Es
uno de los 39 detenidos que quedan en Guantánamo. El caso de este prisionero
que fue torturado es una prueba de las realidades políticas más amplias en
juego
Por CNN
5 Agosto, 2021
Hace casi dos décadas, tras los ataques del 11 de septiembre, un hombre llamado Mohammed al-Qahtani fue capturado en la frontera de
Afganistán y Pakistán.
El ciudadano saudí, alegaron las autoridades estadounidenses, era un agente de al
Qaeda que supuestamente era el "vigésimo secuestrador", pero no pudo
abordar el vuelo 93 de United Airlines, que se estrelló en la zona rural de Pensilvania.
Después de su captura, al-Qahtani fue encarcelado, torturado por el Gobierno de EE.UU.,
y cuando se retiraron los cargos en su contra, en 2008, lo dejaron languidecer
tras las rejas sin un final a la vista.
Hoy, se sienta en una celda aislada en el campo 6 en la bahía de Guantánamo,
Cuba, donde es uno de los 39 detenidos que quedan en una instalación que alguna
vez albergó a aproximadamente 680 de los llamados combatientes enemigos,
confirmó a CNN un portavoz del Departamento de Defensa. Sus abogados han
librado una batalla legal prolongada por la repatriación de al-Qahtani a Arabia Saudita.
Su búsqueda por la libertad está obligando a la administración Biden a considerar
si liberar al hombre, de 45 años, cuyos abogados dicen que es un enfermo mental
grave que lucha contra la esquizofrenia, la depresión y el trastorno de estrés
postraumático, como resultado de su tortura o buscar retenerlo indefinidamente
sin acusarlo de un delito.
El caso de Al-Qahtani, dicen los expertos, es una prueba de fuego para determinar
si el presidente Joe Biden está comprometido con su promesa de cerrar la
controvertida instalación, un símbolo perdurable de la "guerra contra el
terrorismo" global de la administración de George W. Bush, que persistió
durante las presidencias de Barack Obama y Donald Trump. Y, dicen, el caso tiene
implicaciones preocupantes para el trato humano de otros prisioneros de guerra,
incluido cualquier militar estadounidense que pueda ser capturado en conflictos futuros.
El desafío que enfrenta el equipo legal de la administración Biden es cómo
equilibrar los méritos del caso de al-Qahtani con las realidades políticas más
amplias en juego, dijo Stephen I. Vladeck, profesor de la Facultad de Derecho
de la Universidad de Texas, que sigue los litigios de Guantánamo.
Si bien habrá quienes instan al presidente a ponerse del lado del detenido con una
enfermedad mental grave como parte del proceso de cierre de Guantánamo, dijo
Vladeck, otros dentro de la Casa Blanca pueden aconsejar a Biden que considere
los inconvenientes políticos de cualquier decisión que pueda ayudar a liberar a
un hombre que supuestamente aspiraba a participar en el peor ataque terrorista
en suelo estadounidense.
"Por mucho que la administración desee mostrar compasión hacia al-Qahtani, cualquier
esfuerzo más amplio para efectuar su liberación y la de los otros 38 hombres
que siguen detenidos allí requeriría capital político que la administración no
puede o no quiere gastar", agregó Vladeck, quien es analista legal de CNN.
Las desventajas de mantener detenido al prisionero
Sin embargo, los esfuerzos por mantener bajo custodia a al-Qahtani tienen sus
propias desventajas potenciales. Biden ha apostado su agenda de política
exterior a mejorar las relaciones con los aliados de Estados Unidos y cambiar
la imagen del país en el exterior. Ha vendido sus decisiones de poner fin a las
misiones de combate en Afganistán e Iraq como un avance del país desde la base
de la perpetua "guerra contra el terror", en la que ha operado
durante casi dos décadas.
Mantener a al-Qahtani bajo custodia y Guantánamo abierto no se alinearía con esos
objetivos declarados, dijo Eric M. Freedman, profesor de Derecho Constitucional
en la Universidad de Hofstra, que durante mucho tiempo ha criticado las
detenciones en Guantánamo.
"La saga de este individuo ejemplifica claramente la capa tras capa de indignación
que toda la empresa de Guantánamo ha representado desde sus inicios", dijo
Freedman. "Si el presidente Biden quiere cumplir con sus promesas de
campaña de traer de vuelta a Estados Unidos, liberar a este hombre sería un
excelente lugar para comenzar", afirmó.
