.reuters.com/article/2011/02/24/us-afghanistan-raids-quotes-idUSTRE71N16K20110224
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