George Tiller, un héroe para las personas a las
que les importan los derechos de las mujeres.
01 de junio de 2009 Debra Sweet, directora de El Mundo No Puede
Esperar.
Un héroe que llevaba consigo un pin con el lema "Confía en las mujeres", fue
disparado y asesinado el domingo en un ataque devastador al derecho de las
mujeres de controlar nuestro propio cuerpo. El Dr. George Tiller comenzó a
prestar servicios de aborto en 1973, momento en que comienza a ser legal en
Kansas, y continuó hasta ayer mismo. Se vio sometido a los constantes piquetes
frente a su clínica y su casa, el vandalismo, los pleitos y juicios sin
fundamento político-legal, aunque los superó. Sobrevivió a otro intento de
asesinato cuando un antiabortista le disparó en 1993. Dio atención compasiva a
miles de mujeres, asesoró a sus colegas y estudiantes de medicina y fue el
último recurso para mujeres con complicaciones materno-fetales en su clínica de
Wichita, Kansas.
El asesinato de George es un duro golpe, casi insoportable. Y no sólo para su
familia y sus amigos, que merecen nuestro más profundo agradecimiento por
apoyarle en la obra de su vida.
Lea
también "¿Quién ocupará su lugar?", de Rosemary Candelario, y "¿A qué nos
llevará buscar puntos en común?" de Jill McLaughlin
Una persona maravillosa en todos los sentidos. En este momento no es
reemplazable ni como maestro altamente cualificado, modelo a seguir, ni como el
valiente médico que, aún conociéndolos, tomó los riesgos para cumplir con lo que
creía. El movimiento antiabortista, desde sus orígenes en los setenta con "El
aborto es asesinato", los atentados a las clínicas en los ochenta, y los
asesinatos de la década de los noventa, ha logrado reducir las filas de médicos
y hospitales que están dispuestos a arriesgarse facilitando el acceso al aborto.
Sistemáticamente ha envenenado las mentes de una generación de mujeres,
inculcándolas con un sentimiento de vergüenza por tener embarazos no deseados y
tener que disculparse por querer decidir si quieren tener hijos y cuándo los
quieren tener.
Después de décadas de estar cara a cara con los líderes antiabortistas frente
a las clínicas, y a veces entre ellos y los médicos, los reconozco como la base
activa de un peligrosísimo movimiento teocrático cristiano y fascista. Ellos
creen, como Randall Terry me gritó a la cara en 1987, que hay que mantener a las
mujeres subordinadas a los hombres. Su Dios es un Dios vengativo, nos recuerdan,
y merecemos la muerte por no obedecerle. Tienen memorizadas las escrituras,
tanto del Antiguo Testamento y como del Nuevo, y una visión del mundo que impone
la supremacía masculina en sus hogares y en su movimiento. Creen que las leyes
de este país deben basarse en su interpretación de las leyes de Dios, cuestión
en que usted tampoco tendría una voz. Nos quieren matar a nosotras, a las
mujeres que no somos sumisas y a los médicos que apoyan nuestra causa.
Durante 8 años, estos grupos han tenido acceso fácil a las palancas de poder
en este país, en la propia Casa Blanca, y no sólo a través del engreído operador
político, Karl Rove. El gobierno de Bush en su conjunto, desde el "mandamás" que
creía que estaba en una misión dictada por Dios a los miles de funcionarios que
reescribieron tanto las páginas web del Gobierno como las normas y las leyes que
restringen el acceso al aborto, es responsable del salto que dio el gobierno en
impedir el acceso de las mujeres al aborto. Estos ataques jurídicos y políticos
al acceso al aborto (y al control de la natalidad) cambiaron la vida de millones
de mujeres. Dieron a los medios de comunicación la idea de que está bien citar a
las organizaciones antiabortistas como una voz legítima sobre la cuestión de qué
derecho legal y moral tiene la mujer a controlar su vida.
Los Bill O'Reilly, Pat Robertson, y Ann Coulters tienen también
responsabilidad por el asesinato del Dr. Tiller, al crear un clima político que
condujo a su asesinato. El 11-S, según Pat Robertson, fue culpa de los
"abortistas". El ingenioso comentario de O'Reilly sobre "Tiller the Killer"
(Tiller el asesino), sacado directamente de las constantes protestas en los
alrededores de su clínica, y el comentario de Coulter de que los médicos
abortistas asesinados previamente lo fueron por un "procedimiento armado", han
alimentado la idea de que está bien asesinar a doctores.
Pero no sólo el delirio de la derecha es peligroso para los derechos de la
mujer.
