Lo que se sabe y lo que todavía no se sabe sobre la tortura sexual en
Guantánamo
David Rosen Counterpunch 24/05/09
“Quitar la ropa fue autorizado por el Secretario de Defensa (Rumsfeld) como
método en GTMO (Guantánamo) el 2 de diciembre 2002”, según el informe recién
publicado del Comité de Defensa del Senado de EEUU sobre el uso de técnicas
duras de interrogación. También señala que la utilización de la desnudez
prolongada fue tan efectiva, que en enero 2003 se aprobó su utilización en
Afganistán y a finales del 2003 se adoptó su uso en Irak.- “Encuesta sobre el
Trato a los Detenidos en Custodia por los EEUU”.
El informe del Senado salió poco después de que un informe secreto del Comité
Internacional de la Cruz Roja (ICRC) sobre las técnicas de tortura utilizadas
por la CIA como parte de su programa de detención, fuera filtrado por Mark
Danner del New York Review of Books. Estos informes provocaron una enorme
atención mediática, gran parte de ella centrada en la utilización del
“waterboarding” (o “la asfixia por medio del agua” como más acertadamente lo
denomina el ICRC) y especialmente su uso, 183 veces con respecto a Khalid Sheik
Mohammed y 83 veces con respecto a Abu Zubaydah.
Los medios informativos prestaron menos atención al gran número de lo que el
ICRC llama otros “métodos de malos tratos”. El informe del Senado identifica
estas técnicas como: utilización de perros militares, posiciones estresantes y
entrenamiento físico, ajustes del sueño/manipulación del sueño, privación
sensorial y privación de la ropa. El ICRC las identifica como: posiciones
estresantes prolongadas, golpear con una cadena, dar golpes y patadas,
confinamiento en una cabina, privación del sueño y utilización de música fuerte,
exposición a temperaturas frías/ agua fría, uso prolongado de esposas y
grilletes, amenazas, afeitado impuesto, privación/provisión restringida de
alimentos sólidos y desnudez prolongada.
Estos informes, junto con los “informes sobre la tortura” de la
administración Bush, recientemente salidos a la luz, han contribuido a centrar
la atención nacional en el aspecto vergonzoso, si no ilegal, de la Guerra al
Terror del loco rey George. Sin embargo, estos informes son “documentos
oficiales” basados en revelaciones de un número muy limitado de fuentes. La
información reunida, aunque de gran valor, se limita a estas fuentes.
La limitación de las fuentes limita el conocimiento público del verdadero
alcance de la tortura llevada a cabo por agentes de los servicios secretos
estadounidenses, oficiales militares y contratistas privados. Si nos centramos
en el aspecto de la tortura sexual, que incluye la desnudez prolongada, revela
lo que se ha hecho público, pero también lo que todavía debe ser conocido
públicamente.
La falta de conocimiento público del verdadero alcance de la tortura sexual,
junto al resto de técnicas de interrogación “duras”, crea una historia “oficial”
saneada. Los estadounidenses nunca llegarán a saber el tipo de tortura que se
llevó a cabo en su nombre, ni tampoco podrán pedir responsabilidades a quienes
ordenaron y ejecutaron estas acciones, a no ser que vayan más allá de las
fuentes “oficiales”.
El ICRC realizó entrevistas a catorce “combatientes enemigos” de ocho países.
Los detenidos fueron arrestados durante un período de casi tres años, desde
marzo 2002 hasta mayo 2005. Once de los detenidos fueron sometidos a una
desnudez prolongada “durante su detención e interrogatorio durante períodos
abarcando desde varias semanas de forma ininterrumpida hasta varios meses de
forma intermitente”.
El ICRC cuenta lo que llama experiencias “aducidas” por siete detenidos
sometidos a una desnudez prolongada:
Khalid Sheikh Mohammed: mantenido desnudo durante un mes en Afganistán
Abu Zubaydah: mantenido desnudo durante dos semanas y media en Afganistán
después de haberse recuperado en un hospital de Pakistán; declara que después se
le suministró ropa repetidas veces para a continuación dejarlo otra vez desnudo
durante semanas.
Walid Bin Attash: mantenido desnudo dos semanas en Afganistán y más tarde
durante un mes en otro establecimiento de detención desconocido.
Encep Nuraman (aka Hambali): mantenido desnudo durante cuatro o cinco días en
Tailandia y una semana en Afganistán, seguidos de períodos intermitentes vestido
y desnudo.
