Carta de un lector:
Sobre la importancia de la muerte de John McCain y la lucha al interior de
la clase dominante
31 de agosto de 2018 | Periódico Revolución | revcom.us
A la redacción:
Los medios de comunicación están tratando la muerte de John McCain como un
suceso de importancia extraordinaria. A él lo están ensalzando como un héroe
estadounidense y un modelo ejemplar de integridad. ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver
esto con hacer la revolución concretamente y, en el contexto actual, expulsar al
régimen de Trump y Pence?
Pues esto es, efectivamente, algo IMPORTANTE. Sólo 32 personas han yacido en
cuerpo presente en el capitolio en la historia estadounidense, como ahora lo
está haciendo el cuerpo de McCain. La CNN y la MSNBC dedicaron a McCain casi
toda su programación dominguera, que también cubría bastante su antagonismo con
Trump. Pero la cosa va aún más allá: McCain y su entorno arreglaron la
publicación póstuma de una declaración desde el lecho de muerte que tenía la
clara intención de servir como un llamado a la unidad y una posición
cohesionadora para la oposición al régimen (hablaré más sobre esta declaración
en adelante). Además, McCain no sólo dejó instrucciones de NO invitar a Trump a
su entierro, sino que también hizo los arreglos para que hablaran en ello los
expresidentes George W. Bush y Barack Obama.
La negativa de invitar a Trump no se debe a un arranque de rencor (“el famoso
mal genio de McCain”) sino más bien a una maniobra muy calculada para impugnar
directamente la legitimidad del régimen en su conjunto. La invitación a los dos
expresidentes, los que tienen fuertes discrepancias entre sí y quienes, se
podría decir, representan dos sectores de la oposición al régimen de Trump y
Pence al interior de la clase dominante, al igual que la declaración desde el
lecho de muerte, tienen el propósito de usar su propia muerte para cohesionar a
la oposición. Asimismo, la profundadidad de lo que trata esta lucha al interior
de la clase dominante se ve en el hecho de que Trump —al principio— se negó a
que la bandera estadounidense de la Casa Blanca siguiera a media asta, y luego
cuando bajo presión, él cedió y volvió a ponerla a media asta.
En breve: Lo que se está haciendo en relación con las extensas
conmemoraciones en torno a McCain representa un “toque de clarín patricio” para
“rescatar de manera bipartidista la República” a base de “normas” y “principios”
desde hace mucho establecidos, y sobre esa base, para asegurar la
continua primacía de Estados Unidos en el mundo. Esto ejercerá una
atracción espontánea mucho más allá de unos sectores de la clase dominante,
impactando de manera importante a muchas personas de la clase media e incluso
algunas de las masas básicas.
De hecho, McCain era un representante y luchador dedicado, leal, y agresivo
por este sistema y por su papel como una fuerza dominante en el mundo, quien
acató las “normas” y “principios” de este sistema y luchó por ellos — y en los
últimos años de su vida lo hizo en fuerte oposición a lo que representan Trump y
su evisceramiento de esos “principios” y “normas”. A los ojos de McCain y
aquellos que ahora están emprendiendo un esfuerzo masivo por celebrar su vida y
ensalzarlo como un gran héroe y modelo, una de sus principales críticas y ejes
de lucha contra Trump es que, según creen, lo que Trump está haciendo está
socavando el papel dominante de Estados Unidos en el mundo. Y la verdad
es que este sistema, y los “principios” y “normas”, y el papel dominante de
Estados Unidos en el mundo —que McCain y otros han acatado y promovido— han
encarnado y perpetrado la opresión, la explotación, la destrucción y el saqueo
brutales, asesinos, verdaderamente monstruosos, en Estados Unidos y por todo el
mundo, desde la fundación de Estados Unidos hasta el día de hoy.
¿Por qué importa este conflicto entre los gobernantes?
Para tener una idea de por qué esto es importante, y cómo entenderlo,
retomemos los dos párrafos que publicamos en este sitio cada semana.