Enfermedad mental, extremismo y captura
La larga historia de enfermedad mental de al-Qahtani comenzó a los ocho años,
cuando tuvo un grave accidente automovilístico y fue arrojado del vehículo,
sufriendo una lesión cerebral traumática, según la Dra. Emily Keram, psiquiatra
designada por el tribunal a pedido de los abogados de la defensa, para evaluar
a su cliente. Keram, quien revisó los registros médicos saudíes de al-Qahtani,
dijo que la lesión afectó su capacidad para leer y concentrarse, lo que empeoró
con dos accidentes automovilísticos más en años posteriores.
En los años siguientes, al-Qahtani experimentó "episodios de descontrol
conductual extremo", según Keram, quien ha entrevistado a al-Qahtani en
múltiples ocasiones, incluso durante dos viajes a la bahía de Guantánamo, desde
2015. También entrevistó a un hermano mayor de al -Qahtani, uno de los 12 hijos
de su familia.
El Eejército paquistaní capturó a al-Qahtani en diciembre de 2001, cuando
viajaba con otros presuntos combatientes de al-Qaeda desde la remota Tora Bora,
en el este de Afganistán, para cruzar a Pakistán.
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En algún momento, cuando tenía poco más de
20 años, la Policía de Riad encontró a al-Qahtani desnudo en un contenedor de
basura, señaló Keram en su informe. Unos años más tarde, la Policía de la
ciudad santa de La Meca arrestó a al-Qahtani después de que se lanzara al
tráfico que se aproximaba, dijo Keram.
Ese incidente resultó en su internación involuntaria en la unidad psiquiátrica del
Hospital Rey Abdul Aziz de la ciudad durante cuatro días, donde los médicos
determinaron que estaba delirante y suicida, según Keram, quien también dijo
que sufría de esquizofrenia antes de ingresar a la custodia de Estados Unidos.
Seis meses después de salir del Hospital Rey Abdul Aziz, al-Qahtani comenzó a
abrazar una versión más extrema del islam y luego asistió a un campo de
entrenamiento de al Qaeda, en Afganistán, alegan las autoridades estadounidenses.
Los "déficits psicológicos y cognitivos de Al-Qahtani serían reconocidos por
otros, lo que lo llevaría a ser vulnerable a la manipulación y la
coerción", escribió Keram en una evaluación, de junio de 2016, de al-Qahtani.
En el campo, según los registros militares estadounidenses, al-Qahtani se reunió con
el líder de al Qaeda, Osama bin Laden, y le juró lealtad. Bin Laden lo
seleccionó personalmente para participar en los ataques del 11 de septiembre,
afirman los registros.
El 4 de agosto de 2001, al-Qahtani aterrizó en Orlando, Florida, con un boleto de
ida y US$ 4.000 en efectivo, lo que hizo sospechar a los funcionarios de
inmigración. Lo interrogaron durante 90 minutos antes de enviarlo de regreso a Dubai.
Si bien los registros militares alegan que estaba en Orlando para reunirse con el
miembro de al-Qaeda Mohamed Atta, uno de los secuestradores del 11 de
septiembre, también señalan que al-Qahtani dijo más tarde a los interrogadores
que no conocía el propósito de la reunión. A fines de ese mes, al-Qahtani
regresó a Afganistán.
Semanas más tarde, a raíz de los ataques del 11 de septiembre, la administración Bush
se embarcó en una búsqueda mundial para encontrar a los perpetradores que se
extendían hasta los confines de la remota frontera oriental de Afganistán.
En diciembre, cuando al-Qahtani viajaba con otros presuntos combatientes de
al-Qaeda desde la remota Tora Bora en el este de Afganistán para cruzar a
Pakistán, fue capturado por el ejército paquistaní en la frontera y transferido
a la custodia de Estados Unidos aproximadamente dos semanas después, según
muestran los registros militares.
Washington trasladó a al-Qahtani a la bahía de Guantánamo el 13 de febrero de 2002, una de
las primeras oleadas de detenidos que llegaron a las nuevas instalaciones.
Se le conoció como Detenido 063.
Perros militares, estrangulamientos y golpizas
En mayo de 2015, Keram se reunió con al-Qahtani durante aproximadamente 39 horas
en una sala de interrogatorios vacía en Camp Echo, un antiguo sitio negro de la
CIA en el campo de detención de la bahía de Guantánamo.