Majid Khan: mantenido desnudo durante tres días en Afganistán y siete días en
su tercer lugar de detención.
Mohammed Nazir Bin Lep: mantenido desnudo de tres a cuatro días en Tailandia
y nueve días en Afganistán.
Un detenido anónimo: mantenido desnudo de dos a tres meses en Afganistán, más
tarde se vio sometido a períodos intermitentes vestido y desnudo.
Las fuentes de estos informes fueron entrevistas con los detenidos.
El informe del Senado hace una evaluación muy distinta de lo que llama
“quitar la ropa”. Deja claro que la CIA y los militares eran fuertemente
partidarios de la utilización de la desnudez prolongada como técnica de
interrogación. Dice que la desnudez fue exportada a Irak, especialmente a la
cárcel de Abu Ghraib, desde Afganistán y GTMO.
Expone que esta técnica servía para varios objetivos críticos de los
interrogatorios, entre ellos la “humillación de los detenidos”, para “renovar el
‘shock de captura’ de los mismos” y como un incentivo para el buen
comportamiento. Se utilizaba ampliamente, según indican dos de los varios
oficiales entrevistados. El coronel Jerry Philabaum, jefe de la Compañía 320 de
la policía militar, dijo haber visto “entre 12-15 detenidos desnudos en sus
propias celdas individuales”. El capitán Donald Reese, jefe de la Compañía 372
de la policía militar reconoció que “todo el mundo” conocía la desnudez
prolongada y que era “una práctica usual pasearse por la grada y ver a los
detenidos en ropa interior y de cama”. Otros oficiales hicieron declaraciones
parecidas.
Lo mismo que el informe del ICRC, el informe del Senado se basa de forma
extensiva en entrevistas, pero estas entrevistas son con oficiales del ejército
de la policía militar y del espionaje. Además, el informe del Senado se basa en
informes militares publicados, especialmente el del general George Fay, conocido
como el Informe Fay. Una de sus citaciones es especialmente ingenua, quizá más
reveladora de lo que se pretendía: la detención creaba un “entorno que parecía
excusar la depravación y la degradación en vez del trato humano a los
detenidos”. El informe también hace una referencia, de pasada, al informe sobre
AbuGraib del general Antonio Taguba.
Los primeros “combatientes enemigos” llegaron a Guantánamo el 11 de enero de
2002, casi un año antes de que Rumsfeld autorizara el uso de la tortura sexual.
Según un titular de CBS, un avión del ejército del aire de EEUU aterrizó en
Guantánamo desde Afganistán llevando 20 prisioneros, marcando el comienzo de la
operación de detención” [CBS News Gitmo Timeline, 24 agosto, 2004]. En el
informe del Senado, el jefe (nombre borrado) de la TF [Task Force] de la SMU
[Special Mission Unit] declara que cuando “tomó el mando (de Guantánamo)
‘descubrió que, como técnica de interrogación, a algunos de los detenidos no se
les permitía ir vestidos’ (borrado) dijo que acabó con esta práctica en
diciembre 2003 o enero 2004…”
Los descubrimientos acerca de la desnudez prolongada fueron objeto de poco
debate público. Comparada con muchas otras, peores, técnicas utilizadas,
especialmente “asfixia con agua”, golpes en la cabeza, patadas, posiciones
estresantes, utilización de perros y privación del sueño, la tortura sexual
parece más bien poca cosa. Pero su propósito era, junto a otras técnicas, claro.
Tal como señala el ICRC, “estaba claramente pensado para minar la dignidad
humana y crear un sentido de futilidad… que llevara a la fatiga extrema, a la
despersonalización y a la deshumanización.”
Sin embargo, otras fuentes ofrecen una visión distinta, mucho menos saneada y
mucho más sádica. Lo que no se sabe es si estas técnicas adicionales fueron
aprobadas por los jefes militares y civiles de EEUU o fueron acciones
improvisadas por oficiales del frente o por contratistas. Unos pocos ejemplos
ilustran estas técnicas.