Los demócratas, junto con el New York Times y el Washington
Post, etc., están buscando resolver la crisis con la presidencia de Trump
de acuerdo a los términos del sistema actual y al servicio de los
intereses de la clase dominante del sistema actual, que representan.
Nosotros, las masas de personas, debemos avanzar a todo vapor y
millones de nosotros debemos movilizarnos para resolver esto al
servicio de nuestros intereses, al servicio de los intereses de la
humanidad, los que son fundamentalmente diferentes y
contrarios a los intereses de la clase dominante.
Esto, por supuesto, no significa que la lucha entre los de arriba es
irrelevante o no tiene importancia; más bien, la manera de entender y abordar
esto (lo que hay que explicar repetidamente a la gente, incluido por medio de
la lucha que se necesita y se lleva bien), está en términos de cómo se
relaciona con “la lucha desde abajo” y cuáles oportunidades puede ofrecer,
para la movilización de masas de personas en torno a la
exigencia de que el régimen en su conjunto tiene que largarse, por su
naturaleza y acciones fascistas y por lo que está en juego
para la humanidad.
Adentrémonos en esta cuestión. Los conflictos al interior de la clase
dominante, en sí y de por sí, no suscitarán una revolución ni tampoco la caída
de un régimen. Pero Bob Avakian, retomando la observación de Lenin y llevándola
más allá, ha analizado cómo semejantes escisiones también pueden estimular la
lucha “desde abajo”. Según sea la manera en que se desarrolle esa lucha, ésta
podría desembocar en una grieta muy ancha por la cual, como lo expresó Lenin,
irrumpe la “indignación” de las masas, lo que encierra el potencial para el
cambio radical positivo.
Al mismo tiempo, esas escisiones entre los gobernantes también ejercen una
atracción magnética sobre las masas de personas de modo que éstas se alejen de
la lucha por sus propios intereses y se acerquen a alinearse con un lado u otro
de la burguesía. Esto se relaciona con otra observación de Lenin la que BA ha
recalcado y desarrollado: de que hay “esfuerzos” de parte de las masas —y no
sólo de las capas medias— por “cobijarse bajo el ala” de un sector u otro de la
burguesía. Las masas entran en movimiento, pero lo hacen, si no inmediatamente,
pues relativamente pronto, al gravitarse espontáneamente hacia los estandartes,
consignas, programas y lemas de aquellos que representan los intereses de otras
clases. Si no hacen eso, tienen que “dar un paso hacia lo desconocido”.
Para hacer esto, tiene que haber una dirección preparada para poner al
descubierto los intereses de clase detrás de las palabras almibaradas de la
clase dominante y sus portavoces. Es más: es necesario organizar a las
personas para dar ese paso hacia lo desconocido y eso requiere de la agitación
más contundente así como de la capacidad de identificar, analizar y
despejar las cuestiones que están alejando a las masas de dar ese paso.
Si no se logra eso, las personas volverán a ser víctimas de la manipulación.
Lenin dijo:
Las personas han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño
ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás
de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y
sociales, los intereses de una u otra clase. Los que abogan por
reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo
mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que
parezca, se sostiene por la fuerza de determinadas clases
dominantes.
Piénselo: cuando figuras de la clase dominante de ambos partidos, y los
principales medios de comunicación, repiten incesantemente que McCain era un
héroe estadounidense y defensor de principios, ¿cuáles intereses están
promoviendo: los de las personas de todo el mundo y de Estados Unidos las que
han sido asesinadas y lesionadas por las bombas de Estados Unidos y las víctimas
de la discriminación y el terror policial en Estados Unidos? O, ¿los intereses
del sistema en ver que se perpetúe esto? Han adoctrinado a la gente con lo que
BA ha llamado la Gran Falsedad Tautológica según la que, dado que los
estadounidenses son “los buenos”, pues todo lo que hace Estados Unidos por
definición es bueno, no importa qué tan horrible parecería la atrocidad si la
hubiera cometido una fuerza diferente que NO es Estados Unidos y que por lo
tanto, NO es uno de “los buenos”. Esto le da más énfasis e importancia a las
palabras de Lenin.
