Defensores de Julian Assange protestaron afuera
de los tribunales reales de justicia (Royal Courts of Justice) el 10 de
diciembre del 2021 en Londres, Inglaterra. (Foto: Chris J. Ratcliffe/Getty
Images)
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Un denunciante (whistleblower) de la CIA reflexiona sobre la persecución de Julian Assange
Esta ofensa contra la rendición de cuentas, la libertad de prensa y la libertad de expresión está en
el escenario para que todo el mundo observe, sin embargo, nadie pone atención.
JEFFREY STERLING
Common Dreams
Julio 31, 2022
Traducido por El Mundo no Puede Esperar 25 de agosto de 2022
Es difícil hablar de lo que sucede en el mundo que no
sea la actual terrible invasión Ucrania por parte de Rusia y los recientes
tiroteos masivos en Bufalo, Uvalde, Chicago, y en otros lugares. Después, está la Suprema Corte que
continúa su camino judicial erosivo de derechos personales arrastrándose en la
línea del partido conservador. No quiero quitarles la atención a estos escándalos.
Sin embargo, la sombra de una tragedia no se despeja con la luz de otra.
Continúo teniendo pasión al alumbrar y corregir los
errores de la Ley de Espionaje y cómo el gobierno de los Estados Unidos está
usándola para atacar no sólo a los denunciantes, sino también a cualquiera que
se atreva a revelar sus trasgresiones y sus ilegalidades. Me sentí
extremadamente honrado por haber podido participar en el Belmarsh Tribunal, en donde, además de
hacer un llamado para el cierre de Guantánamo, también denuncié la desgracia
internacional que es la potencial extradición de Julian Assange. Esta ofensa a
la rendición de cuentas, a la libertad de prensa y de expresión está ahí para
que el mundo entero la vea, sin embargo, me pregunto quién está poniendo atención.
Lo que le ha estado sucediendo a Assange es la
definición de complicidad entre dos países para, en conjunto, socavar la
rendición de cuentas y la libertad de expresión
Assange ha estado detenido desde abril del 2019 en la prisión de Belmarsh, que es lo que muchos llaman la versión en el Reino Unido de
una prisión super max. Ha estado en confinamiento solitario todo el
tiempo todos los días en Belmarsh mientras que Estados Unidos hace un increíble
esfuerzo para extraditarlo para enfrentar cargos por violar la Ley de
Espionaje. Los tribunales del Reino Unido han sido demasiado complacientes en
emitir fallos, sin apoyar la verdad, a favor de que Assange sea extraditado. Y,
en un golpe final para demostrar su disponibilidad de ser los títeres que el
gobierno estadounidense necesita para continuar su campaña de terror de la Ley
de Espionaje, el pasado 17 de junio, Priti Patel, la Secretaria de Interior del
Reino Unido certificó la extradición de Assange, liberando el camino para que
Assange sea entregado a los Estados Unidos. Assange está apelando, pero dada la
renuencia del Reino Unido, sólo es cuestión de tiempo para que Assange se
encuentre, como yo, en la cárcel de Alexandria siendo acusado de violar la Ley
de Espionaje.
Lo que creo que es bastante inquietante es que los tribunales británicos y la Secretaria de Interior han estado demasiado
dispuestos a jugar como títeres obedientes ante sus adiestradores
estadounidenses. Cuando estuve en la CIA, un director era la persona que
manejaba cada aspecto de la vida de un activo que es necesario y ayuda al
propósito de recolectar información. A veces, es necesario que el “adiestrador”
sea confuso o le mienta al activo para mantener el enfoque sobre el objetivo.
Si un director obtiene lo que quiere, eso es todo lo que importa.
Los Estados Unidos han manejado el sistema legal
británico y a sus oficiales de gobierno de manera muy astuta. El Reino Unido ha
creído las mentiras promovidas por Estados Unidos que van de un rango de
caracterizar a Assange como una amenaza a la seguridad nacional y espía hasta
ofrecer un ambiente seguro y de apoyo para Assange en las prisiones
estadounidenses. Sin embargo, el propósito real es enjuiciar a Assange bajo la
Ley de Espionaje por razones políticas y vengativas. Las cortes británicas han encontrado
todas las excusas para no desafiar los méritos del caso de Estados Unidos en
contra de Assange y el gobierno británico ha seguido su ejemplo. Los Estados
Unidos manejando al Reino Unido deberían ser considerados el epítome de
utilizar fuentes y métodos para lograr un objetivo sin que el activo sepa lo
que se está logrando.
