Renunciando al derecho a tolerar aviones no tripulados
Ken Butigan
Znet
21 de agosto de 2013
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
La atención prestada a las armas químicas en Siria durante las últimas
semanas no es un fenómeno nuevo. Nuestra aversión tiene sus raíces en los
ardientes penachos de gas mostaza en la Primera Guerra Mundial que diezmó a
miles de soldados y que todavía se arremolina en las trincheras de nuestra
mente colectiva. Pero también se basa en nuestra memoria consciente o
inconsciente de cada momento crucial de la historia de la guerra cuando la
ventaja de un combatiente se aumentó aceleradamente o dramáticamente sobre otro
con la última innovación mortífera.
La capacidad de nuevos aumentos de mecanizar y multiplicar
geométricamente las bajas con cada vuelta del timón tecnológico ha resultado
ser horriblemente ventajosa para los sistemas de dominación. Pero esta
superioridad no solo ha sido numérica. Su poder se ha basado frecuentemente en
su capacidad de destruir y finalmente eliminar la factibilidad y la obstinada
presencia humana del otro – sea con la desgarradora ametralladora Gatling de
la Guerra Civil o la vaporosa inmensidad de la bomba atómica. Virtualmente toda
nueva arma durante los últimos 5.000 años no solo ha sido diseñada para derrotar
al oponente con mayor poder de fuego sino para reducir, arruinar y extinguir su
cuerpo, presencia, integridad física – las cualidades que nos convierten en
irreduciblemente humanos.
Ahora estamos en medio de la revolución de los aviones no tripulados, el próximo salto en la letalidad tecnológica. El horror
cuantitativo que los aviones no tripulados han introducido al mundo es profundamente
inquietante. Por ejemplo, se calcula que aviones no tripulados estadounidenses han matado a
3.149 personas en Pakistán desde 2004, como documenta vívidamente Out of Sight, Out of Mind. Al
mismo tiempo un horror cualitativo retumba a través de nuestra consciencia
colectiva basado en las crecientes capacidades de los aviones no tripulados, incluyendo su
radical particularidad, la amplitud universal, y la creciente automatización.
La precisión de los aviones no tripulados ha remodelado dramáticamente el concepto de
la mayor parte de las armas en el campo de batalla, que han aumentado
continuamente la capacidad de matar a una gran cantidad de personas. Un avión no tripulado
militar, al contrario, es híper-personal, diseñado y adaptado para matar a una
persona en particular. Cuando EE.UU. realiza regularmente lo que llama ataques
selectivos – contra clases de personas de las que se supone que son terroristas
porque corresponden a un cierto perfil demográfico (jóvenes, por ejemplo) – la
terrible realidad de los aviones no tripulados es que han sido diseñados para rastrear y
eliminar a individuos específicos.
Paradójicamente, es precisamente esta particularidad la que hace que el
alcance de los aviones no tripulados sea universal. Uno tras otro, todos estamos
hipotéticamente en peligro. Y uno de nosotros podría encontrarse en una “lista
de asesinatos” si somos considerados por “expertos” como correspondientes a los
criterios del sistema en cualquier momento dado. Como han subrayado las
revelaciones sobre la NSA de Edward Snowden y otros, existe cada vez más
capacidad del gobierno de EE.UU. y otras entidades de reunir perfiles sobre
cada ser humano del planeta. Tal vez siete mil millones de nosotros estamos en
una lista maestra según la cual el “experto-en-jefe” puede transferirnos de la
lista de “no asesinatos” a la “lista de asesinatos” cuando la seguridad
nacional lo exija. Sea o no el caso, la creciente capacidad de los aviones no tripulados de
deambular por el planeta para rastrear y eliminar objetivos sacados de una
exhaustiva súper base de datos es una perspectiva con la que debemos contar.
Aún más que esto, existe la posibilidad de que semejante sistema
exhaustivo sea virtualmente automatizado. No solo podría haber una lista
universal, podría ser activada y mantenida por un conjunto de algoritmos,
liberando a los que están pegados a los monitores y trabajando con joysticks en
sitios como la Base Creech de la Fuerza Aérea en Nevada – así a como sus jefes
que ahora compilan y aprueban las listas– de la tarea que a veces lleva al
trastorno por estrés post-traumático de decidir quién vivirá y quién morirá.
Todas estas facetas de los aviones no tripulados – asesinatos adaptables a las
necesidades del usuario, vigilancia y ataques a escala planetaria, y el
potencial de que sirvan de herramientas para un régimen militar auto regulador,
omnipresente y permanente– aumentan la letalidad, pero también degradan,
destruyen y borran la inviolable presencia humana.