Ella estaba allí para evaluar el estado general de su salud mental después de más de
13 años de detención y si estaba recibiendo atención médica y psiquiátrica adecuada.
Cuando sus conversaciones giraron hacia su tortura en Guantánamo, al-Qahtani
solía llorar al revivir la terrible experiencia.
Mohammed al-Qahtani, conocido como Detenido
063, fue torturado durante un período de aproximadamente 50 días, entre
noviembre de 2002 y enero de 2003, en el campo X-Ray, en el campo de detención
de la bahía de Guantánamo.
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Según los registros de interrogatorios del Gobierno, que describen la tortura en
detalle y se filtraron a la revista Time en 2005, al-Qahtani experimentó
algunas de las técnicas de "interrogatorio mejorado" más severas
aprobadas por el exsecretario de Defensa Donald Rumsfeld bajo su autorizado
"Primer plan de interrogatorio especial".
Rumsfeld garabateó infamemente una nota en los márgenes de un memorando sugiriendo
técnicas aún más duras.
Durante un período de aproximadamente 50 días, entre noviembre de 2002 y enero de 2003,
al-Qahtani fue sometido a una larga lista de métodos brutales, incluida la
privación del sueño, la exposición al ruido y temperaturas extremas, la
humillación sexual, las palizas y el estrangulamiento, según el informe de
Keram. En ocasiones, en aparente protesta por su trato, al-Qahtani se negó a
comer o beber agua.
Deshidratado, los médicos ocasionalmente administraban por la fuerza una vía intravenosa,
según muestran los registros. En un caso, al-Qahtani partió un tubo intravenoso
en dos antes de que lo inmovilizaran.
Los interrogadores de al-Qahtani también lo amenazaron con perros militares y le
ataron una correa a sus grilletes, lo llevaron por la habitación y lo obligaron
a realizar una serie de trucos de perros. En ocasiones, no le permitían usar el
baño, lo que provocaba que se orinara sobre sí mismo repetidamente, según los
registros militares.
Al-Qahtani le dijo a Keram que durante su tortura experimentó episodios alucinatorios. En
uno, creía que estaba muerto y veía fantasmas y antes un pájaro imaginario le
aseguraba que todavía estaba vivo. Él le dijo que quería terminar con su vida
para detener la tortura.
"La intensidad que tuve para suicidarme no fue la intensidad para morir, fue la
intensidad para detener la tortura psicológica, el horrible dolor del
confinamiento solitario", dijo al-Qahtani. "Los síntomas de la
tortura psicológica fueron horribles. Fue incluso peor que los efectos de la
tortura física", agregó.
Durante las sesiones, los interrogadores permitieron que el personal médico dentro de
la habitación revisara los signos vitales de al-Qahtani, a veces tres veces al
día. Se hicieron para asegurarse de que "pudiera continuar" con los
interrogatorios, señalan los registros.
Fue hospitalizado en dos ocasiones por una frecuencia cardíaca anormalmente lenta,
según registros militares. En un caso, los funcionarios llevaron a un radiólogo
desde una estación naval en Puerto Rico para leer la tomografía computarizada
de al-Qahtani después de que su frecuencia cardíaca descendiera a 35 latidos
por minuto. Cuando el médico no encontró "anomalías", al-Qahtani fue
"encapuchado, encadenado y sujeto en una camilla" y llevado de
regreso al campo X-Ray, para interrogarlo al día siguiente, informan los registros.
Pedido para ser enviado a Arabia Saudita
El 6 de diciembre de 2002, aproximadamente dos semanas después de que comenzaran los
interrogatorios, al-Qahtani les contó a los interrogadores la historia de que
había conocido a bin Laden en Afganistán. "Estoy haciendo esto para salir
de aquí", dijo. Se retractó de la historia al día siguiente, diciendo que
había hecho el reclamo porque estaba bajo presión.
En un memorando de octubre de 2008, un oficial militar alegó que la admisión de
al-Qahtani de su participación en la "misión especial de bin Laden a
Estados Unidos parece ser cierta y está corroborada con informes de otras
fuentes". El documento no detalla qué información tenían los militares ni
cómo se corroboró.
En la evaluación de junio de 2016, Keram concluyó que al-Qahtani no puede recibir un
tratamiento de salud mental eficaz mientras permanezca encarcelado en
Guantánamo. Ella recomendó su liberación a Arabia Saudita, donde el Gobierno ha
dicho que le brindaría atención psiquiátrica.
