Voz religiosa contra el fascismo cristiano
Rabino da la alarma sobre los
"cristócratas"
Revolución #039, 19 de marzo de 2006, se
encuentra en revcom.us
El rabino James Rudin es el principal asesor interreligioso del Comité
Judío Estadounidense y es miembro del consejo directivo. En el pasado, fue
presidente del Comité Internacional Judío de Consultas Interreligiosas. Desde
1969, ha participado en diálogos entre evangélicos y judíos y se ha reunido con
figuras religiosas como Pat Robertson y el papa Juan Pablo II (en 10 ocasiones).
El rabino Rudin tiene un mensaje:
"Estoy convencido, a pesar de que Estados Unidos tiene una población grande,
diversidad religiosa y garantías constitucionales y jurídicas sobre la
separación del estado y la iglesia, de que estamos ante un peligro claro: una
campaña para transformar el país permanentemente en una nación religiosa, donde
por ley domine una forma del cristianismo sobre las demás comunidades
religiosas".
En otras palabras, como dice el título de un capítulo de su nuevo libro,
The Baptizing of America (El bautizo de Estados Unidos): "Ojo, estamos
en guerra".
Da la alarma, ¡pero no es alarmista!
Rudin reconoce que sus colegas y amigos le dicen "alarmista", y por eso se
puso a reunir evidencias para respaldar su posición. Rudin llama "cristócratas"
a los promotores de esa marcha hacia la teocracia. Los cristócratas son de las
iglesias evangélicas y fundamentalistas, pero no todos los evangélicos y los
fundamentalistas son cristócratas.
"Un cristócrata no tiene confianza en el pueblo ni en los líderes de las
zonas urbanas de Estados Unidos; la diversidad demográfica le parece una
amenaza; prefiere lo que en su opinión es la seguridad y la pureza espiritual y
física de las crecientes zonas exurbanas y el campo rural tradicional, donde la
mayoría son blancos. Un cristócrata cree que un compromiso con Jesús como
salvador personal es absolutamente necesario, pero que no es suficiente en el
mundo de hoy. Para que Estados Unidos sobreviva, le parecen imprescindibles
el arrepentimiento nacional, y no simplemente individual, y el reconocimiento de
Jesús como gobierno máximo de la nación cristiana". [nuestro énfasis]
Rudin describe una "república cristócrata" que no dista mucho de lo que está
pasando hoy: un solo partido (republicano) básicamente gobierna el país;
enmiendas constitucionales prohíben el aborto y el matrimonio entre personas del
mismo género, y permiten rezar en la escuela; los cristócratas dominan las
fuerzas armadas, los medios de comunicación, los tribunales y toda esfera de
importancia en la sociedad; los impuestos financian programas de bienestar
público "administrados directamente por grupos religiosos, la gran mayoría
cristócratas".
En un capítulo del libro, Rudin describe el "dominionismo" y el
"reconstruccionismo cristiano", que son el cemento ideológico del movimiento
cristócrata.1 Cita al Dr. Bruce Prescott, un pastor presbiteriano
opuesto al reconstruccionismo cristiano, que "catalogó los seis ‘proyectos
básicos’ de dicha ideología: 1) hacer que los Diez Mandamientos sean la ley; 2)
reducir el papel del gobierno a defender los derechos de propiedad; 3) pagar
diezmos a agencias eclesiásticas para financiar la asistencia pública; 4) cerrar
las cárceles y restaurar la esclavitud como castigo; aplicar la pena de muerte a
los delitos que recibieron ese castigo en el antiguo Israel, como la apostasía
[renuncia a la religión], la blasfemia, el homicidio, la violación, la mala
conducta de los niños, no guardar el día de descanso, la sodomía y la brujería;
5) cerrar las escuelas públicas y hacer responsables a los padres por los
estudios de sus niños; 6) fortalecer la familia patriarcal".
Rudin cita un comentario de Prescott de que en 2002 ya se habían dado pasos
importantes en cada uno de esos aspectos, con la excepción del cierre de las
cárceles. Prescott agregó:
"Esos logros se deben a su alianza con el Partido Republicano y los
cristianos conservadores, y a su participación en el proceso político... Los
reconstruccionistas comprenden que, tarde o temprano, habrá oposición a la clase
de sociedad que quieren crear... cuando eso ocurra, creo que algunos estarán
dispuestos a aprovechar la oportunidad para tomar las armas y hacer otra guerra
civil... que [para ellos] tendrá una justificación moral y
teológica...".
"Ojo, estamos en guerra"
Rudin enlaza muchas de esas ideas en el capítulo titulado "Ojo, estamos en
guerra", que resume la historia del ascenso de los cristócratas y el papel de
George W. Bush. Describe las divisiones del movimiento evangélico, en particular
en la Convención Bautista del Sur, y cita a Bill Moyers (pastor de ella).
Moyers escribió en 1999 que "durante los últimos 20 años, los bautistas
reaccionarios forjaron una alianza para dominar uno de los principales partidos
políticos y fomentar un programa de oración escolar, y subvenciones y
privilegios gubernamentales para su religión. Su primera estrategia, y la más
exitosa, fue llegar a controlar la Convención Bautista del Sur... [para tener]
una sede de poder".2 Nótese que la Convención Bautista del Sur dice tener
más de 16 millones de feligreses en 37,000 iglesias. Con la adición de otras
iglesias evangélicas, y los miembros y clérigos reaccionarios de la iglesia
católica y otras iglesias convencionales, estos son los soldados rasos y
oficiales de campaña del movimiento.
En varios capítulos, Rudin delinea el plan cristócrata para las relaciones
íntimas, las escuelas, los hospitales y laboratorios médicos, los tribunales,
los espacios públicos y el trabajo. En cada esfera, Rudin analiza el extremismo
del plan y la lógica que los hace ver en cada victoria un motivo para luchar
más. Como se ilustró en el artículo de Revolución de la semana
pasada,3 los fascistas cristianos consideran que el aborto es
el primer paso hacia la eliminación de toda forma de control de la natalidad.
Rudin describe esa lógica en cada aspecto del plan.
Rudin recalca que los cristócratas no quedarán satisfechos con reformas;
están resueltos a "recobrar a Estados Unidos". Rudin dice: "El cristócrata cree
que la república estadounidense fue la ‘ciudad resplandeciente’ y que en las
últimas décadas ha perdido su norte y sus fundamentos morales, políticos,
culturales y religiosos. Cree que es imprescindible una transformación radical
de toda esfera de la vida estadounidense para que la nación cumpla su ‘destino
manifiesto’ y se ‘salve’ de la ‘secularización’ implacable que ocurre por toda
la sociedad".
El libro de Rudin tiene muchos puntos fuertes, por ejemplo su discusión de
las raíces culturales de este fenómeno y sus propias experiencias como
adolescente; pero también tiene puntos débiles. Hay que notar que Rudin no es
radical. Es anticomunista y liberal; apoya el estado de Israel y la posición
dominante de Estados Unidos. En eso, obviamente tenemos un gran desacuerdo. Pero
como una figura religiosa que ha trabajado por la tolerancia entre gente de
diferentes creencias y que tiene un conocimiento profundo de los "cristócratas",
su análisis —y el de varias otras figuras religiosas que hemos publicado en
Revolución — merece la atención de toda persona preocupada por la
amenaza de una teocracia.
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