¿Quién queda en Guantánamo?
Eje Central
| Jueves 15 de septiembre, 2016
El destino de decenas de presos aún está en el limbo
Cora Currier y Margot Williams
The Intercept
El último hombre preso en Guantánamo en presentar su caso
para su liberación ante un panel de funcionarios es también el hombre más joven
en esa prisión.
En una audiencia de la Junta de Revisión Periódica de
Guantánamo, la semana pasada, Hassan Ali Bin Attash, un yemení que se cree
tiene alrededor de 31 años de edad, dijo a través de sus representantes
que estudia para conseguir un diploma de preparatoria y que espera reunirse con
sus parientes en Arabia Saudita y encontrar un trabajo como traductor.
La fecha de nacimiento exacta de Attash es incierta,
pero, sin duda, era un adolescente en 1997, cuando los militares de Estados
Unidos alegan que prometió lealtad a Osama bin Laden y comenzó a trabajar para
importantes figuras de Al Qaeda haciendo de todo, desde la fabricación de
bombas hasta la coordinación de la logística. Fue capturado en Pakistán en 2002
y pasó los dos años siguientes en prisiones secretas de la CIA y en
interrogatorios en Afganistán y Jordania antes de aterrizar en Guantánamo en
septiembre de 2004. Bajo la custodia de Estados Unidos, de acuerdo con sus
propios relatos y los de otros presos, fue sometido a la privación del sueño,
colgado de una barra por las muñecas y amenazado con perros y descargas
eléctricas, entre otras formas de tortura. También fue severamente torturado
por los jordanos.
La evaluación militar registrada para la junta establece
que en Arabia Saudita, Attash podría volver a conectar fácilmente con otros
actores terroristas, y que su familia también es sospechosa. El hermano mayor
de Attash, Walid bin Attash, es uno de los cinco hombres juzgados ante la
comisión militar de Guantánamo por los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Su abogado, David Remes, apeló la acusación, diciendo que
nunca ha escuchado al Attash más joven expresar puntos de vista anti-estadounidenses
o extremistas.
“Ahora un hombre joven con ideas propias, ya no está bajo el dominio de los demás y puede tomar decisiones independientes”,
dijo Remes a la junta.
Al igual que con todas las audiencias ante la Junta de
Revisión Periódica –una especie de proceso de libertad condicional para los
detenidos de Guantánamo— los procedimientos son transmitidos desde Cuba a los
medios de comunicación y otros observadores en una habitación en el Pentágono.
Attash, quien previamente ha sido visto en fotografías vistiendo un overol
naranja con el cabello revuelto, apareció como un hombre joven y bien peinado.
A los detenidos no se les permite hablar durante la parte abierta de la
audiencia.
La audiencia de Attash marca el final de un proceso de
tres años en los que la administración de Obama ha reconsiderado el caso de
muchos de los últimos hombres que quedan en Guantánamo, con el objetivo de
cerrar la prisión antes de que el presidente deje el cargo. Hasta hoy, todos los
detenidos que eran elegibles para una audiencia ante la Junta de Revisión
Periódica han tenido una.
La audiencia final ofrece la oportunidad de conocer a los
61 hombres que quedan en Guantánamo y lo que el gobierno se propone hacer con
ellos.
Veinte hombres serán trasladados a otro país. Siete
enfrentan actualmente cargos en las comisiones militares, los tribunales de
guerra de Guantánamo (esto incluye a cinco acusados de planear los
ataques del 9/11). Un detenido restante ya ha sido condenado por el tribunal de
guerra, y otros dos se declararon culpables. Otros 12, incluyendo a Hassan
Attash, han tenido su audiencia, pero aún están a la espera de la decisión de
la junta.
Diecinueve entran en la categoría intratable de presos
que no han sido remitidos para su enjuiciamiento, pero a quienes las
autoridades creen que no pueden liberar de forma segura. La Junta recomendó que
estos hombre permanecieran en “detención prolongada bajo las leyes de guerra”,
en otras palabras, están en el limbo de la detención indefinida.
“En los próximos meses será interesante ver si el
gobierno usa todos sus poderes para liberar a los muchos hombres que quedan en
prisión que aún no han sido juzgados, pero que no tiene ninguna intención
de acusar de algo concreto”, dijo Shayana Kadidal, abogado en el Centro para
los Derechos Constitucionales de EU, que representa a muchos de los detenidos.