"La profunda tortura física y psicológica que experimentó el sr. al-Qahtani durante los interrogatorios,
junto con su incapacidad para controlar lo que le estaba sucediendo, lo llevó a
concluir que solo tenía dos medios para poner fin a su sufrimiento: el suicidio
o el cumplimiento", escribió Keram sobre las sesiones de tortura.
"Por lo tanto, las declaraciones del sr. al-Qahtani fueron coaccionadas y
no voluntarias, confiables o creíbles", agregó.
La condición de al-Qahtani se ha deteriorado significativamente en el último año.
Ha intentado quitarse la vida en tres ocasiones distintas en los últimos nueve
meses durante episodios psicóticos provocados por alucinaciones
esquizofrénicas, incluso tragando trozos de vidrio rotos, dice su equipo legal.
"El hecho de que alguien tan enfermo como el sr. al-Qahtani represente algún tipo
de amenaza a la seguridad de Estados Unidos es impensable", dijo Scott
Roehm, director en Washington del Centro para las Víctimas de la Tortura, una
organización sin fines de lucro que ha presionado a la administración Biden
para cerrar Guantánamo.
CNN no pudo entrevistar a al-Qahtani para este artículo.
En febrero pasado, Keram proporcionó otra declaración judicial, escribiendo que
al-Qahtani estaba en "alto riesgo de suicidio".
El fallo de la corte obliga a la Casa Blanca de Biden a tomar decisiones
Investigar los últimos 16 años de registros judiciales en la búsqueda legal de libertad de
al-Qahtani –un mamotreto de más de 400 presentaciones, entre octubre de 2005 y
junio de 2021– es hacer un viaje a través de algunos de los momentos más
sórdidos de la historia reciente de Estados Unidos.
El Gobierno retiró todos los cargos en su contra en 2008, lo que Susan Crawford, una
alta funcionaria de la administración Bush, admitió más tarde en The Washington
Post, fue porque fue torturado. Crawford se desempeñó como jefa de las
Comisiones Militares en la bahía de Guantánamo y fue acusada de decidir si
llevar a los detenidos a juicio.
Crawford reconoció que cualquier información obtenida durante esas sesiones en Camp
X-Ray era inadmisible en la corte. La admisión no tuvo precedentes.
A pesar de retirar los cargos, el memorando militar de 2008 abogaba por continuar
con la detención de al-Qahtani, categorizándolo como de "alto riesgo"
para la seguridad nacional.
Una nueva ruta legal
El equipo legal de al-Qahtani ha realizado numerosos esfuerzos para asegurar su
liberación, particularmente después de 2008, cuando se retiraron los cargos en
su contra. Todos fracasaron.
Ante esas derrotas, los abogados de al-Qahtani decidieron –en abril de 2017– tomar
una ruta legal desconocida para los detenidos de Guantánamo. Como prisionero de
guerra, argumentaron, su cliente tenía derecho en virtud de los Convenios de
Ginebra a recibir una evaluación médica por parte de un panel independiente de
tres médicos, conocido como comisión médica mixta.
Los abogados de al-Qahtani argumentaron que una evaluación médica independiente
estaba garantizada bajo una regla del Ejército de EE.UU. conocida como Army
Reg. 190-8, una ley interna que permite la repatriación de prisioneros de
guerra enfermos y heridos.
La estrategia, según los abogados de al-Qahtani, era ver si otros médicos estaban
de acuerdo con la opinión de Keram de que al-Qahtani estaba tan enfermo
mentalmente que no representa una amenaza para Estados Unidos y debía ser
repatriado a Arabia Saudita.
Los abogados del Departamento de Justicia sostuvieron que la regla del Ejército no
se aplicaba a los detenidos de Guantánamo.
Después de años de decepción, al-Qahtani y su equipo legal obtuvieron su primera victoria significativa. En marzo de 2020, la
jueza del Tribunal de Distrito de EE.UU., Rosemary Collyer, en una opinión de
25 páginas, ordenó al Ejército que permitiera que una comisión médica mixta
examinara a al-Qahtani y determinara su elegibilidad para ser repatriado a
Arabia Saudita, para recibir atención psiquiátrica.
La orden de la jueza sacudió al Pentágono, que ha luchado constantemente para impedir que los tribunales civiles decidan el
destino de los detenidos en Guantánamo.
La administración Trump apeló la orden, que la Corte de Apelaciones de Washington desestimó en septiembre.
