Una exhibición revela el rol de Estados Unidos en el golpe militar contra Salvador
Allende
Pascale Bonnefoy
The New York Times.es
17 de octubre de 2017
En la exhibición "Secretos de Estado", en el Museo de la Memoria y los Derechos
Humanos de Chile, se puede escuchar una conversación telefónica entre Nixon y
Kissinger Credit Tomas Munita para The New York Times
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SANTIAGO — Un viejo teléfono de disco suena insistentemente.
Los visitantes de la nueva exposición en el Museo de la Memoria y los Derechos
Humanos en Santiago que levantan el auricular escuchan a dos hombres quejándose
amargamente por los lamentos de los medios liberales sobre el golpe militar que
había derrocado a Salvador Allende, el presidente socialista de Chile, cinco
días antes.
“Pero no se nota nuestra participación esta vez”, dice uno.
“Nosotros no lo hicimos”, responde el otro. “Es decir, los ayudamos”.
La conversación tuvo lugar un domingo de mañana, en septiembre de 1973, entre el
expresidente Richard Nixon y su asesor de seguridad nacional, Henry Kissinger.
Ambos estaban hablando de fútbol… y del violento derrocamiento de un gobierno
elegido democráticamente a 8000 kilómetros de donde estaban ellos.
Para la exposición, dos actores hispanohablantes recrearon la llamada telefónica
grabada con base en una transcripción desclasificada.
La oportunidad de escuchar la llamada es parte de “Secretos de Estado. La historia
desclasificada de la dictadura chilena”, una exposición que ofrece a los
visitantes una experiencia envolvente de la intervención de Washington en Chile
y su relación de diecisiete años con la dictadura militar del general Augusto
Pinochet.
Un documento ampliado e iluminado dramáticamente establece el tono de la muestra
en la entrada. Es un informe presidencial con fecha del 11 de septiembre de
1973, el día del golpe. Sus párrafos están censurados por completo; cada
palabra ha sido oscurecida.
Una galería subterránea iluminada con sutileza guía a los visitantes a través de un
laberinto de documentos —informes presidenciales, reportes de inteligencia,
cables y memorandos— que describen operaciones secretas y reuniones de
inteligencia llevadas a cabo en Chile por parte de Estados Unidos desde los
años de Nixon hasta la presidencia de Reagan.
Peter Kornbluh curó la exhibición, que incluye documentos y memorandos redactados por la CIA.
“La importancia de tener estos documentos es que las nuevas generaciones de
chilenos pueden verlos”, dijo. Credit Tomas Munita for The New York Times
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“Hay una arco narrativo que es muy dramático cuando juntas estos documentos”, dijo
Peter Kornbluh, el curador de la exposición, analista sénior en el Archivo de
Seguridad Nacional en Washington y director de su Proyecto de Documentación de
Chile. “Han proporcionado revelaciones y han sido titulares; han sido
utilizados como evidencia en acusaciones de derechos humanos y ahora están
contribuyendo al veredicto de la historia”.
En la exposición están a la vista documentos que revelan intercambios secretos acerca
de cómo prevenir que el Congreso de Chile ratificara la victoria de Allende en
1970, planes de operaciones encubiertas para desestabilizar su gobierno e
informes acerca de un oficial militar chileno que informaba al gobierno
estadounidense del próximo golpe y también pedía ayuda.
Hay un cable de la CIA a sus funcionarios en Santiago después de una operación fallida
en octubre de 1970 para evitar que Allende tomara el cargo, lo cual hizo ese
noviembre. La CIA proporcionó armas para el plan, lo cual dio como resultado el
asesinato del comandante en jefe del ejército, el general René Schneider, y la
agencia después envió dinero para ayudar a algunos de los conspiradores a
escapar del país.
“La estación ha hecho un trabajo excelente de guiar a los chilenos a un punto hoy
en día en el que una solución militar es por lo menos una opción para ellos”,
dice el cable, en el que se elogia a los oficiales, aunque su complot fue frustrado.
La exposición incluye solo una pequeña muestra de los 23.000 documentos acerca de
Chile que la administración de Clinton desclasificó entre 1999 y 2000 en
respuesta a las peticiones internacionales de evidencia relacionadas con los
crímenes de Pinochet. El antiguo dictador chileno fue arrestado en Londres en
octubre de 1998 y esperó su extradición a España para enfrentar un juicio por
cargos de violaciones a los derechos humanos durante su mandato.
Puesto que muchos otros países europeos también buscaron la extradición de Pinochet
con base en el principio de la jurisdicción universal, Kornbluh, el curador,
dirigió una campaña para convencer a la Casa Blanca de publicar registros
clasificados que podrían servir en un posible juicio contra Pinochet.
Documentos sobre Chile de 1968 a 1991 provenientes de siete agencias gubernamentales
estadounidenses, algunos de ellos fuertemente censurados, se publicaron como
parte del Proyecto de Desclasificación de Chile del Departamento de Estado de
Estados Unidos. La mayoría se desclasificó meses después de que Pinochet fuera
enviado a casa desde Londres por razones humanitarias, pero aún a tiempo para
contribuir con nuevas investigaciones judiciales en Chile.
En la exhibición
pueden verse copias de las primeras planas de docenas de periódicos durante la
era de Augusto Pinochet. Credit Tomas Munita para The New York Times
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Los registros de la exposición también describen a Pinochet, rastrean la
información de inteligencia en torno a la represión brutal patrocinada por el
Estado y detallan cómo el gobierno de Reagan dejó a Pinochet a su suerte en
1988, pues temían una mayor radicalización de la oposición.
“Estos documentos nos han ayudado a reescribir la historia contemporánea de Chile”,
dijo Francisco Estévez, director del museo. “Esta exposición es una victoria en
la lucha contra el negacionismo, los esfuerzos de negar y relativizar lo
sucedido en dictadura”.
El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos abrió en 2010 durante el primer
periodo de la presidenta Michelle Bachelet y ofrece una reconstrucción
cronológica del gobierno de diecisiete años de Pinochet a través de artefactos,
grabaciones, cartas, videos, fotografías, obras de arte y otros materiales.
Cerca de 150.000 personas visitan el museo cada año y un tercio de ellos son
grupos de estudiantes, dijo Estévez.
El Archivo de Seguridad Nacional donó una selección de 3000 documentos
desclasificados al museo hace varios años, mientras que el Departamento de
Estado proporcionó al gobierno chileno copias de toda la colección. Sin
embargo, los chilenos casi no los han visto.
“Ver en un pedazo de papel, por ejemplo, que el presidente de Estados Unidos haya
ordenado a la CIA que derrocara como medida preventiva a un presidente
democráticamente electo en Chile todavía es sorprendente”, dijo Kornbluh. “La
importancia de tener estos documentos en el museo es que las nuevas
generaciones de chilenos en realidad los vean”.
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