Así que, si bien es cierto que no vale dejarse absorber por tales divisiones,
tampoco se pueden ignorar... si uno va en serio por la revolución, o por
cualquier cambio importante si vamos al caso. Estas divisiones y esas tendencias
forman una parte importante del terreno en el que se hará la revolución o en el
que se luchará por cualquier cambio social importante que no sea la
revolución.
¿Según cuáles términos se está forjando esta unidad?
Adentrémonos más en QUÉ significa tratar de hacer de McCain el símbolo
unificador de la oposición. El artículo anterior de revcom.us pone en claro los
horrendos crímenes cometidos personalmente por McCain y el militarismo
sanguinario que él llegó a pregonar como figura política, y no repetiré todo eso
aquí. McCain apoyó fanáticamente todos los actos de agresión militar de Estados
Unidos en las últimas seis décadas, y sus únicas críticas fueron que Estados
Unidos no obró con suficiente agresividad y brutalidad en una u otra de
estas agresiones o no había emprendido una agresión. McCain, en las elecciones
de 2008, se postuló con una plataforma de escalar la guerra contra Irak
(algo que todos los homenajes a McCain a su conveniencia han pasado por alto).
El reciente proyecto de ley siniestro y grotesco que Trump presentó para
aumentar el gasto militar de hecho lleva el nombre de McCain (una maniobra de
las fuerzas del Senado que molestó a Trump, pero que éste tuvo que aceptar).
El comentario al comienzo acerca del carácter del conflicto entre McCain y el
régimen (sobre las “normas” de la forma en que Estados Unidos debe dominar y
saquear el mundo, y no sobre si debe hacerlo) sobresale en la declaración de
McCain desde su lecho de muerte. El núcleo de la declaración dice:
“Queridos Americanos” — esa asociación ha tenido más importancia para mí
que ninguna otra. Viví y morí como un orgulloso estadounidense. Somos
ciudadanos de la república más grande del mundo, una nación de ideales, y no
de sangre y tierra. Estamos bendecidos y bendecimos siempre a la humanidad
cuando tomamos esos ideales y los extrapolamos para crearlos propios y ser
ejemplo para el mundo. Hemos ayudado a liberar a muchas más personas de la
tiranía y de la pobreza que nunca antes en la historia. Nos hemos hecho
acreedores de gran riqueza y poder en ese proceso.
Debilitamos nuestra grandeza cuando confundimos el patriotismo con
rivalidades tribales llenas de resentimiento, odio y violencia en todas las
esquinas del planeta. Nos debilitamos cuando nos escondemos detrás de los
muros, en lugar de derribarlos, cuando dudamos del poder de nuestros ideales,
en lugar de confiar en que sean la gran fuerza para el cambio que siempre han
sido.
Si bien es importante reconocer bien este deliberado engaño envuelto en un
patriotismo “bendecido” dado por dios, el que ha estado y está en el núcleo del
fascismo que hoy se ha concentrado en el Partido Republicano, es sin lugar a
dudas un llamamiento a más agresividad (es muy patente, aunque cierta y muy
reveladora sin querer, la manera en que McCain liga a estas guerras la
adquisición de “gran riqueza y poder” por Estados Unidos). Pero lo esencial es
su insistencia en emprender guerras bajo el estandarte de los llamados “ideales
estadounidenses” y no bajo un franco y descarado chovinismo tipo
Estados-Unidos-über-alles supremacista blanco. El comentario de McCain acerca de
los muros también llama la atención. McCain representaba a un sector de la
burguesía que analizaba la inmigración en el contexto no solo de la necesidad
económica de Estados Unidos (la superexplotación de la mano de obra mexicana
siempre ha sido la piedra angular de la economía capitalista en el Suroeste y
Oeste de Estados Unidos) sino como una parte de mantener su dominación sobre
América Latina y México en particular, en parte por medio del “poder blando” (es
decir, la dominación económica, política y cultural, junto con intimidar con
fuerza bruta la que a veces parece ser la única herramienta del repertorio de
Trump y Pence). McCain, al igual que los dos Bush y Obama, buscó forjar un
acuerdo según el que la inmigración pudiera continuar pero bajo un mayor control
estadounidense.