“Eso demostrará si el presidente está genuinamente
comprometidos con el cierre de la prisión o simplemente tiene la intención de
dejar sus propias promesas en el aire para el próximo presidente”.
El esfuerzo de la administración para clasificar a los
detenidos ha evolucionado a lo largo de los años. Después de la promesa de
cerrar Guantánamo hecha por Obama durante su primer año de gobierno, el
presidente convocó un grupo de trabajo para evaluar los casos de todos los
detenidos allí, continuar su enjuiciamiento, mantener el encarcelamiento o
trasladarlos a otro país.
“Obama también estableció a Junta de Revisión Periódica (conocida en Guantánamo como PRB) para
evaluar periódicamente la situación de cada detenido que las autoridades habían
recomendado detener o enjuiciar, con el fin de determinar si todavía
representan una amenaza para Estados Unidos o si podrían ser puesto en libertad
de forma segura.”
La junta incluye a representantes de los departamentos de
Defensa, Estado, Seguridad Nacional y Justicia, así como al Director de
Inteligencia Nacional. Ellos no evalúan la legalidad de mantener cautivo a un
prisionero, sino que consideran la inteligencia reunida contra el detenido y si
aún se sostiene, así como el comportamiento y las actividades del detenido. También
tienen en cuenta cómo sería su vida después de Guantánamo, su familia y otras
redes de apoyo, sus perspectivas de empleo y la estabilidad de su país de
origen.
Así, las Juntas de Revisión Periódica ofrecen un raro
vistazo a la vida en la prisión, en donde los detenidos con frecuencia dan
detalles sobre su vida privada, como los avances en sus clases de formación
profesional o de idiomas, o incluso pinturas.
Remes, abogado de Attash, dijo que “cuando la prisión aún
ponía a disposición de los internos publicaciones como The Washington Post
y el The New York Times, Hassan los
devoraba”. (Un oficial de asuntos públicos de Guantánamo no quiso comentar si
esos periódicos estaban permitidos, pero dijo que el “programa de estímulo
intelectual” para los detenidos “incluye libros, revistas y periódicos,
rompecabezas, videojuegos, cine y televisión”.)
La administración ha sido criticada por el lento arranque
del proceso de revisiones de las juntas; la primera audiencia no ocurrió sino
hasta 2013. Este año, cuando la población de la prisión cayó por debajo de los
100 interno por primera vez, el ritmo de las audiencias se aceleró.
Cuando alguien recibe la aprobación para su
transferencia, la administración tiene que encontrar un lugar para reubicarlo,
algo que es particularmente difícil cuando su país de origen no es una opción
(muchos de los hombres restantes son de Yemen, que está inmerso actualmente en
una guerra devastadora).
Los presos que enfrentan la detención indefinida
representan un enigma más grande. Cada preso puede conseguir que se revise su
expediente cada seis meses, y después de tres años (si continúa el régimen en
Guantánamo) tendría derecho a una nueva audiencia. Uno de los detenidos ya
tiene programada su segunda audiencia en octubre.
El Pentágono dice que cualquiera que sea la decisión de
la PRB, la administración puede seguir evaluando opciones de “disposición
individualizada”, incluida la transferencia, el procesamiento de las comisiones
militares, o por otro país, o, si el Congreso levanta la actual prohibición de
mudar presos de Guantánamo a Estados Unidos, encarcelarlos o deportarlos (las
decisiones judiciales recientes han limitado los tipos de cargos que los
tribunales militares pueden aportar).
En otros casos, es poco probable que los detenidos sean
juzgados porque la evidencia en su contra está manchada por la tortura (lo que
ya ha sido un problema en otros procedimientos emprendidos por comisiones
militares) o porque simplemente no hay mucha evidencia en su contra para
empezar, dijo Kadidal, del Centro para los Derechos Constitucionales. “La
mayoría de estos hombres son, de hecho, personas que no se han ganado una
persecución”, dijo.
Si el gobierno de Estados Unidos continúa afirmando que
puede mantenerlos presos bajo la ley de guerra, dijo Kadidal, “podemos esperar
apelaciones continuas” en la corte federal cuestionando si las acusaciones que
justifican las detenciones se sostienen en realidad.
“Si no es así, su encarcelamiento sería ilegal”, dijo.
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