Un portavoz del Pentágono se negó a comentar para este artículo, citando el caso en curso de al-Qahtani.
El 15 de enero, en los últimos días del mandato presidencial de Trump, el Departamento de Justicia hizo otro intento para que
se anulara el fallo de Collyer, presentando una "moción de
reconsideración" en el Tribunal de Distrito de EE.UU para el Distrito de
Columbia, citando un cambio de última hora de la regla instituida por el
entonces secretario del Ejército, Ryan McCarthy, declarando a los detenidos de
Guantánamo exentos del reglamento del Ejército 190-8. La nueva regla, dijo el
Gobierno, hizo que el fallo del juez fuera discutible.
"En las últimas horas de la administración Trump, intentaron mover los postes de la portería", dijo Ramzi Kassem,
profesor de Derecho de la City University of New York, cuya clínica jurídica
representa a al-Qahtani. "Es el Gobierno, habiendo perdido bajo la ley,
luego tratando de cambiar la ley", agregó.
En la ida y vuelta de las presentaciones judiciales, los abogados de al-Qahtani han
argumentado que el intento de cambio de regla de último minuto no cambió la
obligación del Gobierno de adherirse a las Convenciones de Ginebra.
La administración Biden ahora ha heredado el caso y en cinco ocasiones ha
solicitado al tribunal una extensión para determinar cómo procederá. Tiene
hasta el 8 de septiembre para decidir qué curso de acción tomar: continuar
luchando contra la orden de Collyer, otorgar acceso a una comisión médica mixta
a al-Qahtani, o dejar el asunto y repatriarlo a Arabia Saudita.
Un desafío para la Casa Blanca
Dondequiera que caiga la Casa Blanca, las posibles implicaciones morales, éticas y
prácticas son significativas.
La Casa Blanca se negó a comentar sobre el caso de al-Qahtani, citando el litigio pendiente.
Si la Casa Blanca de Biden permitiera que una comisión médica mixta examinara a
al-Qahtani en Guantánamo, la primera en la historia de la base, podría sentar
un precedente en el que varios otros prisioneros podrían solicitar evaluaciones
médicas independientes que podrían exponer las condiciones en las que se
encuentran y a las que han sido sometidos durante casi dos décadas en algunos casos.
Al-Qahtani fue interrogado durante 18 a 20 horas al día en el Campamento X-Ray.
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Sin embargo, si el Gobierno niega a al-Qahtani una evaluación médica y apoya el
intento de unilateralidad de la administración Trump para excluir a los
detenidos de Guantánamo de las Convenciones de Ginebra, eso podría poner en peligro
a los militares estadounidenses capturados como prisioneros de guerra. En un
escenario de vida o muerte, a esos militares se les podría negar el mismo tipo
de tratamiento y evaluaciones médicas que ahora busca al-Qahtani, dijo Freedman.
En segundo plano, se cierne el feroz debate sobre si los detenidos de Guantánamo
tienen derecho al "debido proceso", una garantía constitucional de un
trato justo en los tribunales, que es la base del sistema judicial
estadounidense. Las administraciones anteriores han argumentado que tales
derechos no se les aplican.
El equipo legal de la administración Biden está dividido sobre el tema, según un
informe reciente de The New York Times. La administración aún tiene que adoptar
una postura pública al respecto.
Recientemente, sin embargo, la Casa Blanca de Biden puso su primer sello en la política de
Guantánamo, el 19 de julio, permitiendo el traslado del detenido Abdul Latif
Nasser a Marruecos. Debido a que Nasser, que nunca fue acusado de ningún
delito, había sido autorizado para ser repatriado en 2016, no está claro si la
medida representa un cambio significativo en la política.
Mientras la batalla por el futuro de la bahía de Guantánamo se desarrolla en Washington, al-Qahtani pasa
sus días aislado en su celda. Evita a otros detenidos debido a sus brotes de
esquizofrenia, señaló Keram en una declaración judicial de agosto de 2020.
En una conversación telefónica reciente con su abogado, Kassem, al-Qahtani dijo que sobrevivió con la
esperanza de volver a ver a su familia. Las notas no clasificadas de esa
llamada, documentadas por Kassem, revelan la desesperación que siente su cliente.
"No hay vida para mí aquí", dijo al-Qahtani a su abogado. "Si tengo un futuro, es fuera de
este lugar", afirmó.
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