Es aleccionador que la declaración de McCain NO dice nada acerca de la
supremacía blanca o la misoginia. En este sentido, tengo que decir que uno de
los mayores fracasos de los CDC (Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades) es que nunca ha emitido ninguna alerta sobre una de las epidemias
más dañinas en Estados Unidos: la amnesia propagada intencionalmente por los
medios de comunicación. Volvamos a 2008 durante la campaña electoral de McCain
contra Barack Obama. Recordemos que McCain escogió a Sarah Palin como su
compañera de fórmula. Palin era relativamente desconocida, pero McCain sabía lo
suficiente como para poder saber que ella era una racista rabiosa abierta y que
iba a desempeñar el papel de darle voz a la más descarada mierda racista que
necesitan los republicanos fascistas para azuzar a sus partidarios duros e
intimidar a sus oponentes. Para el fin de la campaña, no solo los mítines de
Palin sino también los de McCain ya se caracterizaban por personas muy
fervorosas que de hecho gritaban epítetos racistas y exigían la muerte para
Obama, al extremo que otros miembros de la clase dominante se sentían impelidos
a intervenir con él en privado acerca de qué tan peligroso que esto llegaba a
ser para los intereses más grandes.
Si no fuera por lo mucho que está en juego, casi le daría a uno ganas de
reírse al ver cómo los medios de comunicación ahora, a su conveniencia, le ha
atribuido todo eso a Palin (como si ella de alguna manera se hubiera metido a
hurtadillas en la campaña, sin que McCain se diera cuenta). Y han glorificado el
supuesto “perfil de valentía” de McCain cuando él le dijo a una partidaria que
Obama “no es árabe, es un hombre de familia decente”. ¡¿¡De veras!?! Consideren
la lógica de ese comentario. Todo el argumento se sustenta en la suposición de
que los árabes no son “hombres de familia decentes”. Obama es un hombre de
familia decente, por lo tanto, no es árabe. Tampoco se menciona que, a esas
alturas de la campaña, las fuerzas predominantes de la clase dominante ya se
habían unido en torno al consenso de que Obama era el indicado para ese momento
—Estados Unidos se encontraba en una crisis fuerte sobre la guerra fallida en
Irak Y el colapso financiero que acababa de ocurrir— y estaba claro que McCain
no iba a ganar. En ese caso, con esa objeción débil (y, una vez más,
esencialmente racista) McCain mismo se cayó sobre la espada, o como se dice en
el lenguaje de hoy día: se sacrificó por el equipo.
Seamos claros: si McCain hubiera llegado a ser presidente, hubiera sido uno
más de la serie de presidentes republicanos fascistas desde Nixon que poco a
poco han venido transformando en fascistas la estructura política y el consenso
ideológico de Estados Unidos.
Así que los esfuerzos por cohesionar la oposición de la clase dominante a
Trump sobre la base de McCain o del “McCainismo”, no solo son llamativos, sino
francamente siniestros. A la fecha, esas fuerzas opuestas al régimen no han
logrado encontrar un paladín. Dígame una sola figura de importancia de la clase
dominante que ha salido a denunciar abiertamente al régimen. De hecho, el
Partido Demócrata le ha dedicado la actual campaña electoral a negarse a
siquiera articular un programa de oposición general, y mucho menos a denunciar
fuertemente y luchar en contra de los ataques fascistas del régimen de Trump y
Pence a las mujeres, los inmigrantes, los negros, la guerra y el medio ambiente.
El abanico de candidatos demócratas abarca de los “que están en la derecha”
(muchos de los cuales son ex militares que buscan atraer a los electores
trumpistas pero ni siquiera mencionan ni se oponen abiertamente a Trump [y a su
régimen]), a los “que están en la izquierda” que buscan atraer a los electores
trumpistas criticando al nepotismo, la corrupción y promoviendo los intereses
económicos comunes de “tortilla y fríjol” de los trumpistas y de las masas que
forman la base del Partido Demócrata. Eso también es cierto en el caso de los
socialistas demócratas que quieren reformar al Partido Demócrata pero que
promueven el chovinismo pro estadounidense y se concilian con él. La palabrota
que estos candidatos más quieren evitar es… Fascismo.
