Visita a la guarida de los depredadores
Una mirada de cerca a los aviones no tripulados de EE.UU.
Kathy Kelly y Brian Terral CounterPunch 6 de abril de 2009
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Una cosa es estudiar en línea artículos que describen los Reaper [la muerte]
MQ-9 y MQ-1 Predator [el depredador]. Muy distinto es identificar a esos
‘drones’ [aviones no tripulados] cuando despegan de pistas en la base Creech de
la Fuerza Aérea en Nevada, EE.UU., donde tiene lugar nuestra campaña “Bajen los
drones… Para que no cosechemos tempestades” que realiza una vigilia de diez
días.
Esta mañana, durante una caminata de una hora desde Cactus Springs, Nevada,
donde estamos hospedados, a las puertas de la base Creech de la Fuerza Aérea,
vimos a los drones Predator y Reaper deslizándose hacia los cielos, uno cada dos
minutos. Podíamos distinguir fácilmente al Predator del Reaper – si las aletas
colas van levantadas es un Predator, si van bajas, es un Reaper.
Los drones MQ-1 Predator y MQ-9 Reaper funcionan ambos para recolectar
información a través de la vigilancia; ambos pueden portar armas. El drone MQ9
Reaper, al cual la Fuerza Aérea de EE.UU. [USAF] se refiere como vehículo
“cazador-asesino”, puede llevar dos bombas de 226 kilos así como varios misiles
Hellfire.
La base Creech de la Fuerza Aérea es la central de coordinación de las
últimas armas de alta tecnología que utilizan sistemas aéreos no tripulados
(UAS), para vigilancia y cada vez más ataques letales en Pakistán, Afganistán e
Iraq. Los Vehículos Aéreos no Tripulados (UAV) despegan desde pistas en el país
de origen, controlados por un piloto cercano, “en tierra”. Pero una vez que los
UAV están en el aire, equipos que están dentro de remolques en la base Creech de
la Fuerza Aérea y otras instalaciones de EE.UU. pasan a controlarlos.
Cada vez tenemos más pericia en la detección y escucha de los vehículos.
Pero, queremos reconocer que los pilotos de la base Creech de la Fuerza Aérea
que guían misiones de vigilancia sobre áreas de Pakistán y Afganistán, donde se
les ordena que persigan a combatientes talibanes, absorben y procesan
información que desearíamos que pudieran revelarnos. Entrenadores en la base
organizaron la contrata por un contratista de “extras” para que posen de
insurgentes, caminando dentro de la base, para que los pilotos que se entrenan
para el combate puedan practicar disparos contra ellos. Todo es hecho mediante
simulación. A veces sueltan luces de Bengala para simular columnas de humo que
representan supuestas escenas de batalla. Pero cuando los pilotos dirigen drones
sobre el terreno verdadero en Pakistán y Afganistán, pueden ver caras, pueden
lograr un sentido del terreno y estudiar la infraestructura. La cámara de un
drone puede mostrar cuadros de la vida diaria en una región en la cual la
mayoría de nosotros nunca pensamos.
Deberíamos pensar en las preocupaciones y necesidades de gente que ha estado
sufriendo continuos ataques, desplazamiento, estrés económico y, entre los más
empobrecidos, insuficientes suministros de alimentos, agua y medicina.
El Pentágono declaró, hoy, que la situación en Pakistán es calamitosa.
Estamos de acuerdo. Los paquistaníes han enfrentado una calamitosa escasez de
bienes necesarios para sustentar los derechos humanos básicos. Temas de
seguridad, como la seguridad de la alimentación, la provisión de atención
sanitaria, y el desarrollo de la educación no pueden ser encarados enviando más
y más soldados a una región, o disparando misiles y lanzando bombas.
En los últimos días, los talibanes han respondido a los ataques con drones de
EE.UU. con sus propios ataques y con amenazas de más represalias provocadas por
renovados ataques con drones de EE.UU. ¿Hemos de creer que la previsible espiral
de violencia es el único camino futuro?
El antagonismo contra EE.UU. en Pakistán, Afganistán e Iraq será reducido si
reaccionamos activamente ante la realidad que nos revelan las propias cámaras de
los drones: pobreza extrema y una infraestructura inexistente o que se derrumba.
La interacción humana, la negociación, la diplomacia y el diálogo, no la
vigilancia y los bombardeos por robots, asegurarán un futuro más pacífico en el
interior y en el extranjero.
No podemos ver lo que los “pilotos” de los drones ven a través del ojo de las
cámaras del vehículo de vigilancia. Pero podemos ver un modelo en la forma en la
que el gobierno de EE.UU. vende o mercadea una estrategia bélica más en un área
del mundo en la que EE.UU. quiere dominar los preciosos recursos de otra gente y
controlar o desarrollar rutas de transporte. Nos han dicho antes que EE.UU. debe
ir a la guerra para proteger derechos humanos de gente en la zona de guerra y
reforzar la seguridad del pueblo de EE.UU. Ciertamente, EE.UU. está nervioso
porque Pakistán posee un “dispositivo nuclear,” es decir bombas nucleares. Pero
otros Estados también las poseen, que han sido temerarios y peligrosos en la
conducta de su política exterior, particularmente EE.UU. e Israel.
En las puertas de la base aérea Creech de la Fuerza Aérea, nuestras pancartas
dicen “Bajen los drones… Para que no cosechemos tempestades” y “Terminar con la
guerra: nuestra responsabilidad colectiva.” Nuestra declaración dice: “Los que
proponen el uso de los UAS insisten en que existe una gran ventaja al librar
guerras en ‘tiempo real’ por ‘pilotos’ sentados en consolas en oficinas en bases
aéreas alejadas de la peligrosa línea del frente de la actividad militar. Con
menos riesgo para las vidas de soldados de EE.UU. y por ello para la popularidad
y las carreras de políticos, las muertes de por miles de no combatientes
‘enemigos’ son consideradas aceptables. La ilusión de que se pueda librar la
guerra sin coste interior deshumaniza tanto a nosotros como a nuestros enemigos.
Fomenta un insensible desprecio por la vida humana que puede llevar a aún más
ligereza por parte de los políticos.”
Esperamos que el pueblo de EE.UU. considere más de cerca nuestra creencia en
que la paz vendrá mediante un amor generoso y mediante la interacción humana, la
negociación, el diálogo y la diplomacia, y no mediante robots armados con
misiles.
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Kathy Kelly es coordinadora de Voices for Creative Nonviolence y autora de
"Other Lands Have Dreams" (publicado por CounterPunch/AK Press). Su correo-e es:
kathy@vcnv.org
Brian Terrell (terrellcpm@yahoo.com) vive y trabaja en
la Strangers and Guests Catholic Worker Farm en Maloy, Indiana, EE.UU.
http://www.counterpunch.org/kelly04032009.html
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