HABLA EL ESTADOUNIDENSE OMAR FARAH, ABOGADO DE PRESOS EN GUANTANAMO
“Una asquerosa violación”
“Que jueguen así con la vida de los detenidos es una marca que el gobierno llevará
siempre”, dice Omar Farah.
Imagen: Joaquín Salguero
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Farah, especialista en la defensa contra las prácticas antiterroristas abusivas,
estuvo en Buenos Aires para exponer en un seminario sobre esa cárcel
norteamericana. No duda en culpar a Obama por no haberla cerrado.
Página/12
25 de agosto de 2016
Hace casi una década que el abogado Omar Farah visita Guantánamo dos o tres veces
por año. Viaja desde Estados Unidos hacia la base naval ubicada en Cuba, con la
única finalidad de devolverles la libertad a sus clientes. Entre los detenidos
y el mundo exterior, él es el único contacto. Sin embargo, esos encuentros son
monitoreados y el silencio que debe guardar sobre lo que sucede nada tiene que
ver con el secreto profesional. Todo lo que pasa en Guantánamo se queda en
Guantánamo. “Las notas que tomo cuando me reúno con mis clientes se las tengo
que entregar a los militares para que sean revisadas. Hasta que no determinan
que se pueden utilizar de forma pública, no puedo comentar nada sobre lo que
hablé o vi.” Como defensor de los derechos humanos, dice que su deseo es poder
encontrarse algún día con los prisioneros a los que ayudó a conseguir su pase
de salida y sentarse a hablar en una mesa, sin nadie de por medio: “Como
hombres libres”, dijo Farah en diálogo con Página/12.
Farah es abogado del Centro por Derechos Constitucionales, una organización sin fines
de lucro con sede en Nueva York, donde se especializa en detenciones ilegales
de Guantánamo. Además, se centra en la defensa contra las prácticas
antiterroristas abusivas. Recientemente estuvo en Buenos Aires como expositor
del seminario “Guantánamo hoy: ¿Quién está todavía allí, por qué y qué se está
haciendo al respecto” organizado por la Universidad Torcuato Di Tella, el
Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y la Washington Office on Latin
America (WOLA). El trabajo de Farah en la prisión de la isla comenzó con casos
pro bono que tomaba en la firma privada donde se inició apenas finalizó la
universidad. Sin embargo, admite que con el tiempo los casos se volvieron tan
complicados que decidió dedicarse por completo a ellos y a luchar por el cierre
de la cárcel. Desde 2008, ha representado a varios detenidos en litigios de
hábeas corpus (institución jurídica que busca evitar los arrestos y detenciones
arbitrarias) en los tribunales federales y en las actividades de
reasentamiento.
La semana pasada, 15 prisioneros fueron liberados y enviados a Emiratos Arabes. Es
el mayor traspaso aprobado por el gobierno del presidente Barack Obama. Según
Farah, hay también otros 20 que ya tienen la aprobación para salir. De los 61
detenidos que quedan en total, sólo siete fueron acusados de un delito y tres
están condenados. “Estuve en Guantánamo con mis clientes justo después de que
hayan sido transferidos los 15 detenidos. Desafortunadamente no puedo revelar
lo que me dijeron, pero la desesperación de los que se quedan se incrementa
cada vez más. Tienen el interrogante de si ellos algún día experimentarán ese
alivio. Hay mucha ansiedad porque por meses había 70 prisioneros y de pronto el
diez o doce por ciento se va”. El abogado no duda en culpar al gobierno de los
Estados Unidos por no haber cerrado Guantánamo y se pregunta por qué Obama
decide enfocar ahora su atención ahora. “Es una jugada política por parte del
presidente, porque le quedan meses de mandato, pero lo importante es que siga
habiendo liberaciones. Estoy muy preocupado por que su sucesor, sea quien sea,
no vaya a darle prioridad a Guantánamo. Donald Trump está interesado en
expandirla y Hillary Clinton no va a estar comprometida.”
Para el letrado no hay forma de corregir lo que pasó en Guantánamo. Considera que la
única salida es que se cierre y que se reconozca públicamente qué les sucedió a
esos hombres que pasaron un cuarto de sus vidas en una caja, sin saber si algún
día saldrían. “Este es un problema que creó Estados Unidos y que debería
resolver por sí mismo”, afirma Farah. Sin embargo, hace un pedido a los
diferentes países del mundo para que den un paso al frente y reciban a los
prisioneros. “Mis clientes son personas que desesperadamente quieren salir
porque aún creen que pueden rehacer sus vidas, trabajar, ser hombres de
familia, reclamar algo de dignidad humana. Lo que necesitamos es que los países
les den una chance de salir adelante. No hay gesto humanitario más grande.”
Tariq Ba Odah es uno de los hombres que representó Farah. Fue arrestado por el
ejército paquistaní en 2001, cerca de la frontera con Afganistán. En 2002 entró
a Guantánamo, acusado de pelear junto a los talibanes y de haber recibido
entrenamiento sobre el uso de armas. Estuvo en huelga de hambre desde 2007
hasta su liberación, este año, llegando a pesar 34 kilos. Desde que se negó a
ingerir alimentos sólidos, fue alimentado de forma forzosa mediante una sonda
nasal, dos veces al día. Por su comportamiento, fue considerado por los
militares como indisciplinado y pasó la mayor parte de sus días en
confinamiento solitario, cuenta Farah. “Ba Odah estaba sufriendo muchísimo, a
pesar de haber sido declarado inocente en 2009. Quiso conservar su dignidad y
no quedar disponible a la voluntad del gobierno estadounidense. Su respuesta
fue la huelga de hambre. Hace dos años, comenzó a estar muy enfermo. Hasta hoy
el Departamento de Defensa no puede explicar por qué si realizaban una práctica
segura y humana de alimentación, Ba Odah era un esqueleto.”
El abogado declara que hubo un riesgo de que su cliente fuera la décima persona en
morir dentro de la prisión. “Que jueguen así con la vida de los detenidos es
una marca negra que al gobierno le va a quedar siempre. Nueve hombres murieron
en sus celdas esperando ser juzgados o liberados. Eso es un escándalo arriba de
otro escándalo. El gobierno no habla de las muertes, si no tendrían encima a
todas las organizaciones de derechos humanos y deberían decir qué es lo que
verdaderamente sucede en Guantánamo.” Farah considera importante explicar cómo
se llegó a este punto y por qué usaron este sitio en Cuba para meter a los
hombres capturados durante la llamada Guerra del Terror. “Fue pensada como
lugar donde la ley, la Constitución de los Estados Unidos y los principios de
justicia no aplicasen. Lo pensaron legalmente para crear un agujero negro para
detener, torturar e interrogar hombres con impunidad. Es una asquerosa
violación a los derechos humanos.”
Entrevista: Florencia Garibaldi
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