¿Qué pasa con los "líderes" del Partido Demócrata que nos aconsejan encontrar
una posición común con estos fascistas y fanáticos religiosos? Tenemos a un
presidente que invita a un reconocido homófobo a dar la oración inaugural, y
recomienda aceptar eso como si fuera un paso adelante. Tenemos a un presidente
que se niega a pronunciarse en favor del matrimonio gay, alentando tácitamente a
muchos de sus partidarios a votar para aprobar la Proposición 8 en
California. Tenemos a un presidente que hace hasta lo imposible para dar
legitimidad a la causa antiabortista, señalando respetuosamente la honestidad de
las convicciones religiosas de sus líderes.
Si usted vio la escena que iba desarrollándose en mayo, semanas antes de que
Barack Obama hablara en la ceremonia de graducación de Notre Dame, cuando
Randall Terry y otros cientos fueron arrestados en el campus y se exaltaban en
un frenesí (todo cuidadosamente cubierto por los medios de comunicación
nacionales) y si usted vio a Obama dar un discurso en el que no les acusó de
estar equivocados, pues era evidente que un asesinato como éste iba a
suceder. El grupo "pro-decidir", por su parte, ha cedido su activismo y sus
recursos casi por completo al Partido Demócrata y a su estrategia de buscar una
"posición común".
Todo eso, inevitablemente, llevará al asesinato de nuestros médicos
abortistas y a que otros decidan no seguir ese camino. Una valiente médico, que
practica abortos a mujeres jóvenes y pobres de las zonas rurales, incluso si no
tienen dinero, es uno de los sucesores del Dr. Tiller. Ella escribió hoy:
"El aborto ha sido legal en este país durante 36 años y en la actualidad es
más difícil para una mujer tener acceso a esa atención médica esencial de lo que
era cuando comencé a practicar abortos hace 21 años. La combinación de tener
menos clínicas feministas para la salud de la mujer, las leyes restrictivas y el
secuestro de la retórica que rodea al aborto ha hecho que ‘decidir’ sea algo
imposible para muchas mujeres. Incluso nuestro presidente ‘pro-derecho a
decidir’ dijo en su discurso de Notre Dame que ‘el aborto es una decisión
desgarradora para cualquier mujer’.
“Yo estoy totalmente en desacuerdo. Para la mayor parte de mis pacientes se
trata de una decisión moral y responsable. La emoción más comúnmente expresada
después de un aborto y de nuevo durante el subsiguiente examen, es la de alivio.
Si dicen algo, se disculpan por no sentirse culpables. ¿Por qué está tan
empeñado el movimiento "pro vida" en propagar el mensaje a las mujeres de que
deberían sentir culpabilidad, remordimiento y vergüenza por tomar el control de
sus vidas? ¿Por qué DEJAMOS que ellos definan quiénes somos y cómo debemos de
pensar?
“Y luego está la cuestión de "puntos en común" entre los que apoyan y los que
se oponen al aborto legal. Digo esto: hasta que los que se oponen al aborto
estén de acuerdo y apoyen la idea de que la mejor manera de prevenir embarazos
no deseados en primer lugar (¿no es este el objetivo?) es proporcionar a TODAS
las mujeres en edad fértil información completa y científicamente probada sobre
todo tipo de métodos de control de natalidad, además de acceso fácil a ellos, no
habrá una "posición común". La idea de que las relaciones sexuales pueden y solo
van a ocurrir entre los casados, parejas heterosexuales que desean concebir, es
absolutamente ridícula. El resultado de la educación sobre abstinencia es un
aumento en las tasas de infecciones de transmisión sexual, más embarazos de
adolescentes, más partos en adolescentes y más abortos. Dejar entrar en nuestras
escuelas a personas y organizaciones religiosas con una visión totalmente irreal
de la sexualidad adolescente ha sido un gran error. Debe pararse.
“Desafortunadamente, no hay, que yo sepa, ninguna organización "pro vida" que
apoye a la mujer en usar métodos de contracepción que no sean la planificación
familiar natural. ¿Y como describo yo a las parejas que usan la planificación
familiar natural? Embarazadas".
Esta mujer me da esperanza. Nosotros, todas las personas que nos preocupamos
por los derechos de las mujeres, debemos construir un sólido movimiento de apoyo
decidido a esta médico y a otros médicos que practican abortos.
Pero hoy estoy muy enojada y triste por la total injusticia del asesinato del
Dr. Tiller. Asistiré a su funeral en Wichita, el sábado, 6 de junio.
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