Presas revelan abusos
Inmigrantes pierden custodia de sus hijos, además de sufrir vejaciones en
prisión
- Claudia Núñez/ claudia.nunez@laopinion.com |
- 2009-07-24
- | La Opinión
Para las mujeres, la vida en la cárcel se torna más difícil cuando son madres
indocumentadas que lo van perdiendo todo. [Foto: Aurelia Ventura/La
Opinión] |
Gorda, casi infantil, es la letra de Leticia Esparza, pero su mensaje no
tiene nada de cándido: "Por favor, ayúdenme a recuperar a mis hijos", clama en
una carta enviada desde una prisión en San Bernardino.
Leticia es una de las más de 3,100 mujeres que se estima esperan en una
cárcel tras haber sido detenidas por cuestiones migratorias, un encierro que,
como a Esparza, las ha llevado a padecer situaciones extremas, tales como las
reveladas tras una encuesta realizada entre 48 mujeres inmigrantes
prisioneras.
Las quejas fueron desde humillaciones tan banales como sobrellevar sus
períodos menstruales con apenas dos toallas sanitarias, hasta situaciones graves
como perder definitivamente la custodia de sus hijos y, en algunos casos,
incluso violación sexual, indica el reporte revelado por Human Rights Watch.
"Es espantoso que ICE ni siquiera proporcione a las mujeres bajo su custodia
toallas higiénicas para evitar el sangrado a través de su ropa, y ni hablar de
pruebas de Papanicolaou, mamografías, y los demás elementos más básicos de
atención de la salud de la mujer", dijo Meghan Rhoad, investigador en la
División de los Derechos de la Mujer en Human Rights Watch. "Ya es suficiente
daño que estas mujeres estén encerradas. Lo menos que el gobierno puede hacer es
darles atención digna", dijo.
En general el sistema penitenciario refleja que la detención de mujeres
registra niveles históricos, aumentos que van desde apenas 12,300 detenciones en
1980 a más de 114 mil en 2007, indican informes recientes del Departamento de
Justicia.
Sin embargo, han sido las prisiones de orden migratorio donde el incremento
femenino ha sido más contundente. Ahí, en promedio un 10% de las detenciones en
la frontera y a manos de la Oficina de Control de Inmigración y Aduanas (ICE)
son mujeres inmigrantes, declararon activistas durante una audiencia en el
Capitolio el pasado 24 de junio.
La mayoría de la población femenina detenidas por casos migratorios no
representa una amenaza para la seguridad, ni el más mínimo riesgo de fuga, dijo
Nina Rabin, directora de investigación de Southwest Institute for Research on
Women de la Universidad de Leyes de Arizona.
Las defensoras señalan que, de hecho, las mujeres están siendo separadas de
sus hijas e hijos, en muchos casos permanentemente.
Las madres son detenidas y conducidas a centros de detención ubicados a
cientos de kilómetros de distancia sin brindarles la oportunidad de hacer los
arreglos más básicos para el cuidado de sus hijas e hijos.
Mientras están bajo detención se les niega acceso a teléfonos y a los
materiales legales necesarios para localizar a sus hijas e hijos y comunicarse
con tribunales de familia, a fin de preservar sus derechos maternales, apunta el
estudio.
En una carta de cinco hojas enviada a La Opinión, Leticia Esparza narró que
fue deportada en junio de 2008 y que desde Tijuana buscó por todos los medios
para que le enviaran a sus cuatro hijos de 7, 5, 3 y 2 años con ella; pese a las
llamadas a consulados, oficinas gubernamentales, organizaciones de derechos
humanos e incluso iglesias, al paso de los meses y sin respuesta del
Departamento de Protección de Menores decidió cruzar nuevamente la frontera para
buscarlos.
"Sólo de saber que mis hijos estaban con gente desconocida, el dolor me
consumía y me la pasaba llorando. Me partía el alma oír a mis hijos llorar
cuando hablaba por teléfono con ellos y me dije a mí misma ‘voy por mis hijos
aunque me cueste la vida’; pero fui detenida por agentes de migración", expresa.
"Cualquier madre en mi situación hubiera hecho lo mismo, tratar de venir a
recuperar a sus hijos, y cruzaría cualquier frontera para estar a su lado y
decirles que no están solos que me tienen a mi todavía", escribe.
Esparza fue sentenciada a pasar 25 meses de encarcelamiento por tratar de
reingresar al país. Actualmente se encuentra recluida en una cárcel para mujeres
de San Bernardino, uno de las 400 instituciones utilizada por el Departamento de
Seguridad Interna a través de acuerdos intergubernamentales, de las cuales sólo
ocho son directamente operadas por agentes de ICE.
En estos centros, aunque no existen estadísticas totales que reflejen el
problema real, estudios preliminares arrojaron que al menos un 5% de la
población podría estar sufriendo de abuso sexual, indicó Darby Hickey, portavoz
de la organización Stop Prisoner Rape (SPR), con sede en Los Ángeles.
"Es muy preocupante lo que está sucediendo en las cárceles de migración.
Ellas son la población más vulnerable del sistema penitenciario porque a
diferencia de otras prisioneras no tienen la oportunidad de ir a corte a
denunciar los abusos, sufren vejaciones, tienen miedo de hablar porque están
amenazadas y además las deportan a un país que no seguirá las denuncias de sus
casos", indicó la portavoz de SPR.
Para Esmeralda Soto, una joven transexual que sufrió abuso sexualmente en un
centro de detención migratorio en California, la violencia sexual es una
realidad diaria entre las mujeres que esperan ser deportadas.
"Pasa todos los días porque los agentes se sienten con el poder sobre el
inmigrante, y el gobierno que se empeña en vernos a todos como criminales ignora
esa parte de sus trabajadores. A mí nunca se me va a olvidar lo que me hicieron,
es un daño que te causan para el resto de tu vida", dijo en entrevista
telefónica con La Opinión.
Actualmente el Congreso continúa escuchando los testimonios de activistas y
víctimas de violencia en prisiones migratorias, a fin de implementar reformas a
las políticas en los próximos 12 meses.
Pero mientras los cambios lleguen, madres como Leticia continúan impotentes
frente al sistema penitenciario. Sus hijos serán puestos en adopción el próximo
mes de marzo, según récord del Departamento de Menores.
"Yo sigo luchando por mis hijos... Gracias por leer mi carta, una madre que
sufre", dice Leticia en su último renglón.
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