Pero el Reino Unido no tiene las manos limpias en esta
injusticia, que digamos. La versión del Reino de la Ley de Espionaje es la Ley
de Secretos Oficiales, promulgada en 1911, que también sirve para lidiar con la
protección de secretos de Estado. El oficial británico que firmó la extradición
de Assange ha propuesto ampliar nuevas reformas que sugieren castigos más duros
para periodistas y sus fuentes. Bajo las reformas, el gobierno británico “no
considerará que existe una distinción necesaria en severidad entre espionaje y
las revelaciones no autorizadas más serias”. Al igual que la Ley de Espionaje,
se da completa consideración al gobierno para que defina lo que considere
revelaciones serias. Al igual que la versión americana de 1917, el objetivo
original era luchar contra el espionaje diseñado para asistir a los enemigos
foráneos del país. Con el tiempo, ambas leyes evolucionaron como herramientas
para aplastar. Uno debe preguntarse a cuáles de los países se les ocurrió la
idea de usar la ley para esconder las transgresiones silenciando a los
denunciantes. Parece que Estados Unidos y el Reino Unido se alimentan uno del
otro expandiendo el objetivo de no rendir cuentas por sus acciones ilegales al
disimular tratados de seguridad nacional. De hecho, lo que le está sucediendo a
Assange es la pura definición de complicidad entre dos países para, de manera
conjunta, socavar la rendición de cuentas y la libertad de expresión.
Mi objetivo con el The Project for Accountability del RootsAction Education Fund
ha sido iluminar las acciones malas del gobierno y sus ilegalidades, al igual
que exigir responsabilidad de aquellos en el poder. Los que le están sucediendo
a Assange es una estampida desbocada del gobierno por encima y a través de la
ley para alcanzar a quienes exponen la verdad. ¿Pero a quién debería estar dirigido
ese llamado a rendir cuentas? El poder ilimitado infecta desde abajo. Joe Biden
no debería únicamente responder, sino explicar el propósito y objetivo por
intentar enjuiciar a Julian Assange por quebrantar la ley estadounidense. Sin
embargo, como miembro de la administración de Obama que comenzó la chispa de la
tormenta de fuego que ha sido el uso de la Ley de Espionaje para castigar a los
denunciantes y evitar la verdad, ha, de alguna manera esperada, estado en
silencio. No debería poder esconderse detrás de cualquier negación plausible
por no haber estado a cargo en ese momento. ¿Y Kamala Harris? ¿No ha proclamado
un registro de apoyo a la protección de denunciantes? Parece que el peso del
poder y la falta de rendición de cuentas han tenido un efecto debilitador de conciencia.
La misma pregunta debe hacerse sobre los medios convencionales. Su falta de interés y
silencio con Assange son perturbadores. Posiblemente por auto preservación, los
medios se aferran a una falta idea de que nos son iguales que Assange, que
Assange no es un periodista. Sólo la arrogancia de un egoísta rechazaría
reconocer un peligro claro y presente para la libertad de prensa y de
expresión. Tal vez lo que sucedió durante mi persecución es la respuesta.
Cuando el periodista Jim Risen estaba en peligro de ser llamado a testificar y
amenazado con ir a prisión si no lo hacía, los medios convencionales se movilizaron para proteger a uno de los suyos.
Una vez que pasó el peligro, también lo hizo el interés. Mucho como en mi
situación, el auto preservación evitará que la prensa levante la voz. Deberían
entender que, si Assange es extraditado y encontrado culpable, no habrá nada
que evite que cualquier periodista, en cualquier lugar, sea acusado bajo la Ley
de Espionaje sólo por reportar infracciones gubernamentales. Su silencio, mucho
para su propio detrimento eventual, está empoderando el actual uso ilegal de la Ley.
Pero, ha habido una novedad prometedora. La representante Rashida Tlaib ha propuesto reformas a la Ley de Espionaje que
requieren que Estados Unidos pruebe una intención específica para dañar a los
Estados Unidos, permitiéndole al acusado testificar acerca de su propósito al
revelar la información y crear una defensa afirmativa para las revelaciones en
el interés del público, entre otras reformas. Este es un momento de oportunidad
para que la rendición de cuentas y la transparencia regresen a la rubrica del
gobierno. De corazón apoyo completamente los esfuerzos de Tlaib, como
deberíamos hacerlo todos.
Estoy agradecido por el apoyo que he recibido a través del proyecto de rendición de cuentas The Project for Accountability, me
ha ayudado a encontrar un propósito que no pensé que necesitaba. A través de
los años, he estado hablando y escribiendo a favor de los denunciantes y
desacreditando la Ley de Espionaje como una herramienta de venganza. La
extradición de Assange será un momento cumbre de responsabilidad. Estados
Unidos debe ser evidenciado por su venganza contra Assange y los denunciantes
en general. Los medios y todo el gobierno se han negado a hacer ese llamado,
pero yo no. Yo he estado en el lugar a donde irá Assange y no le deseo eso a
nadie, incluyendo a los fiscales
que me
enjuiciaron injustamente y al jurado que me encontró culpable erróneamente.
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