La mejor fuente individual sobre el uso de la tortura sexual en Abu Ghraib
continúa siendo el informe Taguba. En el resumen de este informe se identifican
como utilizados en la prisión, los siguientes “abusos criminales sádicos,
patentes y lascivos”:
Forzar a los detenidos a quitarse la ropa y mantenerlos desnudos durante
varios días cada vez;
Sacar fotografías y vídeos de hombres y mujeres detenidos, desnudos;
Hacer posar a la fuerza a los detenidos en varias posiciones sexualmente
explicitas para fotografiarlos;
Forzar a detenidos varones a llevar ropa interior femenina;
Forzar a grupos de detenidos masculinos a masturbarse para ser fotografiados
y filmados;
Amontonar en pila a detenidos masculinos desnudos y saltar sobre ellos;
Situar a detenidos masculinos desnudos en una cabina MRE [meals ready to eat
(alimentos listos para comer)], con un saco de arena sobre su cabeza y con
cables enganchados a los dedos de manos y pies y al pene para simular una
tortura eléctrica;
Poner una cadena de perro o una correa alrededor de la nuca de un detenido
desnudo y con una mujer soldado posando para una fotografía;
Sodomizar a un detenido con una luz eléctrica y quizás un palo de escoba.
¿Por qué esta parte del informe Taguba no aparece en le informe del Senado?
Su ausencia habla de la forma en que son depurados los informes oficiales y de
cómo se escribe una historia “inside the Beltway”. [Véase “Terrorismo sexual: el
lado sádico de la Guerra al Terror de Bush”, CounterPunch, 13 mayo,
2008]
La prensa americana e internacional reveló episodios inquietantes de terror
sexual utilizado por el ejército americano. Por ejemplo, la Associated Press
informó de que los soldados estadounidenses ordenaron a un ex-preso, Dhia
al-Shweiri, que se desnudara, se doblara y colocara las manos en la pared;
aunque no fue sodomizado, dijo que fue humillado: “Somos hombres. Pase que me
golpeen” dijo Shweiri. “Los golpes no nos duelen; son solo golpes. Pero nadie
puede soportar ver su virilidad hecha añicos”.
El Sunday Herald de Escocia publicó que un exprisionero iraquí declaró
que existe una foto de un traductor civil violando a un joven prisionero; dijo:
“Cubrieron todas las puertas con sábanas. Oía los gritos….y la mujer soldado
tomaba fotografías”.
El Independent de Londres publicó la experiencia de Hayder Sabbar Abd,
inmortalizado como el hombre de la capucha en la infame foto de Abu Ghraib de
Lynndie England. Abd declara que le ordenaron masturbarse mientras Ms. England
“ponía sus manos sobre sus pechos”, lo que no pudo hacer; y simular una
felación con otro prisionero, lo que parece que sí hizo.
El Sydney Morning Herald señala: “Las mujeres que realizaban
interrogatorios intentaban destrozar a los detenidos musulmanes en Guantánamo
por medio de toqueteos sexuales, vistiendo minifalda con tiras de cuero debajo
y, en una ocasión, embadurnando la cara de un hombre saudí con sangre menstrual
simulada, según una explicación escrita de alguien bien informado”.
La tortura sexual tenía dos objetivos con respecto a quienes eran sometidos a
este abuso: hacer daño físico y asustar emocionalmente. Su objetivo era hacer
quebrar a los prisioneros masculinos. Intentaba infligir dolor así como
vergüenza, hacer sufrir a quien la recibía y que se odiara a sí mismo. La
tortura sexual intentaba hacer quebrar a la víctima tanto física como
espiritualmente, dejar cicatrices en (y dentro) del cuerpo y en la mente.
Con la elección de Obama, los militares estadounidenses probablemente han
cesado de emplear “técnicas duras de interrogación”. Por desgracia, teniendo en
cuenta el pragmatismo de Obama, la complicidad del Congreso, el fanatismo
burocrático de los militares y la inmoralidad de la CIA (y de los contratistas
privados), uno no puede dejar de preguntarse qué sucedería si ocurriera un nuevo
11 de Septiembre.
El alcance total de las “técnicas duras de interrogación” utilizadas durante
la Guerra al Terror es desconocido. Tampoco se sabe exactamente quién, en la
Administración Bush, aprobó el uso de tales técnicas, ni quién, dentro de la
comunidad militar y de espionaje (junto a los contratistas privados) utilizó
tales técnicas. Las respuestas a estas preguntas deberían ser la primera tarea
de cualquier investigación “oficial” sobre la Guerra al Terror. Además, los
responsables de la investigación deberían utilizar fuentes mucho más amplias
que las consideradas “oficiales”. Solamente así el pueblo americano comprenderá
lo que se hizo en su nombre y, esperémoslo, evitará que vuelva a suceder.
David Rosen es un analista político que escribe regularmente en medios
electrónicos alternativos, como Counterpunch.
Traducción para www.sinpermiso.info:Anna Garriga
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