Ahora, aglutinado en torno al cadáver de McCain y su programa de extremo
militarismo y agresión fundado en un fuerte “patriotismo al estilo de Estados
Unidos, tenga razón o no”, junto con la supremacía blanca y la supremacía
masculina que él fomentó, atizó y defendió por medio de legislación, está un
esfuerzo por forjar la base para una oposición, ¡de acuerdo a términos que en sí
son fascistas!
Sin embargo, muchas personas que sincera y profundamente se oponen a este
fascismo espontáneamente se unirán en torno a esto porque la presencia misma de
poderosas figuras de la clase dominante y la familiaridad del programa
impulsarán la falsa ilusión de una salida relativamente indolora de lo que
parecía una llave estranguladora de parte de Trump y Pence sobre la situación
actual. Pero si semejante programa llegara a dominar en el auge de lucha contra
el régimen, si eso llegara a ser lo que la gente asume como meta y punto de
vista político determinante, en el mejor de los casos tendría consecuencias
sumamente negativas. Equivaldría al espectáculo trágico de las masas en las
calles de Egipto en 2011, cuando se rebelaron en contra de un régimen
extremadamente opresivo allá encabezado por Hosni Mubarak con la consigna: “El
pueblo y el ejército son una sola mano” — pero que posteriormente el ejército
aplastó al pueblo e instauró un régimen aún más represivo. La lección que hay
que sacar de eso NO es que el pueblo no debió haberse alzado… sino que tiene que
existir una fuerza de vanguardia que pueda esclarecer lo que debería ser el
blanco del levantamiento, y cómo llevar la lucha a la victoria.
Y los comunistas, y no solo ellos sino también todos lo que se oponen de
verdad al fascismo, tienen que salir a muy amplios sectores de las masas de
personas y luchar con ellas para que vean la verdad acerca del objetivo para el
cual se les está movilizando y ganarlas a lo que es necesario ganarlas: una
verdadera lucha en contra del régimen en su conjunto y su programa y
aparato enteros, y no solo su cabecilla y algunos elementos de sus políticas. Es
casi seguro que se vuelva más fuerte esta necesidad al aproximarse el entierro
del sábado 1º de septiembre y las secuelas.
Retomar lo básico
Una vez más: estas discrepancias entre las figuras de la clase dominante
tienen que ver con la MEJOR manera de imponer la explotación, saqueo y miseria
por todo el mundo… con la MEJOR manera de mantener a las personas en una
situación que las obliga a soportar un sufrimiento verdaderamente horroroso y
verdaderamente innecesario. Esto es importante y fundamental.
Al mismo tiempo, y a manera de conclusión, cabe repetir las palabras con las
que empezamos:
Los demócratas, junto con el New York Times y el Washington
Post, etc., están buscando resolver la crisis con la presidencia de Trump
de acuerdo a los términos del sistema actual y al servicio de los
intereses de la clase dominante del sistema actual, que representan.
Nosotros, las masas de personas, debemos avanzar a todo vapor y
millones de nosotros debemos movilizarnos para resolver esto al
servicio de nuestros intereses, al servicio de los intereses de la
humanidad, los que son fundamentalmente diferentes y
contrarios a los intereses de la clase dominante.
Esto, por supuesto, no significa que la lucha entre los de arriba es
irrelevante o no tiene importancia; más bien, la manera de entender y abordar
esto (lo que hay que explicar repetidamente a la gente, incluido por medio de
la lucha que se necesita y se lleva bien), está en términos de cómo se
relaciona con “la lucha desde abajo” y cuáles oportunidades puede ofrecer,
para la movilización de masas de personas en torno a la
exigencia de que el régimen en su conjunto tiene que largarse, por su
naturaleza y acciones fascistas y por lo que está en juego
para la humanidad.
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