La revolución de los aviones no tripulados ha comenzado, y hacen todo lo posible por
lograr que nos alistemos. Durante los últimos años esto ha incluido un pregonar
implacable de que los aviones no tripulados constituyen un resultado inevitable. Virtualmente
cada día hay nuevas revelaciones en la prensa – por ejemplo, la Agencia de
Proyectos Avanzados de Investigación de la Defensa (DARPA) anunció
recientemente que trabaja en aviones no tripulados submarinos, y parece haber una floreciente
industria artesanal de aviones no tripulados para armar uno mismo – mientras la guerra de
aviones no tripulados de EE.UU. continúa a buen ritmo en Medio Oriente y el Cuerno de África.
(Aunque la mayor parte de los analistas minimizan el papel que los aviones no tripulados
pueden jugar en Siria si EE.UU. interviene, una información detalló esta
primavera cómo la CIA tiene planes para realizar ataques de aviones no tripulados contra
extremistas en la oposición siria.) Es una nueva forma de reclutamiento sutil y
no tan sutil, diseñada no tanto para repletar las filas de los servicios
armados como para lograr gradualmente que asumamos que un mundo dirigido por aviones no tripulados
es normal, bueno y solo otra parte del futuro.
Pero hay resistencia a esta “conscripción cultural”, que incluye el
movimiento internacional que, durante los últimos años, ha estado creciendo y
se ha ampliado. (Al pensar en ese movimiento, exploré recientemente la idea de
promulgar un tratado internacional prohibiendo los aviones no tripulados, inspirado en el
tratado internacional que prohíbe las minas terrestres.) Code Pink, que ha
provisto un poderoso liderazgo para este movimiento, patrocina una cumbre sobre
los aviones no tripulados para el 16-17 de noviembre en Washington, D.C. “Aviones no tripulados en todo el
globo: Proliferación y Resistencia” tendrá entre otros presentadores a Cornel
West, a la experta en derecho internacional Mary Ellen O’Connell, y a
activistas de Yemen y Pakistán.
Protestas contra los aviones no tripulados han sido realizadas recientemente en Yemen y
Gran Bretaña. Y esta semana, los “5 de Beale” fueron sentenciados en un
tribunal de Sacramento, California, por una acción de desobediencia civil que
emprendieron el 30 de octubre de 2012, en la Base Beale de la Fuerza Aérea en
California del Norte, que suministra aviones no tripulados de vigilancia que estudian
objetivos para aviones no tripulados asesinos. El mes pasado fueron declarados culpables de
entrar por la fuerza a la base después de un juicio de un día sin jurado, en el
cual enfrentaban una sentencia máxima de seis meses en una prisión federal y
una multa de 5.000 dólares. La jueza Carolyn Delaney sentenció a los cinco
–Janie Kesselman, Sharon Delgado, Shirley Osgood, Jan Hartsough y David
Hartsough– a 10 horas de trabajo comunitario después que los acusados le
dijeron que preferirían ir a la cárcel en lugar de aceptar multas o libertad
condicional.
En su declaración ante la jueza, Jan Hartsough, quien fue voluntaria del
Peace Corps en Pakistán a mediados de los años sesenta, dijo:
Después de vivir y trabajar allí durante dos años, Pakistán forma parte
de mi persona. He seguido con mucho dolor y tristeza los ataques de aviones no tripulados
contra paquistaníes. He sabido de víctimas paquistaníes de ataques de aviones no tripulados
que sufren de trauma psicológico – sin saber nunca cuándo puede volver a atacar
un avión no tripulado. Los niños temen ir a la escuela; los adultos temen reunirse para un
funeral o una boda por temor a convertirse en un “objetivo”… ¿Por lo tanto qué
hemos logrado con nuestros ataques de aviones no tripulados? ¿Cuándo despertaremos y veremos
que hay maneras mucho mejores de conquistar el respecto de la gente del mundo?
Como madre y abuela trato de encontrar manera de ayudar a crear un mundo más
pacífico para futuras generaciones. El fin de la guerra de aviones no tripulados es un paso
concreto que podemos y debemos dar.
Después de las declaraciones de Hartsough y los otros, la jueza declaró
que la prisión no “tendría sentido”.
Un segundo juicio de manifestantes contra los aviones no tripulados ha sido anunciado
para más avanzado el año contra otro grupo de cuatro personas arrestadas en
Beale el pasado 30 de abril.
Ken Butigan es director de Pace e Bene, una organización sin fines de
lucro que promueve el cambio no violento mediante la educación, la comunidad y
la acción. También enseña estudios de paz en la Universidad DePaul y la
Universidad Loyola en Chicago.
Este artículo apareció primero en: Waging Nonviolence.
Fuente: http://www.zcommunications.org/renouncing-the-right-to-bear-drones-by-ken-butigan
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|