Víctima de la CIA no renuncia a la justicia
Por William Fisher IPS 9 de septiembre de 2009
NUEVA YORK - Frustrado por los tribunales estadounidenses, un ciudadano
alemán que dice haber sido víctima de una "entrega extraordinaria" de Estados
Unidos, detenido y torturado durante cuatro meses llevó su caso a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, con sede en Washington.
La Comisión aceptó una petición elevada por la Unión para las Libertades
Civiles de Estados Unidos (ACLU), en nombre de Khaled El-Masri.
Ésta le pidió a la Comisión que declare que el programa de "entregas
extraordinarias" (por el cual Estados Unidos detiene a sospechosos de terrorismo
y los traslada sin paso previo por un tribunal a prisiones secretas en terceros
países, donde serían torturados) de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de
Estados Unidos viola la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre.
El objetivo es que se señale a Estados Unidos como responsable de violar los
derechos de El-Masri bajo ese documento, y se recomiende que este país reconozca
públicamente y se disculpe por su rol en su desaparición forzosa, detención y
tortura.
Washington tiene dos meses para responder a las acusaciones de secuestros y
torturas, que los tribunales rechazaron en 2007.
La Comisión Interamericana es una entidad autónoma creada por la Organización
de Estados Americanos (OEA) para promover y proteger los derechos humanos en las
Américas.
"Esta petición le da a Estados Unidos otra oportunidad para hacerse
responsable de una de las prácticas más atroces del gobierno de George W. Bush"
(2001-2009), dijo a IPS Steven Watt, del Programa de Derechos Humanos de la
ACLU.
"Nuestro gobierno secuestró a un hombre inocente, lo torturó y luego, para
agregar leña al fuego, le negó (el derecho a presentarse) en tribunales mediante
alegatos falsos de daño a la seguridad nacional", agregó.
"El presidente (Barack) Obama a menudo declara que quiere mirar hacia
adelante y no hacia atrás. El compromiso en este proceso de la Comisión será un
medio para convertir esas palabras en acción y revelar la verdad a El-Masri y al
pueblo estadounidense", continuó.
"El Departamento de Estado (cancillería) debería comprometerse plenamente en
este proceso y abordar minuciosamente la grosera violación a los derechos
humanos de El-Masri, incluyendo su desaparición forzosa y tortura. Hasta la
fecha, Estados Unidos no ha reconocido su participación en la entrega
extraordinaria", señaló.
En 2003, el alemán El-Masri fue arrestado en Macedonia. Se lo mantuvo
incomunicado durante 23 días, antes de trasladarlo en avión a una prisión
clandestina administrada por la CIA en Afganistán, donde estuvo secretamente
detenido y fue torturado.
Aunque sus abogados dicen que "su inocencia estaba clara" poco después de su
detención, la CIA continuó reteniendo a El-Masri por cuatro meses, antes de
enviarlo en un avión a Albania y de abandonarlo en la ladera de una colina
durante la noche. A El-Masri nunca se le acusó de ningún delito.
En 2005, la ACLU demandó al ex director de la CIA George Tenet y a tres
corporaciones aéreas con sede en Estados Unidos, que poseían u operaban el avión
usado por la CIA para llevar a El-Masri a Afganistán.
La demanda acusó a Tenet y a otros de violar la Constitución de Estados
Unidos y leyes universales sobre derechos humanos.
En marzo de 2007, un tribunal federal de apelaciones desestimó la demanda
porque el gobierno reafirmó el privilegio de los "secretos de Estado". La Corte
Suprema de Estados Unidos dejó esa decisión en pie cuando se negó a auditar el
caso, en octubre de 2007.
"Estados Unidos, que históricamente ha sido líder en garantizar el acceso a
la justicia por violaciones a los derechos humanos en todo el mundo, ha cerrado
efectivamente las puertas de los tribunales a todas las víctimas del régimen de
torturas del gobierno de Bush", sostuvo Ben Wizner, abogado del Proyecto de
Seguridad Nacional de la ACLU.
"Hasta la fecha, ni una sola víctima de torturas por parte de Estados Unidos
ha tenido su oportunidad en tribunales. Una evaluación de la Comisión
Interamericana sobre el caso de El-Masri arrojará una luz muy necesaria sobre
los abusos perpetrados contra él, y finalmente le ofrecerá a una víctima del
programa estadounidense de torturas y entregas extraordinarias una vía para que
sus denuncias puedan abordarse de modo significativo", dijo Wizner.
El gobierno de Obama anunció que continuará entregando a individuos que
sospeche están comprometidos en acciones terroristas para que los detengan en
otros países, pero que realizará un seguimiento de todos los casos para
asegurarse de que los sospechosos no sean maltratados.
Sin embargo, hay pocas diferencias entre esta política y la del gobierno
anterior. Ninguno declaró qué haría si hallara que las "garantías diplomáticas"
estaban siendo violadas.
"Toda transferencia a otros países de detenidos bajo custodia de Estados
Unidos debe cumplir plenamente con las leyes internas e internacionales sobre
derechos humanos", dijo Jennifer Turner, investigadora del Programa de Derechos
Humanos de la ACLU.
"Examinar el programa de entregas extraordinarias del gobierno de Bush y
hacer responsables a quienes violen la ley ayudará a garantizar que el gobierno
de Obama no repita los mismos errores", añadió.
El caso de El-Masri está comenzando a atraer casi tanta atención de los
medios como el de Maher Arar, tal vez el más conocido de los que tienen que ver
con entregas extraordinarias de prisioneros.
Arar, un ciudadano canadiense-sirio, fue detenido en septiembre de 2002
durante una escala en el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de Nueva York.
Entonces regresaba a su hogar en Canadá, luego de unas vacaciones familiares en
Túnez.
Lo mantuvieron en confinamiento solitario en Estados Unidos durante casi dos
semanas. Lo sometieron a interrogatorios y le negaron el acceso a un abogado. El
gobierno estadounidense sospechaba que Arar era miembro de la red extremista Al
Qaeda, del saudita Osama bin Laden, y lo deportó, pero no a Canadá, donde
residía, sino a su Siria natal, aunque allí el gobierno utiliza la tortura.
Estuvo detenido en Siria casi un año. Durante ese tiempo fue torturado, según
concluyó una comisión investigadora creada por Canadá.
La comisión eximió públicamente a Arar de todo vínculo con el terrorismo y
llegó a un acuerdo por 10,5 millones de dólares. El gobierno sirio dijo no estar
al tanto de ningún lazo de Arar con el terrorismo.
Pese al fallo judicial canadiense, el gobierno de Estados Unidos no exoneró a
Arar, y declaró públicamente que tenía vínculos con miembros de organizaciones
consideradas terroristas.
Sin embargo, la ex secretaria de Estado (canciller) Condoleezza Rice
reconoció, al prestar testimonio ante el Congreso legislativo, que el asunto
Arar "no fue muy bien manejado".
Desde febrero de este año, Arar y su familia figuran en la lista de personas
que no pueden abordar aviones para entrar ni salir de Estados Unidos.
Sus abogados estadounidenses del Centro para los Derechos Constitucionales
continúan pendientes de su demanda, que busca una indemnización por daños a Arar
y una declaración de que las acciones del gobierno fueron ilegales y violaron
sus derechos humanos, civiles y constitucionales.
La demanda fue presentada en diciembre por el experto en temas
constitucionales David Cole ante tribunales federales de apelación. Un miembro
del equipo legal de Arar dijo a IPS que se espera que se llegue a una decisión
en el futuro cercano.
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